O2O;; Saberlo todo
Capítulo O2O: Ensoñación
Para cuando Remus se despertó, Harry le había escrito una carta a Hermione y otra a Ron, dejándolas sin sellar para que no tuviera que usar otro sobre en caso de que Snape quisiera leerlas. No había pedido hacerlo de nuevo, no desde la primera carta de Harry desde Grimmauld Place, pero no todas las noches Harry veía la Marca Tenebrosa cobrar vida, ¿verdad?
No había dicho nada en absoluto sobre eso, por supuesto, lo que lo dejó en un pequeño dilema. ¿Qué debería escribir a sus amigos? No podía decirles que se estaba llevando mejor con Snape. Ron no solo pensaría que se había vuelto loco; información como esa haría que mataran a Snape si la carta caía en las manos equivocadas. Lo mismo ocurre con explicar cuánto mejor le fue en Oclumancia este año y lo bueno que se estaba volviendo en eso. Probablemente ni siquiera debería mencionar quedarse en la casa con Remus, se dio cuenta. Todo lo que tuviera que ver con un miembro de la Orden era mejor mantenerlo en secreto.
Al final, Harry se conformó con una larga descripción de Sals y lo divertido que era tener charlas con una serpiente. Preguntó sobre su Halloween y cómo iban las clases, y trató de no parecer demasiado preocupado.
Pero estaba preocupado. Por Snape.
Harry salió de la habitación de Remus cuando su maestro comenzó a moverse y, a falta de algo mejor en lo que ocupar su mente, preparó un desayuno que enorgullecería a un elfo doméstico. Cocinar no estaba tan mal, de verdad. No cuando tenías a alguien agradecido por comer los resultados, claro.
—Necesitamos el Profeta.—fue lo primero que dijo cuando Remus apareció después de la ducha.—Quiero saber si hubo algún ataque de Mortífagos anoche.
—No creo que debas leer sobre ellos, si los hubiera.—respondió Remus, sirviéndose un plato lleno de tortillas, salchichas y huevos fritos.
Harry no estaba dispuesto a dejarse intimidar tan fácilmente. Dejó el tenedor en la mesa con un golpe seco.—No soy un niño, Remus. ¡Tengo que saber qué estaba haciendo Snape anoche!
Remus también bajó el tenedor, aunque con más suavidad.—No eres un niño, no. Pero tampoco eres un adulto, y ciertamente no eres el guardián de Severus. Todo lo que tienes que saber es que anoche él estaba haciendo todo lo posible para ayudar a la Orden a ganar esta guerra. No te corresponde a ti juzgarlo, sea lo que sea que haya tenido que hacer.
Harry rechinó los dientes.—Lo averiguaré tarde o temprano. ¡Será mejor que me consigas el periódico, como te pedí!
—Me sorprende que creas una palabra escrita en el Profeta.—amonestó Remus.—Ciertamente no creo lo que leí sobre ti.
—Bueno, ahí está.—refunfuñó Harry, aunque apenas se apaciguó.—No es más que un portavoz de Fudge y sus compinches. Sin embargo, han estado informando sobre la actividad de los Mortífagos. Al fin.
—Harías mejor en concentrarte en el trabajo de tu varita que preocuparte por lo que podrían incluir las responsabilidades de Severus.
—El trabajo con mi varita es inútil y lo sabes.—Harry tomó un gran trago de zumo de naranja, preguntándose si Snape notaría un par de centímetros menos en la botella de whisky. Podría echarlo en algo como zumo, ¿no? Remus nunca lo sabría. Hmm, bueno, tal vez lo haría, con ese sentido del olfato que acompaña a los hombres lobo.
—Sí que parece que necesitas algún tipo de catalizador.—admitía Remus.—Pensé que concentrarte en pensamientos alegres lo haría.
—No lo hará.
—Estoy empezando a aceptar eso.—reconoció su maestro en voz baja.—¿Tienes alguna idea, Harry? ¿Algo?
Sorprendido de que Remus hubiera preguntado, Harry lo pensó detenidamente mientras comía. —Hmm. ¿Sabes cómo casi todo el mundo piensa que la lengua pársel es un signo de un mago oscuro? Bueno, estoy empezando a pensar que mis sueños también son bastante oscuros. No tanto las partes del pasado, sino las referentes a mí. Sin embargo, no sé si la Oclumancia es una habilidad estrictamente oscura. Hmm, tal vez lo sea para mí. La imagen que mejor me funciona es la que Snape asocia con la muerte y la destrucción.
Remus tomó un sorbo de té.—¿A qué quieres llegar?
—No lo sé. Simplemente parece que...—Harry se encogió de hombros.—No sé, en realidad, solo que todo lo que puedo hacer ahora parece... bueno, no oscuro, no exactamente. Pero otros magos lo verían de esa manera. ¿Qué crees que deberíamos intentar ahora?
