Capítulo 4

Aceptar que no soy nada sin ti

¿Roan, cariño, estás bien?

Hace mucho tiempo que no recuerdo lo que es estar bien abuela.

Ella se acerca a mí, sus manos callosas acarician mi rostro y finalmente se detienen en mis mejillas. Se siente tan cálida y me recuerda mucho a esa sensación de hogar que ha ido desapareciendo con los años, una que solo siento cuando estoy a su lado.

¿Puedo darte un consejo?

Claro. Siempre puedes hacerlo.

Da un paso más y luego nuestras miradas conectan, mis ojos azules son tan similares al océano y los de ella, de un verde bosque, tan lleno de vida.

Con una dulzura que solo las abuelas albergan me abraza y deja un beso en mi pecho, ahí donde mi corazón late.

Si él es tan importante para ti, como para no haberlo olvidado en seis años, deberías intentar luchar por lo que sientes. Porque si no lo haces, pasarás la vida lamentándolo y ofreciéndole a otros migajas de amor. Nadie merece ser querido a medias.

—No sé cómo hacerlo —susurro con lágrimas en los ojos—. Seguir adelante. Olvidarlo. Me siento incompleto sin él.

La sonrisa que me ofrece es una que he visto antes, en mí. Una que solo puede regalarte alguien que te comprende.

Quizás estás viéndolo de la forma equivocada cariño. No luches contra lo que sientes, enfréntalo. ¿Lo amas de verdad?

Antes..., lo amaba como un niño —confieso—. Ahora..., lo amo como un adulto.

Entonces está claro lo que debes hacer.

No, no lo está abuela.

Todo este tiempo creíste que te estabas encontrando, pero realmente has estado perdiendo. Perdiendo amor. Perdiendo sueños. Perdiendo vida.

Tiene razón, llevo meses estando sin estar. Como si nada valiese realmente la pena. Pero eso no es suficiente, no puedes pedirle a alguien que te ame de la forma en la que deseas, si no puede hacerlo por su cuenta.

Siento que muero un poco cada día...

No, de amor nadie se muere cariño, aunque en ocasiones duele como si así fuera.

Lo sé. Y nunca antes había pensado en que, quizá, todos tengan razón. No me fui de casa para cumplir mis sueños, lo hice para huir de algo que no podía enfrentar. Que el hombre que amo no me ama a mí también.

Ustedes son dos mitades de un todo. Seres completos que se complementan en los espacios vacíos del otro. Son verano, atardeceres y magia. También estrellas fugaces, cielos azules, melodías y algunas veces, letras, como la de esos poemas que te empeñabas en escribir. Cuando los vi juntos por primera vez sentí un crujido, una conexión. Como dos almas entretejiéndose puntada a puntada. Y puedes renunciar a todo, pero no a eso.

Ante su sonrisa ladeada siento que algo comienza a oprimir mi garganta. Es como si hubiese estado esperando todo este tiempo para decir lo que pensaba. Buscando el momento justo.

A menudo he odiado al universo por todas las veces que nos ha destruido. Pero luego comienzan los ¿y si...? y los quizás.

¿Y si el universo ha estado de nuestro lado todo este tiempo?

Quizá, ha hecho lo imposible por unirnos, pero no lo hemos escuchado.

Tal vez, la abuela tenga razón, debo luchar por lo que quiero.

Eres la mejor abuela del mundo.

Lo sé.

La imagen desaparece cuando alguien golpea mi costado.

Las heridas del accidente aún no sanan y duelen mucho, sobre todo cuando las tocan.

Observo a mi hermano con un profundo ceño fruncido, pero desaparece rápidamente al notar su sonrisa, me señala algún punto fuera de la ventana del auto y al girar mi rostro lo veo...

El mar. Está en calma. Tal y como lo recordaba. Viste un azul casi mágico que brilla bajo la acción de los rayos solares, parece como si millones de diamantes descansaran en sus profundidades. Su sonido es como una canción de cuna, relajante y suave.

Me pierdo en recuerdos que llevaban mucho tiempo enterrados.

Momentos que había guardado para evitar sentir que me derrumbaba cada vez que mi mente los evocaba.

Esos atardeceres en los que Arthur y yo corríamos por la playa y luego terminábamos sentados en la arena con su rostro descansando en la curva de mi cuello.

Las noches en el lago, cuando nos escapábamos de casa y terminábamos peleando por ver cuál soportaba más tiempo bajo el agua.

Y también están esos instantes, cuando nuestras miradas conectaban y todo lo demás desaparecía.

