O22;; Dudley

(Maratón hoy 1/2 porque amo mucho los capítulos que vienen, Y PORQUE YA LLEGÓ A 3K VISTAS, ME MUERO, ¡gracias a todxs! por votar comentar y simplemente por seguir aquí, que aún nos queda un largo camino por recorrer en esta historia. El siguiente lo publicaré en un ratito, uh. Este es el capítulo más largo que he traducido hasta ahora, me llevó mucho tiempo así que espero que esté bien. ¡Disfrutar! mientras podáis...)

Capítulo 22: Dudley

Snape no vino a Grimmauld Place durante tres noches. El pensadero, todavía lleno de recuerdos, estaba abandonado en la cocina. Sin querer siquiera verlo, Harry dejó de cocinar, agradecido cuando Remus se hizo cargo sin decir una palabra de por qué Harry evitaba la cocina. Comenzaron a comer en el comedor, incluso para desayunar.

Harry no había llegado a ninguna parte con la magia sin varita, y dado que tanto él como Remus estaban básicamente sin ideas, sus lecciones se perdieron en el camino. Harry ocupó su tiempo escribiendo más cartas, estudiando, practicando su Oclumancia y buscando a Sals, quien aún no había aparecido.

También encontró tiempo y el valor necesario para intentar otra llamada telefónica a Privet Drive. Sentado en el sótano húmedo y frío, sus ojos buscando a Sals por hábito, Harry sacó el teléfono de su bolsillo y marcó el número en el teclado, luego contuvo la respiración mientras escuchaba el timbre del otro lado.

—¿Hola?—Respondió una voz de hombre. Harry estuvo a punto de colgar antes de recordar que no iba a dejar que su tío lo intimidara, nunca más. Mantén ese pensamiento, se dijo a sí mismo.

—Dudley Dursley, por favor.—pidió cortésmente, aunque sabía que probablemente no sería tan simple.

Efectivamente, no lo fue.—¿Quién eres, eh?—Vernon gritó por teléfono.

Respira, tuvo que decirse Harry. Tragó. No puede hacerte nada, no ahora. Ni siquiera puede amenazarte con echarte de casa. Estaba allí, a salvo.—Soy Harry.

Una serie de gritos hizo que Harry sostuviera el teléfono a un metro de su oreja. No lo escuchó todo, aunque "ingrato monstruo" y "debería haberte arrojado a la calle, con cesta y todo, en el momento en que te encontramos en la escalinata" se destacó entre la avalancha de palabras.

—Déjame hablar con Dudley.—Harry finalmente ordenó sobre el griterío.

—¡Puedes irte directamente al infierno, chico!

—Déjame hablar con Dudley o iré allí en persona.—intentó Harry. Como era de esperar, la amenaza funcionó. No había forma de que Vernon quisiera a Harry a cien kilómetros de su casa.

—Hola, Harry.—se escuchó la voz de Dudley, su tono hosco.

—¡Tío Vernon!—Harry gritó, exasperado por los sonidos de dos personas respirando en los receptores.—¡Sal de la línea!

—Cómo supiste...

—¿Cómo crees?—Harry trató de adoptar ese tono helado que Snape usaba para asustar tontamente a los estudiantes.—¡Ahora cuelga el teléfono para que pueda hablar con Dudley, y mientras estás en eso, sal de casa también!

—¡No me grites, chico! Tuve dolor de cabeza durante una semana después de ese truco que hiciste en la tumba de Petunia, que descanse en paz. ¿No tienes vergüenza en absoluto? ¡Lo hiciste en su tumba!

—No te he maldecido.—espetó Harry.—Ese fue mi maestro, que a diferencia de ti, es un tipo decente. ¡Por alguna razón, no quería que me patearas hasta dejarme sin sentido cuando todo lo que había hecho era ir allí a llorar!

—Patearte hasta dejarte inconsciente sería demasiado considerado para gente como tú.—dijo Vernon.—¡Mataste a mi Petunia!

—No, no lo hizo.—Dudley finalmente había vuelto a hablar. Todavía sonaba triste, pero no tan resentido como antes.—Estaba tratando de ayudar a mamá.

—¡Oh, crece y date cuenta, Dudley! ¡Él sabía lo que estaba haciendo todo el maldito tiempo!

—Tío Vernon.—interrumpió Harry.—Sal de casa para que Dudley y yo podamos hablar.

—¿Quién eres tú para decirme qué hacer en mi propia casa, por Dios?

Harry suspiró. Sabía desde el principio que llegaría a esto.—¡Soy un mago, y muy pronto, voy a ser un mago enfadado! ¡Sabes lo que sucede cuando me enfado! ¿Recuerdas a la tía Marge? ¡Ahora, sal de la línea! 

Un teléfono colgando fue la única respuesta que Vernon dio a eso. Después de un momento más, Dudley anunció en voz baja:—Se fue al patio trasero, Harry.

—Bien.—dijo Harry brevemente, luego se obligó a calmarse.—¿Cómo estás, Dudley?

