Capítulo 43
I Purple you
Después de la cita en el lago, y aquella pequeña discusión que tuvimos donde le confesé cuanto tiempo llevaba albergando sentimientos por él, comenzamos a dormir juntos.
La mayoría de las veces en su casa ya que se encontraba vacía, sus padres estaban "recuperando el tiempo perdido", lo que omitieron, aunque su silencio decía mucho, era que se referían al tiempo que perdieron criando a Arthur.
Estuvo triste esos primeros días después de la llamada.
Pero cada vez que lo estaba, yo lo distraía, la mayoría de las veces con paseos, otras, en menor medida, con sexo.
Hubo un día, mientras caminábamos por Junniper Falls, que el aire fresco atravesó la tela de su camisa, revelando parte de su pecho y el tatuaje en forma de constelación allí.
Había una sonrisa en su rostro que pocas veces veía.
Era de esas que hablaban de recuerdos.
-¿Por qué sonríes? -pregunté entonces, sin poder evitarlo.
-Estaba recordando cuando tu hermano se enamoró de Beat -murmura con una sonrisa en su voz.
Beatrice Quartier, una chica francesa que fue trasladada a nuestra escuela en el último año de Rhett.
Ella era su propia persona.
La única mujer en la vida de mi hermano que realmente aprecié.
Usaba su sinceridad como bandera y su cinismo como barrera.
Era relajada y un poco aislada del resto del mundo.
Como si su compañía no fuese merecida por cualquiera.
Obviamente, yo no era cualquiera, y ambos creamos una especie de amistad.
El loco y la psicópata.
Podría haber sido peor.
-¿Hablas de la citación de la policía?
Una sonora carcajada escapó de él ante la mención de ese espantoso momento de nuestras vidas.
-¿Aún lo recuerdas? -preguntó.
-Maldita sea, no creo poder olvidarlo.
Me arrepiento cada día de lo que sucedió aquella noche.
Sucede que Beat era..., especial.
Una anomalía.
Érase una vez..., una chica decidió jugarle una broma y la venganza no fue... ¿legal?
Rhett, Arthur, Beat y yo, nos dirigimos a su casa una noche y nos adentramos en ella.
Porque, en serio, ¿Quién coloca una llave bajo una maceta? Creí que eso solo sucedía en las películas.
Luego nos dirigimos a su habitación y dejamos una pitón bajo su cama.
Su nombre era Eamon y la amaba totalmente.
Entonces, nos dirigimos a una minivan negra que estacionamos frente a su casa y observamos cuando llegaba y también el momento exacto en que lo descubrió debido a que corrimos sus cortinas y tuvimos una perfecta imagen de lo que sucedía.
Y como Everlake es un lugar pequeño, a la mañana siguiente todos sabían lo que había sucedido y la vecina del frente nos había visto entrar en su casa y dio el aviso a la policía.
-¿Por qué pensaba en eso? -cuestioné, cuando el recuerdo desapareció.
-Éramos tan felices en aquella época, extraño esos momentos.
Había días en los que visitábamos el lago y hablábamos de todo y de nada.
Me contaba sobre cómo había vivido los últimos años y percibía las dudas infiltrándose en su voz.
Creyendo que no era suficiente.
Que yo merecía algo mejor.
Entonces lo besaba hasta que no pudiera pensar en nada.
Y luego repetía las mismas palabras una y otra vez.
-Me pasaré el resto de nuestras vidas diciéndote lo increíble que eres, recordándote que no mereces nada menos que todo. Puede que mi perspectiva sobre ti este un poco sesgada, pero eso no cambiará el hecho de que eres y siempre serás lo mejor que le pueda pasar a alguien en su vida.
El sonreía cuando me oía.
También veía el cambio en su expresión, y como poco a poco fue tornándose más seguro.
Como si esas simples palabras penetraran las barreras que había en su mente.
Me prometí reemplazar cada cosa mala que le habían dicho y hecho con buenos recuerdos para que atesorase.
