Cinco micro relatos de horror (V)
No digan que no les avisé
Mamá se reía extrañada cuando justo antes de bajarme del auto me preguntó si tenía todo lo necesario y le dije que me faltaban unas bolsas para cadáveres.
Se despidió de mí y comencé a caminar despacio junto al resto hacia la escuela.
Al menos las armas estaban en mi mochila y su peso me reconfortaba. Una vez adentro, todo comenzaría.
El pulpo de pared
No sabré jamás qué extraña maldición se apoderó de mí desde ese día. Me topé con la obsesión absoluta sin siquiera esperarlo, cuando fijé mis ojos en el diseño de un pulpo, rojos tentáculos, en espiral pintarrajeando un paredón.
Desde entonces ya no como, no duermo, no salgo.
No sueño, mas que con hundirme en espesa tinta roja y una voz todo eco que desde las profundidades no deja de llamarme.
La mascarada
Fuimos invitados junto a mi novia a la más exclusiva de las fiestas pero tras separarnos un momento la perdí de vista y ahora ella no había observado ninguna de las atroces maravillas que yo acababa de presenciar. Aquella gente estaba verdaderamente enferma, loca, perturbada.
En fin.
Doce campanadas anunciaron la hora de la cena y mi novia que no aparecía. La busqué con la mirada mientras terminaba por degustar el primer plato, de una carne extrañamente tierna y sabrosa, pero no la encontré.
¿Sería el colmo tener que salir a buscarla con la panza llena? Mientras pensaba en eso me fijé en lo extraño de la carne que habia estado comiendo. La sostuve entre mis manos, aquello parecía... parecía un dedo.
A lo lejos escuché pasos y al observar distinguí a varios mozos que cargaban las bandejas con más comida. Sobre una de ellas estaba el cuerpo mutilado (su mano sin dedos) y medio calcinado, de mi novia.
Para matar el calor
Prendí el ventilador antes de acostarme. Mi sueño fue intermitente, interrumpido por momentos en que me destapaba completamente asfixiado y otros en que sentía el viento del aparato enfriando demasiado.
Llegó el otro día.
Llamó mi atención que el ventilador no se escuchara. Me levanté y al acercarme descubrí que estaba enchufado pero apagado. No tardé en comprobar que la luz se había cortado.
El problema llegó cuando en las noticias descubrí que el corte había sido general, y comenzó en la noche del día anterior.
¿Qué había provocado entonces ese viento frío de la madrugada?
Hotel Circo
El payaso estaba ahí. Podia ver su alta figura deambulando lentamente por el pasillo. Me repetía que no podia ser cierto, que el cuchillo en su mano era falso, que se trataba todo de una broma muy elaborada. Pero entonces se detuvo frente a mi puerta y poco a poco comenzó a girarse hacia mí, clavando sus ojos ocultos por el maquillaje en la mirilla. Sonrió, con la risa más macabra que jamás hubiera imaginado. Como una fiera, se arrojó contra la puerta.
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