Capítulo 8

Reconocer que siempre serás Mi Persona

El mar lo es todo.

Aún no consigo comprender como siendo un amante del silencio amo su sonido.

Observo las olas desplomándose en la arena, la delicadeza de su baile y las pequeñas gotas de espuma que buscan su camino al cielo.

Esta parte del mundo me ha enseñado muchas cosas.

Aquí aprendí a reír hasta que duela todo menos el corazón.

También es el lugar donde bailé por primera vez.

Mis huellas están marcadas en la arena, algunas tímidas y tentativas, otras fuertes y seguras.

Esto es lo que soy.

Y no consigo comprender como sobreviví tanto tiempo lejos.

Conecto mis auriculares permitiendo que la música me aleje de mis grilletes físicos y mentales.

Cuando Someone You Loved de Lewis Capaldi comienza sonar en mis oídos, siento la necesidad de correr lejos de aquí.

La canción me habla a mí. A la persona que me estoy permitiendo ser. Pero él tiene razón..., necesito a alguien para sanar.

Pasan minutos donde las canciones se suceden unas a otras.

Y entonces la siento.

Mi madre.

Joan Sheldon.

Su rostro sonriente me observa mientras se sienta a mi lado con ojos azules brillantes y su cabello rubio ondeando con libertad. Ella es una mujer hermosa. También la persona que más amo y no solo porque me dio la vida, sino porque me enseñó a enfrentarme a lo que me impida vivirla plenamente.

—¿Cuándo despertaste?

Mi mirada se desvía, centrándose en el cielo tras su pregunta. Porque la respuesta es que no dormí. En lo absoluto.

Debo acostumbrarme al murmullo del océano, a la brisa fresca que atraviesa por mi ventana y también a los recuerdos de mi antigua habitación.

—Hace unas horas —respondo con una mentira.

Asiente mientras deja caer su cabeza sobre mi hombro.

—Te extrañé mucho cariño, no imaginas cuánto.

—Yo también te extrañé.

Beso su frente mientras la envuelvo por la cintura con mi mano. Se siente cálida junto a mí. Y cuando acerco mi rostro a su cabello e inhalo su aroma, vuelvo a ser el niño de diez años que corría por el mar y se lanzaba de acantilados.

—Eres diferente a tus hermanos Roan —murmura con la mirada perdida—. Rhett siempre ha sido como el sol, brillante y cálido. Protector. Sabe que todos estaríamos condenados sin él. Roma es la luna, solitaria e inalcanzable. Pero te ofrece la compañía que necesitas y guarda tus secretos. Es la confidente perfecta...

Su voz se pierde y necesito cerrar mis ojos para escuchar lo que viene a continuación y no romperme en pedazos.

—Pero tú..., es como si fueras la mezcla de ambos. Tienes parte sol y parte luna, también algo de estrella. En ocasiones siento que todos los astros regalaron algo de su magia para ti.

El silencio que consume al mundo luego de esas palabras es suficiente para provocarme un ataque al corazón.

Mamá siempre ha sido verde para mí: natural, segura, equilibro, esperanza y mi color favorito.

Amaría sus palabras si no la conociera lo suficiente. Cuando Joan dice algo dulce es porque viene algo amargo detrás.

—¿Por qué me dices eso, mamá?

Su sonrisa es todo menos feliz. Es de resignación. Como si estuviese aceptando algo que todos nos negamos a ver.

—¿Recuerdas aquella vez que dijiste que le confesarías a Arthur tus sentimientos?

Por supuesto que lo hago. Recuerdo cada pequeño momento que compartimos. Ese es mi karma.

De pequeño era un niño bastante..., posesivo por decirlo de alguna manera. Odiaba compartir. Y mi mejor amigo formaba parte de mis posesiones en mi enferma mente.

La noche en que él y una vieja amiga comenzaron a salir, ese sentido de posesión apareció con más fuerza que nunca, pero sucede que yo no sabía que ellos estaban teniendo una cita en primer lugar.

Éramos amigos.

Los tres.

Por lo que pensé que era solo una salida de "amigos".

Así que esa noche, cuando aparecieron, yo estaba sentado en el porche de mi casa. Esperándolo. Los nervios que había acumulado durante horas se acrecentaron, pero al ver como él daba la vuelta y se dirigía a la puerta del pasajero del auto de su padre, algo dentro de mí murió.

Me di cuenta muy tarde que quería estar donde estaba ella. Entre los brazos de Arthur, con su calor protegiéndome y creando historias para compartir en un futuro.

