O5O;; Navidad
(Muchas gracias por los 150 seguidores¡! Prometí que cuando llegara a esa cifra iba a actualizar todas mis traducciones, ¡y esta es la segunda, disfrutad! <33)
(Disfrutar de este cap bien bonis y súper navideño <3)
Capítulo 50: Navidad
—Estuvisteis fuera bastante tiempo—comentó Snape mientras Harry cerraba la puerta de madera de la cabaña y se quitaba la pesada capa, los guantes y la bufanda.
El Maestro de Pociones había estado escribiendo algo, pero cuando Harry se acercó, dejó su pluma a un lado y realizó un hechizo de secado en su pergamino. Después de eso, miró al chico, con una ceja levantada. Evidentemente, sabía que había algo más en su caminata que la necesidad de aire fresco.—¿Y entonces?
Oh por supuesto, pensó Harry. Me mantuviste en la oscuridad durante mucho tiempo, ¿y ahora esperas que te lo diga todo? No lo creo.
—Tuvimos una pequeña charla sobre Samhain—respondió Harry, inexpresivo.
—Samhain—repitió Snape lentamente, moviéndose en su silla para mirar a Draco, quien asintió.
—¿Sabes, Samhain?—Harry se burló ligeramente, su irritación comenzando a asomar. Se las había arreglado para reprimirlo bastante bien antes, pero eso era solo porque había estado tan decidido a dejar a Draco a solas para que pudieran hablar.—Estoy seguro de que lo recuerdas. Estuviste allí. Oh, es cierto, ambos estaban allí. Es curioso cómo en todas estas semanas, nadie pensó en mencionar eso.
—Te lo dije, hay algunas cosas que creía que Draco debería...
—Sí, sí, decírmelo él mismo—interrumpió Harry. Un pequeño diablillo comenzó a susurrarle al oído, diciéndole qué decir. Por supuesto, Harry sabía que no debía decirlo, pero lo necesitaba, después de todas esas semanas de preocupación de que Draco podría estar esperando una buena oportunidad para hechizarlo y arrastrarlo hasta Voldemort. Quería borrar esa expresión de suficiencia de la cara de Snape.
—Draco me lo dijo—suspiró Harry, con cuidado de no hacer el ruido demasiado teatral, como solía hacer Draco.—Me contó todo. Me explicó que solo le tomó una reunión ver la verdad acerca de servir a Voldemort. De ninguna manera Draco podría ser un mortífago cuando eso significaría aguantar a una gran serpiente que grazna cada vez que la convocan...
—¡Draco!—Snape gritó, su piel enrojeciendo de ira.
Draco le lanzó a Harry una mirada de pánico.—¡Eso no es lo que yo dije!
Harry soltó una carcajada, pero la cortó bastante rápido cuando Snape comenzó a lucir aún más indignado.—Lo siento—se disculpó, aunque no lo sentía, en realidad no.—No pude resistirme.
—Me sorprende que consideres esto como un asunto de risa—lo reprendió Snape, con las cejas aún juntas.
—¡No lo hago!—replicó Harry, moviéndose sobre sus pies.—Simplemente no me gustan los secretos, y maldita sea, no aprecio que cuando decidiste que la verdad debería salir a la luz, en lugar de simplemente abrir la boca como lo haría cualquier otra persona, tenías que ponerte todo Slytherin ¡y comenzar a plantar ropa alrededor de la casa!
—Me dijiste que aprobabas eso—remarcó Draco, sus ojos plateados desconcertados.
—Apruebo el hecho de que finalmente hizo algo sobre el problema—Harry alzó la voz.—Pero no, no creo que haya sido la mejor idea que haya escuchado. ¡Preferiría que me hubiera dicho todo esto hace meses, y de una manera medio normal!
—Si hubiera hecho eso—explicó Snape,—te habrías perdido la oportunidad de luchar con tu decisión de confiar en Draco a pesar de todo. Y es de luchas como esa que nacen las lealtades más fuertes.
Harry se sentó en el suelo frente al fuego y notó que Sals se calentaba en las piedras del hogar. Con un susurro de pársel, la llamó para que se subiera a sus rodillas. Después de acariciar a la pequeña serpiente unas cuantas veces, levantó la cara hacia Snape, que seguía sentado a la mesa.—¿Tú pusiste esa máscara y túnica ahí intencionadamente?
Con los ojos medio cerrados, Snape se encogió de hombros.—Define intencionadamente. Las dejé aquí cuando te traje de regreso a Hogwarts. Incluso entonces, tuve la idea de que podrías necesitar venir a vivir a mis aposentos, y ciertamente no quería que encontraras tales artículos allí. Cuando había formulado nuestros planes de Navidad, estaba consciente de que la túnica y la máscara bien podrían salir a la luz.
Harry resopló.—Así que Draco tiene razón. Contabas con él para investigar esa caja con la esperanza de que fuera un regalo—Cuando Snape no dijo nada para confirmar o negar la acusación, Harry continuó:—Sabías que tus días de espionaje habían terminado cuando me rescataste de Samhain. ¿Por qué no destruiste esa horrible ropa?
—Podrían haber sido útiles para la Orden en el futuro.
—Bien...—Harry murmuró.—Bueno, ya no más.
—No. Hiciste un trabajo bastante minucioso al inmolarlos.
Harry se tomó un momento más para pensar, sus dedos acariciando los pequeños bucles de Sals mientras se sentaba y reflexionaba sobre todo el asunto. En general, no estaba muy complacido con la forma en que Snape había manejado la presencia de Draco en Samhain, pero tampoco quería dejar que eso se interpusiera entre ellos.—Ojalá me hubieras dicho la verdad mucho antes—anunció, su mirada seria buscando la mirada medio oculta de su padre—Y... espero que no me guardes secretos en el futuro... pero de todos modos... te perdono.
—Oh, muy magnánimo—Snape exhaló, sus fosas nasales se abrieron cuando se inclinó, apoyó los brazos en las rodillas y miró más de cerca al chico sentado en el suelo.—¿Pero has perdonado a Draco?
Harry favoreció a su padre con una mirada fría.—Lo hice, sí. Pero si no te importa, prefiero no repasarlo en detalle. Es entre él y yo.
—¿Al igual que el que Draco asistiera a una reunión de Mortífagos era entre él y yo?
—¡Eso me involucró y lo sabes!
La voz de Snape era suave y pulida cuando respondió:—Tenía que hacer lo que mejor me pareciera.
La voz de Harry también era suave, pero no de la misma manera. Bordes ásperos de dolor y resentimiento acechaban bajo los tonos superficiales. Bordes que estaba tratando conscientemente de embotellar.—No estamos de acuerdo sobre lo que es mejor, señor. Pero... como dije, lo perdono.
Snape lo miró por un momento más, luego asintió enérgicamente. Harry notó, sin embargo, que siguió observando a los dos chicos con bastante atención durante un rato, como si verificara que los dos se llevaban bien.
Draco se acercó y se paró junto a Harry, una posición que era incómoda para conversar ya que Harry estaba a sus pies. El chico de Slytherin no parecía saber qué hacer hasta que Harry comentó irónicamente:—Podrías sentarte en el suelo, Draco. Lo hiciste el otro día, ¿recuerdas? No te mató.
—Ven y siéntate conmigo junto a la ventana—sugirió Draco, señalando hacia el desgastado sofá en esa pared.
—Hay una corriente de aire allí; hace demasiado frío para Sals—Al darse cuenta de que todavía estaba acariciando a su serpiente, Harry la deslizó en su bolsillo donde se deslizó en círculos, poniéndose cómoda.—Ahí, ya ha ido. Perdón por recordarte a Nagini.
Draco hizo una mueca.—Bueno... la verdad es que no me emocionó demasiado ver una... cómo la llamaste, 'gran serpiente graznando' allí en la reunión.
—Lo sé—admitió Harry.—Siéntate, ¿por qué no?
Draco hizo otra mueca.—Me ensuciará la ropa.
—¿No eres un mago? ¿Encantamientos de limpieza y todo eso? Vamos.
Con eso, Draco finalmente asintió, sentándose con las piernas cruzadas sobre las piedras.
Harry se inclinó hacia él, un poco conspirador.—Bien. Muy bien hecho. Ahora, hagamos un pequeño plan para la cena de Navidad, ¿de acuerdo? Mientras dormía esta mañana, supongo que no lograste echar un vistazo a todas esas cajas que trajo Snape... ¿No? De acuerdo, lo distraeré mientras ves con qué tipo de ingredientes tenemos que trabajar. No, espera. Probablemente no tengas ni idea de cómo preparar una comida. De acuerdo, distráelo tú mientras yo echo un vistazo...
Un ligero ruido de magia disolviendo madera cortó sus palabras.
—Si quieres investigar los suministros que he puesto—dijo Snape arrastrando las palabras, señalando las cajas ahora sin tapa,—no hay necesidad de escabullirse para hacerlo.
—Pero todos somos Slytherins aquí—bromeó Harry, sintiéndose más feliz de lo que se había sentido en meses, en realidad.—O más o menos. Nos gusta ir a escondidas, señor.
Draco se echó a reír.—Eso no es exactamente lo que Slytherin quiere decir—Saltando, aceptó la oferta de Snape de ordenar las cajas. Harry se preguntó si el otro chico en realidad esperaba encontrar algunos regalos. Sin embargo, no hubo tanta suerte. Si Snape había traído alguno, lo había escondido en otro lugar.
