O29;; Mucho después de medianoche
(Recordar el capítulo anterior, esta es una continuación de lo último que ocurrió: Harry llamando por Severus a gritos en la enfermería, trauma psicológico, recordando su tortura, su magia descontrolándose... lo típico bueno.)
(Leer notita del final, por favor :3)
Capítulo 29: Mucho después de medianoche
Las ventanas del ala del hospital se rompieron en millones de pequeños fragmentos cuando las paredes de piedra se doblaron abruptamente y luego se enderezaron.
Y aun así Harry gritó, incluso cuando sintió otra enorme oleada de magia inundándolo, cubriéndolo y saliendo a través de su piel. Las paredes a su alrededor comenzaron a arder con una luz tan feroz y antinatural que Harry podía sentirla incluso si no podía verla.
El mundo comenzó a colapsar a su alrededor; solo sus gritos eran reales. Más allá de la desesperación, estaba suplicando, gritando frenéticamente, y esta vez, había más que un nombre para sus gritos. Snape. Ahora. Ahora. Ahora. Snape. ¡Ahora!
Una letanía, vertiéndose a través de su cerebro y sus dientes.
Luego, otros ruidos rompieron su frenesí, incluso mientras se agitaba, pateaba y alejaba todas las manos que iban hacia él. Escuchó el zumbido de un flú, y pasos sólidos que se acercaban a él, y una voz que reconoció gritando:—¡Harry!
Pero Harry no podía decir si Snape estaba llamando su nombre desde el interior del sueño, o justo al lado de su cama. Tampoco podía ver para averiguarlo. Se sentía como si la oscuridad lo consumiera, como si no fuera solo algo que lo rodeaba con un negro infinito; sino que estaba muy dentro de él, corriendo por sus venas, alojado dentro de su médula. El pánico se apoderó por completo de él, Harry convulsionó y gritó de nuevo, detrás de él un gemido horrorizado, podía sentir una tercera oleada de magia comenzando a acumularse en lo profundo de su ser, desde sus huesos hasta la boca...
—¡Harry, estoy aquí!—La voz volvió a sonar, más fuerte, cuando unos dedos fuertes le agarraron ambas manos y las apretó. Fuertemente. Había luchado contra las otras personas que se acercaban a él; se había agitado como un basilisco enfurecido, incapaz de soportarlo, gritando cada vez más fuerte cada vez que intentaban agarrarlo. Pero este toque era diferente. Una parte de él lo reconoció, a pesar de que el agarre era tan feroz que dolía. Eso no importaba. Todo lo que importaba era una cosa: este toque le devolvió la conciencia de sí mismo. Volvió a ser Harry, no un pozo de necesidad sin sentido que atacaba a todos con puños, voz y magia, todo a la vez.
Este toque calmaba su magia salvaje.
El agarre de Snape se niveló en el momento en que dejó de agitarse. Harry se sintió como si acabara de ser pisoteado, pero con las manos firmemente agarradas a las de su maestro, comenzó a calmarse. Al parecer, había estado respirando durante una eternidad por la boca; gritando tanto que se sentía seco por dentro. Finalmente la cerró, se pasó la lengua por los dientes, aspiró una bocanada de aire por la nariz y de inmediato olió algo tan desagradable y horrible que le hizo pensar que perdería todo lo que había comido.
No sabía si su rostro se había puesto rojo o si su gemido mareado lo dijo todo, pero Snape se dio cuenta del problema de inmediato.—¡Albus, mi túnica!—ordenó el Maestro de Pociones, con las manos aún entrelazadas a las de Harry.—¡Haz que desaparezca la poción! Y aplica un hechizo refrescante a mi ropa.
El aire cerca de él hormigueaba con magia, y cuando el horrible olor se desvaneció, Harry inhaló un aroma que había llegado a conocer en Devon. Su olor, bañado por hechizos y pociones hasta que no quedaba nada más que el olor limpio de su ropa y el del hombre dentro de ella. Para Harry, era un aroma que significaba cuidado y consuelo; avena tibia con mantequilla y agua con miel; y descanso en lugar de pánico, incluso cuando le dolían las heridas y el mundo a su alrededor estaba en una oscuridad infinita.
Harry aspiró profundamente el olor y se relajó aún más.
Recordó que Snape no había soltado sus manos. Harry flexionó los dedos, pero no para liberarlos. Solo quería sentir que el agarre estaba realmente ahí, que ahora estaba despierto y que ya no estaba en ese estado de medio soñar que había llegado a conocer tan bien en Devon.
Madame Pomfrey comenzó a regañar con su voz aguda y cantarina.—¿Alguien que me explique qué está pasando? ¡Esa magia que acaba de soltar! ¡Suéltalo, Severus! El chico no puede soportar ni un solo dedo cuando le aplico ungüento...
—Pero mira, Poppy—interrumpió la suave voz de Dumbledore.—Míralo.
Incluso sin ver, Harry podía decir que lo estaban mirando. Odiando la sensación de hormigueo en la parte posterior de su cuello, rodó hasta que pudo esconder su rostro contra el costado del torso de Snape, hundiendo su mejilla contra la suave camisa del hombre. Algodón... Algodón bien gastado y bien lavado, el tejido raído con la edad. Sería negro, pensó, y de manga larga para ocultar la Marca Tenebrosa. Harry frunció el ceño y se acercó a su maestro, preguntándose qué le pasaría a Snape ahora que la dura convocatoria de Voldemort tendría que ser ignorada.
—No es así como procede la recuperación de un trauma.—seguía insistiendo Madame Pomfrey.—¡Soy una Medi-Bruja entrenada, como bien sabes! Puede que Severus haya tenido las mejores intenciones, pero estuvo presente en los eventos, participó en ellos. Y ahora el Sr. Potter se aferra a él; Albus, esto no es saludable para el chico...