Hubo una noche en la que, mientras hacíamos el amor, sí, porque nunca lo llamaré tener sexo o follar.
Me parece sucio.
Algo que no alcanza a describir lo que ese acto significa para mí.
Él sonrió.
Y por un momento sentí que necesitaba unas gafas de sol mentales.
Porque la luz que comenzó a brillar dentro de mi mente al ser el causante de ello...
Creo que nada, nunca, competirá con hacer feliz a Arthur.
A veces, simplemente hacíamos noche de micrófono abierto en casa.
Como un karaoke para la familia.
Mamá siempre elegía una de los Beatles, esa vez fue Yellow Submarine.
Roma fue por Dust in the wind de Kansas.
Rhett se decantó por una extraña versión de Roar de Katy Perry.
Verlo en el suelo imitando la coreografía fue una de las cosas más divertidas.
Entonces llegó Arthur.
Sucede que, con el paso de los años, intenté que tuviera la cultura musical que le faltaba a esta ciudad.
Entonces, cuando su dulce y desafinada voz entonó la letra de I Swear de All 4 One, algo estalló dentro de mí.
Probablemente haya sido mi corazón.
Registré la habitación buscando..., no lo sé, ¿mi cordura? ¿el vórtice que me absorbió? ¿un portal para volver al mundo real?
Todo en ese momento dejó de tener sentido.
Pero cuando su mirada se encontró con la mía y el mundo desapareció, solo pude escucharlo y sentir..., sentir..., sentir...
-But you can be sure I know my part. 'Cause I'll only cry those happy tears -sonríe -. And though I'll make mistakes. I'll never break your heart.
Sucede que tenía razón.
Puede que no sea él quien rompa mi corazon.
Desde el principio siempre se ha tratado de mí.
Ahora estamos en su habitación, en su cama para ser exactos.
Nuestros cuerpos desnudos se rozan mientras lo preparo para mí.
-Ah..., joder. Más rápido -Arthur gruñe mi nombre mientras sus caderas siguen mis dedos.
Su cuerpo convulsiona mientras persigue el orgasmo que no planeo darle.
Aunque me encanta ver su rostro cuando lo hace, quiero que se venga conmigo dentro de él.
Su boca se abre en un silencioso jadeo antes de inclinarse y tomar mis labios en un beso rudo que me hace gemir.
Muerdo su labio y luego su barbilla, mis dientes abriéndose paso en su piel y dejando marcas.
Cuando me alejo, él sostiene mi cintura intentando que nuestros cuerpos estén más cerca.
Noto mi longitud, dura y ansiosa mientras todo lo que he deseado me súplica que lo tome.
Estaba jadeando, delirando de dulce y castigador placer, cuando me aferré a su cuerpo y lo coloqué en mi regazo.
Sostengo mi erección entre nosotros deslizándome dentro de él, hasta que descansa completamente sobre mí.
Hay un momento en el que nuestros ojos se encuentran y luego nuestros labios, sellando algo.
Un pensamiento no dicho en voz alta.
Sus caderas golpean mis muslos mientras recibe duros empujes, haciendo que esto sea el doble de duro.
Me deslizo dentro de él con tanta rapidez que, muy pronto, siento que todo terminará.
Así que tomo su cintura mientras lo muevo lento, muy lento.
Eso me trajo más placer del que jamás había imaginado.
No solo por tener su hermoso cuerpo sobre mí en perfecta sumisión.
Es acerca de su devoción inquebrantable y confianza pura.
Cuando nuestras miradas se encontraron le sonreí y él también lo hizo, pero fue una sonrisa rota.
Como si temiese que esto en algun momento se acabará.
Pero ya lo hemos hablado.
Yo me ire y volveré cuando pueda, sino..., él deberá ir por mí, aunque nunca ha sido capaz de decirme porque no planea dejar este lugar.
Hogar somos nosotros.
Y los recuerdos que creamos irán a donde vayamos.
-Por favor Ro... -su gemido vibra contra mis dientes mientras me besa.