Dos de las cajas estaban hechizadas para mantenerse frescas y una tercera estaba realmente congelada por dentro. Harry sonrió, dándose cuenta de que con la magia cualquier tipo de recipiente podía convertirse en una nevera.—Hmm, parece ganso asado para la cena de Navidad—pronunció.—Y podemos descongelar algunos de estos pasteles de carne picada... ¿O los tenías en mente para la víspera de Navidad?
Snape se encogió de hombros como si no le importara.—¿Por qué Draco y tú no deciden los detalles? De hecho, ¿por qué vosotros dos no preparáis algo para nuestro comida?
—Sándwiches—decidió Harry.
Draco dio uno de sus suspiros teatrales.
—Se trata de la comida más fácil que existe—lo reprendió Harry, y procedió a demostrarlo. Sin embargo, tuvo que reírse cuando, en lugar de hacer algo tan "muggly" como cortar pan con un cuchillo, Draco descubrió cómo hacer que su varita hiciera el corte por él.
Pues fue mejor que el otro chico se hiciera cargo de eso, sin importar cómo eligiera hacerlo. Las manos de Harry volvían a dolerle de verdad. Se preguntó si la magia que fluía a través de ellas había dañado los nervios. Dejando a Draco para que terminara de hacer los sándwiches, Harry le llevó su problema a Snape, quien examinó sus manos cuidadosamente con varios hechizos.
—No siento daño—Snape finalmente pronunció.—Pero lo que sea que esté sucediendo definitivamente está relacionado con tu magia. Algo dentro de ti se está enrollando, tratando de liberarse. El conflicto está causando el dolor.
—¿Así que tengo que soportarlo hasta que recupere mi magia?
—Yo no dije eso—Snape golpeó cada uno de sus dedos con su varita y cantó suavemente algunas frases suaves en latín que limpiaron el dolor.—Pídeme que lo renueve cada vez que lo necesites. También le enseñaré el encantamiento a Draco, para que él también pueda ayudarte.
Harry flexionó los dedos, asombrado de lo ligeros y libres que se sentían de repente.—Sabes, esperaba más de una poción—admitió.
—Una poción podría detener la fuente de tu dolor—le dijo Snape,—pero para hacerlo, es posible que tenga que reprimir el conflicto dentro de ti. Si tu magia está luchando por renacer por completo, no deseo detenerla. Pero el encantamiento debería ser inofensivo. Simplemente le dije a tu mano que olvidara que duele.
—Ojalá hubiera conocido un encantamiento como ese después de algunos de los partidos de Quidditch más duros—dijo Harry, sonriendo.
—Funciona mejor en lesiones mágicas, no físicas.
Harry asintió.—Bien. Bueno, gracias, señor.
Snape simplemente inclinó la cabeza.
Los días pasaron más rápido de lo que Harry hubiera esperado. Tal vez eso se debió a que la falta de elfos domésticos significaba que tenían mucho que hacer. Por supuesto, Draco y Snape hacían uso de la magia libremente para realizar todas sus tareas, pero aun así, incluso los hechizos tomaban una cierta cantidad de tiempo.
Draco salió volando todos los días, realizando giros, inmersiones y piruetas para enorgullecer a cualquier Buscador. Harry no estaba demasiado celoso de todo eso hasta el día en que notó que Draco estaba persiguiendo una snitch. Entonces se dio cuenta de cuánto extrañaba el Quidditch.
En la primera oportunidad que tuvo, Harry usó su astucia de Slytherin y probó su magia en la escoba de Draco. En realidad no planeaba montarla; solo quería ver si le respondería.
No fue así, lo que lo puso de mal humor.
Sin embargo, el estado de ánimo no duró mucho. ¿Cómo podría hacerlo, cuando había que prepararse para la Navidad? Después de pasar todas las vacaciones de Navidad en Hogwarts, Harry habría pensado que sabía todo lo que había que saber sobre una Navidad mágica, pero pronto descubrió que tenía mucho que aprender.
Primero, estaba el árbol.
—Es un poco vergonzoso cortar y matar un hermoso árbol, siempre lo he pensado—comentó Harry cuando Snape dijo que se encargarían del árbol al día siguiente. —Aunque supongo que no es un desperdicio total si quemamos la madera después de que termine la temporada...
Draco lo miró como si le hubiera crecido una cabeza extra.—¡Cortar un árbol! ¡Sinceramente, Harry! ¡Somos magos !
—Siempre tienen árboles en Hogwarts—señaló Harry.—Doce de ellos es el número usual, ¿creo?
—¿Y pensaste que eran reales?—preguntó Draco con fingido asombro, sus ojos plateados brillando con aire de suficiencia y superioridad.—Son árboles de hechizos, Harry. Aunque supongo que es un cumplido para los elfos domésticos que parezcan tan completamente reales—Pareció reflexionar sobre eso un poco.—Me pregunto cuántos de los estudiantes criados por muggles asumen que lo son.
—¡Bueno, había un árbol en la sala común de Gryffindor que era real!—Harry protestó.—¡Lo sé, porque después de que terminó la Navidad comenzó a ponerse marrón y a caer agujas!
—Algunos nacidos de muggles arreglaron un árbol de verdad, entonces —conjeturó Draco, estremeciéndose un poco.—Sin embargo, es una horrible mala suerte. Se remonta a las viejas ideas mágicas sobre los dioses del bosque y todo eso. El hecho de que los muggles talen árboles solo muestra cuán absolutamente bárbaros pueden ser...
—Oh, cállate—dijo Harry, volviéndose hacia Snape.—¿No crees que es un poco ridículo que haya estado en la principal escuela de magia de Gran Bretaña durante seis años y todavía no sepa nada sobre las costumbres básicas? ¿Por qué Hogwarts no tiene en cuenta que no todos los estudiantes llegan a la escuela ya sabiendo todas estas cosas?
Draco abrió la boca, pero luego la cerró sin hablar. Maravilloso. Harry realmente no estaba de humor para escucharlo decir, porque los hijos de muggles no deberían estar allí para empezar, Potter.
—Quizás además de Estudios Muggles deberíamos ofrecer un curso de Estudios de Magos—sugirió Snape, asintiendo levemente.—Discutiré el asunto con el director.
El árbol de hechizos resultó ser un poco de magia difícil. Normalmente, los elfos domésticos se encargaban de proporcionar uno, pero un mago fuerte y habilidoso como Snape también podía realizar los hechizos necesarios. Acompañó a los niños hasta el borde de la casa y les permitió estudiar un pequeño bosque de pinos que crecía en su borde occidental. Después de un poco de discusión, eligieron un árbol bajo y rechoncho con ramas muy separadas. Snape apuntó su varita hacia ella, envolviendo la planta en una ligera neblina azulada por un momento... y conjuró algunas frases que a Harry no le sonaban para nada a latín. Celta, tal vez, considerando lo que Draco había dicho sobre los viejos dioses del bosque y demás.
Cuando regresaron a la cabaña, una réplica perfecta de su árbol elegido estaba de pie a un lado de la chimenea. Ocupaba una buena cuarta parte de la habitación e incluso hacía que toda la cabaña oliera a bosque. Harry extendió la mano y lo tocó, apenas podía creer que no fuera completamente real. Pero cuando miró hacia abajo, vio que no podía ser. No había falda de árbol cubierta de nieve para ocultar el extremo cortado, ni soporte de árbol para mantenerlo en posición vertical. El árbol de hechizos parecía crecer directamente del suelo de piedra.
—Velas ahora—anunció Draco.
Metiendo la mano en una caja, Snape sacó algunas velas verdes y plateadas. Ya que Harry había revisado todas las cajas para entonces, sabía que antes no había habido velas. Definitivamente, una caja estaba encantada para entregar cosas a pedido. A la demanda de Snape, supuso. Quizás ahí era donde el Maestro de Pociones estaba escondiendo sus regalos. Harry sonrió un poco cuando se le ocurrió eso. La influencia Slytherin de Draco se estaba contagiando; anteriormente, Harry nunca habría soñado con buscar regalos en la cabaña. Tal vez, sin embargo, simplemente no estaba acostumbrado a que la Navidad fuera un momento muy emocionante. El intenso interés de Draco en lo que "podría recibir" realmente emocionaba las cosas, pensó Harry... incluso si el otro chico era un poco más materialista de lo que a Harry le parecía bien.
Snape encendió las velas una por una con un hechizo y las envió levitando entre las ramas del árbol. En general, el efecto era bastante agradable, las velas obviamente mágicas a su manera. Apagaban luz y calor, pero no consumían cera... o goteo cualquiera. Tampoco prenderían fuego a nada, les aseguró Snape. Velas como esa podrían dejarse encendidas de forma segura día y noche.
Harry pensó que eran geniales. Aun así, no pudo evitar observar:—¿Colores de Slytherin, señor?
—Pensé que habías dicho que aquí todos éramos Slytherin—replicó Draco.
—Dije algo así, ¿no?
—Es la casa de Severus, así que, por supuesto , las velas lo representan—explicó Draco, su tono era un poco burlón.—¡Él no es solo un Slytherin, es el jefe de Slytherin! Ahora, si él fuera un rompe-maldiciones, sus colores serían púrpura y blanco. Si él trabajara en San Mungo, veríamos velas naranjas y amarillas en el árbol. Si él...
