Capítulo 38
— Buenos días, Emily.
— ¿Qué pasa? — se fijó en su teléfono para comprobar la hora —. Julie, son casi las seis de la mañana... ¿por qué me despiertas?
— Para decirte que voy a salir.
— ¿Y pasa eso tenías qué desper...? Ah, vale... ya lo pillo — se acordó de la mañana del primer día de ese mes —, ja, ja, ja... qué graciosa.
— Deberías ir preparándote, tienes que estar perfecta para cuando te entrevisten por ser amiga de la próxima ganadora del Tutú De Oro.
— No te preocupes, que para las once ya estoy lista... ahora déjame dormir un poco más, anda... Cierra antes de salir.
— Ay, de verdad, cómo eres... — Julie fue a cerrar la puerta, cuando escuchó la voz de su compañera.
— Suerte, mi niña, vas a triunfar y maravillar a todo el mundo.
La bailarina le sonrió mientras cerraba la puerta. Una vez lejos de la habitación de su compañera cogió su ropa para la actuación, sus zapatillas, su teléfono, su cartera y las llaves del apartamento en su habitual bolsa de tela. Salió del edificio con tiempo suficiente como para pasarse un momento a ver al señor y a la señora Robinson.
— Buenos días, siento la hora.
— ¡Hombre! Pasa, Julie, pasa, hija mía. ¿Qué tal todo? Emily ya nos contó lo que al final hicistes con esos chicos... ¿qué te trae por aquí? ¿Otro consejo de mamá Rosse?
— Por ahora no necesito ninguno, pero gracias de todas maneras. Es que hoy es cuatro de agosto y...
— ¿Hoy no era cuándo participabas en ese concurso raro? — El hombre llegó entonces a la puerta del negocio —. Buenos días, Julie.
— Buenos días, John. Sí, es hoy.
— Oh, pensaba que hoy era el día en el que tu padre...
— Sí — cortó a la mujer antes de que pudiera terminar la frase, no le solía gustar escucharla en días como ese —, también es hoy. Por ello, me gustaría invitaros al concurso, para que me podáis ver brillar como él lo hizo en su momento.
La pareja de ancianos se sonrieron con ternura, antes de mirar de nuevo a la joven.
— Nos encantaría poder ir a verte, Julie, de verdad qué sí.
— ¿Pero?
— No podemos dejar la tienda cerrada, lo sentimos mucho.
— Oh, bueno, no os preocupéis... os puedo mandar después vídeos y lo podéis ver por la televisión de aquí. Esperad un momento — se acercó a aquel viejo cacharro de metal a la vez que conectaba un par de cables. La televisión comenzó a funcionar y Julie buscó el canal donde retrasmitirían el concurso —. Ahí lo tenéis. Cuando sean las doce le daís a este botón y comenzará a sonar. No os olvidéis, a las doce.
— De acuerdo, preciosa. Estoy segura de que si tu padre pudiera verte ahora estaría muy orgulloso de la persona en la que te has convertido.
La bailarina le sonrió y se dirigió hacía Pies Volando, para poder realizar su última clase con Natalie. Hasta después del concurso.
Por el camino Julie estuvo pensando una y otra vez en los movimientos de la actuación. De vez en cuando andaba como si se encontrara en el escenario, al ritmo de la música y siguiendo los movimientos. Cuando levantó el brazo en uno de los pasos, pudo sentir como otra la agarraba. Se giró claramente sorprendida, pero se relajó al fijarse en que era Kang quien la había tomado.
— Bueno, bueno, bueno... Julie se nos ha empezado a obsesionar, ¿eh? Ya hasta andando sigue haciendo los pasos.
— Ya ves lo aplicada e ilusionada que soy... de verdad, no puedo creer que sea ya hoy.
— La verdad es que yo tampoco, parece que fue hace nada cuando nos encontramos en la cafetería aquella tarde, sin saber que seríamos ni siquiera pareja de baile y que participaríamos en este concurso, pasando por miles de aventuras por el camino. Y ya hemos llegado a la meta.