—Creo que deberíamos probar un helado de Florean Fortescue.—respondió Remus.—Y no digo eso porque crea que eres un niño, Harry. Solo necesitas un descanso de esta horrible casa. Puedo ver por qué Sirius la odiaba tanto.
—Sí, yo también.—murmuró Harry.—No me gusta estar aquí. A veces creo que ni siquiera quiero la casa, aunque es útil para la Orden. Me pregunto si debería aceptarla siquiera. No es que sea oficialmente mía, todavía, con la muerte de Sirius siendo... tan problemática. Quiero decir, ¿se ha declarado realmente? ¿Legalmente?
—Tendrías que preguntar en el Ministerio de Magia, o preguntarle a Albus. Él lo sabrá.
—Ha vuelto a su viejo truco de ignorar mi existencia.—señaló Harry.—Sabes, antes cuando estaba en la enfermería, él se tomaba el tiempo para venir a verme. Hablábamos. Cuando estaba en San Mungo, no se molestaba en enviarme un solo mensaje. Y nada desde entonces.
—Severus lo mantiene informado, Harry.
—Apuesto a que a ti también.
Remus tuvo la gracia de mirar hacia otro lado.—Es necesario.
—Lo sé.—admitió Harry.—Pero no le mataría preguntarme cómo estoy él mismo. Pero, ¿sobre el helado? Suena bien, pero será mejor que no salga de casa.
—Por supuesto que será mejor que no.—estuvo de acuerdo Remus.—No lo estaba sugiriendo en serio. Y en cuanto a lo que deberíamos intentar a continuación acerca de tu magia... No lo sé, Harry.
—Yo tampoco,.—suspiró Harry.—Mira, tomemos un descanso hoy. Lee tu libro de lobos o algo, y trataré de leer los Volúmenes Uno al Diez de las notas de clase que Hermione me ha estado enviando.
—No creo que consideres el estudiar como un 'descanso'.—observó Remus.
—En comparación con las horas que gasto con hechizos y encantamientos que no funcionan, lo es. Y una cosa más, Remus. ¿Puedes por favor dejar de pensar que voy a romperme por la mitad si haces un poco de magia en frente de mí? No soy tan frágil, ¿de acuerdo? Y estoy harto de lavar los platos a mano. ¿Qué tal un poco de Scourgify en esa sartén y un poco de Lavare esparcido por todas partes?
Remus parecía reacio, pero limpió la cocina con unos pocos movimientos de su varita.
—Bien.—le agradeció Harry, y subió las escaleras para leer algunas de esas notas.
Snape llegó por la red Flú a última hora de la tarde, pero Harry no lo supo tanto hasta que una mano lo sacudió para despertarlo.
—¿Qué?—gruñó, girándose sobre su espalda, esperando ver las facciones amistosas de Remus. En cambio, miró a un rostro que solía considerar duro y amenazador. Ahora, a pesar de todos los ángulos crueles que formaban parte del rostro de Snape, el efecto general no era de amenaza, no para Harry.
Pero aún así, no pudo evitar preguntarse qué tipo de crueldad y amenaza había perpetrado el hombre la noche anterior. Le ponía enfermo incluso pensar en ello, pero tenía que saberlo. Harry miró hacia otro lado, incapaz de mirar a Snape a los ojos cuando preguntó:—Er... ¿estás bien hoy?
—¿Qué estabas soñando?—Snape respondió, eludiendo la pregunta.—Estabas gritando como un poseso.
Harry se frotó las sienes, tratando de recordar. Normalmente no tenía ningún problema para recordar sus sueños de vidente, como los había nombrado, pero por supuesto, normalmente no estaba obligado a despertar en medio de ellos.
—Um, no lo sé.—finalmente tuvo que responder.—Pero mi cicatriz no duele, así que probablemente no importe.
—Lupin y yo acabamos de discutir sus sueños, Sr. Potter, y ambos creemos que son muy importantes.—respondió Snape, apartando su túnica a un lado mientras se sentaba en el borde de las arrugadas sábanas.—Todavía tenemos que determinar cuánto importan. Así que piénselo mejor.
Harry lo hizo, pero eso no ayudó.—Tal vez si me dijeras lo que estaba gritando, eso ayudaría.
Snape lo miró fijamente, sus ojos oscuros perturbados.—No puedo repetir tus palabras ni interpretarlas. Estaban en pársel.
Ahora Harry era el que miraba.—¿Estaba gritando en pársel? No pensé que eso fuera posible. Quiero decir, realmente tienes que silbarlo; es difícil silbar un grito...
Se interrumpió porque Snape lo estaba mirando con esa expresión que reservaba para balbuceos particularmente tontos, como los llamaba el Maestro de Pociones.
