Capítulo 32
Conociendo tu cuerpo
—Vamos a beber.
Phebs grita en cuanto atravesamos las puertas de Inferno.
El local lleva un nombre acorde a como se siente.
Caluroso y lleno de almas pecadoras.
Todos nos acercamos a la barra a por algo de alcohol mientras Neith observa todos los rostros del pequeño local.
—Ya me dirás que sucede —le ofrezco mi mirada.
La única que derrite corazones oscuros como el de N.
Su vida ha sido una tormenta perfecta desde que lo conocí.
Llena de truenos y relámpagos.
Pero ha salido adelante y no me gusta ver esta mirada perdida en su rostro.
Con un gesto de sus manos desecha mi preocupación y se acerca a mi hermano y comienzan a hablar.
Están demasiado cerca.
No me molesta que Rhett tenga sexo…, pero ambos son heterosexuales, aunque uno nunca sabe.
Yo soy la clara muestra de ello.
La sexualidad es flexible.
—¿Qué deseas Ro? —pregunta Phebs.
—Vodka, solo.
—Wao, el chico malo está de vuelta.
Sonrío ante su comentario y me siento en una banca frente a la barra mientras bebo.
No tomo alcohol.
Siempre le he sentido un sabor extraño.
Pero Yett, una vieja amiga suele decir que hay bebidas para momentos específicos.
Este es el vodka de las malas decisiones.
—Bailemos chicos.
Phebs se aleja y la veo desaparecer entre el mar de personas y Neith toma a Art de la mano y también van a la pista.
Solo quedamos Rhett y yo.
Así que me acerco a él y señalo el lugar donde mi mejor amigo y el chico que lo está tocando de manera sugerente bailan.
—¿Qué sucede con Neith?
—¿Por qué habría de suceder algo? —sutil Rhett, sutil.
—No lo sé, ¿Por qué estas mirando a Arthur como si quisieras ocupar su lugar, tal vez?
—Eres un idiota.
Por supuesto.
Se marcha en dirección contraria dejándome solo.
Yuju.
Necesitaré más alcohol para atravesar esta noche.
—Camarero, whiskey para un corazón roto.
☆☆☆
El lugar está abarrotado ahora.
Acercándose a esa hora de la noche donde todo se reduce a cuerpos sudorosos envueltos unos en otros.
Si no sintiera que estoy a punto de hiperventilar buscaría alguien con quien pasar un rato.
Eres mal mentiroso, Roan.
Shhh...
Silencio las molestas y sinceras voces de mi cabeza para continuar observando a Art a través del espejo detrás del bar.
Una punzada de algo, molestia, celos, ira me invade cuando veo a Neith bailando junto a él todavía.
Hay algo en sus posturas que me hace hervir en una emoción que no puedo conjurar.
¿Ves que simple puede ser?, me grita la mirada de Neith.
¿Qué significa esto?, pregunta un asustado Arthur.
Yo solo le sonrío tranquilizadoramente, es probable que esta revoltura en el estómago se deba a que estoy a medio camino de emborracharme.
Quizá, debería terminar el trabajo.
Adormecer todo.
Justo cuando me deslizo de la banca para llamar la atención del bartender, un brazo musculoso y grande me envuelve alrededor de mi cintura.
Por un segundo pienso en lanzar un puñetazo hacia atrás y romperle la cara a quien sea pero entonces siento unos labios presionándose en mi oído y una respiración inestable seguida de un gruñido bajo.
—Vamos a bailar.
Nuestras miradas se encuentran a través del espejo por el que lo observaba antes.
La mía nublada y desconcertante por el alcohol, la de él deseosa y oscura.
Su cuerpo se siente sudoroso y cálido mientras se presiona contra el mío y, maldita sea, puedo sentir cada curvatura de músculo.
Olvidando mis instintos de autopreservación me apoyo sobre él.
—¿Y qué sucede con Neith?
Una risa ronca escapa de sus labios dejando un aroma a menta en mi rostro.
—No lo sé, no me importa —me atrae aún más —. Vamos.
Un escalofrío me recorre mientras caminamos a través de la pista hasta detenernos en un lugar de escasa iluminación donde sus rasgos son apenas visibles.
Me pega a él sin esperar una reacción de mi parte, me siento sobreestimulado viendo a tantas personas, sintiéndolas rozarme y tocarme.
Entonces siento unas manos en la parte inferior de mi camisa, deslizándose a través de mi piel.