Afortunadamente, eso fue todo lo que Harry escuchó. Su voz se desvaneció por el pasillo donde Dumbledore la había llevado, gentil pero firmemente, sin duda.
Tan pronto como sus protestas se desvanecieron, Snape deslizó un brazo por debajo de los hombros de Harry y sin esfuerzo lo levantó para que el chico pudiera descansar una mejilla contra su pecho. Qué bien, pensó Harry. Casi había comenzado a asfixiarse allí, con la cara pegada al costado de su profesor.
Durante mucho tiempo después de eso, Harry permaneció en silencio, sumergido en la sensación de que alguien se sentó en silencio con él, alguien cuya presencia no le hacía sentir que tenía que hacer una demostración alegría y ser valiente. No era valiente, ahora no; tenía miedo de hablar. O tal vez era un caso de confusión, de no saber qué decir, o incluso cómo decirlo. Madame Pomfrey tenía razón, después de todo. Snape había estado allí, había ayudado a lastimarlo, o al menos, había permitido que otros lo hicieran. Pero no había tenido muchas opciones; Harry entendía eso, cuando pudo superar el recuerdo del dolor paralizante y pensar en las cosas de manera racional. Samhain... ese no era realmente Snape. Eso había sido un acto.
Después... eso era lo que importaba.
Después, cuando Harry se quedó aturdido y medio consciente, incapaz de recordar mucho de lo que había sufrido durante Samhain. Snape lo había abrazado y reconfortado, hora sí y hora también, sentándose a su lado, sosteniendo sus manos, dejando que Harry se apoyara en él y gritara cuanto quisiera. Su cuerpo lo recordaba, reconocía el consuelo, pensó. Su cuerpo sabía, al igual que la parte pensante de su mente, que Snape no era una amenaza. Extrañamente, el toque de su profesor era el único que podía soportar, pero más que eso, era un toque que quería. Anhelaba, incluso. Ahora que estaba siendo sostenido por él, se dio cuenta de que era como conseguir agua después de una eternidad de sed. Pero quizás eso no fuera tan extraño, después de todo. El toque de Snape fue la única cosa que se destacó de aquel horror, porque a Harry con ese simple toque en medio del infierno, le dio algo, alguien al que aferrarse y luchar. Antes de que se diera cuenta, se suponía que debía tener miedo.
Fue Snape quien finalmente rompió el silencio que los envolvía.
—¿Mejor ahora, Harry?
Harry asintió bruscamente, su mejilla rozó los pequeños botones duros de la camisa de Snape. Quería preguntar tantas cosas, pero cada una de ellas sonaba estúpida incluso para él. ¿Tienes que seguir odiándome? Realmente no vas a dejar de hacer mi poción, ¿verdad? ¿Por qué tuviste que ser tú quien me sujetara mientras ellos me torturaban?... Buscó algo mejor para empezar, algo que no hiciera que Snape se burlara de él y volviera con el Sr. Potter.
—¿Um, profesor? ¿Qué fue ese terrible olor?
El pecho de Snape se movía hacia arriba y hacia abajo a un ritmo lento y relajante mientras respiraba.—Poción Restauradora de la Vista. Creo que estás familiarizado con ella.
—Oh sí.—Harry se estremeció, pensando que casi preferiría quedarse ciego a seguir bebiendo ese sabor a regaliz podrido dos veces al día. Sin embargo, no dijo eso. Una parte asustada de él no podía soportar la idea de que Snape no le apreciase, no realmente, ya no. Se alejaría si Harry decía algo insultante, ¿verdad? Y Harry necesitaba que lo sostuvieran, incluso si su maestro solo estaba aquí porque había lanzado un ataque de gritos.—Olerlo era peor que beberlo.—se conformó con explicar.
—Lo sería.—remarcó Snape, quitando una mano de la de Harry y levantándola para descansarla muy suavemente contra la parte posterior de la cabeza del chico. Sus dedos se entrelazaron a través de las hebras, pero aparte de eso, no se movieron.—Estás hiper-sensibilizado porque está en tu sistema. Me tomó un momento darme cuenta; nadie más puede detectar el olor en absoluto.
—¿Estabas haciendo la poción de nuevo?
—La estaba haciendo, pero se derramó toda, niño idiota.—respondió suavemente Snape, tirando de su cabeza un poco más contra él mientras lo decía. Entonces se le ocurrió a Harry, por extraño que pareciera, que cuando Snape decía esa frase lo decía de manera... afectuosa, cariñosa incluso. En cierto modo, era triste, como si Snape nunca hubiera tenido a nadie por quien pudiera preocuparse, y realmente no supiera cómo hacerlo.
Aunque ahora que lo pensaba, este abrazo lento donde podía sentir los latidos del corazón del hombre a través de la tela ligeramente raída de la camisa... esto estaba bastante bien. Duraba bastante. Esa era la parte que preocupaba a Harry. ¿Y si Snape solo estaba siendo amable con él porque obviamente lo necesitaba? ¿Por que si no lo hacía, la magia salvaje de Harry podría atacar de nuevo?
—Lo derramé sobre mí cuando Albus conectó el Flú a mi laboratorio, y te escuché.—continuó Snape, su voz tranquila y práctica. Ni siquiera enfadado, ¿y cuándo no se había enfadado Snape por un accidente de pociones? Era extraño, pero Harry perdió la sensación de extrañeza mientras su maestro hablaba.—Poppy debería haberme hecho saber de inmediato que me querías, pero no creo que se haya dado cuenta de que estabas gritando mi nombre.—Pausó.—¿Fue una pesadilla, Harry?