—En realidad no necesito cincuenta ejemplos antes de entender el punto—interrumpió Harry, deseando más que nunca haber tenido la oportunidad de tomar un curso de Estudios de Magos.—¿Todas las decoraciones van a ser con los colores de Snape, entonces?
—¡Por Merlín, Harry! ¡Su nombre es Severus!
Recordando las palabras de Draco sobre el tema de los padres reales, Harry logró no responder a eso.
Snape ignoró todo el asunto a favor de educar a Harry un poco en las costumbres mágicas.—No es de extrañar que Harry tenga preguntas—dijo con una breve mirada a Draco.—Las decoraciones navideñas tradicionales se basan en plantas, por lo que no son tan coloridas como las llamativas exhibiciones que he visto en los escaparates de las tiendas en Londres Muggle. Pero esta también es tu casa, Harry. No hay razón por la que no podamos esparcir un poco de carmesí y oro si eso hace que la fiesta parezca más festiva para ti.
Llamativo, pensó Harry, era una descripción bastante certera de las típicas decoraciones navideñas de tía Petunia.—Las tradiciones mágicas estarán bien—respondió, algo apagado.
Sin embargo, por todo eso, Snape encantó las bayas del acebo para que fueran rojas y amarillas. Draco resopló ante eso, pero Harry pensó que era un gesto bastante conmovedor.
Draco afirmó que quería guardar el ganso para el día de Navidad, y aunque Harry personalmente sospechaba que el otro chico solo quería posponer el trabajo que implicaría asarlo, estuvo de acuerdo. Tenían sopa de castañas en la víspera de Navidad, junto con pan integral bien caliente. Snape obtuvo eso de la caja mágica, pero el resto de la comida la prepararon en la cabaña. Aunque no fue demasiado trabajo. Los elfos domésticos habían guardado muchos artículos a medio preparar. La sopa, por ejemplo. Solo necesitaba ser descongelado y luego hervir a fuego lento un poco, lo cual con la magia no era ningún problema, pero Draco simplemente no dejaba de gemir.
Bueno, no hasta que Harry amenazó con no darle su regalo de Navidad si el otro chico no empezaba a portarse bien.
—No lo harías—balbuceó Draco, indignado—.Eso es desagradable, completamente.
—Lo haré si no dejas de quejarte—replicó Harry.—¡Sinceramente! ¡No te quejas así en la clase de Pociones cuando tienes que picar, revolver y hervir cosas!
—Una comparación interesante—dijo Snape desde la mesa, donde estaba escribiendo cartas. Harry se preguntó a para quién serían, pero sintió que preguntar sería un poco presuntuoso.—Has manejado suficientes comidas para nosotros que sé que cocinas bastante bien, así que ¿por qué no eres más hábil en Pociones?
Harry sonrió a medias mientras rociaba un poco de pimienta en la sopa humeante.—Bueno, al cocinar si agregas demasiado de un ingrediente, no tiendes a tener una explosión, ya sabes. Hay más espacio para el error.
—Tal vez Longbottom debería entrenarse como chef, entonces—bromeó Draco.
—Tal vez envíe tu regalo de regreso—amenazó Harry.—Neville lo está haciendo lo mejor que puede. No quiero oírte insultarlo. De hecho, cuando volvamos a clase, ¿por qué no tratas de ayudarlo por una vez? Probablemente no haya mejor manera de convencer a los Gryffindors que podría haber algo decente dentro de ti, después de todo.
Draco resopló con indignación y no respondió directamente.
—Sin embargo, hablando de lechuzas—continuó Harry,—me preguntaba si la cabaña está encantada para mantenerlas alejadas.
Snape asintió.—Hay pocos motivos de preocupación, pero aun así...—Levantó los hombros en un gesto elocuente.
Harry también asintió.—Cierto. Vigilancia constante. Pero pensé que sería bueno si los regalos de mis amigos pudieran llegar. Serán entregados a Hogwarts, ¿no es así, no devueltos a los remitentes?
—Apliqué un hechizo de redirección sensato , sí—dijo Snape arrastrando las palabras.
Harry no pudo evitar notar el tono levemente ofendido detrás de esas palabras.—Eres un gran y poderoso mago—admitió, y luego, al darse cuenta de lo que había dicho, se rió un poco.—Lo siento—jadeó cuando Snape y Draco lo miraron.—Es una frase de una película muggle. Um... El mago de Oz... Me reí porque el 'gran y poderoso mago de Oz' no podría ser más diferente a usted, profesor.
Draco obviamente no lo entendió.—¿Dónde está Oz?—le preguntó a Snape, quien parecía un poco desconcertado.
—Es ficción—enfatizó Harry.
—Oh, ¿como Mi escoba puede hacer Zoom?—preguntó Draco.—Ese era mi libro favorito cuando era pequeño.
—Uh, sí, un poco así, supongo—murmuró Harry.
—Entonces, ¿en qué me diferencio de este 'gran y poderoso mago'?—preguntó Snape.
Harry se sonrojó.—Oh, bueno, en realidad él no era un mago en absoluto, no sabía nada de magia, solo sabía cómo inventar cosas. Creo. No lo recuerdo muy bien.
—Los muggles tienen ideas muy extrañas sobre los magos.
—Definitivamente necesitamos esa clase de estudios de magos—estuvo de acuerdo Draco.
Más tarde esa noche, Snape colocó una vela blanca como la nieve sobre la mesa. A diferencia de las velas que brillaban por todas partes (aparentemente, en algunas familias de sangre pura, era tradicional no tener luces mágicas en la víspera de Navidad, solo velas), esta era una de las diminutas velas votivas que Harry había visto arder en las iglesias. No es que hubiera ido mucho a la iglesia, pero al tío Vernon le gustaba la misa de medianoche en la víspera de Navidad. Sobre todo, Harry recordaba que le gritaron durante todo el camino que mantuviera su cabello aplastado sobre su cicatriz, y luego gritaban durante todo el camino de regreso que alguien probablemente lo había visto.
Y luego, a la mañana siguiente, su "mala conducta" en la iglesia la noche anterior se usaría como pretexto de por qué no tenía ningún regalo.
Siempre había sabido que se suponía que la Navidad era una época feliz, pero en realidad nunca lo había sido para Harry, no hasta que pasó una en Hogwarts.
Mirar la pequeña vela ahora le traía malos recuerdos, pero Harry no sabía que sus ojos en realidad estaban obsesionados con ella. Ni siquiera se dio cuenta de que estaba tirando nerviosamente hacia abajo de su flequillo, no hasta que Snape se estiró y colocó una mano sobre la suya, guiándola hacia la mesa y luego sujetándola con firmeza. Harry miró hacia arriba, un poco sorprendido. Podría haberle contado a Snape sobre la alacena y las comidas perdidas, y Snape fue lo suficientemente inteligente como para suponer que Harry nunca había recibido regalos adecuados de sus familiares, pero estaba seguro de que el hombre no sabía lo que representaba la vela pequeña y corta para él.
Aparentemente, sin embargo, Snape no necesitaba conocer los detalles. Conocía a Harry, lo cual era mejor. Podía decir cuando el niño estaba perdido en recuerdos dolorosos.
Para gran sorpresa de Harry, la vela votiva apagada también molestó a Draco. El chico rubio la miró fijamente, apoyando ambos codos en la mesa, sus hombros se elevaron y luego colapsaron en un suspiro que no fue teatral en lo más mínimo.—¿Soy el más joven aquí también?—confirmó con Snape, quien asintió.
—Está bien—susurró Draco, alejándose de la mesa.—Me pregunto quién está haciendo esto en...
Nunca terminó la frase.
Harry observó confundido cómo Draco tocó la mecha con su varita para encender la vela y luego caminó para dejarla en el alféizar de la ventana. Hechizó las cortinas para que se mantuvieran lo suficientemente separadas como para que la llama pudiera verse a través del vidrio. Hecho esto, se dejó caer en el gastado sofá, apoyándose en un extremo y apoyando los tobillos cruzados en el otro mientras miraba y miraba y miraba la vela parpadeante.
Su atención en ella era bastante extraña, pero lo que era aún más inusual era la postura del chico Slytherin. Draco generalmente se sentaba como si estuviera demostrando una lección de etiqueta, lo cual era una de las razones por las que era difícil lograr que se enderezara lo suficiente como para unirse a Harry en el suelo.
El olor a cera derretida flotaba en la habitación, lo que hizo que Harry pensara que la vela votiva en realidad podría ser una vela normal, del tipo que se derretía lentamente hasta la nada.
Al darse cuenta de que los largos dedos de Snape aún estaban agarrando los suyos, Harry apartó la mano.—¿Qué le pasa a Draco?—él susurró.
Las palabras rompieron la vigilia, Draco se movió en el sofá para hacer espacio para Harry, luego le hizo señas para que se acercara. Esperó hasta que Harry estuvo a su lado y luego murmuró:—Es que yo también soy el más joven de la casa. Entonces, la vela... ya sabes—Una breve pausa.—Oh, tal vez no. No sé si los muggles tienen la tradición.
Volvió a mirar el votivo.—El más joven de la familia pone una vela en la ventana para esperar la llegada de Papá Noel, eso es todo—Su voz se rompió ligeramente.—Mi padre me tomaba la mano cuando yo era pequeña, y juntos conjurábamos Incendio para que fuera más ligero... Lo siento. Sé cuánto odias a mi padre. Yo también lo odio. Bueno, la mayor parte del tiempo.
