El secreto de una muerte lenta

Solo cuando un hombre agoniza, cuando la vida se le escapa poco a poco, puede verse su alma y con los medios adecuados, capturarla. Claro que para eso debes estar despierto, lo cual es una lastima para tí, pues sólo a través de los ojos es posible robar la tan preciada vida.
Así hablaba el asesino mientras con mucho cuidado clavaba otra aguja conectada por un cañito plástico a la máquina que gota a gota, desangraba en vida al pobre desgraciado que se había convertido en su víctima. 

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