Harry asintió con la cabeza, un pequeño sollozo desesperado se apoderó de su pecho, en algún lugar cerca de su corazón.—Debería estar acostumbrado a ellas.—murmuró, sintiéndose cobarde y avergonzado, para entonces. Estaba contento de que Snape hubiera llegado allí, y lo hubiera ayudado a detener esas horribles e incontrolables oleadas de magia violenta, por supuesto, pero aún así, había tenido pesadillas durante años y años.
—Esas no fueron tus pesadillas habituales, supongo.—respondió Snape, suspirando, sus dedos se movieron hacia abajo hasta que descansaron en la nuca de Harry. Comenzó a frotar las yemas de los dedos allí, en lentos y diminutos círculos que hicieron que los tensos hombros del niño se relajaran y finalmente cayeran.—Samhain, ¿verdad?
Harry negó con la cabeza y murmuró algo ininteligible, sus hombros se tensaron de nuevo, pero luego Snape dijo muy lentamente, como si se lo estuvieran quitando de encima.—También tengo pesadillas al respecto.
Harry levantó la mejilla, deseando poder ver la expresión de su profesor.—¿En serio?
Esta vez no hubo pausa antes de la confesión.—Sí.
Se sentaron un rato en silencio después de eso, probablemente porque, pensó Harry, ninguno de ellos necesitaba detallar en voz alta lo que había en sus sueños. Ambos lo sabían.
—¿Necesitas que diga cuánto lo siento, Harry?—Snape demandó abruptamente, su voz volviéndose fría.
—¿Perdón por las pesadillas?—Harry dijo sin pensar, pero luego su mente se puso al día.—¿O lo sientes porque estabas um... allí, con ellos?—Ayudándolos, casi dijo, pero no lo hizo.
—No seas tonto—se burló Snape.—Por supuesto porque estuve allí con ellos.
Harry se estremeció un poco, la frase repetida dos veces lo puso un poco enfermo. No quería hablar de Samhain, realmente no quería. O al menos todavía no.—Sé que lo sientes—ofreció, y luego se escuchó a sí mismo ofreciéndose como voluntario:—Yo también sueño con Devon, ya sabes.
Harry sintió que la respiración de Snape se aceleraba cuando su maestro le preguntó:—¿Recuerdas haber estado en la cabaña?
—Sí...—Harry se mordió el labio y trató de moverse un poco. No se había dado cuenta al principio, probablemente porque había salido recientemente de la pesadilla, pero era un poco incómodo apoyar solo su mejilla contra Snape, que parecía estar sentado en el borde de la cama. No quería perder el toque, que realmente lo ayudaba, pero estaba empezando a pensar que podría deslizarse hacia las sábanas si no se ponía en una posición más estable. Harry soltó una mano del agarre de su profesor, la empujó y movió la mejilla hacia arriba, hasta que estuvo justo debajo de la barbilla de Snape. Eso le permitió pasar un brazo alrededor de las costillas del hombre y le dio algo de qué agarrarse. Por supuesto, contuvo la respiración todo el tiempo, aunque para entonces, no parecía muy probable que el hombre lo empujara.
Snape no lo apartó. De hecho, se deslizó más completamente sobre la cama, apoyando su espalda en las almohadas de Harry antes de acercarlo a su costado, metiendo la cabeza en la curva de su hombro. Ah, eso se sintió bien. Sin embargo, era extraño que fuera así con la infancia que había tenido. En realidad, nunca nadie se había acostado a su lado, ofreciéndole consuelo y calidez. Ni una vez, ni nunca, ni nadie.
No hasta Devon.
—Recuerdo que me abrazaste—continuó Harry después de un rato.—Así, durante horas. Recuerdo que deseaba que hubiera un elfo doméstico que avivara el fuego y trajera mi caldo, porque odiaba que tuvieras que levantarte y dejarme.
—Es extraño que lo recuerdes—reflexionó Snape, su pecho subía y bajaba con ese ritmo reconfortante.—Estabas dormido.
—No—bostezó Harry, una pausa se apoderó de él.—Medio soñando.
Snape aceptó eso, diciendo solo.—Estás casi medio soñando otra vez. Necesitas descansar; te dejaré dormir, ahora...
—¡No!—Harry gritó, la palabra ahora empapada de miedo.—Quédese. Por favor, profesor. Oh, por favor. No quiero...—Harry apretó los dientes y dejó de hablar. Era horrible lo que iba a decir. Horrible, pero cierto.
Su maestro no se había movido.—¿No quieres qué?—Y luego, cuando el chico no respondió, en un tono más duro—¿Qué, Harry?
Harry sintió que sus piernas se apretaban solo de pensar en eso, y una oleada de ira, y algo más que no podía identificar, se agitaba dentro de él.—No quiero tener que romper las ventanas de nuevo, solo para traerte aquí, ¿de acuerdo?
La voz de Snape se volvió baja y dura, mientras hablaba en sílabas recortadas, cada una distinta.—¿Qué quieres decir?
Harry se sentó un poco más erguido, todo el cansancio quemado por la ira y el otro sentimiento arañando su interior. Herido, eso era. Sí, herido. ¡Porque había necesitado esto antes, maldita sea! ¡Necesitaba hablar, ser abrazado! Y Snape lo ignoró y se burló una y otra vez sobre las pociones a Dumbledore, y pasó directamente a la oficina de Pomfrey sin decirle una palabra a Harry, ¡y le dijo a Hermione que saliera cuando Harry le envió esa disculpa!
—Bueno, eso es lo que hizo falta, ¿no?—desafió, casi tambaleándose por ello, estaba tan enfadado.—Me odias de nuevo, al igual que antes, ¡y no creas que no lo sé! Usted está aquí ahora sólo porque el director temía que mi magia destruyese el castillo o algo ¡Apuesto a que pensó que yo podría quemar todo un ala del castillo, o algo así, o destruir las piedras o... !