En esos segundos solo lo veía a él y de alguna forma, creo que nunca dejé de hacerlo.

☆☆☆

Cuando llegamos a casa le pido a Rhett que me acompañe al porche trasero, así que nos dirigimos por el corto camino asfaltado y nos detenemos antes de que comience la arena que da a la playa.

Mi hermano me da un abrazo lateral con extrema delicadeza y luego su rostro se gira hacia mí con una enorme sonrisa adornándolo.

Cuando me centro en el paisaje frente a nosotros pienso en lo egoísta que he sido todos estos años.

Alguna vez leí que cuando sientes mucho dolor llega un punto en que esa emoción se transforma en algo oscuro y peligroso.

La depresión puede llegar a matarte.

Cuando sientas que estás a punto de caer, busca a quienes te aman.

La familia es importante en cualquier proceso de superación personal.

Encontré muchos mensajes de ese tipo expresados de diferente manera. Pero no podía hacerlo. Preferiría sentir el dolor a no sentir nada en absoluto.

Cuando llegamos a una nueva ciudad hicimos lo posible por salir adelante, comencé a ir a castings de cualquier proyecto que encontrara y mi hermano se dirigió a diferentes empresas de representación para convertirse en mi manager.

Renunció a su sueño de ser doctor para que yo pudiera cumplir el mío.

Un día le pregunté por qué lo había hecho y su respuesta aún late en mi pecho.

Todavía puedes ser médico, ¿Lo sabes verdad? —le había dicho una noche mientras disfrutábamos de un partido de fútbol—. No quiero que hagas esto por mí si no es lo que realmente deseas.

Eres mi hermano Roan —respondió él.

Como si eso fuera respuesta suficiente, entonces mis cejas se elevaron hasta casi encontrarse con mi cabello y él solo sonrió como si aún fuera ese niño torpe que siempre se metía en problemas.

Somos familia y la familia debe apoyarse. Este es tu sueño, algo que amas y que te apasiona. Me gusta la medicina, pero no siento como si con eso ya toda mi vida tuviera sentido. Puedo esperar un tiempo, mientras tanto seguiremos juntos y yo estaré a tu lado en cada paso del camino.

Como Batman y Robin —le dije con voz ronca intentando imitar a Ben Affleck.

Por supuesto, pequeño Robin.

¿Qué? —dejé escapar un jadeo de indignación—. Yo soy Batman, soy más fuerte y atractivo.

Ja, ja, ja.

Su respuesta me molestó, así que tomé las palomitas de mi regazo y las lancé a su perfecto y esculpido rostro.

Él sonrió, como si esperase esa reacción y comenzó a correr detrás de mí por todo el departamento.

Terminamos en el suelo con él sobre mi y yo apenas respirando debido al peso de su cuerpo.

Esa noche, cuando fui a la cama, mi sonrisa no desapareció, soñé con que ambos éramos felices y que, por fin, después de tanto tiempo, ambos volvíamos a ser los chicos que dejaron Everlake.

Llenos de felicidad y de vida.

Una carcajada escapa de mí ante el recuerdo y el chico a mi lado me observa como si fuese un extraterrestre.

Me siento en uno de los escalones del porche y agarro su camisa para que caiga junto a mí.

—¿Estás bien?

No.

Pero él no necesita saberlo.

Había noches en las que llegaba cansado de los rodajes y me pedía que lo acompañara a algún sitio. Siempre decía que no y él respondía un <<Está bien amigo>> con un susurro débil. Con el paso del tiempo la costumbre se convirtió en hábito. Hasta que dejó de preguntar.

Consiguió nuevos amigos y una chica de la que se había enamorado perdidamente. Entonces ella descubrió quién era su hermano y todo se fue al infierno. Fue poco sutil respecto a sus insinuaciones, pero jamás habría estado con ella, no le haría eso a él. A nadie en realidad.

Y así los años comenzaron a pasar y en algún punto sentí que nuestro reloj de arena se estaba quedando vacío. Si no hacía algo pronto, perdería a mi hermano.

Así que me acerqué a él y le ofrecí ir a por una pizza. Fue algo tonto en realidad. Pero la sonrisa en su rostro y el brillo en sus ojos me demostraron que tomé la decisión correcta.

Esa noche cuando llegamos a casa dejo un beso en mi frente como hacía cuando éramos pequeños y me dijo que me amaba sin importar que pasara.

—Rhett, tú ... ¿eres feliz?