—Es difícil cuando las personas que se supone que más te aman... no lo hacen—respondió Harry en voz baja, sintiendo el dolor de Draco como nunca antes. Debería haberse dado cuenta antes de que la Navidad, al ser una época tan familiar, lo sacaría a relucir. Draco probablemente estaba deseando que todo pudiera ser diferente, deseando poder estar en casa... y saber que las cosas habían cambiado para siempre y que nunca volvería a casa.
—Sí, supongo que lo sabrías—murmuró Draco.—Me pregunto si todo el mundo está hecho un lío por dentro, o si solo somos nosotros.
—Creo que la mayoría de la gente tiene problemas—admitió Harry, mirando a Snape. El hombre no parecía estar escuchando; tenía un libro abierto para entonces, pero Harry no lo tomaba en cuenta.—Toma a Neville, por ejemplo, con sus padres donde están—Normalmente, Harry no habría mencionado eso, pero gracias a los chismes de los mortífagos, Draco ya lo sabía.—O a Ron...
—Oh, por favor, ¿qué problemas tiene la comadreja, excepto por una sorprendente falta de cerebro?
Harry supuso que probablemente Ron se lo merecía. Sus comentarios sobre Snape realmente habían sido estúpidos.—Tiene cinco hermanos mayores y una hermana menor—replicó Harry.—Está perdido en una multitud en casa. Y conmigo como mejor amigo, también se ve eclipsado todo el tiempo en la escuela.
—¿Mejor amigo?—Draco soltó herido.—Vaya, ya está perdonado. Sin ofender, Potter, pero puedo decir que sería el mayor idiota del planeta y aún así lo querrías como amigo. Bueno, recuerda mis palabras, ¿de acuerdo? Ni siquiera se molestará en enviarte un regalo, así de poco quiere a un medio Slytherin Harry Potter como amigo.
—Los regalos no pueden llegar a nosotros de todos modos—replicó Harry.
—Suponiendo que pudiera permitirse comprar cualquier cosa—se burló Draco.
—Eso es simplemente cruel, juzgar a las personas por cosas que no pueden evitar.
—Tal vez es mejor que no juzgarlos por las cosas que pueden hacer, Harry. Si me preguntas, después de lo que dijo sobre Severus, ¡no deberías volver a hablar con él!
—Bueno, no estoy muy feliz con él, pero nunca es demasiado, ¿no crees?
—No, si vas a darle a Severus el respeto debido como tu padre—respondió Draco con severidad.—Pero basta de eso. No voy a dejar que un Weasley arruine mi Navidad... Entonces, hemos hecho la vela... Severus—dijo.—Tal vez deberíamos dejar que Harry también haga una de sus tradiciones navideñas—Girándose, Draco miró a Harry expectante.—¿Bien?
Estupefacto, Harry preguntó:—¿Quieres hacer una tradición muggle?
—No, pero quiero que la Navidad te parezca Navidad—Draco se encogió de hombros.—Entonces, ¿qué tipo de cosas muggles hacía tu familia?
—Eh...—Harry realmente tuvo que pensar en eso. Habían pasado años y años desde que había celebrado la temporada con los Dursley, e incluso en ese entonces, en realidad no había hecho muchas celebraciones. Él no había sido incluido.—Ay, bueno, está eso donde andas cantándole villancicos a todos tus vecinos. Canciones navideñas—aclaró.—Nunca fui... en realidad, a los Dursley no les gustaba tanto ir a cantar villancicos, pero solía escuchar a los grupos que pasaban cantando.
—Está bien entonces—asintió Draco.—Cántanos uno de estos villancicos.
Harry se sonrojó.—Yo no canto. Y no sé muy bien la letra, y...
—Oh, vamos. Puedes derrotar a un Ridgeback noruego con los ojos cerrados, prácticamente, ¿pero no puedes cantarnos una sola canción?
—¡Era un Colacuerno húngaro!
Draco sonrió.—No era un gran admirador tuyo en ese entonces. De ahora en adelante, prestaré atención a tus poderosas hazañas. Hmm, tal vez escriba un libro que lo cuente todo. El tiempo que viví con el niño que vivió...
—Eso suena un poco obsceno—intervino Snape, acercando una silla para unirse a ellos junto a la ventana.—¿Qué tal... Abajo en las Mazmorras con Harry Potter?
—Basta—se rió Harry.—No quiero un libro sobre mí. Ya es bastante horrible leer sobre mí en el Profeta.
—Oh, sí, recibir toda esa atención debe ser terrible—se burló Draco. Luego pareció calmarse.—Renunciaré a mi contrato de libro de un millón de galeones si me cantas una de esas canciones navideñas.
—Profesor—protestó Harry. Ya ves lo que ayudó.
—Me gustaría escuchar uno—simplemente respondió Snape.—¿Si tú pudieras?
—Oh, bien—murmuró Harry.—No conozco muy bien las palabras. Así que no digais que no os lo advertí—Pensó por un momento, luego salió uno, su voz vacilante en una melodía incierta y desafinada,
"Llegó en una clara medianoche,
esa gloriosa canción de antaño,
De los ángeles que se inclinaban cerca de la tierra
para tocar sus arpas de oro.
Algo, al... go, al... go,
Del rey del cielo todo lleno de gracia.
Algo, al... go, al... go,
para escuchar a los ángeles cantar".
Cuando la habitación quedó en silencio, Draco miró a Snape y luego a Harry.—¿Qué significa eso?
—No tengo ni idea—admitió Harry, sintiendo un rubor caliente inundar su rostro.—¡Te dije que no sabía todas las palabras!
—¡Pero las palabras que quedaron tampoco tenían ningún sentido!—replicó Draco.—No es que espere que Muggles tenga sentido, supongo. Así que está bien. ¿Qué tal otro, Harry? Debe haber uno que conozcas mejor que ese.
—De ninguna manera—anunció Harry.—Ya me han humillado bastante por una noche.
La sonrisa de Draco brilló con deleite malicioso.—Humillación sería Harry Potter: Cercano y Personal...
Esa vez, Harry se burló.—Oh, pues yo creo que podría escribir tantas cosas vergonzosas sobre ti.
—Ah, pero nadie quiere leer sobre mí—argumentó Draco.
—Leerán todo lo que escriba, ¿no?—Harry argumentó de vuelta.—Cualquier cosa de Harry Potter volará de los estantes. Así que no me tientes, Malfoy.
—Está siendo una especie de Slytherin—se quejó Draco a Snape.
—El Sombrero Seleccionador sabe lo que hace—Sacando su varita, Snape invocó tres recipientes para beber que se parecían un poco a la imponente copa de brandy del tío Vernon... excepto que estos estaban hechos de bronce grabado. Ya estaban llenos hasta la mitad con vino caliente fragante con canela. Harry ahuecó las manos alrededor de la copa y saboreó el calor.
Después de beber su vino, Harry y Draco colgaron cada uno un calcetín de la repisa de la chimenea. Un calcetín de verdad. Harry pensó que se veían un poco tontos; estaba acostumbrado a los calcetines navideños de color rojo brillante, tan grandes que podrían acomodar algunos regalos bastante serios. Por supuesto, Harry nunca había tenido un calcetín así, pero como Dudley había tenido tres para él solo, el calcetín de Dursley se veía realmente festivo.
Tal vez incluso llamativo, admitió Harry.
Mientras que este calcetín lucía... hogareño y cómodo, como la propia cabaña.
—Bueno, entonces, a la cama los dos—anunció Snape mientras preparaba pasteles de carne picada y una copa de vino en miniatura llena de jerez.
Draco se rió.—No somos niños, Severus. Sabemos que tú vas a comer las golosinas que quedaron para Papá Noel.
El ceño de Snape se arrugó con lo que parecía un genuino desconcierto.—¿No crees en Papá Noel?
—Bueno, yo no—Draco se molestó ligeramente.—No puedo hablar por los criados de muggles entre nosotros.
Harry supuso que podría haberse ofendido, pero en realidad pensó que era bastante gracioso.—Oir, por la forma en que me criaron, apenas creo en la Navidad—les informó.
—Pero es bastante real—insistió Snape. Harry estudió sus ojos oscuros en busca de un destello, pero no lo encontró.
—Entonces, ¿por qué mis padres se atribuyeron todos esos regalos a lo largo de los años?— desafió Draco.
—Sí, y Dudley nunca mereció nada, créeme—agregó Harry.—Entonces, si Papá Noel es real, está haciendo un trabajo bastante terrible al decidir quién ha sido malo y quién ha sido bueno—Decidió no mencionar que Draco también había estado en la lista de traviesos todos los años.
—Ah. Bueno, él no visita muggles, eso explica la generosidad de tu primo—anunció Snape, sacudiendo la cabeza.—Y en cuanto a tu familia, Draco, sin duda muchos de esos regalos fueron de tus padres.
—¿Y tu punto es?—preguntó Draco, su propio ceño fruncido para entonces.
Snape se encogió de hombros.—Nicholas es un mago notoriamente poco confiable.
—¿Qué?—Harry jadeó, nunca había esperado escuchar eso. Sin embargo, de una manera extraña, tenía sentido, ¿no? Si hubiera un Papá Noel, tendría que usar magia... Hmm, y los elfos definitivamente existían...—Oh, nos estás engañando—dijo Harry cuando superó el shock.