Snape tiró de él hacia abajo y lo acomodó contra su pecho, el abrazo firme y seguro mientras Harry temblaba.
—Silencio, niño idiota—susurró contra su cabello, apretando sus brazos alrededor del chico hasta que se quedó quieto.—No te odio, Harry, por supuesto que no. No te odié por...—su voz bajó aún más, para admitir irónicamente,—bueno, por un tiempo, diremos.
—Oh, claro—se burló Harry.
—Probablemente debería decirte cómo, qué...—Murmuró Snape, sus dientes chasqueando en una agitación que Harry también podía sentir comunicada a través de las manos del hombre. Su maestro se aclaró la garganta, comenzó a decir algo y luego se detuvo abruptamente. Finalmente, después de otro intento fallido, se las arregló para admitir:—Harry. Escúchame. No te odio en absoluto.
Según las declaraciones, esa disculpa era absolutamente, increíblemente patética, pensó Harry, pero le gustaba de todos modos. Por un lado, podía decir que era cierto. Pero más allá de eso, le parecía que Snape estaba cubriendo algo que sentía pero no podía decir. A Severus no le importa mostrar emoción, había dicho el director, así que sí, Harry podía escuchar No te odio en absoluto y saber que había más que eso.
Cuando Snape se movió levemente, Harry se aferró a él, temiendo que se fuera. No querría sentarse con Harry ahora, ¿verdad? ¿Después de que él simplemente se había relajado lo suficiente como para decir algo así? Si conocía a Snape lo más mínimo, el hombre desaparecería de nuevo. O eso, o se escondería detrás de alguna fría máscara de indiferencia.—No te vayas todavía—gritó Harry suavemente.—Quiero hablar, ¿de acuerdo?
—Está bien—asintió Snape, su propia voz sorprendentemente tranquila. Harry pensó entonces que tal vez no conocía a Snape tan bien como pensaba. El hombre parecía... bueno, se encontraba bien, incluso después de lo que acababa de decir.
Snape se movió hacia atrás, acomodándolos a ambos más cómodamente en la estrecha cama.—Hablaremos un poco más.
Harry asintió, y luego pensó por un momento, tratando de decidir lo mejor para hablar. Parecía que decenas de preguntas se agolpaban en su mente. Peor aún, cuanto más se derretía contra Snape, más seguro se sentía, lo que solo significaba que podía soñar aún más cosas que le gustaría decir. Pero eso estaba bien, ¿no? Fue agradable sentirse seguro al fin; significaba que podía admitir una de las cosas que le habían estado molestando.—Ese primer día cuando desperté aquí, dijiste que tenías que trabajar en pociones... lo cual creo que es cierto, pero también creo que lo estabas usando como una excusa para evitarme. Porque dijiste que vendrías más tarde, cuando tuvieses tiempo, ¡y nunca lo tuviste!
—Lo hice, Harry—insistió Snape, todavía con esa voz tranquila en la que Harry podía concentrarse y relajarse.—Estabas dormido, pero me senté contigo, por un tiempo. Albus puede decirte eso; él estaba ahí.
—Está bien, está bien—murmuró Harry, decidiendo que podía aceptar eso al pie de la letra. No era como si necesitara verificar la historia de Snape. En realidad, pensó que era extraño que su profesor hubiera mencionado al director de esa manera.—¿Por qué no has vuelto desde entonces, incluso después de que me disculpé? ¿Y por qué fuiste tan desagradable al principio, de todos modos?
Snape suspiró, un sonido prolongado mientras inhalaba y exhalaba, luego murmuró:—Realmente no sé por dónde empezar... Harry, cuando despertaste aquí por primera vez, sentí... es difícil de explicar. Yo... estaba seguro de que recordarías Samhain, no esperaba que recordaras a Devon en lo más mínimo. Anticipé que hablar contigo sería... bueno, difícil. Pero aun así, tenía la intención de intentarlo. Un poco, al menos.
—¿Entonces por qué no lo hiciste?
Snape lo acercó aún más y envolvió un brazo completamente alrededor de su espalda.—Porque cuando entré por la puerta, le estabas contando a Dumbledore lo que había hecho que Samhain fuera tan horrible. Que fuiste herido por alguien en quien confiabas.
—Pero eso es lo que lo hizo tan horrible—murmuró Harry, lento para entender.—O una de las cosas... Oh. Oh, no... Lo entiendo. Pensaste que quería decir que había sido herido por alguien de confianza y que ahora ya no confiaba más en esa persona.
—Sería una reacción perfectamente racional de tu parte—admitió Snape en voz baja.
—No, no lo sería—argumentó Harry, preguntándose cómo explicarlo.—Porque lo sabía, ¿ves? Sabía por mis sueños que habría una salida, que no iba a terminar muerto esa noche. Tenías que esperar una oportunidad, estar atento—Tragó saliva, sus dedos se enredaron en la camisa de Snape.—Samhain fue horrible porque no podía odiarlo, profesor, ni siquiera durante. Suena estúpido, lo sé, pero es verdad... Odiarlo hubiera hecho las cosas, no lo sé. Más fáciles.—Harry hizo una pausa, luego siguió adelante.—De todos modos, pensé que no te importaba la confianza.
—Ah. Bueno... yo también.
Durante otro largo rato, se quedaron allí tumbados, escuchando el silbido del viento a través de los portales de piedra abiertos que solían ser ventanas. A Harry se le ocurrió que Snape estaba deliberadamente callado, dejando que Harry guiara la conversación. Tal vez fue porque Harry había insistido en que quería hablar; su maestro le estaba permitiendo hablar.
—¿Por qué le dijiste a Hermione que saliera así?—finalmente se armó de valor para preguntar.—Solo estaba tratando de disculparme, ya sabes. Te lo habría dicho en persona si hubieras venido aquí.