— Me parece mágico — terminó sus movimientos y comenzaron a caminar normal por la calle, ya que una mujer se los había quedado mirando con una tierna sonrisa en su rostro —. Es increíblemente mágico que hace nada nos conocimos y todo lo que hemos vivido en este tiempo. De verdad, es todo mágico.
Los chicos llegaron a la escuela con media hora de tiempo sobrante. Natalie los recibió con una gran sonrisa iluminando su rostro. No parecía cansada, al contrario de Jenna, que se encontraba sentada en una silla, con cara de querer morirse.
— Buenos días, chicos. Me alegra veros tan puntuales a los dos.
— Ya ves, Natalie, somos unos alumnos perfectos. Y ya hemos ensayado por el camino, ¿verdad, Julie? — la chica se rió mientras asintió y su profesora apenas entendía a qué se referían —. Cuando me he encontrado con mi compañera la he visto haciendo los movimientos por la calle, y he pensado que ya que ella iba a hacer el ridículo era mejor hacerlo los dos.
— ¡Oye! Qué tampoco es que me estuviera mirando mucha gente...
— Solo las personas que no se querían levantar de su cama hoy y parecen zombies vivientes, como Jenna.
— Oye... deja ya de meterte con nosotras... es que casi no he dormido por los nervios de hoy.
— ¡Pero si tú no tienes qué actuar, Jenna! — Natalie se reía por la absurda conversación en la que se había involucrado.
— ¡Pues imaginate cómo deben de estar ellos, entonces!
Todos los presentes se rieron por la ocurrencia de la chica. Después se fueron a la sala donde habían pasado todos los anteriores entrenamientos y todos los recuerdos de aquel lugar.
Julie se acordó de cuando patinó ante su profesora sin casi conocerla; cuando se subió a la barra de madera y casi se queda sin dientes; cuando conoció a su compañero de baile y les contó su historia brevemente; cuando comenzaron a practicar para poder participar en ese concurso; cuando su compañero casi la besó; cuando se enfadaron y ella dejó de asistir a las clases; cuando volvió y él la consoló; cuando casi se besan y, ahora, su último ensayo antes del concurso. Las lágrimas se formaron en sus ojos al pensar en que estaban a punto de cerrar un bello ciclo.
La pareja se colocó en sus posiciones y Natalie los miró, muy orgullosa de ellos.
— Bueno, chicos. Podéis empezar cuando queráis.
— Último ensayo antes del concurso — la pareja lo comentó a la vez, con una sonrisa entre sus labios. Su profesora puso la música y ambos realizaron el número a la perfección, tal y como todos esperaban. Jenna, la cual se había preparado un café y le había dado otro a Natalie, aplaudió orgullosa cuando ambos terminaron.
— Tal y como podíamos esperar de vosotros, ha sido perfecto. Ya solo me queda deciros que comáis algo de lo que Jenna ha traído y que os comencéis a preparar.
Jenna les ofreció un café al chico y un chocolate caliente a la chica. Después, les mostró unas cajas con galletas y donuts y ambos cogieron uno de cada. Aquellos dulces no entraban en la dieta de Julie, pero por un día podía saltarsela.
Tras terminar de comer Kang se dirigió al servicio de hombres, mientras que Julie le comentó algo a Natalie, mientras Jenna la esperaba en el baño para ayudarla a vestirse, peinarse y maquillarse.
— Natalie... ¿sabes si mi madre al final asistirá hoy al concurso?
— Cariño... — la cogió de las manos con suavidad —, yo he hablado con ella, pero no te puedo asegurar si vendrá o no... eso lo tendrás que descubrir una vez allí.
— De acuerdo... aún así, gracias por haber hablado con ella, pero no creo que vaya a venir... — dicho eso se dirigió a donde Jenna se encontraba para poder prepararse para el concurso. Aún tenían casi tres horas.