Otro encogimiento de hombros.—Como desees. Simplemente diré que hay una razón por la que no visita a los muggles; hace mucho tiempo se dio cuenta de que no podía mantenerse al día con la carga de trabajo. Y, por supuesto, los padres magos saben que no deben depender de él. Mi entendimiento es que algunos años se pasa la mayor parte de la noche bebiendo wassail y luego sale corriendo, solo para regresar a Finlandia al amanecer.
—Esa es una historia completamente estúpida—objetó Draco.
—Tal vez—admitió Snape,—pero una cosa sí sé con certeza. En los años en que hace sus rondas, no se detiene en las casas donde los ocupantes aún están despiertos. Ahora, si no os importa, necesito que ustedes dos se retiren para que yo pueda irme a la cama—Hizo un movimiento de espantar con la mano.
Una vez que Harry y Draco estuvieron en su habitación, la puerta cerrada, la única luz que Draco había arrebatado del árbol cuando pasó junto a él, susurró:—Parecía serio. ¿Tú crees que lo era?
Draco se acurrucó en sus sábanas y llamó en voz baja a través de la habitación.—¿Cómo debería saberlo?
—¡Creciste siendo un mago! Si Papá Noel realmente lo es, ¿no lo sabrías?
—Bueno, todo el mundo dice que lo es, pero llegas a cierta edad y te das cuenta de que todo es solo una historia—explicó Draco.
—¿Y si no es una historia?—Harry reflexionó.—Quiero decir, podría ser cierto.
—No, no podría—replicó Draco. Pero luego dijo:—Pero te diré una cosa. Vamos a dormir ahora... por si acaso.
Harry fue despertado a la mañana siguiente por la sensación de una mano sacudiéndolo para despertarlo.—Levántate, Harry, levántate—escuchó la voz de Draco instándolo.—¡Vamos! ¡Es Navidad!
—Diez minutos más—murmuró Harry, apartando la molesta mano de Draco y rodando hacia el otro lado.
—¡No!—Draco gritó, sentándose en el borde del colchón y saltando sobre él.—¡No puedes dormir hasta tarde en Navidad! ¡Tienes que levantarte! ¡Tendremos regalos!
Medio dormido, Harry gimió por la forma en que su cama se movía y sacudía. El instinto le hizo echar al otro chico del colchón. Literalmente, sus pies pateando para empujar a Draco de culo al suelo.
Eso resultó ser un error. Lo siguiente que supo Harry fue que la cama y el colchón debajo de él se desvanecieron en el aire y él cayó al suelo en una maraña de sábanas y mantas.
—¡Draco!—reprendió, sentándose.—Controla tu... er, entusiasmo. ¡No hay apuro! ¡Ni siquiera estás vestido!
Draco prácticamente saltaba arriba y abajo.—De verdad, ¿quién se viste antes de abrir sus regalos? ¡Sal!
—¿En pijama?
—¡Sí!
Incapaz de esperar más, Draco agarró la mano de Harry, lo sacó de la ropa de cama en el suelo y literalmente lo arrastró hasta la puerta.
Harry se quedó atrás.—Snape podría ni siquiera estar fuera de la cama. ¿Qué hora es, de todos modos?
Soltando la mano de Harry, Draco tomó su reloj del alféizar de la ventana donde lo había dejado la noche anterior y se lo arrojó a la cara.—¿Ves? ¿Ves? ¿Ves?
Efectivamente, un diminuto dial apuntaba a letras aún más diminutas, pero cuando Harry miró de cerca, pudo leer las palabras.
Hora de abrir los regalos.
—Está bien—finalmente se rindió, riendo.—Solo déjame encontrar algunos calcetines. El suelo está helado aquí, no cálido por la mañana como en las habitaciones de Snape....
Draco esperó con impaciencia mientras Harry se ponía su par más cálido, luego abrió la puerta y corrió hacia la repisa. Estaba a punto de bajarse el calcetín cuando una voz de reproche desde el sofá dijo:—Paciencia, paciencia, señor Malfoy.
Snape estaba sentado allí, luciendo como si hubiera estado despierto durante horas. Como había hecho durante las vacaciones, se había quitado la voluminosa túnica. Los pantalones gris oscuro y un suéter negro no eran terriblemente navideños, supuso Harry, pero algo más colorido que eso no sería muy Snape, ¿verdad?
Harry lo saludó con la mano somnoliento, luego se preguntó qué se suponía que debía hacer, en realidad. No estaba acostumbrado a una Navidad familiar, por decir lo menos.
Ante las palabras de Snape, Draco se había alejado del manto. Harry en realidad se preguntó cuál era la gran atracción allí. Los regalos estaban esparcidos por la chimenea y debajo del árbol. Reconoció los que le había dado a Snape para que los escondiera cuando se hizo tan obvio que simplemente no se podía confiar en que Draco esperaría hasta la mañana de Navidad. Supuso que los otros eran de Snape y Draco, pero eso no explicaría los números que estaba viendo.
¿Y por qué Draco seguía mirando su calcetín, que parecía...? Bueno, como un calcetín y nada más?
—Feliz Navidad—dijo Snape, asintiendo a ambos.
—Feliz Navidad—repitieron los chicos al unísono. Inmediatamente después de que se cumplieron las formalidades, Draco comenzó a quejarse.—Se me acabó la paciencia. ¿Qué pasa? ¿Quieres que Harry mire en su calcetín primero?
Harry se aclaró la garganta.—No hay nada en él. Puedo decir eso desde aquí.
—Oh, por favor, tenemos que convertir a este chico en un verdadero mago, Severus—se quejó Draco.—Adelante, Harry, mira.
—Mirar juntos—corrigió Snape suavemente.—No quería que te adelantaras a Harry.
Cuando Harry bajó el calcetín, lo sintió extrañamente pesado, aunque parecía un calcetín perfectamente normal. De ahí, sin embargo, sacó un bastón de caramelo que debía medir dos pies de largo. Estaba en los colores de Gryffindor. Draco, notó, tenía un bastón de caramelo similar en verde y negro. Junto con el bastón de caramelo se derramó una variedad de pequeños chocolates envueltos y, encima de él, una tapa.
Draco gritó y su bastón empezó a girar de inmediato. Disparó chispas en todas direcciones... chispas que subieron hacia el techo antes de explotar como fuegos artificiales en miniatura. Harry probó el suyo también, entonces... y descubrió que una vez que se ponía en marcha la parte superior, parecía que giraría para siempre por sí solo. Observó los fuegos artificiales a su alrededor, sus ojos verdes un poco aturdidos por la exhibición.
—Entonces, qué primero—preguntó Snape, con una pequeña sonrisa en su rostro mientras estudiaba a Harry.—¿Desayuno o regalos?
—¡Regalos!—Draco gritó, golpeando con sus manos el bastón de Harry y luego el suyo propia para detener su frenética actividad.
—Creí que dirías eso—comentó Snape secamente.—¿Harry?
No quería parecer codicioso. Le recordaba demasiado a la repugnante forma en que siempre se había comportado Dudley.—Tal vez el desayuno—contemporizó, frunciendo el ceño ligeramente mientras se preguntaba cómo le estaría yendo a Dudley con la tía Marge esta mañana.
—Harry—aconsejó Snape en voz baja,—no hay nada de malo en querer tus regalos primero. De hecho, como sé que nunca has tenido una Navidad adecuada en tu vida, ¿pensé en hacer de esta una verdaderamente memorable?
—Solo pensé que podría tener hambre... señor—murmuró Harry, claramente incómodo.
—Los regalos son lo primero—anunció Snape en respuesta a eso.—Ir a sentaros junto al árbol los dos. Ya he calentado las piedras.
Harry notó que Draco no tuvo problemas para sentarse en el suelo esa mañana en particular.
Una vez que los niños estuvieron en su lugar, Snape movió su varita hacia un regalo y lo hizo volar hacia Harry.
—¿Del profesor Dumbledore?—Harry se preguntó en voz alta, mirando la etiqueta encantada que presentaba una pequeña animación de dos tazas de té bailando locamente entre sí.—¿Él... er, pasó por aquí?
—Él me lo transfirió—explicó Snape.—Junto con algunas otras cosas—Una pausa, y luego.—¿Vas a abrirlo?
Harry arrancó el envoltorio para revelar un par de calcetines que en realidad eran peludos, eran tan suaves. Por supuesto, el pelaje morado era un poco extraño, pero a Harry le gustaban de todos modos. Se los puso sobre sus otros calcetines y movió los dedos de los pies. Mmm, agradable y cálido.—Él me dijo una vez que un hombre nunca puede tener suficientes calcetines—recordó Harry, riendo.
Snape movió su varita de nuevo, enviando otro regalo girando por el aire a Draco.
El chico Slytherin miró el paquete dudoso.—Esto también es del director. Probablemente también sea para Harry.
Inclinándose, Harry señaló la clara escritura en la etiqueta.—D-R-A-C-O, ¿ves? Así no es como deletreo mi nombre.
—Déjame adivinar, son más calcetines—dijo Draco arrastrando las palabras, empujando un poco el envoltorio.—Y si tú los tienes morados, estos son probablemente... rosas.
No estaba demasiado equivocado; eran de un cálido color melocotón. Draco no se los puso, pero Harry pensó que parecía complacido, de todos modos.
El regalo de Snape del director no eran calcetines. Harry pensó que era una lástima. En cambio, Snape recibió una botella alta y delgada de algo llamado Galliano.