Snape rodó ligeramente sobre su costado, de cara a Harry, colocando la cabeza del chico sobre una almohada. Harry se preguntó cuánta luz había, cuánto podía ver Snape en su expresión. Preguntándose eso le hizo querer esconderse.
—Supongo—dijo Snape después de un momento,—que usé ese tono de voz porque entendí por qué era tu disculpa, Harry.
—¿Eh? ¿Para qué pensaste que era?
Sintió que las piernas de su maestro se movían sobre la cama. El sonido era inquietante.—Había estado entregando pociones poco antes, cuando le gritabas a tus amigos que ni siquiera mencionaran mi nombre. Después de que la señorita Granger consideró oportuno anunciar mi presencia, niña sin tacto, supuse que te disculpabas porque había escuchado lo mucho que me detestabas.
—Pero no te detesto.
—Sí—dijo Snape a su lado.—Pero después de todos los datos, esa fue la hipótesis a la que llegué.
Harry casi quería darle un puñetazo leve en las costillas, pero decidió que sería demasiado juvenil para que el profesor lo tolerara.—Lo que escuchaste fue que yo les gritaba que se callaran, porque Ron parecía pensar que podrías haberme salvado de todo si hubieras querido molestarte—admitió Harry, frunciendo el ceño.—Él no lo entiende. ¡Eras todo lo que tenía, en esa reunión, y tenías que mantener la cordura y mantenerte vivo para poder sacarme!
—Creo que realmente lo entiendes—murmuró Snape, sonando bastante sorprendido.
—Sí, por supuesto que sí—murmuró Harry.—No soy ni un poquito estúpido. Pero aun así, ya sabes...
—Lo sé—se compadeció Snape.—Bueno, entonces. Supongo que debo haber asustado a la señorita Granger.
—Hermione no se asusta facilmente.
—Ah, sí, la de primer año que pensó que podía manejar a un Troll de la Montaña ella sola.
—Oh, ella se lo inventó—aclaró Harry.
—Hmm—murmuró Snape, pero no preguntó más. O mejor dicho, no sobre eso.—Se me ocurre preguntar por qué enviaste a la señorita Granger con esa disculpa, Harry.
UH oh. Harry se preparó y admitió con una voz pequeña y llena de culpa:—Porque no puedes... er, ahora, trabajar para los amantes del sin nariz, ¿me entiendes?... y ahora, cuando te empiece a doler el antebrazo, no podrás hacer nada al respecto y... bueno, ¡todo es culpa mía!
—¿Lo es?
Lo que sea que Harry hubiera esperado escuchar, ciertamente no era eso.—Bueno, sí—continuó, pensando que era un poco extraño que tuviese que explicarlo.—Quiero decir, salí de casa.
—Ah.—Snape le puso una mano en el hombro.—Esto me recuerda otra conversación que hemos tenido. Creo que es un hábito tuyo, asumir mucha más culpa de la que justifican las circunstancias.
—Profesor, salí de casa—trató de explicar Harry de nuevo, su tono esa vez era el mismo que usaría para hacerle entender a un niño de cinco años.
—Sí, lo sé, Harry—respondió Snape exactamente en el mismo tono.—Pero esta no fue como tu escapada típica. No usaste la capa de invisibilidad de tu padre; no estabas tratando de escaparte de los límites.
—¿Qué diferencia hace eso? Terminé en la casa de al lado—protestó Harry.—Y, y...— tragó saliva.—Pensé que pensarías que casi me merecía lo que obtuve, porque quería saber cómo era una reunión y, y, y fui muy grosero contigo por eso, y luego lo descubrí por el c-camino difícil...
La mano en su hombro apretó con fuerza.—Eso es obsceno, Harry. No merecías lo que pasó.
—¡No dije que me lo mereciera, dije que probablemente pensaste que sí!
—Realmente no puedes pensar eso de mí— afirmó Snape en voz baja, pero luego su voz perdió su tono de confianza.—¿Puedes?
—Supongo que no—dijo Harry después de un momento.—Um, sobre todo llegué a esa conclusión después de que Dumbledore explicara cómo Malfoy logró atraparme, y habías estado aquí siendo tan malo conmigo. Pero luego...—Harry suspiró.—No debería haber dejado que sucediera, lo sé.
Snape sonó como si estuviera frunciendo el ceño cuando respondió.—Yo soy el que dejó que sucediera, Harry. ¡Era mi trabajo protegerte! El mío, y el de Lupin, debería decir, pero yo fui el que inspeccionó los sótanos. Obviamente, no hice un trabajo adecuado, ya que dejé no solo una salida, sino una que ni siquiera parecía ser una.—Hizo una pausa para tomar una respiración lenta y controlada.—Soy yo quien debería disculparme contigo.
—¡Si piensas eso!—gritó Harry, esos horribles sentimientos de esa noche brotaron en él,—¿por qué le dijiste al director que ni siquiera querías hacer mi elixir de la vista? Dijiste que preferías verme sufrir!
Snape se puso absolutamente rígido cuando las palabras salieron entre sus dientes.—¡Harry! ¡No estaba hablando de ti!
—Me llamaste idiota irresponsable—lloriqueó Harry, las lágrimas se derramaron por sus ojos y por sus mejillas mientras cerraba el puño y golpeaba la almohada.—Siempre me llamas así.
—Porque te he visto ser uno—dijo Snape secamente, pero luego su voz se suavizó una vez más.—Pero no esta vez, Harry. No sabías que estabas dejando todo el margen de seguridad. No estabas complaciendo tu cosa de salvar gente.
—Fue una maldita... cosa salvadora de serpientes—admitió Harry miserablemente, sollozando, levantando un brazo cubierto por el pijama para secarse los ojos.—Solo quería... quería encontrar a Sals, eso era todo.