—Está bien, lo siento, no lo sé.—terminó Harry.—No puedo recordar.
—¿En qué estabas pensando mientras te dormías?—Presionó Snape, esos ojos negros taladrándolo, ahora.
—Um, encantamientos, sobre todo. Estaba leyendo las notas de Hermione.
La primera respuesta de Snape a eso fue una expresión de disgusto. Harry no sabía si eso era porque se suponía que no debía dedicar su atención al trabajo de clase, o si era solo un desdén general por Hermione.
—¿Y antes de eso, Sr. Potter?
—¿Qué pasa con el Sr. Potter? —Desafió Harry, nervioso, pero no tanto por el nombre como por lo que había estado pensando.—¡No me has llamado Harry desde que llegaste aquí!
—Ya que vengo de dar una clase, eso no debería sorprenderte.—respondió secamente Snape. —Ahora, responde mi pregunta, Harry. ¿En qué estabas pensando antes de dedicar tu valioso y mejor gastado tiempo a las enciclopedias que la señorita Granger se siente obligada a copiar?
—Bueno, si debes saberlo.—Harry estalló.—¡Estaba preocupado de que estuvieras en esa reunión! ¡No tenía nada que ver con la lengua pársel!
—Preocupado por mí.—repitió Snape.—Harry, he resistido los ataques del Señor Oscuro antes.
Harry palideció, recordando su propia experiencia en manos de Voldemort. Sin pensar, colocó una mano sobre la manga de Snape.—Cruciatus , ¿quieres decir?
En lugar de alejarlo, Snape cubrió la mano de Harry con la suya.—Me refería a Legemerancia, pero estoy familiarizado con el otro hechizo.
Harry tragó, odiando la idea de eso, odiando aún peor lo que iba a preguntar a continuación. Pero tenía que saberlo, simplemente tenía que preguntar. Remus tenía razón sobre la ambivalencia, pensó. Confiaba en Snape, o al menos pensaba que lo hacía... o tal vez era más un caso de querer poder. Realmente queriendo poder confiar en él.
Harry de repente sacó su mano de debajo de la de su maestro, decidiendo que no podía soportar seguir viéndolo día tras día, preguntándose todo el tiempo qué horrores había hecho el hombre en Halloween. Estaba cansado de que todos le ocultaran secretos, cansado de que ellos decidieran lo que necesitaba saber.
—Estaba preocupado por ti porque me preocupaba lo que estabas haciendo.—aclaró Harry, levantándose de la cama para caminar por la habitación en calcetines.—¿Voldemort mandó a sus mortífagos para atacar a los muggles? ¿Nacidos de muggles? ¿Mestizos como yo?
—Según mis cálculos, no eres un mestizo. Tus padres eran mágicos.
—Sí, bueno, mi madre era nacida de muggles, como bien sabes, así que yo tampoco soy exactamente un purasangre.—explicó Harry con fuerza.—¿Entonces qué pasó anoche?
Snape juntó las manos y permaneció sentado en la cama.—Todo lo que necesitas saber ha sido informado en el Profeta.
—Remus no me deja tenerlo.—replicó Harry, la ira se agitaba dentro de él.—Y prefiero escucharlo de usted, de todos modos. ¿Hubo un ataque, profesor?
—Sí.
Harry dejó de caminar.—¿Qué pasó?
—¿Qué crees que pasó, niño idiota?—Snape cuestionó, tonos suaves subyacentes a palabras duras.—Los nacidos de muggles no tenían ninguna posibilidad, al igual que la bruja mestiza que vino a tratar de ayudarlos.
Los dientes de Harry empezaron a castañetear.—¿Fue al menos rápido?
La voz de Snape se volvió cáustica.—No, no fue rápido . ¿Dónde está tu mente hoy? Nunca es rápido. ¿De verdad quieres escuchar los detalles repugnantes?
No quería, de verdad que no, pero quería escuchar a Snape relatarlos, para poder estar seguro de que el hombre estaba realmente enfermo.
—Sí.
—Eres incluso menos Gryffindor de lo que pensaba,.—gruñó Snape.—¿No quieres aferrarte a tus reconfortantes ilusiones? ¿Creer que el mundo es un lugar en el que el derecho triunfa sobre el poder?
—No.—respondió Harry, y cuando parecía que Snape todavía no se lo diría, agregó.—¿Cómo diablos se supone que voy a derrotar a Voldemort a menos que sepa todo lo que hay que saber?
—¡Saber cosas como las que podría decirte no te ayudará a derrotarlo!
—¡Déjame ser el juez de eso!
—¿No se te ocurre,—susurró Snape con dureza—que no quiero describir la reunión una vez más? ¡Ya lo he hecho una vez, por Albus!
