Capítulo 33
La pareja ya se encontraba de vuelta tras haber recibido la noticia. Podrían participar. Julie podría cumplir el sueño de su padre. Tras estar hablando con Emily y con Marc (con este último, especialmente, para despedirse de Chloe ya que no llegaría a tiempo), decidió llamar a su madre.
— Chicos, voy a hablar con mi madre un momentito, ahora vengo — se fe a la zona de la pequeña cocina del vehículo —. Buenas noches, mami.
— Buenas noches, hija. ¿Qué tal todo?
— Bien, bien... ya ha sido la segunda fase del concurso.
— Ah, qué interesante... ¿Y me has llamado para eso?
— Mamá, Kang y yo estamos en la final. Lo hemos conseguido. El cuatro de agosto vamos a competir, y me haría muchísima ilusión que fueras a verme, mamá. Por favor.
— Hija, el cuatro de agosto no me voy a mover del cementerio, todos los años lo hacemos. Tu padre sentiría vergüenza al saber que no vas a visitarlo el día que murió.
— No, no sentirá vergüenza, porque estaré cumpliendo su sueño. En cambio tú no estarás para verme hacerlo. Eso sí que da vergüenza — dicho eso colgó la llamada, sin dejar a su madre quejarse más. Se sentó en una de las sillas que habái junto a la pared y cerró los ojos, intentando analizar la situación. Tras escuchar unos pasos se dió cuenta de que alguien había entrado, por lo que se limpió una lágrima que me había caído por la mejilla.
— Ey, ¿qué tal ha ido?
— Hola, Natalie... se podría decir que me sigue odiando, así que nada nuevo.
— Déjame hablar con ella.
— No creo que consigas nada, es muy cabezota en lo que se trata de ese día...
— Te recuerdo que soy una amiga de tu padre, y he tratado con tu madre más de una vez. Confía en mí.
— De acuerdo, toma mi teléfono... buena suerte, te espero con el resto.
— Claro, cariño, no te preocupes, que tu tía Natalie lo soluciona.
Julie salió de allí con una pequeña sonrisa en los labios, mientras Natalie hablaba con la señora Brown, dispuesta a conseguir que dejara el cementerio y fuera al concurso donde acabó todo.
***
***
Marc llevaba a Chloe en la parte trasera del vehículo, en silencio. Ninguno de los dos podía creer que su amistad y su casi algo estuviera llegando a su fin, tan rápido.
— ¿Tienes todo lo qué necesitas?
— Sí... aunque no he pasado por mi antigua casa desde... ya sabes...
— No te preocupes, cuando vaya a visitarte algún día puedo llevarte lo que te haga falta.
— ¿Y por qué no te vienes ahora? No creo que pueda esperar a las próximas vacaciones...
— Ya te lo he explicado, Julie tiene la competición dentro de poco y quiero apoyarla. Además ese maníaco de Nico está suelto, y quiero proteger a Emily, es el motivo principal por el cual aún no puedo irme.
— Te entiendo, de verdad que lo hago, pero se me va a hacer muy difícil vivir sin tí.
— Llevas haciéndolo veintidós años, creo que podrás hacerlo un par de meses.
— Pero no sabía qué es lo que me perdía, por eso podía. Además, cambiarse de país no es algo fácil, y menos con mi padre.
— ¿Desde cuándo hace que no hablan?
— Casi dos años... desde lo de mi hermana no ha vuelto a parecer.
— Bueno, tenéis mucho que contaros...
— Sí — cerró los ojos y se apoyó en la ventana.
Al cabo de pocos minutos llegaron al aeropuerto. Marc ayudó a Chloe a llevar las maletas mientras entraban. Al llegar al control de seguridad el chico le entregó sus maletas y la miró a los ojos. Se percató de que las lágrimas se encontraban preparadas para salir. Las suyas estaban esperando una señal para recorrer todo su rostro.
— Bueno, aquí es donde nos separamos.
— No quiero irme... no puedo hacerlo, Marc. Tengo miedo.
— Ey, vas a estar bien. No tienes de qué preocuparte.
— Sï, sí que tengo. Mi... mi padre siempre nos ha tratado muy mal a mi madre y a mi y no creo que haya cambiado...
— Seguro que sí, no seas tan dura con él... puede que lo de tu hermana le afectará, pero ahora, después de la muerte de tu madre, seguro que ha cambiado y ha vuelto a ser él mismo.
— Tengo miedo...
— Me tienes para lo que quieras, puedes llamarme o escribirme cada día cada segundo hasta que nos volvamos a ver. Y si cuando vaya a verte te quieres volver conmigo, pues lo vemos y te vienes a mi apartamento, o ya buscamos algo... O igual estamos hablando muy rápido y te enamoras allí y me olvidas.
— Eso nunca... tú has estado cuando me he roto. Y eso no lo hace cualquiera. Todos estan para reír pero pocos para llorar, tú has estado en las dos.
— Al final me vas a hacer llorar a mi también, ven aquí — ambos se abrazaron mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. En aquel instante, en megafonía hicieron una última llamada a los pasajeros con rumbo Alemanía.
— Vamos... no vayas a perder el vuelo.
— No quiero irme.
— Chloe, tienes que hacerlo.
— No quiero irme... — no pudo evitar acercarse más al chico.
— Yo tampoco quiero que lo hagas — le cogió la cara entre sus manos y la besó —, pero no tienes otra alternativa.
— Adiós, Marc...
— No, no es un adiós. Es un hasta luego.
— Hasta luego, Marc — una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios —. Ya nos veremos...
La chica pasó el control de seguridad y se perdió de la vista del chico mientras se montaba en el avión. Marc se quedó mirando el pasillo por el que la había perdido, antes de girarse y volver a su coche.
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