— Bueno, bueno, bueno, ¿qué?, ¿nerviosa?
— Sí te digo la verdad... ni sí ni no...
— ¿Y eso? — ayudaba a la chica a ajustarse el maillot mientras le preguntaba.
— Hombre, a ver, por una parte, cómo es normal, estoy atacada de los nervios. Pero, sin embargo, por la otra, no sé... estoy como tranquila.
— Eso es que tu padre sabe que vas a ganar y te lo está transmitiendo — le dedicó una amplia sonrisa mientras le tomaba una mano y cogió un peine para comenzar con el mismo peinado que la última vez.
— Puede ser eso, sí... tendría sentido...
— Pues claro que sí, Julie. Eres hija de un campeón, por lo que tienes que serlo tú también.
— Gracias, Jenna, de verdad. Todo lo que has hecho este mes por mí ha sido una locura, y no tengo palabras para agradecértelo — le colocó una mano sobre la suya mientras se giraba para mirarla.
— Ay, eres tonta... al final me haces llorar... Mira hacía delante mejor, que así no me ves llorar.
Ambas se rieron hasta que el peinado de la bailarina estuvo terminado. Una vez finalizado con el pelo, se fijó en la hora para saber de cuanto disponía para maquillarla.
— A ver, Julie, te explico, ¿vale? Queda una hora y media para que tengamos que salir de aquí, tiempo de sobra para hacerte el maquillaje del otro día y perfeccionartelo, ¿de acuerdo?
— En tus manos me encuentro, lo que tu veas bien también lo veré yo — Las chicas se hicieron un selfie con el proceso para después subirlo a las redes de ambas —. Cuando ustedes quiera, señorita, puede empezar.
Jenna se rió y cogió la base para tapar unos pequeños granitos que tenía Julie cerca de la frente. Con un abanico iba secando el maquillaje que ponía para poder seguir. Una vez todo el maquillaje básico para darle forma a la cara estuvo terminado, la chica comenzó con los ojos.
— Vamos a ver, ciérrame los ojitos que voy a empezar. Sí te doy muy fuerte me avisas, ¿ok?
— Claro, pero lo haces muy bien, seguro que no pasa.
La chica pintó el mismo fondo que la última vez. Después, pintó los puntitos alrededor de los ojos simulando los copos caer. Añadió purpurina plateada y algunas piedritas.
— Se me había olvidado una cosa... Enseñame las uñas — Julie las tenía sin pintar, por lo que la chica puso una mueca.
— ¿Qué pasa?
Miró la hora antes de comentar.
— Me da tiempo a arreglartelas y seguir con el maquillaje... — cogió uno de sus set de maquillaje y Julie pudo ver muchísimos botes de pintauñas diferentes —. No abras los ojos aún... que sino tendré que comenzar desde el principio.
Jenna pintó las uñas de Julie de blanco, excepto la del dedo anular, que la pintó plateada. Metió una mano en la lámpara de led que llevaba consigo en otro set y pintó la otra mano de la chica. Después la metió también bajo la luz de la lámpara. Prosiguió con el maquillaje. Le pintó los labios rosa, con el centro azulado, casi blanco. El lápiz para definirlos que utilizó era uno marrón, el cual convirtió a sus labios en una maravilla visual única. Una vez que terminó con el rostro volvió a las uñas para así terminarlas y poder maquillarle los brazos y los tobillos a la chica.
— Ahora voy a ponerte unos puntitos en las uñas para que sean copos cayendo sobre ellas, ¿te gusta la idea?
— Todo lo que sean copos me gustan. Ya sabes que me recuerdan a él.
— Te prohibo llorar, ¿eh? Al menos, no hasta que hayas ganado.
— Ya, ya... no te preocupes por ello, qué hoy no se llora.
— Ay, sé me había olvidado rizar las pestañas y echarte rimel... un momento.