Inclina su cabeza a un lado y luego sube sus pies y comienza a abrazar sus rodillas. Hay un deje de duda en su expresión, como si temiera que me moleste lo que dirá a continuación.

—No lo sé —susurra—. A veces..., siento que hice lo correcto. Y lo repetiría mil veces si eso significa que podrás conseguir todo lo que deseas. Pero son tus logros. No míos. Y justo ahora no sé quién soy ni quien quiero ser.

Trago saliva con fuerza y lamo mis labios, me odio en este momento.

Entonces tomo una fuerte bocanada de aire y con movimientos lentos me inclino hacia la curvatura de su cuello.

—En ocasiones siento que no puedo respirar, ¿sabes? —le confieso—. Como si cada decisión que he tomado no fuera porque yo realmente lo deseo, sino porque necesitaba huir y cada día me arrepiento de haberte arrastrado conmigo.

—No lo hagas. Sabes que haría lo que fuese por ti y nunca cambiaría el pasado.

Yo tampoco.

Porque nos ha traído de nuevo a casa.

—Creo que no quiero seguir haciendo esto. Estar tras los reflectores. Bajo la atenta mirada de periodistas y los medios..., quiero..., quiero volver a ser el chico que vivía en Everlake. Necesito encontrar todos los pedazos de mí que he perdido en el camino y para ello, necesito que vivas tu vida.

—Roan.... —su gruñido me asusta, pero sigo adelante.

—Te amo y lo sabes. Somos hermanos. Eres mi todo. Pero ahora estamos aquí y la forma en que miras este lugar..., jamás tuviste esa mirada cuando nos marchamos y no quiero que vuelva a desaparecer.

—¿Estás seguro de esto?

No pone resistencia, lo que denota que tan ciego he estado durante todos estos años. Casi río por lo tonto que ha sido todo. Tuve que estar al borde de la muerte para entender que mi vida es una maldita farsa. Un escape de una realidad que no quería enfrentar.

—Por supuesto. Ahora, si encuentras alguna chica guapa, intenta que no me conozca antes de que se enamore de ti porque ya sabes que soy mucho más guapo..., auch.

Me golpea en el rostro y a pesar de que es suave gimo con exageración.

Él resopla un <<Actor>> y yo dejo escapar una carcajada.

Cuando sentimos pasos a nuestra espalda no dejamos de reír, hasta que él gira su cabeza y se queda en silencio.

Su rostro es una imagen en blanco y sus labios fruncidos en una expresión de miedo me obligan a mirar hacia atrás también. Cuando lo hago mi risa queda ahogada. Sueno como un animal moribundo al que acaban de ofrecerle unos días más de vida.

Porque él está aquí...

Arthur, con hermosos ojos cafés y cabello castaño. Justo en la puerta de mi casa. Sus ojos se abren cuando se encuentran con los míos. Es la única reacción que muestra, y necesito algo más. Una sonrisa o quizá, un pequeño gesto.

Sin embargo, noto algo al mirar nuevamente sus ojos, siempre ha habido algo etéreo en ellos. Místico, incluso. Son cafés, como ese tono que tiene la tierra en los bosques y también el color de la madera. Pero luego, hay un momento donde las pequeñas motas doradas dentro de sus iris se expanden y se convierte en algo hermoso de ver. Ahora el sol brilla en su mirada. Y sé lo que significa. Dolor. Profundo y cegador.

Mis labios se secan y de pronto mi garganta se siente rasposa.

Toso un poco intentando tragar saliva, pero eso también ha desaparecido.

Todos observan nuestra interacción.

Él, con su mirada fija desnudando mi alma y yo, respirando de verdad por primera vez en años.

Cuando comienza a caminar hacia mi espero que me golpee...

Realmente no me molestaría, de hecho lo alentaría a que básicamente terminara con lo que ese accidente no pudo.

Pero no espero que sus brazos me envuelvan y me eleven por los aires.

Cuando mis costillas dañadas sufren la presión, deseo llorar y mis mejillas magulladas también reclaman un poco de espacio.

Pero, maldita sea, de la sana distancia aprendí que no es nada sano no poder abrazarnos.

Sentirlo así, tan cerca de mí...

Envuelvo mis manos alrededor de sus hombros e inhalo su aroma. Huele a naturaleza y a mar, también a magia y un poco de amor.

Llevando mis labios al lóbulo de su oreja, decido hablar por primera vez desde que llegó a casa. Mis primeras palabras hacia él en seis años.

—Hola star.

Me entran tantas ganas de llorar y sin embargo, sonrío.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top