Harry lo fulminó con la mirada.—Tengo que saberlo. ¿No lo entiendes?
Snape apretó los puños.—Que así sea, entonces. En caso de que no lo supieras, el Señor Oscuro se nutre de la tortura.—escupió.—Esta vez, era una familia de nacidos de muggles que intentaban esconder su magia en una aldea muggle en Cheshire. El Señor Oscuro se sentó como un rey en un trono y vio como un Cruciatus era lanzado contra el hijo, más o menos de tu edad, hasta que él mismo se arrancó puñados de pelo. Los padres también tuvieron que mirar, y luego bajo Imperio lo patearon hasta que cada una de sus costillas se partió por la mitad. Fue más o menos en ese momento que apareció la joven bruja, seguramente con solo un año de educación mágica en su casa, pero no hay duda de que habría sido seleccionada para Gryffindor. Valiente y tonta, todo a la vez.
Los labios se curvaron ante el recuerdo, Snape detalló en tono gélido.—Ella fue pasada por ahí, al igual que la esposa, a quien el Señor Oscuro liberó de Imperio para que ella pudiera entender el horror total de luchar en vano. ¿Realmente necesitas escucharlo? ¿necesitas saber lo que le hicieron a estas mujeres a manos de más de quince hombres vengativos y enfadados? ¿de los hombres que creen que sólo los sangre pura son totalmente humanos? Tal vez estés satisfecho al saber que después las voces de las mujeres solo gritaban y pedían por su muerte, el Señor oscuro ¡las destripó! ¡Mientras estaban vivas!
Algo horrible y repugnante subió a la garganta de Harry. Con náuseas, y ambas manos presionadas en su estómago, lo obligó a bajar.
—¿Suficiente?—Snape se burló, elevándose sobre él.—Hay más, si aún necesitas saberlo todo. Aún no he divulgado lo que le sucedió al hombre, o al niño al final, o cómo la Legemerancia puede terminar siendo las Artes Más Oscuras cuando la usas para forzar a tus víctimas a lo que más teme en todo el mundo...
—Suficiente.—Harry finalmente encontró una voz para responder.
—¡Debería serlo!—rugió su maestro.—Es suficiente con el simple hecho estar allí, ¡que debo hablar de ello a la Orden! ¡Yo no deseo volver a vivir esa experiencia para su placer de escuchar, también!
Harry nunca estuvo seguro, en realidad, de dónde había encontrado el valor, pero se escuchó a sí mismo haciendo la pregunta que lo había perseguido desde que había visto a Snape corriendo a la llamada de Voldemort.—Entonces, ¿qué partes de todo eso hiciste?
Las cejas de Snape se juntaron, su expresión atónita.—¿Qué te preocupa de eso?
—¡Todo! ¡Me preocupa todo!—Harry gritó, desesperado por saber.—¡Te dejé entrar en mi mente! ¡Confié en ti!
—Sabías que estaba a su servicio como doble agente.—fue la fría respuesta de Snape.—Si la idea de lo que eso implica te ofende , entonces no deberías exigir saber qué sucede en una redada, ¿verdad?
—¡Responde mi pregunta! ¿Cuántos Imperdonables lanzaste? ¿Tuviste tu turno con las mujeres? ¿Fue tu varita la que las destruyó?
—Su audacia es increíble, Sr. Potter.—replicó Snape, su voz era aún más peligrosa ahora porque se había quedado en silencio.—Pero te responderé, ya que estás poseído por una necesidad tan ardiente de saber. Ninguno, no y no.
Harry tardó un momento en relacionar las respuestas a sus preguntas, y cuando lo hizo, se sintió invadido por una absoluta incredulidad.—Bien.—dijo arrastrando las palabras, indignado.—¿Qué quieres que piense, que permaneciste allí como un pilar de la virtud y moral, y Voldemort ni siquiera se dio cuenta? ¡Sé que tenías que estar haciendo esas cosas repugnantes junto con el resto de ellos!
—No sabes nada.—anunció Snape,—pero lo vas a averiguar. No porque quiera reivindicarme. No me importa nada lo que un cachorro de dieciséis años piense de mí. Tampoco me importa tu confianza sobre lo que crees que ocurrió. Pero le mostraré todo lo que sucedió, independientemente de eso. Por una razón, Sr. Potter.
Inclinándose, siseó al rostro de Harry.—Si tienes la edad suficiente para escuchar acerca de esas cosas, también lo eres para verlas. De hecho, insisto.
Con la túnica ondeando, se giró hacia la puerta, con una mano apretada haciendo señas a Harry para que lo siguiera.
Que alguien le pegue a Harry lpm.
YA FALTA POCO PARA EL MOMENTO CUMBRE Y DE MIS PARTES FAVORITAS AJJSAJJSAJ.
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