13. Arcos y flechas


Hoy la vería nuevamente. Después de haber pasado al menos una semana desde aquella última vez que se vieron en su propia casa, aún se sentía avergonzado por las circunstancias, jamás había permitido que ninguna dama lo viera de esa vergonzosa manera.

Esa noche había tenido un sueño, y en el no aparecía otra persona más ella, la hermosa rubia de sonrisa traviesa, eran imágenes borrosas suyas sosteniéndola por la cintura ¡que Dios la ampara! porque ese sueño se había repetido al día siguiente y al otro nuevamente, haciendo crecer una extraña necesidad en él por verla, misma que había estado ahogando con mucho trabajo junto a su padre.

Su abuela había insistido en hacer una gran fiesta para celebrar con el mundo la llegada de dos bisnietos más.
Hacía tres semanas que Juliet, la esposa de su primo Edmund había dado a luz, para la alegría y sorpresa de todos, eran dos hermosas niñas a la más grande y de piel almendrada la llamaron Melinda; Juliet se había negado rotundamente a ese nombre... pero perdió una apuesta contra Miles que aseguró que era el nombre perfecto para su sobrina pues se parecía muchísimo a él, no le quedó más remedio que aceptar aquella perdida como toda una dama honorable, Edmund no dejaba de molestarla con eso. A la otra bebé que había nacido más pequeña y tenía un aspecto más frágil la llamaron Audrey, por su abuelo Anthony.

-David- Una dulce voz reconocible lo llamó, se giró para verla.

Se veía muy hermosa, llevaba un vestido azul cielo y su cabello alzado en un semi recogido, detrás de la pequeña coleta que le ataba llevaba un broche con pequeños diamantes plateados que brillaban, se veía con vida, lucía menos pálida que de costumbre.

-Libia, que gusto verla aquí.

-Visitar Aubrey Hall siempre es un placer, ¿habrá una partida de pall mall?

-Si no tiene miedo a perder la consciencia... -Libia abrió la boca con sorpresa y golpeó su hombro, luego se río.

-¿Se lo dijeron? qué vergüenza- un pequeño rubor apareció en sus mejillas, mientras giraba su cara hacia otro lado.

-También me dijeron que es muy buena contrincante, Agatha asegura que podría ser una Bridgerton perdida.

-Bueno, realmente me tomaré un halago eso viniendo de Lady Kenart, somos amigas ¿sabe? es muy dulce. -David no pudo evitar reír, Libia alzó una ceja mirándolo fijamente, no imaginaba en qué mundo Aggie podría ser dulce.

-¿Segura que la conoce? Es una pequeña salvaje.

-Es lo que la hace aún más encantadora- dijo Libia en voz baja como si le contará alguna clase de secreto.

-¡Hermano! ¡Aquí estás! - su voz había interrumpido lo que parecía un buen momento.

Libia y David dieron dos pasos más hacia atrás de distancia.

-Oh...- miro a su hermano con una sonrisa fina en los labios-Lo siento, los interrumpí, Amelia Vizcondesa de Lowestoft-dijo extendiendo su mano hacia la rubia que la tomó encantada- soy la hermana mayor del Conde, encantada.

-Libia Chesterfield, mucho gusto.

David aclaró su garganta e hizo una mueca de sonrisa hacia su hermana mayor, de pronto se sentía un poco nervioso, Libia parecía normal con ese aura alegre y radiante que la caracterizaba.

-Que gusto verte Amelia, ¿y Charly? -David volteo y miró a Libia para aclararle-mi sobrino, encantador, tiene dos años. -Libia solo dio un asentimiento con la cabeza.

-Con Robert, pero no venía a eso, algunos hombres se irán a cazar y algunos practicarán con arco, padre quiere que vayas, yo puedo quedarme con la señorita Chesterfield.

David miró con duda a su hermana mayor, de las tres ella era la más prudente y las otras dos todavía no llegaban, así que le pareció bien dejar a Libia sola con ella, no había motivo para no hacerlo, aunque preferiría mantenerla a mil metros de distancia de su familia.