La bailarina sonrió intentando quedarse lo más quieta posible mientras la chica le rizaba las pestañas y se las dejaba perfectas. Después, una vez terminados los copos de sus uñas y haberles echado brillo y tenerlas sobre la lámpara varios minutos, Jenna cogió sus brazos y comenzó a pintar rayas onduladas azules, simulando el viento del frío, acompañadas por pequeños puntos blancos y plateados. En las manos le pintó los dedos con diferentes estrellas blancas.
— ¿Y esas estrellas?
— Para que nunca olvides a la que tienes ahí arriba.
— Ay, Jenna... que al final me vas a hacer llorar.
— Mejor no digo nada más... que no quiero tener que volver a empezar — la chica le echó polvos fijadores por todo el cuerpo a la bailarina. Después, una vez terminó todo el maquillaje, miró la hora de su teléfono —. Bueno, Julie, dentro de diez minutos tenemos que salir hacía el concurso. Pero, mientras tanto, podemos hacernos fotitos, antes de que estropees todo el maquillaje.
Las chicas se hicieron varios selfies y pequeños vídeos con música. Después Julie hizo la siguiente parte del vídeo que había comenzado a primera hora del día. Primero salía ella corriendo hacía la derecha recién levantada, después vestida con su ropa normal, y ahora recién maquillada. Tan solo le quedaba hacer uno delante del teatro y otro ya sobre el escenario, minutos antes de comenzar la actuación.
A la hora indicada, las chicas salieron del servicio. Jenna dejó todo su maquillaje en la academia y se llevó lo necesario para corregirle algún error a la chica. Kang y Natalie ya las estaban esperando cuando salieron. El chico se quedó gratamente sorprendido cuando la vio llegar.
— Bueno, bueno, bueno... pero qué tenemos aquí, ¡sí parece qué fuera a participar la diosa de la nieve!
Julie giró mientras les mostraba el tutú que Jenna le había diseñado. Este era plateado con pequeños círculos rosados y azulados colgando de él.
— ¿Te gusta?
— Sï, sí que me gustas.
— Kang...
Jenna miró a la pareja entre risas, mientras Natalie seguía admirando a la chica. Se encontraba muy orgullosa de ella.
— No es por quitarte la ilusión, Kang, pero por tu bien no toques las manos de la chica ni nada de su maquillaje. O te las tendrás que ver conmigo.
— A la órden señora... — y dirigiéndose a la bailarina, comentó —. Ya ves como es mi madre...
— Pareces un necio...
— Es qué es un necio — la profesora miró la hora en su teléfono, para añadir —. Anda, chicos, vamos. Coged vuestros teléfonos y dadnos las bolsas con lo que necesitéis a Jenna y a mí.
Los chicos les dieron las bolsas y se sacaron varios selfies mientras caminaban por la calle. Mientras, las portadoras de las bolsas hablaron entre ellas.
— ¿Ya se lo has comentado?
— Aún no he sido capaz, no quiero hacerle daño.
— No creo que se lo hicieras. Se sentiría muy orgullosa al saber que tú eres...
— No lo digas, Jenna, no lo digas. No se lo voy a decir... al menos, aún no.
— Sabes que tarde o temprano se va a enterar... ¿Y sí cuando vaya a salir a actuar lo dicen por los altavoces? La destrozarían.
— No va a ocurrir. Me comentaron que el homenaje se haría después de que ellos actuaran. Solo se mencionará el nombre del padre y, tras algunas palabras, ellos bailarán. Después me mencionaran...
— Y ahí es cuando se enterará...
— Es mejor así.
— Solo espero que pueda entender tus motivos... y que no te odie después de eso...
— También lo espero, Jenna... yo también...
***
***
La pareja llegó a la puerta del teatro. Julie realizó el pequeño vídeo y los chicos se tomaron algunas fotos antes de entrar en el edificio. Una vez en la gran sala que les daba la bienvenida a todos los participantes, pudieron ver como el escenario se encontraba preparado para el concurso que se llevaría a cabo dentro de media hora.