—Licor con sabor a regaliz—explicó Draco.—Hecho por muggles, pero Severus lo ha adorado durante años. Creo que ahora es mi turno—Con eso, el chico Slytherin se puso de rodillas para revisar los regalos hasta encontrar lo que buscaba. Puso uno en la mano de Harry y arrojó el otro por el aire a Snape.
Harry se encontró sosteniendo una caja rectangular delgada y vio que Snape tenía un paquete en forma de cubo. Ambos estaban envueltos en papel plateado brillante y atados con una cinta verde.
—¿Tuyo?—Harry le preguntó a Draco, un poco inseguro de lo que realmente significaba mi turno.
—No, es de Crabbe y Goyle—bromeó Draco, su sonrisa tan brillante como Harry nunca la había visto. Sin duda, Draco simplemente adoraba la Navidad.—Vamos, ábrelo.
—Después de usted, señor—dijo Harry, señalando a Snape.
Pensó que Snape lo había mirado un poco extraño, pero entonces el hombre abrió su regalo, sus uñas manchadas cortaron limpiamente los envoltorios, cinta y todo, para revelar una simple caja blanca. Al abrirlo, sacó un pequeño frasco redondo hecho de vidrio transparente. Dentro del frasco había una sustancia espesa y viscosa que brillaba con reflejos dorados y azules cuando Snape lo inclinó bajo la débil luz del sol que entraba por la ventana.
El frasco no estaba etiquetado, pero Snape parecía saber lo que le habían dado.—Gracias, Draco—dijo con una voz repentinamente seria.—Esto es... muy apreciado.
—¿Qué es?" Harry tuvo que preguntar.
—Oh...—Draco miró a Snape antes de responder con voz deliberadamente brusca:—Um, solo un poco de crema para la piel.
—Hay más que eso—replicó Harry.—Puedo decir cuando estás ocultando algo, ¿recuerdas?
Draco se sonrojó.—Bueno, si quieres saberlo, es una de las formulaciones del propio Severus, pero experimenté un poco en su laboratorio durante las últimas semanas, ¡y creo que podría haberlo mejorado! Un poco, al menos.
—Está bien, está bien—dijo Harry, retrocediendo verbalmente antes de que el intercambio pudiera convertirse en una pelea real. Snape no parecía del tipo que usaría crema para la piel en opinión de Harry... realmente eso era algo que encajaría mucho mejor con Draco... pero no había duda de que a Snape realmente le había gustado el regalo.
—Abre el tuyo ahora—instó Draco, aparentemente olvidando que acababan de hablar.—Quiero ver si funciona.
Harry rasgó los envoltorios y respondió:—¿Por qué me darías algo que no estás seguro de que funcione?
—Funciona con tu magia—aclaró Draco.—Debería. Tiene triple encanto, así que el más mínimo susurro de magia activa hará el truco...
Dejó de hablar cuando Harry sacó una camisa de la caja. De un hermoso granate oscuro con botones dorados grabados con la figura de un león, era una de las camisas más bonitas que Harry había visto en su vida. La tela era completamente opaca, pero tan delgada que le caía entre las manos como agua.—Es hermoso—agradeció a Draco.—Realmente me gusta. Pero... um, ¿qué tiene de mágico?
—Creo que tienes que ponértelo para ver—explicó Draco.—Vamos...
Harry no estaba muy seguro de que fuera lo que había hecho, pero con Draco luciendo tan expectante y emocionado, se encontró quitándose rápidamente la camiseta del pijama y abrochándose los botones de la camisa de manga larga.
—Te queda bien—sonrió Draco.—Pero apuesto a que se ve aún mejor cuando tocas el botón superior tres veces seguidas. Pruébalo.
Harry lo hizo, y saltó hacia atrás sobresaltado cuando la camisa cambió instantáneamente a un verde oscuro con botones plateados con una figura de serpiente.
—¡Lo sabía!—cantó Draco.—¡Funciona!
La camisa no era menos hermosa que antes, pero ahora Harry se sentía un poco extraño. Los magos no andaban con ropa mágica muy a menudo. Al menos, no que él supiera.
—Tuve la idea cuando dijiste que ibas a hacer que ese elfo doméstico cosiera lazos para que pudieras usar los colores de ambas casas a la vez—explicó Draco, sonriendo triunfalmente.—Eso habría parecido estúpido. Pero con esto, puedes ir de una sala común a otra y sentirte como en casa en cualquiera de las dos.
Harry asintió, pero dijo:—Aún así, no puedo imaginarme siendo bienvenido en la sala común de Slytherin—Otro pensamiento cruzó su mente.—Oye, dijiste que mi regalo de Navidad era eso que intentaste darme mientras estaba ciego en el hospital. ¡No sabías que estaría en ambas casas, no entonces!
Draco parecía levemente ofendido. O escandalizado. Harry realmente no lo sabía.—¿Pensaste que solo te iba a dar un regalo, Harry?
Harry apretó los dientes.—Solo te compré uno. Lo siento si esa no es la forma en que se hacen las Navidades mágicas, ¡pero no lo sabía!
—No, quise decir... sería bastante grosero hacer que un regalo cumpliera una doble función, Harry. ¡Ese otro fue realmente tu regalo de recuperación! Hace mucho tiempo que decidí intentar dártelo en Navidad, pero eso fue solo porque pensé que entonces podrías aceptarlo. Nunca fue realmente tu regalo de Navidad. De todos modos... creo que te lo daré un poco más tarde, si te parece bien.
—Oh, está bien—dijo Harry, aunque le parecía que Draco estaba poniendo demasiada importancia en ser correcto, y no lo suficiente en ser solo un amigo.—Bueno, es una camisa preciosa—dijo de nuevo, tocando el botón superior tres veces más para convertirla de nuevo en una camisa de Gryffindor.
Draco sacó la lengua ante eso.
—Mi turno ahora, creo—murmuró Snape, distribuyendo regalos con su varita.
Tal vez al darse cuenta de que se había estado comportando como un niño de nueve años toda la mañana, Draco le indicó a Harry que abriera el primero.
—Una... caja—dijo Harry, mirando el regalo que había desenvuelto. Eso es todo lo que era, una caja vacía. Hecho de vidrio ligeramente teñido (vidrio curiosamente áspero, ahora que lo pensaba), era aproximadamente del mismo tamaño que uno de sus libros de texto más gruesos. Lo raro era que no había manera de abrir la caja. Sin bisagra, sin tapa... aunque tenía un agujero del tamaño de un galeón en cada lado.—Es realmente hermosa, señor—dijo, nervioso por no ofender.—De verdad. He... er, nunca he tenido una...—Renunciando finalmente a ser cortés, Harry se giró hacia Draco.—Um, ¿es esto algo mágico de lo que se supone que ya he oído hablar?
Draco se echó a reír.—¡Iba a preguntarte más tarde si era algo muggle de lo que nunca había oído hablar!
Ambos chicos se giraron para mirar a Snape.
—Es una caja para Sals—explicó el Maestro de Pociones.—Está encantada para calentarse a la temperatura de la red flu cada vez que se mete en ella.
La boca de Harry se abrió de asombro.—Oh, gracias , señor—dijo con mucho más entusiasmo.—¡Es simplemente perfecto! Y algo que realmente necesito... Me he estado preocupando tontamente de que alguien venga a través de la red flu cuando Sals está allí... ella simplemente no me escucha...
—Sí, criar mascotas es un gran desafío—estuvo de acuerdo Snape.—A veces creen que saben lo que es mejor, pero con tu experiencia superior sabes perfectamente bien que no...
De alguna manera, Harry supo que Snape no estaba pensando en mascotas cuando dijo eso.
—Lo entiendo—se rió.—De verdad lo hago—Incapaz de detenerse, Harry fue al sofá y envolvió al hombre en un gran abrazo. Snape se puso rígido, pareciendo muy sorprendido, pero luego sus brazos rodearon a Harry y lo acercaron.
—Ejem—interrumpió Draco después de un momento.—Estoy esperando para abrir mi propio regalo de Severus, ¿sabes?
—Adelante—dijo Harry, saliendo del abrazo de Snape. Sin embargo, como le gustaba la sensación de que habían pasado algún tipo de obstáculo, se sentó junto a su padre en el sofá.
Junto a su padre. Harry se aferró a la frase para sí mismo mientras observaba a Draco sacar un marco de una caja. Solo un marco... sin hay pintura o fotografía dentro.
A diferencia de Harry, Draco no estaba desconcertado por el presente.—Genial—dijo, sonriendo alegremente a Severus.—Déjame pensar... ¿me mostrará lo que más quiero ver?
—Sostenlo contra una pared y descúbrelo.
Cuando Draco lo hizo, el cuadro se llenó con una vista del prado a fuera.—Es para ayudarme a soportar aún más meses de estar confinado en las mazmorras—supuso Draco.—Muestra lo que sea que esté a nivel del suelo en el exterior de una pared.
—A veces—murmuró Snape.—Sin embargo, si te concentras, creo que encontrarás que puedes ver cualquier parte de los terrenos.
La sonrisa de Draco se volvió torcida.—Oh, bien. Podré averiguar quién está besando a quién en el jardín de rosas...
—Conociéndote como te conozco, Draco—dijo Snape arrastrando las palabras,—tomé algunas precauciones. El marco no te mostrará a ninguna persona, aunque puedes ver al calamar gigante a tu gusto.
