Los padres de Sam lo sacaron de la cárcel. Mikaela se enteró cuando le envió flores a su casa, flores baratas porque estaban arruinados por esa fianza, pero le escribió una dulce nota disculpándose por arruinar su baile de graduación. Su corazón se hinchó. El gesto le mostró que la veía como algo más que una cosa bonita para decorar su brazo... Tenía sentimientos genuinos por ella. Tal vez solo tuvo problemas para expresarlos, como Optimus y su dolor.

El lunes, estaba esperando en la acera cuando Bumblebee entró en el estacionamiento de la escuela y dejó salir a Sam.

Naturalmente, en el segundo que estuvo en el rango de habla, Sam comenzó a divagar.

—Mikaela, lamento mucho lo de Trent. Le dije que se callara por llamarte ramera y m-me golpeó. Lo golpeé contra su camioneta- tengo que pagar por la ventana, así que un poco-

—Sam.– Mikaela presionó un dedo contra sus labios. Realmente era lindo cuando balbuceaba. —Está bien.

—¿Estás... No estás enojada?– levantó las cejas.

Ella deslizó sus brazos alrededor de su cuello como lo hizo con Optimus y besó suavemente sus labios.

—No, para nada.–

Detrás de ellos, la radio de Bumblebee dejó escapar una llamada de gato que hizo que algunas personas murmuraran sobre el idiota en el auto. Mikaela presionó su frente contra el pecho de Sam y se rió.

—Métete en tus asuntos.– Sam pateó ligeramente el neumático trasero del Camaro. Él sonrió, murmurando, "pervertido".

Mikaela sonrió cuando sonó la campana. Tomó la mano de Sam y lo condujo hacia el edificio de la escuela. Por encima del hombro, dijo: "Hasta luego, Bumblebee".