—Shhh—murmuró Snape, acariciando su cabello—Está bien, Harry. Cuando me di cuenta de lo que había sucedido, me horroricé, pero no estaba enfadado contigo, lo prometo.
—Sí, bueno, estabas enfadado con alguien—respondió Harry, no dispuesto a dejarlo pasar.
—Lupin.
—¿Remus?—Harry cuestionó, levantando un rostro confundido, aunque no sirvió de mucho cuando no podía ver.
—Sí, Remus—gruñó su profesor, abruptamente perdiendo toda apariencia de calma mientras quitaba ambas manos de Harry.—Ese hombre lobo idiota salió de casa, y luego, como si eso no fuera lo suficientemente irresponsable, regresó a plena luz del día, ¡como si nunca hubiera oído hablar del flú! ¡Prácticamente invitó a Lucius Malfoy a investigar Grimmauld Place! ¿En serio? ¡Maldito helado, como si fueras un niño para que te consuelen los dulces!
Harry no pensó que alguna vez había escuchado a Snape estar más enfadado, ni siquiera cuando Sirius había escapado misteriosamente del Beso del Dementor. Se estremeció, contento de que toda esa furia no estuviera dirigida hacia él. Por otro lado, tampoco quería que se dirigiera a Remus.
—Fue un error inocente—señaló.—Algo parecido al mío. Quiero decir, Remus no estaba tratando de revelar mi ubicación.
—¡No era nada como el tuyo!—Snape se burló.—Aparte de examinar los planos, no tenías forma de saber que estabas siguiendo a tu serpiente a través de una pared exterior. ¡Lupin sabía muy bien que ciertas personas te querían y eran más que capaces de seguirlo hasta ti!
—¡Pero él no sabía que el tío Vernon había dicho que yo había estado con él!—Harry dijo en defensa de Remus.—¡No sabía que a alguien se le ocurriese seguirlo!
—¡Sabía que era posible!
—¡Todavía estás enfadado con él desde tus días de escuela! ¡Nunca te has detenido!
—No intentes juzgar mi enfado, Harry—advirtió Snape con una voz fría y clara.
—No lo haré.—Porque la ira de Snape, después de todo, no era realmente lo importante, ¿verdad? Lo que importaba era lo que hacía con ella.—¡Pero por favor, profesor, no puede dejar de hacer su Matalobos por eso! Por favor, dígame que no lo hará. ¡Eso es horrible!
—Sí, lo sería, ¿no?—Snape arrastró las palabras con una voz oscura y sardónica.
—¡No puedes odiar tanto a Remus como para querer que maten a gente inocente!
El maestro de pociones se burló de eso.—Oh, pero Lupin es un noble Gryffindor, Harry. No muy diferente a ti, en realidad. Se encadenará a sí mismo para que no tenga otra opción que atacarse a sí mismo cuando la luna esté llena.
—¡Para!—Gritó Harry.
—Oh, haré la poción para tu amigo sarnoso—gruñó Snape, colocando un dedo sobre los labios de Harry cuando parecía que el chico iba a hablar.—Simplemente no me agradezcas.
Harry asintió con la cabeza, pensando que era lo suficientemente justo, y se enjugó de nuevo los ojos. No le había parecido significativo mientras la emoción se agitaba dentro de él, pero ahora que estaba más calmado, se dio cuenta de que estaba llorando. Probablemente era demasiado tarde para ocultar su rostro, pero lo intentó de todos modos, sintiéndose a la defensiva. Severus Snape probablemente nunca había llorado en su vida. O no desde que era pequeño. Sin embargo, con dieciséis él ya no era pequeño.
—No—instó Snape, alejando un poco la cabeza de Harry de él.—Si tus conductos lagrimales se han curado, significa que las Pociones Restauradoras están comenzando a funcionar como deberían. Lumos—Harry escuchó el susurro de una varita.—¿Puedes ver alguna diferencia?
—No... tal vez algo. Sin embargo, no es claro. La negrura parece... bueno, menos negra.
—¿Gris? ¿Colores?
—No, solo menos negro. Realmente no puedo explicarlo.—Snape no había dicho Nox, así que Harry pensó que este era un momento tan bueno como cualquier otro para preguntar lo que se había estado preguntando desde que se despertó.—¿Um, profesor?
—¿Mmm?—Snape sonaba como si todavía estuviera mirando de cerca su rostro.
—Me dirás la verdad si te la pido, ¿no? La pura y honesta verdad, no importa lo horrible que resulte ser, ¿verdad?
Snape lo consideró un momento antes de responder.—¿Me estás pidiendo que nunca te mienta*?
Harry no quería abrir toda esa lata de gusanos, no en ese momento.—En realidad, solo quería saber lo que ves. Um, ya sabes, cuando me miras.
Snape sonaba un poco desconcertado.—Cabello oscuro, ojos verdes... ah, te refieres a tus ojos y cómo se ven ahora. Sí, te diré la verdad. Quédate quieto.—Harry escuchó la varita moverse de nuevo y sintió que sus párpados se abrían. No pudo evitarlo; se apartó bruscamente.
Snape no dijo nada al respecto, simplemente detalló.—Tus ojos están intactos, los iris aún son verdes, aunque el color puede ser más... intenso que antes. Más brillante, de alguna manera. De todos modos, puedo ver cicatrices residuales en tu córnea. Como arañazos en el vidrio, Harry. Es débil y casi imperceptible, a menos que uno mire de cerca. Estás casi curado. Creo que mañana deberías comenzar con el Elixir de la Vista.
Harry exhaló un suspiro de alivio. Considerándolo todo, las cosas no sonaban tan mal. ¿Pero elixir de la vista?—¿No lo he estado bebiendo todo el tiempo? ¿Esa cosa que huele a podrido?