—Oh, gracias , Severus—respondió Draco, las palabras un poco sarcásticas. Pero su sonrisa seguía igual de encantada... y torcida. Harry tenía la sensación de que Draco intentaría manipular el marco tan pronto como pudiera. Aunque Snape probablemente había pensado en eso, así que Harry no estaba demasiado preocupado.
—Harry, este es para ti—comentó Snape. Ahora que el chico estaba más cerca, Snape invocó el regalo y simplemente se lo entregó a Harry.
—De Hermione—dijo Harry, leyendo la etiqueta. No estaba encantado como todos los demás, y el papel de regalo tenía ese brillo opaco que significaba que había venido de una fábrica muggle.
—Déjame adivinar. ¿De Granger?... Un libro—intervino Draco irónicamente.
El tono del otro chico puso nervioso a Harry.—Tal vez debería abrir esto más tarde—murmuró en voz baja a Snape.—Quiero decir, dudo que le haya enviado algo a Draco, así que...
—Oh, por favor , no soy tan inmaduro como para todo eso—interrumpió Draco.—Ábrelo. Me gustaría ver qué cree Granger que necesitas. Porque apuesto a que eso es lo que hizo, Harry. Sería muy propio de ella ignorar lo que sabe que quieres, a favor de lo que cree que necesitas.
Harry tenía el presentimiento de que Draco iba a tener razón. Eso sería muy Hermione. Harry estaba sorprendido de que Draco supiera tanto. Por otra parte, él había estado allí para escucharla balar como una oveja sobre cómo sabía más que Harry sobre si Snape sería un padre decente.
Era un libro. No era demasiado sorprendente, teniendo en cuenta que era Hermione, pero este no era un libro cualquiera.
—Oh, no—murmuró Harry consternado, colgando la cabeza sobre el libro en su regazo.—Hermione...
—¿Puedo?—preguntó Snape, esperando hasta que Harry asintió débilmente para sacar el libro.—Trauma adolescente: el camino hacia la recuperación—leyó el título en voz alta.
—¡Oh, querido Merlín, es el libro, ese libro muggle que compraste cuando querías asegurarte de que Harry superara Samhain!—estalló Draco.—¡Qué regalo tan grosero! Feliz Navidad, Harry. Por cierto, creo que estás loco y necesitas una intervención seria—dijo, imitando el habitual tono de sabelotodo de Hermione.—Primero Weasley trata de hechizarte solo porque por fin tienes un padre, y ahora esta usa la Navidad como pretexto para lanzar otra de sus pequeñas excavaciones sobre cómo solo te gusta Severus porque has perdido la cabeza. Sinceramente, Harry, tienes los peores amigos de los que he oído hablar, y considerando que he pasado más de cinco años en Slytherin, ¡eso es decir algo!
—Ron no iba a hechizarme—dijo Harry, repentinamente exhausto.—No lo haría, ¿de acuerdo? Y Hermione solo está tratando de ayudar. Estoy seguro de que no sabe lo grosero que es este regalo.
—Bueno, cuando llegue su cumpleaños, ¡solo espero que le compres una edición de diez volúmenes de Los cerebros no lo son todo: cómo hacer y mantener amigos!
—Sin ofender—tuvo que decir Harry,—pero tú mismo no eres un experto en ese tema.
—Creo que nos estamos alejando un poco del espíritu de la temporada—dijo Snape antes de que Draco pudiera replicar.—Harry. Tienes otros regalos de tus amigos. Albus los trajo aquí. ¿Por qué no los abres un poco más tarde?
Buena idea, considerando cómo el regalo de Hermione había enfadado a Draco. Sin embargo, a pesar de todo, Harry no pudo evitar preguntar:—Um... ¿había algo para mí de, er, Ron?
—No—admitió Snape, sus ojos entornados mientras estudiaba a Harry.
—Bien—dijo Harry, ignorando el giro brusco que le dio su corazón. No había esperado nada, no realmente. ¿Eso cambiaba algo? No... supuso que no.
Al menos Draco tuvo la decencia de no decir te lo dije.
—Bueno, eso solo deja el mío, supongo—dijo Harry, levantándose para pescar entre los regalos restantes. Vio etiquetas mágicas mientras lo hacía: Neville, Ginny, Colin & Dennis, Parvati... en realidad, los compañeros de casa que nunca antes le habían dado más que una tarjeta estaban siendo terriblemente generosos. Se preguntó si tenía que ver con la solidaridad de Gryffindor, con sus amigos tratando de ayudarlo a superar este mal momento con Ron.
También hubo un regalo de Dudley, el papel de regalo muggle con una escena navideña hogareña con una familia reunida alrededor de un fuego crepitante. Harry lo miró fijamente, preguntándose si Dudley recordaría Navidades anteriores así... o si estaba diciendo que Harry finalmente tenía una familia real, ahora.
Lo más probable, decidió Harry, era que la señora Figg había envuelto el regalo.
—Está bien, aquí estamos—dijo cuando vio el papel que había usado para envolver sus regalos a los demás. En su pedido de lechuza, había especificado papel de regalo y cinta, y se sorprendió cuando recibió un papel granate brillante con una snitch dorada corriendo locamente por toda su superficie. Aún más extraño... cuando cortó el papel para envolver los regalos por separado, la snitch se había duplicado para que cada paquete tuviera una. Lo más impresionante de todo fue que, después de envolver las cajas y agregar la cinta dorada, la snitch también comenzó a volar sobre la cinta... ¡cambiando su color a carmesí cada vez que flotaba sobre el oro!
El recibo que vino de la tienda decía, Estimado Sr. Potter, Le agradecemos su patrocinio. Nos complace proporcionarle un papel de regalo único en su clase, encantado personalmente para usted. Si podemos serle de ayuda en el futuro, no dude en enviarnos una lechuza.
Cómo una tienda en Londres sabía que él jugaba d Buscador era una buena pregunta. ¿El Profeta realmente había mencionado eso? Hmm, probablemente, cuando Harry usó su Saeta de Fuego en la Primera Prueba. Aparentemente, la tienda no había escuchado lo último, que él estaba fuera del equipo de Quidditch en estos días. O tal vez lo habían hecho, y estaban siendo educados.
Harry le entregó una caja del tamaño de su puño a Draco y otra un poco más grande a Snape.
—Después de ti—el Maestro de Pociones cortésmente aplazó.
—No puedo imaginar lo que me darías—murmuró Draco, lanzando una rápida mirada a Harry.
—Oh, soy tan malo como Hermione—admitió Harry.—Te conseguí lo que pensé que necesitabas. En realidad, no tenía muchas opciones ya que realmente no sabía nada de lo que pudieras querer. Quiero decir, tienes todo lo que quieres.
—Te lo dije—Draco se rió de eso.—Esmeraldas. Diamantes. Escobas de carreras.
—Pero tú tienes todos esos—se rió Harry. También era cierto. Al menos, él pensó que lo era. Harry no sabía nada de gemas, pero estaba casi seguro de que los botones de algunas de las camisas de Draco estaban hechos de piedras preciosas. Y eso sin contar el anillo que a veces usaba en su dedo medio...
—Buen papel—dijo Draco, dándole la vuelta al regalo en su mano. Había roto con sus regalos anteriores, pero este parecía estar tratando con un poco más de reserva. De hecho, tiró de un extremo de la cinta, desplegando lentamente el arco... pero luego con una floritura, lo soltó de repente y gritó:—¡Lo tengo!
Harry notó que la cinta ahora tenía una snitch carmesí volando frenéticamente de arriba abajo.—Oh, muy bien—aprobó.—Ciento cincuenta puntos para Slytherin.
—Ojalá—Draco suspiró suavemente, pero luego estaba arrancando el papel, su estado de ánimo mejoró cuando vio una pequeña caja de joyería cubierta de terciopelo. La abrió y sacó una cadena de plata con un amuleto verde azulado colgando del extremo. Sosteniéndolo frente a sus ojos, Draco estudió el disco turquesa plano, luego asintió a Harry y colgó el collar alrededor de su cuello. Metió el amuleto debajo de la blusa de su pijama para que descansara contra la piel.
—Muy bien—dijo.—Muy bien, Harry. Especialmente considerando que tuviste que haberlo ordenado antes de que hubiéramos resuelto todo.
—Oh, ¿así que sabes que se supone que la turquesa imparte cierta protección al usuario...?
—No se supone, Harry, lo sé. ¿Sabías que también representa la amistad?
Harry se mordió el labio.—No, en realidad no sabía eso. Pero... entonces está bien—Se le ocurrió otro pensamiento.—Si estás tan seguro de que la turquesa tiene este efecto protector, ¿por qué no lo habrías tenido mucho antes?
Draco se rió.—Ah. Bueno, en ciertos círculos se considera una forma de magia bastante bárbara. La mejor turquesa proviene del Tíbet, ya sabes, y la hechicería asiática no se parece en nada a la europea. Mi padre no lo aprobaba.
—¿Y tú lo haces?
El chico Slytherin pareció pensar en eso.—Bueno, es demasiado para los sangre pura británicos practicar todas las Artes Oscuras que pueden usar con sus varitas y luego llamar incivilizado a un pedazo de roca, siempre pensé.
Harry asintió.—Um, se supone que se vuelve más azulado cuando estás en peligro. ¿Tal vez deberías ponerlo donde puedas verlo?
—Lo sentiré cambiar—le aseguró Draco.—Puedo sentirlo zumbando agradablemente ahora mismo. Bastante bien. Gracias, Harry.
—De nada—El chico giró en el sofá para encarar a Snape.