— Bueno, ahora que ya estamos todos aquí, será mejor que me presente. Mi nombre es Óscar Mirren, uno de los primeros fundadores del Tutú De Oro — los participantes aplaudieron, claramente emocionados —. Es para nosotros un honor poder mostrarle al público el talento y la pasión que unos jóvenes le tienen a un deporte cómo al ballet. Me gustaría que disfrutarais de este concurso como en ningún otro. Y, sin nada más que deciros, hasta poder veros, os deseo mucha...
— Sería mejor que dijera, qué os partáis una pierna, señor Mirren — uno de los participantes interrumpió al hombre —, es una tradición del deporte.
— Cierto, cierto... chico listo... Bueno, nos vemos en el escenario, ¡partirse una pierna!
Los participantes volvieron a aplaudir mientras eran guiados hacía el interior del escenario. Una vez allí les indicaron que el público estaba entrando en el teatro, por lo que debían hacer el menor ruido posible.
— Vaya hombre...
— ¿Qué pasa? — le preguntó Kang, a primera vista nervioso.
— Al final no me he hecho el vídeo sobre el escenario...
— Julie, creo que tenemos otras preocupaciones antes que esa... además te lo puedes hacer cuando ganemos, pequeñaja...
— Ya, ya lo sé... aunque no es seguro que ganemos nada, Kang.
— ¡Alegra esa cara, mujer! ¡Cree un poco en ti misma! Tu padre va a darte suerte hoy, lo presiento.
Uno de los participantes se giró al escuchar aquel comentario. Se acercó a la pareja, claramente sorprendido.
— Disculpad si os molesto, chicos, ¿pero he podido escuchar algo de su padre?
— Sï, ¿por?
— ¿Cuál es tu nombre?
— Julie Brown, ¿ocurre algo?
— ¡Madre mía! ¡Los rumores eran ciertos! ¡La hija de Albert Brown va a participar! — Al instante, la gran mayoría de los participantes se acercaron a la chica para poder asegurarse de haber oído bien. Julie no entendía por qué tanto asombro. Kang la miraba divertido.
— Vaya, vaya, vaya... parece que la niña va a ser hasta famosa... y lo calladito que lo tenías...
— No entiendo nada, ¿de qué os sorprendéis tanto?
— ¿No te lo han contado?
— Creo que no...
— ¡Pero qué haces, tonto! Es una sorpresa, no puede enterarse...
La chica no entendía muy bien a qué se referían, por lo que optó por quedarse en silencio y escuchar. Sin embargo, una voz de una chica sobresalió entre el resto.
— Te lo resumo, guapita, vas a ganar tú, por ser la hija del bailarín Brown.
— Aquí no gana quien sea hija de quién, sino quien tenga mejor manera de bailar y expresar su arte y sus sentimientos mediante el ballet.
— Entonces, ¿por qué no fuiste tú y tu pareja seleccionados los primeros? Todos visteis la ilusión en los jueces, pero fuisteis escogidos los últimos.
— Porque nos dieron un premio especial.
— Bueno, resto de gente, ya sabéis quienes van a ganar... a ver como nos lo maquillas para que quede creíble...
— Mira, niñata... — Julie agarró a Kang mientras lo miraba a los ojos.
— Dejalá, Kang, no merece la pena perder el tiempo en ella.
Los participantes se alejaron de la pareja y se colocaron en fila. Un trabajador del lugar les explicó que, tras escuchar su escuela y sus nombres, debían subir al escenario y colocarse en fila, al igual que en la anterior fase. Después de que el señor Mirren terminara su discurso de presentación debían sentarse en la primera fila de butacas. Irían subiendo después de su breve presentación por parte de Óscar Mirren. Realizarían su número y volverían a bajar.
Una vez todos los participantes entendieron el funcionamiento del concurso, las luces principales se apagaron y todos se miraron con nerviosismo. Kang y Julie se cogieron de las manos mientras se miraban a los ojos. El Tutú De Oro había empezado.
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