No sé a qué se refiere.
¿Por favor mas rápido?
¿Por favor no te detengas?
Mis pensamientos quedan silenciados cuando envuelve sus manos alrededor de mi cuello, pegando su pecho al mío.
Lamo la costura de sus labios hasta que se separan.
Entonces me hundo en él.
Es un beso lento, todo lo contrario a sus empujes que ahora son frenéticos.
No hay prisa.
Solo somos nosotros dos mientras estamos en la oscuridad de la noche, como si ella nos estuviera dando este momento.
Cuando su mano se dirige a su eje rígido, la tomo y no le permito tocarse.
-Esto es mío -gruño-. Te vendrás solo porque yo estoy dentro de ti.
Gime en protesta pero no discute.
Así que lo lanzo con fuerza contra la cama y vuelvo a deslizarme dentro de él.
Araña mi espalda y mi trasero haciendo que me hunda profundamente en su calor.
Cuando siento que se aprieta a mi alrededor se que ya está cerca.
Aumento mis embestidas en furiosos movimientos y él jadea y gruñe y gime mi nombre.
Entonces lo veo, el momento exacto en que se deja ir.
Semen caliente sale disparado de él, manchando su abdomen y torso.
Poco tiempo después me libero dentro de su cuerpo.
Marcándolo.
Manchándolo.
Demostrándole que es mío.
Que me pertenece.
-Joder... -mi voz esta rota, cuando caigo sobre su cuerpo.
Estamos así, uno sobre el otro, con extremidades cansadas y suspiros de felicidad durante lo que parecen horas.
Finalmente me desperezo y tomo una toalla del cuarto de baño, la mojo un poco y nos limpio a ambos.
Cuando vuelvo a ser consciente del mundo, porque el placer ha desaparecido, estamos uno junto al otro acostados en su cama y cubiertos por sus cálidas mantas.
Entonces no puedo evitar preguntar sobre aquel pensamiento que rondó por mi mente minutos atrás.
-¿Te marcharías de Everlake si yo tuviese que irme?
Sus párpados que estaban caídos revolotean durante varios segundos antes de que su mirada finalmente me enfoque.
Eleva sus cejas al aire, como si estuviese preguntándose a que se deben mis palabras.
Pero no pienso hablar, no hasta que él conteste.
Veo la duda en su interior, y no sé a qué se debe, ¿dejará que esto se acabe o no desea abandonar su hogar?
No quiero que elija.
Odiaría ponerlo en esa posición.
Sin embargo, en el caso que fuese al revés, creo que simplemente no habría elección, sería él o nada.
-Yo... -carraspea-. No lo sé. ¿Qué pasaría si te aburres de mí? ¿Y si esto se acaba y no tengo a dónde regresar? ¿Qué tal que...
Lo callo con un beso antes de que diga una estupidez aun mayor.
-En primer lugar, nunca me aburriré de ti, en segundo lugar, no tengo ninguna intención de que esto que hay entre nosotros termine y en tercer lugar, habla sin que tus temores y dudas te dominen. ¿Lo harías sí o no?
Inhala. Exhala. Repite el proceso.
Veo la determinación en él, como si estuviese intentando mantener a los demonios lejos y luego:
-Por supuesto que lo haría. Puede que sea un cobarde pero no soy tan tonto como para dejarte marchar nuevamente y no correr detrás de ti.
Ante sus palabras suspiro satisfecho.
Y siento un fatalismo silencioso sumirse dentro de la habitación a medida que las horas pasan y no puedo dormir.
Hay..., no lo sé, como la premonición de que algo está a punto de suceder.
Escucho sus ronquidos y no puedo evitar sonreír.
Me acerco a su rostro que descansa justo frente al mío y beso suavemente sus labios.
-No merezco tu amor. Pero tampoco quiero dejarte ir -susurro.
Soy egoísta.
Y no me importa.
Arthur Halle me pertenece.
Y nada ni nadie cambiaran eso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top