—De alguna manera dudo que atrape la snitch antes de que desenvuelva esto—murmuró el maestro de pociones mientras usaba una uña para cortar cuidadosamente el papel y la cinta. La caja del interior contenía varias docenas de trozos del mejor regaliz negro de Honeydukes.
—Ah, te acordaste. Muy considerado, Harry—dijo Snape con una breve sonrisa al chico.
Harry realmente no sabía cómo decirlo. Ahora que había llegado el momento, esperaba no estar siendo irremediablemente estúpido en todo. Pero era lo que Snape había dicho que quería, y más que eso... probablemente era lo que Harry necesitaba también. Por extraño que parezca.
Tragó saliva y se aclaró la garganta que de repente se volvió áspera.—Um, profesor. El regaliz es solo algo que le agregué porque sabía que le gustaba. Pero su verdadero regalo...—Harry apartó la mirada y su voz se convirtió en un susurro.—Está debajo del pañuelo, señor.
Alzando una ceja, Snape empujó el regaliz a un lado y deslizó sus dedos debajo del papel de seda verde arrugado, luego emergió con una pequeña llave.
Los ojos de Draco se abrieron completamente.—Oh, dulce Merlín, ¿le estás dando toda tu bóveda?
—No—dijo Harry brevemente, deseando que Draco no hubiera dicho eso. Snape no pensaría que eso era lo que estaba haciendo, ¿verdad? El corazón de Harry comenzó a latir a un ritmo doloroso dentro de su pecho, y no era porque tuviera miedo de perder su dinero. Eso no era todo. Simplemente no quería que Snape pensara que era un completamente descerebrado, haciendo algo como esto.—Hay una nota—admitió, contento ahora de haber incluido una. No creía que pudiera explicarlo. No coherentemente, de todos modos. Especialmente no con las bolsas de dinero Malfoy escuchando.
Snape sacó un trozo de pergamino de la caja. Sus labios formaron una línea delgada y recta, lo leyó sin comentarios. Harry prácticamente se encogió, deseando sonreír o algo así. ¿La nota no explicaba las cosas lo suficientemente bien? Había pasado por una cantidad ridícula de borradores para hacerlo bien. No era elocuente, y probablemente carecía de conectores, pero por todo eso, estuvo bien.
Solo esperaba que Snape también pensara lo mismo.
Querido profesor Snape, decía:
¿Tomarías esta llave y la guardarías en algún lugar seguro para mí hasta que crezca y esté solo? No hace mucho me dijiste que eso era lo que "realmente te gustaría", y después de pensar en todo lo que habíamos discutido, me di cuenta de que era una buena idea. Verás, te dije una vez que no sabía cómo ser el hijo de nadie, y aunque eso probablemente siga siendo cierto, sé una cosa que no sabía entonces. Tú sí sabes cómo ser padre. En realidad eres muy bueno en eso.
Quiero ser tu hijo, de verdad quiero. Pero parece que hasta ahora, en realidad solo he estado diciendo que lo soy. En realidad no lo he estado siendo. Y ahí es donde entra el dinero. Estoy tan acostumbrado a cuidar de mí mismo. Pero al hacer eso, siento que me perdí una gran parte de la vida, y mientras siga siendo un "adulto casi independiente", como dices, nunca sabré lo que me estoy perdiendo. Pensaste que ni siquiera me di cuenta de que se suponía que debías apoyarme, pero me doy cuenta de eso. Simplemente estaba fuera de mi alcance, si es que eso tiene sentido. Pero ahora creo que no.
Asi que... ¿Tomarías esta llave y la guardarías en algún lugar seguro para mí hasta que crezca y esté solo?
Con el más profundo respeto,
Harry James Potter
Harry sabía a ciencia cierta que Snape no era un lector lento, por lo que el tiempo que tomó la nota significaba que la estaba leyendo varias veces. Finalmente, sin embargo, levantó la vista, sus ojos eran tan oscuros e inexpresivos como nunca los había visto Harry. Como túneles interminables, esos ojos.
Excepto que ahora, Harry no asumió que eso significaba que Snape no tenía sentimientos. En realidad, pensó que significaba que el hombre estaba ocultando sus sentimientos.
—Harry—dijo Snape al fin, su voz áspera mientras miraba a los ojos de Harry.—Esto está... bien hecho de tu parte, pero no es necesario. Me preocupa que estés tratando de complacerme. ¿No te das cuenta...?—Los túneles en sus ojos se inundaron de emoción. Fue enmascarado en un momento, no más que un vistazo fugaz de algo profundo, pero Harry lo había visto. Eso fue todo lo que importaba.—Ya me complaces, con defectos y todo.
—Gracias—susurró Harry, manteniendo sus miradas fijas, por difícil que fuera. Quería huir y esconderse. Eso sería más fácil que toda esta necesidad, toda esta emoción cruda. Pero esa, intuyó, no era la forma de curarse, de tener lo que siempre había anhelado, lo que pensó que nunca llegaría a tener.—Pero no estaba tratando de complacerte, de verdad. Quiero decir, bueno... Pensé que lo haría, ya sabes. Dijiste que lo haría. Pero eso fue porque estabas pensando en mí. Sabía que no querrías la llave para ti, tú la querías para mí.
Snape negó con la cabeza.—Nunca la quise en absoluto. Si recuerdas, dije que me gustaría que la guardaras en un lugar seguro.
—Oh, cierto—murmuró Harry, apartando la mirada, finalmente.—Lo sé. Pero esa es la cosa, señor. Quería que lo guardara y no lo usara hasta que fuera realmente un adulto, pero no estoy seguro de poder manejar eso. ¿No lo entiende? Desde que tenía once ¡He tenido que manejar mis propias necesidades financieras! No creo que pueda dejar que usted las maneje a menos que tenga que hacerlo, y no tendré que hacerlo a menos que no tenga mi llave, y realmente quiero saber lo que es tener a alguien que maneje cosas así por mí—Se tragó un suspiro, preguntándose si sonaba tan completamente estúpido para los demás como lo hacía para sí mismo.
Draco ciertamente parecía pensar que no sonaba demasiado inteligente.—Es solo una bóveda, Harry—intervino, ignorando la mirada de advertencia de Snape para que no se metiera.—Yo también he tenido mi propia bóveda desde siempre.
—Mira, sé que tienes tus propios problemas, pero no son los mismos que los míos—explicó Harry con cansancio.—No fuiste criado por personas que constantemente te decían cuánto les molestaba gastar dinero en ti. No tuve una infancia, ¿de acuerdo? Quiero una ahora, y si tiene sentido para ti o no, ese dinero es la manera.
Snape extendió un trozo de caramelo negro.—Toma un poco de regaliz—dijo, extrañamente recordándole a Harry a Remus y su obsesión de que el chocolate soluciona cualquier cosa. No es que Remus realmente pensara eso. Parecía así, a veces.
—Agradezco el regalo, Harry—dijo Snape, pero como la llave todavía estaba donde la había dejado, encima de un pañuelo de papel, Harry no sabía a qué se refería.
—¿El regaliz?
—La confianza.
Harry arrancó un bocado de regaliz y asintió. Así que eso era todo, entonces. Ningún discurso florido, pero no esperaría uno de Snape.—Pero ya confiaba en ti. Estoy seguro de que lo sabes— señaló.
—Sí. Esto, sin embargo...—Snape tocó la nota que Harry había escrito, y metiendo la mano debajo de su suéter, la deslizó en el bolsillo de su camisa. La llave siguió en su sitio.—Esta es la confianza hecha realidad.
—Sí—murmuró Harry. Ahora que había terminado, ya estaba nervioso. Casi lamentándolo. Esa llave había sido una fuente de seguridad para él durante más de cinco años. Por muy mal que se pusieran los Dursley, Harry sabía que tenía opciones. Elecciones. Una salida si alguna vez no podía soportarlo más.
Y ahora todo eso se había ido.
Ahora, todo lo que tenía era Snape.
Pero eso es todo lo que debería necesitar, ¿verdad? El hombre era su padre, lo había sido por un tiempo ya. Harry sabía que era verdad, sabía que era legal, sabía que era real, pero de alguna manera, no se había sentido tan real como debería.
Snape tenía razón, pensó Harry. Simplemente no sabía cómo ser el hijo de nadie. Pero iba a aprender. Iba a aprender por experiencia, como había dicho su padre.
Y nada tan estúpido como el dinero se interpondría en su camino.
Armándose de valor a pesar de que no tenía miedo alguno de ser rechazado, Harry se acercó a su padre y le dio un rápido abrazo. Extraño... fue más difícil que la última vez, pero, de nuevo, esa había sido espontánea. Este, sin embargo, era más importante. Estaba sellando algo.
—Feliz Navidad, señor—dijo Harry cuando se apartó.
—Ciertamente lo es—respondió Snape, sus ojos oscuros una vez más insondables. Sin embargo, justo por todo eso, Harry podía decir que su padre quería decir cada palabra.
Siguiente capítulo: Diez mil veces (qué significará? uhh)
QUE BONITO POR FAVORRRR. No os emocionéis, aún queda mucha historia por delante, y con ella más problemas, muajajsja.
ESTE ES EL CAPÍTULO 50 NO ME LO CREO¡! Y LOS QUE FALTAN, UHHH
(Me da que ya recomendé esta canción, pero es mi canción fav de Navidad, so...):
https://youtu.be/hi5LTXsAmZU
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top