Pasando a un tema un poco menos aburrido.

Las Inyecciones y yo no tenemos una buena relación.

Todo se remonta a mi segundo año de secundaria, era invierno y todo bien, hasta que comí algo que no me cayó bien y pues vomité, lo sé que asco, pero también soy una persona que se enferma, en fin, me llevaron con un médico que me recetó inyecciones, en ese momento no les tenía tanto miedo solo las odiaba por cosas raras mías, el tiempo pasó y no me curaba, durante toda una semana me llevaron con diferentes médicos, todos me recetaban lo mismo: inyecciones; ya no comía ni dormía, tampoco me movía mucho más que para ir al baño, bañarme y vomitar, fue algo que de solo recordarlo me da asco, estaba muy débil y no podía con nada, me dolía todo, mis padres estaban muy preocupados, de hecho todos en mi hogar lo estaban.

El último doctor que visité fue un pediatra en un lugar fuera de mi ciudad, el viaje valió la pena.

Lo que me dijo el médico me dejó helado... Dijo que si no me hubieran llevado ese día ya no estaría con vida, mi muerte hubiera sido lenta y dolorosa... Muy dolorosa.

Ese bendito y glorioso médico me mandó al hospital para que me internaran, esa fue mi primera vez que me pusieron un catéter y estuve internado con una dieta estricta, pasé ahí el año nuevo, debo decir que me recuperé bastante rápido, la vida volvió a mi y luego de irnos abracé a mis hermanos, mis padres que estuvieron a mi lado todo el tiempo que permanecí en cama.

Debo destacar que quien pasaba las noches a mi lado era mi mamá, quería pasar más tiempo con ella y lo hice en ese lugar.

Concluyendo un poco, la razón por la que detesto las inyecciones es porque en aquel entonces ninguna me curaba y tenía mucho miedo, ahora lo saben.

Cabe destacar que no he vuelto a comer nada fuera de casa.

—Brian 🍃