-La veo entonces en un momento señorita Libia, iré a prepararme.

-Claro que sí, mi lord- dijo ella haciendo una pequeña reverencia.

Libia miró a David acercarse a su hermana mayor, deposito un beso en su frente y acaricio su vientre poco abultado, nunca le había parecido más tierno aquel hombre tan serio que rara vez sonreía, lo escuchó susurrar- me da gusto verte hermana- y se marchó.

🐝

Se quedó sola con la hermana de David que no tardó en entrelazar su brazo con el de ella.

-Libia ¿puedo llamarla así verdad? -preguntó la castaña de ojos café claro y una sonrisa amplia, que llevaba un vestido rosa palo, la hacía verse un poco más morena de lo que era, pero le lucía con el brillo de sus ojos.

-Por favor- dijo con una sonrisa.

-Libia, vamos al jardín- y la guió hacia afuera - es algo tonto, irán a cazar con arco, normalmente lo hacen con pistolas, pero debo decir que mi hermano y primos trajeron juegos muy novedosos de sus viajes, lo hacen maravillosamente bien ¿alguna vez a usado el arco?

-La verdad es que no, ¿usted sí?

-¡Por supuesto! -dijo con una sonrisa -me encantaría poder ir, pero en mi estado no puedo, ser competitivo es de familia.

-Lo sé perfectamente, jugué pall mall el verano pasado. Una grata experiencia si me lo pregunta, aunque estuve inconsciente un par de horas.

-¡Ay que maravilla! - a Libia le parecía que la Vizcondesa podría ponerse a saltar de la emoción. -Así que usted es la valiente que se atrevió a jugar entre la bola de salvajes Bridgerton, me cae muy bien Libia, estoy segura que seremos grandes amigas.

-¿Quién la enseñó a usar el arco?- preguntó mientras caminaban.

-David, aunque también Alexander tuvo que ver, conoce a mi primo ¿no es así?

-Si, él y mi hermano son miembros de la guardia, también es mi amigo, los extraño a ambos.

-Yo también, el tiene un gran sentido del humor, aunque no siempre lo veo, intentamos estar en contacto.

-Espero que vuelvan pronto de su misión, con salud y buenas noticias.

-No dudo que lo harán- La Vizcondesa le sonrió, eso también la hizo sonreír.

Amelia era refrescante, le recordaba a sus medias hermanas pero mucho más cálida y amigable, sus medias hermanas eran mucho mayor que ella, no convivían mucho desde que su padre murió, además de que las dos estaban casadas y vivan su vida a parte, alejadas del bullicio de la sociedad Londinense.

Caminaron por el jardín hasta llegar a un hombre alto de cabello rojizo que cuidaba atentamente a un pequeño niño pelirrojo de cabello rizado que caminaba a pasos dudosos, pero en cuanto las miro, intento correr tanto como sus pequeños pies le permitían y se envolvió entre las piernas de la Vizcondesa.

-Charly- dijo llenándolo de besos, el pequeño niño sonreía. -Es una amiga, saluda Charly- el pecoso niño, le sonrió mostrándole sus pequeños dientes.

-Su pequeño es hermoso, Amelia-la hermana de David asintió orgullosa.

-Aunque no tiene nada de mi, pero lo es.

La Vizcondesa le presentó a su esposo, luego ambos le presentaron a Thomas Bridgerton, un primo de David joven, muy apuesto y de sonrisa mujeriega, le hizo recordar a sus hermanos, que quien sabe donde estarían metidos.

-No puede ser- dijo Amelia, devolviéndole el niño a su esposo.

-Por favor- dijo su esposo tomándola de la mano. -No importa- susurró dándole un beso en la sien.

