La composición del pianista fue difundida aún más que su trágico deceso.
En un mundo como el del arte las condiciones en que había muerto aquel joven solo crearon morbo y rápidamente cimentaron la leyenda urbana de que en su última letra (una creada de forma totalmente original por él en tan solo una noche que de soñada era ya casi mítica) había un mensaje oculto.
Fue llamada "La balada del pianista suicida" y en torno a ella se formaron grupos de investigación casi sin intención pero unidos por la certeza de que tenían en sus manos un misterio más profundo de lo que aparentaba a simple vista. La música era el lenguaje del alma a fin de cuentas y cuando escuchaban la creación de aquel desgraciado era hacia estas donde se dirigían las notas. Quienes se enfocaban en aprenderla, o pasaban demasiado tiempo escuchándola, afirmaban tener luego extraños sueños.
Ver sonidos que eran el eco de un grito constante. Sombras sin fin donde se intuían siluetas sin cuerpo sufriendo sin dolor. La terrible certeza de que en ese sitio existían solamente la eternidad y la nada. Perder la cordura y entregarse al eterno presente, para finalmente ver resquicios de luz y atravesar aquella pared con el ruido de un desgarro y estar allí, observando de nuevo el mundo con otros ojos. Actualmente el misterio de la letra y los sueños que la acompañan continúa vigente.