—Potter—dijo Snape arrastrando las palabras, sin esfuerzo adquiriendo el estado de ánimo de profesor,—las pociones restauradoras de la vista y el elixir de la vista son completamente diferentes en formulación y uso.
—Sí, señor—murmuró Harry, antes de que se le ocurriera otro pensamiento.—¿Tienes un lote en el que Malfoy no haya metido el dedo? Porque Ron y Hermione me dijeron que te ha estado ayudando a hacer mis pociones, y... bueno...
—¿Sí?
—Eso es asqueroso—anunció Harry, levantando la barbilla.—Y...
—Oh, por favor di lo que piensas—dijo Snape, sonando... bueno, Harry no lo sabía. Sarcástico y divertido, todo a la vez.
—Sí, bueno, tú lo dijiste—murmuró Harry, decidiendo que también podría hacerlo. No es como si esto fuera algo pequeño que simplemente pudiera ignorar, ¿verdad?—Dejar que Malfoy se acerque a mis pociones es bastante irresponsable de su parte, ¿no cree, profesor? No se ofenda, pero ¿está pensando? Su padre cara de mierda trató de quemarme vivo, ¿sabe?
—Draco Malfoy no es su padre—dijo Snape enérgicamente, levantándose abruptamente de la cama y alejándose de Harry.—Sin embargo, él no ha estado ayudando a hacer tus pociones. Tus amigos están equivocados.
—Entonces, ¿por qué no tiene que hacer las tareas de los libros que todos los demás han estado haciendo?
—Pensé que confiabas en mí—comentó Snape. Harry casi podía ver esa ceja levantada.
Pensó en decir que yo también lo pensaba, pero decidió que era mezquino, por no mencionar falso. Y realmente, le conmovió que Snape pareciera preocuparse por su confianza, así que pensó que era mejor no abusar de ella.—Escucha—suspiró.—Confié en ti a través de las torturas de los abismos del infierno, así que no te atrevas a afirmar que no te tengo confianza al preguntar qué está pasando. ¡Tengo derecho a saberlo, maldita sea! Además, Malfoy sigue viniendo por aquí, y... me preocupa. No sé qué está tramando.
—No está tramando nada.
—¿Sí?—Harry lo desafió, empujándose hacia arriba para apoyarse en un codo.—¿No sabes que no puedes creer una palabra que sale de la boca de ese Slytherin?
—Yo también soy un Slytherin, no lo olvides—le recordó Snape suavemente.—Ahora, en cuanto al Sr. Malfoy, ha venido a la enfermería por mis órdenes. Las mías y las de Albus. Ha estado tratando de hablar contigo. Es... una condición. El resto debes saberlo de él.
—¿Y en clase?—Presionó Harry.
A Harry le sonó como si Snape se hubiera cruzado de brazos frente a su pecho.—Puede que te sorprenda saber esto, pero el Sr. Malfoy no aprueba la... obra de su padre, digamos. Quería hacer algo para ayudar, Harry...
—Malfoy no me ayudó en absoluto—interrumpió Harry.
—Oh, sí, claro que lo hizo, y como es bastante bueno preparando pociones, le puse para que preparara pociones para dormir sin dolor. No sabe que he estado vertiendo sus resultados en el suministro general de estudiantes, y le pido que no le digas.
—Ese pequeño desvío* podría terminar envenenando a alguien—señaló Harry, dejándose caer de espaldas.
—¿De verdad crees que alguna vez suministré la enfermería con una poción, incluso una de mi propia fabricación, sin verificarla a fondo primero?
Harry no pretendía ser tonto, pero eso simplemente no tenía sentido.—Entonces, si ha revisado las pociones de Malfoy y están bien, ¿por qué no dármelos? Quiero decir, o están bien o no, profesor.
—Las pociones que necesitas ahora—anunció Snape con firmeza,—son más potentes que las formulaciones estándar. Draco es completamente competente para prepararlas, pero no lo he permitido porque sabía que te haría sentir incómodo. Como de hecho, lo ha hecho.
Harry hizo una mueca, y no estaba seguro si fue por la leve reprimenda, o el hecho de que Snape acababa de llamar a Malfoy Draco. No le gustó eso.—Lo siento, señor.
—No más disculpas—dijo Snape bruscamente mientras se levantaba. Es curioso, sin la túnica, a Harry le costó mucho más escuchar cómo podría estar moviéndose.—¿Estás bien para dormir ahora, Harry?
—Quería preguntar algo más—bostezó Harry.—Um, un montón de cosas, pero no puedo recordarlas. Oh, el Traslador, eso era... hmm, ¿algo sobre el Traslador...?
—Creo que es hora de que descanses—comentó Snape, agarrando las mantas y arropándolo. Otra novedad para Harry. O tal vez no. Probablemente Snape lo había arropado en Devon. Pero nadie más lo había hecho, nunca, excepto probablemente sus padres, pero no contaba mucho cuando no se acordaba de eso.
Sin embargo, incluso bajo las mantas, Harry comenzó a temblar. Quería recuperar la calidez de Snape.
Su profesor debió haber pensado que la brisa era lo que le hacía temblar. Harry escuchó una breve serie de hechizos de Reparo , junto con el ruido del vidrio tintineando, y casi podía imaginar la vista de las ventanas poniéndose en orden.
—Lo siento—murmuró Harry, olvidando que Snape había pedido no más disculpas.—No estaba tratando de hacer eso, al menos, no creo que lo estuviera. En realidad, ni siquiera sé cómo lo hice.
—Sospecho que sí—murmuró Snape sombríamente.—Pero ahora no es el momento. Lo discutiremos mañana.
—¿Lo prometes? ¿No volverás a desaparecer?