Libia observó que era lo que miraba la castaña, se encontró mirando a Lady Narcisse, que caminaba altanera y engreída del brazo de su esposo. No era la primera vez que escuchaba a una hermana de David incómoda con la presencia de Izela, algunas teorías comenzaban a formarse en su mente; le pareció que lo mejor que podía hacer era aclarar la presencia de Lady Narcisse ahí.

-Viene con mi madre- dijo- es su protegida o algo así como una ahijada. Mis disculpas si no es de su agrado.

-¿De verdad? - Libia asintió. -No importa, ya está aquí-ambas observaron a Izela colocarse las flechas a la espalda, al igual que su esposo que sostenía dos arcos. -Libia, se que mencionó que no ha usado el arco nunca, pero ¿le gustaría? -el Vizconde oculto una risita con un extraño intento de tos que hizo reír al pequeño Charly.

-Si claro, pero yo no...- se quedó sin palabras.

Todo su juicio se nublo.

-¿Todo bien aquí? ¡Charly!- El Conde robó de los brazos de su padre el niño que estiraba sus brazos hacia él.

David llevaba el cabello castaño rebelde suelto por encima del hombro, una camisa campestre desgastada y pantalones de caza, unas botas cafés de cuero a juego y un saco delgado de piel café. Se veía salvaje, se veía algo más que guapo, se veía diferente. Sus ojos bajaron hacia sus grandes manos que ahora sostenían al pequeño niño de dos años en brazos, tenía ganas de tomarlas entre las suyas, sentirlas...
Se relamió los labios intentando salir de sus pensamientos pecaminosos y cuando alzó la vista nuevamente, la hermana de David la miró de manera cómplice con una sonrisa de satisfacción formada en los labios, ella giró su cara hacia otro lado apenada y seguramente ruborizada por haber admirado la belleza de aquél hombre tan descaradamente.

-David, la señorita Libia irá contigo a la caza. Nunca ha tomado un arco así que deberás enseñarle, como a mí.

Libia volteo bruscamente hacia la Vizcondesa, iba a hablar y negarse, pero en ese momento el Conde habló.

-Por supuesto- dijo mientras le seguía sonriendo a Charly, el pequeño niño pelirrojo tenía sus manitas en el rostro de su tío acariciando su barba mientras reía al sentir las cosquillas que le provocaban. -¿Le prestarás tu juego de tiro?

-Claro, también le diré a la madre de Libia que no se preocupe, así que no pierdan tiempo, Robert irá con papá, ya que yo no puedo ir. -David asintió, su cuñado le dio una palmada en la espalda mientras avanzaba hasta un pequeño grupo de hombres que Libia pudo identificar como Bridgerton's.

David puso a Charly en el verde pasto, examinó el jardín con la mirada y pudo apreciar a Izela con su esposo, ambos ya avanzaban entre la multitud montando a caballo al punto de partida.

-¿Puede montar con ese vestido? -le preguntó de repente, mientras la observaba de pies a cabeza.

-Puedo hacer mucho con este vestido, es muy cómodo mi lord y llevo mis botas.

David le ofreció su brazo. Ella lo tomó, presintiendo algo en su interior, un fuego que se extendía y no podía identificar como otra cosa más que una extraña ansiedad que nacía desde el vientre se extendía hasta las palmas de sus manos. La hermana de David les sonrió y se encaminó con su hijo hacia donde estaban algunas de las mujeres que preferirían la vida aburrida de una Lady común, las chismosas, las ancianas, las embarazadas y las que no podían caminar sin tropezar con sus propios pies.

12 minutos después ambos se pusieron en marcha junto al grupo de personas que irían también.

Pudo ver a los gemelos entre la multitud que se había ido hacia el sur. Ella y David habían optado por ir hacia el norte, una extraña coincidencia es que Lady y Lord Narcisse venían detrás de ellos a unos cuantos metros de distancia, podía sentir una tensión en el aire, pero David lo ocultaba muy bien. Detrás de ellos, también venía Lady y Lord Kenart, ambos jugueteaban con los caballos y parecían más decididos a lograr tirarse del caballo que a cazar algo, era como si estuvieran en su propio mundo y ¿como no? si se notaba lo enamorados que estaban el uno del otro.