¿Quieres? Me pregunta su mirada.
Todo, responde la mía.
Su piel se siente caliente sobre la mía y me niego a no sentirlo de la misma forma.
Llevo las mías a través de sus brazos, los que me envolvían hace unos segundos y las detengo sobre sus anchos hombros.
No sé qué está sucediendo aquí.
Pero, maldita sea, si no aceptaré cualquier cosa.
La distancia entre nuestros cuerpos se reduce a medida que las melodías cambian y el aire que nos envuelve también.
Se vuelve intranquilo, nebuloso, apenas permitiéndome respirar.
Segundos…
Solo unos pocos segundos bastan para presionarme sobre él, mis manos devorando cada tramo de piel expuesta, deteniéndose en su cabello y mi frente sobre la suya.
Me siento febril ante su tacto, que poco a poco se ha deslizado hasta alcanzar mis jeans.
Pero no me importa, porque lo sostengo como si me perteneciera.
Porque, aquí, puedo ser de él y él puede ser solo mío.
Me giro entre sus brazos, permitiendo que mis caderas se muevan con delicadeza, anhelando una reacción de su parte.
—¿Qué estás haciendo? —su voz es un murmullo bajo entre tanto caos.
—Solo bailo.
No le molesta mi tono, porque sabe lo que estoy haciendo.
De espaldas a él puede fingir que soy otra persona, no Roan, no el chico que lo abandonó y por supuesto no su mejor amigo.
Pasa su nariz desde mi oreja, la curvatura de mi cuello hasta detenerse en mi hombro, mordiendo.
Marcándome.
Por ello me arqueo, deseando más, más…
Entonces lo siento, algo húmedo presionándose contra mi carne.
Sus labios recorriendo el lugar que su nariz había marcado.
—Mío —gruñe.
Tuyo, respondo yo.
Su mano se extiende a través de mi torso sudoroso, disfrutando las ondulaciones de mi abdomen y deteniéndose en la costura de mis jeans.
Me presiona más contra su cuerpo y entonces lo siento, su erección contra mi trasero.
—Mío —repite.
Está duro.
Está malditamente duro.
Y es gracias a mí.
Ahora debería huir, sabiendo que su reacción visceral a mi contacto no ha cambiado pero mi cuerpo y mente están desconectados y vuelvo a presionar, sintiendo espasmos en mi estómago.
El deseo apenas permitiéndome ser consciente de mi alrededor.
Sus dedos juegan con mi piel, el rastro de vello que nos llevará a una línea que nunca antes habíamos cruzado.
—Mío —vuelve a repetir.
Entonces envuelvo nuestras manos y arrastro la suya hasta detenerse sobre mi propia erección.
Porque joder puedo ser muchas cosas, pero no soy un idiota.
—¿Te gusta esto? —jadea en mi oído.
—Oh, maldición —gruño.
Suelto sus manos, pero él no me deja ir.
Me sostiene con más fuerza, aprisionándome, negándose a alejarse de mí.
Entonces sus manos están sobre mis caderas de nuevo y volvemos a enfrentarnos, su rostro es todo líneas duras y bordes ásperos y siento su respiración inestable cuando nuestros penes duros se rozan y presionan mientras llevo mis manos más allá de su camisa dejándolas caer sobre su trasero en un fuerte agarre.
No estoy seguro de si debo observarlo en este momento, pero cuando nuestras miradas conectan veo una decisión que no ha estado nunca antes.
Compruebo su expresión, necesitando confirmar que estamos haciendo esto.
De verdad, sin miedos, sin secretos, sin dudas.
Te reto a que des el primer paso, le sonrío con complicidad.
Él me devuelve la sonrisa aceptando el reto.
Entierro ambas manos en su cabello. Es sedoso. Como todo él, sutil, etéreo.
Entierro mi nariz en su cuello. Es delicioso. Como todo él, increíble, único.
Quiero besarlo, no, necesito besarlo.
Soy consciente todo el tiempo de a quien estoy tocando, de que mis labios raspan su mandíbula, de cómo sus dedos se flexionan sobre mi piel ansiando más, siempre más.
Aprieto mi agarre sobre su cabello, luego continuo besando, lamiendo y mordiendo.
Entonces el abre los ojos.
—Me has hecho pensar en muchas cosas hoy —susurra con voz ronca.
—¿Cómo cuáles?
—Tenerte desnudo debajo de mí, por ejemplo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top