Para cuando superé el hecho de que estaba siendo reemplazado ya era demasiado tarde. Ellos de alguna forma se hicieron novios, luego se comprometieron y el resto...

No sé el resto.

Porque conocí a Pheobe y ella fue quien me introdujo en el mundo de la actuación. Después de ese momento todo es historia antigua. Me marché de casa y no miré atrás ni una sola vez.

—Gracias por recordármelo mamá —susurro con voz rota—. Creo que iré a por una soga para ahorcarme.

Ella palmea mi hombro como si el simple hecho de decir esas palabras pudiera convertirse en realidad. Supersticiosa.

—No quería hacerte daño bebé, no intencionalmente al menos.

—Está bien, solo... ¿Cuál es tu punto?

Ella duda. Unos segundos de silencio pasan antes de que su voz rellene el silencio que ahora nos cubre.

—Si eliges quedarte junto a alguien que no te hace feliz, no es porque no lo ames a él Roan, sino porque no te amas a ti mismo.

—Pero..., yo no..., es...

Mi voz se quiebra ante la perspectiva que ella me muestra.

¿Podría tener razón?

Sé que es mi culpa.

Pero nunca lo había visto de esa forma.

—No hay una parte de tu vida que no lo incluya a él. Desde que Arthur apareció se convirtieron en dos mitades de un todo. Y ninguno ha sido feliz sin el otro. Lo sé. He visto como se destruyen y estoy cansada de eso. No quiero perder a mi hijo por un amor no correspondido.

La ira que se oculta tras esa confesión me toma desprevenido y cuando observo sus ojos veo tanto dolor allí.

Mi madre no pelea mis batallas, pero sufre junto a mí.

Es imposible no amarla y a la vez desearía que no tuviera nada que ver con esto. No quiero poner lágrimas en el rostro que me ha dado las mejores sonrisas.

—El problema es que una vez revelas un secreto, si la otra persona desearía no saberlo, no puedes retirarlo.

Y no estoy listo para enfrentarme a ello. Ya ha cambiado mucho en los últimos años. No podría soportar su odio o que piense que me he aprovechado de las situaciones por las que hemos atravesado.

Los abrazos. Las caricias. Los vistazos robados.

Jamás mancharé nuestros recuerdos. Porque sin ellos no soy nada.

Mis pensamientos desaparecen cuando mi madre se levanta y sacude la arena de su ropa.

Quiero tomarte de la mano¹ —dice ella con una sonrisa pícara en su rostro.

Una carcajada escapa de mí ante el comentario.

—¿Es eso un chiste de los Beatles?

—No tonto, solo quiero bailar un poco.

Pongo algo de música en mi teléfono desconectando los auriculares, pocos segundos pasan antes de que Proud Mary de Tina Turner comience a resonar por las bocinas.

Juntos bailamos con nuestros cuerpos a escasos centímetros de distancia. Sus manos están en mis hombros mientras las mías descansan en su cintura. Con un suave movimiento la atraigo hasta que su cabeza descansa en la curvatura de mi cuello y nuestros corazones se entrelazan en una hermosa melodía.

—Te amo más que a nada Roan.

—Yo también te amo mamá.

Ella tiene razón. Siempre lo hace. Pero esta vez es distinto. Sus palabras bien podrían ser mi condenación. Así que tomo una decisión rápida. Abrupta. Alcanzo mi teléfono celular cuando se marcha y envío un mensaje.

Yo: Nos vemos mañana en Surface.

Él no responde.

Pero las palomitas se vuelven azules a los pocos segundos, lo que significa que ya leyó mi mensaje.

Me niego a aceptar que mi corazón aletea como un ave cuya ala rota acaba de sanar.

No lo hace.

Bueno, puede que sí.

Arthur es Mi Persona² y tal vez ya va siendo momento de entender que puedo renunciar a todo, pero no a él.

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¹ La traducción al inglés de "Quiero tomarte la mano" es "I want hold your hand" nombre de una canción de la banda británica The Beatles, publicada como su quinto sencillo el 29 de noviembre de 1963 en el sello Parlophone.

² El término mi persona que Roan utiliza para referirse a Arthur tiene su origen en Grey's Anatomy. Se definiría como la persona a la que acudes para todo, como ese alguien sin el que no puedes vivir. También habla de apoyarse en todo lo que hacen. Que te llamen mi persona es un honor.

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