-Montas muy bien Libia, creo que nunca te lo había dicho.

-Soy excelente en muchas cosas, de hecho. -David negó con la cabeza.

-Bueno, ¿no necesitas que te digan cumplidos verdad?

-Solo si vienen de un buen amigo como tú. -le dijo mientras se adelantaba en su caballo.

-Miré ahí- señaló David- hay que bajar.

Libia detuvo su caballo.
David bajó de un saltó y se acercó rápidamente a ayudarla a bajar, sus manos tocaban su cintura, sus ojos se observaron por un momento.

-Ya se que no necesitas ayuda, pero yo soy un caballero- El corazón de Libia sintió un vuelco entero.

David comenzó a caminar hacia los árboles que se adentraban al bosque.

-¿Hay algo ahí Basset? -preguntó Lord Narcisse que era unos cuantos años más grande que David, se veía imponente, fuerte y su cabello negró se cubría con unas cuantas canas.

-Me lo parece- dijo fríamente.

Lord Narcisse bajó de su caballo, ignorando totalmente a su esposa, pero a esta no pareció importarle, bajó por su propio pie del caballo de un salto, llevaba un vestido rojo quemado y su cabello rizado atado a una sencilla coleta, con paso decidido camino hacia ella, -soltó un suspiro de resignación-, esperando que Agatha y Nicolas se acercaran pronto.

David y Lord Narcisse se infiltraron un poco más en el bosque observando con atención alrededor, el joven Conde se veía tenso y miraba con cara de pocos amigos a Lord Narcisse.

-Libia, siempre escabulléndose en este tipo de actividades tan señoriales.

-¿No es divertido? Veo que también le gusta.

-Bueno, tenemos eso en común supongo.

Dos caballos se sumaron relinchando, finalmente los Condes se habían acercado. Nicolas tomó de la cintura a Agatha, a pesar de que esta no tenía dificultad alguna para bajar de su caballo.

Como siempre la Condesa había sorprendido a las personas con un pantalón de cuero y no un vestido con una cazadora larga de color violeta oscuro que le quedaba perfectamente bien. Nicolas le planto un beso en la frente y se fue hacia donde estaban los otros dos caballeros, David miró a Nicolás acercarse inmediatamente parecía más relajado.

-Nicolas dice que los mejores están al norte- dijo Agatha sonriendo, pero su sonrisa decayó cuando miró a Izela, al parecer no se había dado cuenta antes de su presencia. -Libia ¿ya práctico su puntería?

-En realidad, jamás he usado el arco. -dijo tímidamente.

-Nada del otro mundo- dijo Izela, que de manera ágil y rápida había sacado una flecha de la bolsa y había apuntado a donde estaban los tres caballeros, dejó salir la flecha... una manzana cayó del árbol golpeando a David en la cabeza.

Izela le sonrió, pasando a un lado de ella.

-Lo siento mucho mi lord- se disculpo.

-¿Vieron eso caballeros? Esa es mi esposa.

-Tiene una buena puntería Lady Narcisse- dijo Nicolas de forma educada, pero distante.

-Tuve un buen maestro, eso es todo-dijo mirando descaradamente a David, que tenía su rostro indescifrable, parecía desinteresado- bueno además tengo sangre escocesa, lo llevó en mi.

Lord Narcisse se acercó a Izela para plantarle un beso en los labios. David recogió la manzana y sacó la flecha de esta, se la entregó en la mano a Lord Narcisse y la flecha la guardó en su bolsa cazadora, para dirigirse junto a Nicolas hacia ella y Agatha.

-No dejes que esa perra escocesa te intimide- dijo Agatha antes de caminar decidida hacia los caballeros que venían.

Libia quería decirle que no la intimidaba, pero no le salieron las palabras. De alguna manera la había hecho sentir cohibida, ¿no podía ser tan diferente a un arma o si?