—Traeré tu Elixir de la Vista—le aseguró Snape, y esta vez, Harry captó el sutil cambio en la conversación. El maestro de pociones se estaba desviando de lo personal a lo impersonal. Bueno, está bien. Harry podría estar de acuerdo con eso.
—¿Es ese como el paso final? Quiero decir, ¿mañana podré ver?
—Dudo que las cosas vayan a avanzar tan rápido—aclaró Snape.—Las Pociones Restauradoras han ayudado a preparar tus tejidos, pero el Elixir tardará algún tiempo en surtir efecto—Con eso, Snape lo ayudó a sentarse un poco y presionó un vial en su mano.—Sueño sin sueños para esta noche, pero mucho más potente que la variedad que una vez me dijiste que no funcionaba contigo. Bebe, Harry.
—No lo necesito—protestó Harry.—No tendré otra pesadilla, no creo, no ahora que he hablado contigo.
—No obstante...—su maestro arrastró las palabras con esa voz insistente que reconoció. Cediendo, Harry inclinó torpemente el vial y se metió el contenido en la boca. Hmm, burbujeaba en su lengua mucho más que la poción normal. También sabía más afrutado.
Casi pensó que Snape se había ido; Harry tenía tanto sueño que era difícil saberlo. Pero luego una mano se posó suavemente en su frente y le apartó el cabello de la cara. Se sintió bien.
—¿Me prometes algo, Harry?—Snape preguntó suavemente.—Es importante.
—¿Promesa?—Preguntó Harry adormilado.
—Sí. Escucha a Draco Malfoy cuando venga a hablar contigo, ¿de acuerdo? ¿Harás eso?
Harry pensó mucho en eso, porque sabía que algo simplemente no estaba bien, algo más aparte de lo obvio. El momento, eso era...
—Me dijiste de beber la poción antes de preguntar—anunció Harry con una voz que cualquiera, excepto un maestro de pociones, podría haber tomado como borracha.—Eso no es... agradable, Pre... er, profesor.
—Solo dime que hablarás con él...
—Slytherin—acusó Harry, una ola de estupidez parecía bailar en su lengua. También aflojó sus cuerdas vocales. Nunca se había dado cuenta de que sabía tantas palabras bonitas con S.—Slytherin sarnoso y sinvergüenza. Um, serpiente severa simple segura solitaria sincera slyth'rin...*
Creyó haber oído a su profesor murmurar algo como—Creo que te conseguí una poción demasiado potente.—pero no podía estar seguro de eso, como tampoco estaba seguro de lo que sucedió después. Realmente no había sentido lo que había pensado, ¿verdad? ¿aquello que sintió fue real?
No, decidió. No puede ser. Snape no rozaría ligeramente sus labios contra la cicatriz de su frente, ¿verdad? Era solo la dulzura de la poción lo que lo hacía sentir cálido, tonto y feliz, y bueno, no odiado.
No odiado en absoluto.
Harry rió una o dos veces antes de caer en el sueño más feliz que había tenido en semanas.
Notas de la traductora (la yo, pues quien más):
*= Cuando Snape le pregunta a Harry: ¿Me estás pidiendo que nunca te mienta? En inglés la autora lo escribió como "misdirect" que significa instruir mal, malaconsejar o dirigir equivocadamente. Teniendo en cuenta el contexto me pareció mejor poner "mentir" para que tenga un mayor sentido y fuese más fácil de entender.
*= Cuando Harry dice: Ese pequeño desvío podría terminar envenenando a alguien, la autora lo escribió como "misdirection" (otra maldita vez, como odio esa palabra lpm), y buscando sinónimos que realmente encajaran con la situación, "desvío" me pareció la palabra más acertada, espero que se haya entendido. *cry in misdirect* ಥ_ಥ9
*= En las palabras con "s" tuve dolor de cabeza. En inglés eran: sneaky snakey snarky snacky snooty snarley singy-songy Slyth'rin... y las palabras que yo usé no tienen nada que ver, y ninguna empezaba por s en español, así que puse las que me parecieron mejores sin perder el detalle de que empezaran por s. *mátenme*
¿Qué créeis que pasará de ahora en adelante? ¿Qué pasará con Harry ahora que no puede hacer magia? ¿Hablará con Draco? ¿Su relación con Severus mejorará? ¿Es malo para Harry sentirse a gusto con el toque de Snape a pesar de todo lo que pasó? Os leo siempre, uwu.
He llorado y sufrido traduciendo este capítulo, mucho. Y no por el capítulo en sí, sino por mi mente que decía que lo estaba haciendo mal; yo de verdad me esfuerzo en traeros la mejor traducción posible pero hace varios días descubrí a una chica que tradujo parte de esta historia también al español: 1. ¡Sin el permiso de la autora! y 2. No he parado de comparar ambas traducciones, si la suya es la mejor o si yo lo hago mal y... Este capítulo fue especialmente difícil, psicologicamente hablando, y también había palabras que no conocía y bueno... A pesar de todo yo seguiré con esto, ¡además ahora se va acercando la parte que todas las personas amantes del Severitus les gusta!
Así que si hay algo que no entendáis o esté mal escrito, decírmelo por favor, quiero mejorar por mí y por/para vosotros que leéis esta obra maravillosa de una novata como yo.
Aspen (la escritora) fue muy buena en dejarme traducir su historia a pesar de mi nula experiencia y le estoy muy agradecida, a ella y a todos vosotros que leéis y comentáis. Simplemente por leer esta nota tan larga, gracias y siento aburriros con esto.
(Recomendando esta canción que creo que combina muy bien con el capítulo y conmigo misma también, merde):
https://youtu.be/9q5KXuOsltg
Y un aparte especial a esta persona que me alegró el día con su lista de lectura, jasjajsaj, gracias.
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