-Encontramos el mejor punto... ¡cielo santo mujer! -Dijo Nicolas exaltado.

La flecha de Agatha le había rozado la cabeza, pero una manzana atravesada por esta cayó al piso.

Libia y David aplaudieron mientras reían, Nicolás miraba asombrado la manzana, Aggie la recogió e hizo una pequeña reverencia mirando a Lady Narcisse con fuego en los ojos, pero esta volvió la mirada hacia Libia.

-Libia ¿por qué no lo intenta? -dijo Izela con una sonrisa ensanchada, como si estuviera segura que fallaria.

Libia miró a David en busca de alguna señal de apoyo, aunque este no la veía a ella, si no a Izela con una mezcla de rencor e incredulidad.

No era que tuviera miedo, pero no se perdonaría quedar en ridículo frente a ella, no frente a Lady Narcisse.

-Permítame enseñarle Libia-dijo David tomándole la mano, apenas y pudo reaccionar cuando se colocó detrás de ella. -Eres excelente con la puntería, lo sé-le susurro en el oído, sintió como cada parte de su piel se erizaba-te he visto hacerlo con un arma, se que puedes hacerlo con un arco.

No había nadie a los costados, las otras dos parejas se encontraban detrás de ellos.

-Respira profundo y cuando sueltes la flecha suelta despacio tu respiración, es fácil.

Aggie tenía una sonrisa de triunfo en los labios, Izela parecía molesta y miraba de manera juzgadora a Libia, su esposo la veía atentamente.

-Esto no es una pistola, es diferente- le susurró ella, a la vez que él movía sus manos junto con las de ella para acomodar la flecha, el contacto era cálido como lo imagino, los latidos de su corazón se aceleraban... Sentirlo tan cerca de ella, de esa forma, un tanto posesiva, quería que sentirlo más cerca ¿se podría?

-No es una pistola- dijo él, absorbiendo el aroma...manzana, ese maldito perfume de manzana, inundandole la nariz, de no ser por todos los presentes se habría hundido en su cabello, en su cuello solo para poder apreciarlo mejor y saborear la piel de quién lo emanaba. -Pero puedes con eso.

Sus brazos la rodeaban por debajo del hombro, podía sentirla temblar, podía sentir su piel suave y sedosa. Era extraño... los recuerdos lo golpearon de repente.

Flashback

-¿Y si lo hago mal?- le había dicho ella con un puchero en los labios.

-No fallarás porque eres maravillosa y además, yo soy buen maestro. -dijo depositando un beso sobre su hombro.

Su mirada era decidida, sus ojos azules como zafiro lo miraron una vez más y no pudo evitar acariciar sus brazos al mismo tiempo que los alzaba justo donde debían estar para lanzar la flecha del arco.

-Tengo miedo David.

-Yo estoy aquí para guiarte.

-¿Siempre?

-Siempre.

Fin de Flashback.

Sintió la brisa del aire, el aroma a manzana nuevamente lo trajo a la realidad.

-¿David? -Libia, su voz sonaba con un poco de confusión y otro tanto de nerviosismo.

-Perdón, me quedé observando tu posición, pero estás bien así-dijo alzando un poco más la flecha. -cuidado con tu rostro... si, así.

-Creo... no- suspiró decidida- ya estoy lista para hacerlo.

-Pareces muy segura- apretó una de sus manos en su cintura, para hacerla un poco más hacia atrás. Le pareció ver a Libia relamerse los labios, su cuerpo se tensó ante eso.

-Lo estoy, como nunca.

David miró la seguridad en su rostro, comprobó que sus brazos estuvieran en la posición correcta, vio como miraba el árbol con determinación.

-No tengas miedo a fallar Libia. -susurró antes de comenzar a alejarse y soltarla, por un momento desprenderse del calor de su cuerpo se sintió como desprenderse de una parte de él mismo.

-Yo no tengo miedo, nunca- dijo ella en un susurro también para después borrar la sonrisa de su rostro y cambiarla a una más ruda, más concentrada, más determinada.

David sonrió, sonrió de verdad. Una sonrisa que solo ella lograba sacarle.

Escuchó débilmente el suspiro que dejó salir Libia de sus labios y la flecha salió disparada ante la atenta mirada de todos.

-¡Lo hice! -grito emocionada a la vez que soltaba el arco y se giraba para abrazar a David por el cuello, este la alzó del piso y giró con ella.

Se escucharon los aplausos de Nicolás y el grito de emoción de Aggie, como si ella hubiese sido quien diera en el blanco.

-Lo hiciste- le dijo orgulloso, mientras dejaba que sus pies nuevamente tocaran el piso.

-Gracias a ti- dijo ella con una gran sonrisa.

Por un momento sus miradas se conectaron de una forma más intensa, el verde y el café se unieron. Todo ruido había desaparecido a su alrededor, David sintió un pinchazo en el pecho, esta era Libia, esta era medicina, era diferente, se sentía como la felicidad absoluta. Estaba feliz con esta ¿amistad? Si, con esa amistad.

Nicolas y Agatha se miraron cómplices, pero ninguno dijo nada, Nicolás arrastró a Aggie hasta el árbol, miraron sorprendidos lo que había caído de el, eran tres manzanas atravesadas por la misma flecha.

-Señorita Libia, de verdad es buena en los deportes. -Dijo Nicolás entre sorprendido y emocionado.

-Solo cuando no hay barro y pelotas cerca- dijo Lady Narcisse.

Agatha, Nicolas y Libia claramente habían entendido lo que había querido decir Izela, sus rostros se miraban apacibles pero David no entendía nada y miraba con duda a los tres implicados pero ninguno rompió el silencio, supuso que tenía algo que ver con lo sucedido en el Pall Mall.

Lord Narcisse aplaudió al fondo.

-Muy buen tiro para una principiante-dijo.

-Felicidades Libia- dijo Izela acercándose un poco más-supongo que esto le suma un punto más a la lista de cualidades que debe tener una señorita. Esta temporada me aseguraré junto a su madre de hablar de su buena puntería, los caballeros deberán estar sorprendidos.

-Lady Narcisse, tiene mucho que decir, créame. - dijo Agatha caminando hacia enfrente, Nicolas seguía cada uno de sus movimientos de su esposa cuidadosamente.

La sonrisa de Libia tambaleo un poco, David pareció notar su incomodidad, puso una mano sobre el hombro de la rubia. A decir verdad él se encontraba un poco sorprendido con Izela, jamás la había visto hablarle con tanta rudeza a nadie que no lo mereciera.

-Me parece que sus cualidades superan toda expectativa, mi querida Libia- Aggie le sonrió, mientras su esposo la tomaba del brazo, aunque se miraba tranquila caminaba con la cautela de una pantera a punto de saltarle a su víctima.

-Sus manzanas- Nicolas le entregó las manzanas y la flecha a Libia.

-David- le susurró Libia. -¿Podemos volver a Aubrey Hall?

-¿Se siente mal?-ella negó con la cabeza.

-¿Recuerda que le dije que me hace daño pasar mucho tiempo bajo el sol?

David asintió, sin pensarlo tomó su rostro entre sus manos para poder observarla bien. Libia puso sus manos encima de las de él, sus ojos verdes aqua le miraban intensamente, rogándole hacer algo, pero no sabía que, tenía las mejillas enrojecidas y el aspecto de estar enferma.

-Aggie, volveremos a casa, disfruten la caza, Lady y Lord Narcisse- dijo haciendo una leve inclinación con la cabeza, Agatha asintió y siguió caminando tomada de la mano de Nicolas, Libia notó la mirada fría que Izela le estaba dando, pero la ignoro.

-Déjame ayudarte- dijo David, ella asintió y subió al caballo con su ayuda.

Libia ya no estaba sonriendo.

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