—¿Llamaste para averiguarlo?—Dudley parecía confundido.

—Sí. ¿Estás bien? Debe ser muy difícil.

—La extraño.—gimió su primo.

Harry no sabía qué decir a eso, ya que difícilmente podía hacer la afirmación estándar de que yo también la extraño.

—¿Fue realmente tu maestro?—Dudley prosiguió.—¿Quién le hizo eso a papá, quiero decir?

—Sí.

—¡Pero te vi maldiciéndolo!—Dudley argumentó.—Sonaba como un montón de diferentes... er, hechizos, supongo. Y luego ese gran boom y explosión por todas partes...

—Escucha, Dudley.—trató de explicar Harry.—Hiciste bien en decirme que no fuera al funeral. Creo que el tío Vernon realmente me iba a matar. No hice ninguna magia, pero si lo hubiera hecho, habría sido en defensa propia.

—Pero estabas gritando maldiciones, Harry.—continuó Dudley.—¿Cómo puedes decir que no fuiste tú?

Harry no estaba dispuesto a meterse en una pelea por eso, así que simplemente respondió:—Solo estaba tratando de asustarlo, Dudley. Pero estaba demasiado enfadado para escuchar, así que mi maestro me ayudó antes de que las cosas pudieran complicarse aún más.

—Tu profesor es un mago, entonces.

En otras circunstancias, Harry se habría reído. Dudley sonaba como si acabara de resolver el Enigma de la Esfinge, o algo así, cuando todo lo que había hecho era decir lo obvio. Sin embargo, Harry no se rió. Nada era muy divertido en ese momento.

—Sí, es un mago.

—Dijiste que no lo era. Le mentiste a papá.

—Sí, bueno, tú le mientes unas cien veces a la semana.—señaló Harry.

—¡Eso no es cierto!

—¿Cuántas veces tomaste budines a escondidas y lo negaste?

Dudley soltó un gemido.—No he hecho eso últimamente. Ya no tengo hambre, Harry. Creo que he perdido dos kilos desde que te vi.

—Bueno, no dejes de comer por completo.—instó Harry, preocupado a pesar de todo.

—¿Cómo estás, Harry?—preguntó su primo, una pregunta que tomó a Harry completamente por sorpresa.

Cambió de posición, apoyándose en la pared mientras se sentaba con las piernas cruzadas. —Um, estoy bien, supongo. Estuve muy dolorido por un tiempo, después de la operación.

Dudley respiró hondo.—Oh, sí. Lo siento, lo olvidé. Eso es estúpido, ¿no?

—No, no es estúpido.—insistió Harry.—Ya tenías bastante que hacer pensando en tu madre.

—Sí.—reconoció Dudley.—Pero creo que papá todavía no entiende lo que hiciste, lo que trataste de hacer, por ella. Es un poco horrible, en realidad. No pensé mucho en eso en ese momento, pero estaría asustado de tener una operación como esa, y eres más joven que yo, y papá ni siquiera se sentó contigo, ni nada. Incluso yo podría haberme sentado contigo, pero honestamente, Harry, no lo hice. No pensé en ello hasta que te habías ido. Lo siento mucho.

Sorprendido casi hasta quedarse sin habla, Harry tardó un momento en responder.—Bueno, tenía a mi profesor allí, ya sabes. Así que estuvo bien. No te sientas mal, Dudley. Estabas donde se suponía que debías estar, con tu mamá.

—¡Ella ni siquiera se despertó!—Gritó Dudley.—¡No pude decirle adiós!

—Lo siento.—fue todo lo que Harry pudo pensar en decir. Escuchó un leve ruido deslizante y dirigió su mirada hacia él, pero no vio a Sals.

—Apuesto que tampoco pudiste despedirte de tus padres.—dijo Dudley con voz lenta y triste.—¿Harry? Realmente, realmente lamento haber sido tan terrible contigo. Quiero decir, llamarte Cabeza cortada y pequeño huérfano Harry, y enojarme tanto cuando mamá y papá te dejaron salir del armario, y olvidar tu cumpleaños y... esas cosas.

¿Quién eres y qué le has hecho a Dudley Dursley? Esa fue la pregunta en la punta de la lengua de Harry, pero en lugar de formularla de esa manera, se aventuró tentativamente.—¿Um, Dudley? ¿Por qué estás siendo tan amable de repente?

Harry escuchó un largo suspiro en la línea.—¿Te acuerdas de esas... cosas, Harry? ¿En el callejón? No podía verlas, pero podía sentirlas, acercándose hasta que estaban sobre mí.

—Sí. Dementores. Lo recuerdo.—Harry se estremeció.

—Yo... um, bueno, pensé que habías hecho que me atacaran, al principio.—admitió Dudley.—Quiero decir, pensé eso por un tiempo. Ya te habías ido a la escuela antes de que me diera cuenta de que los hiciste parar. 

Dado que Vernon había dicho específicamente que Harry había puesto demonios detrás de Dudley, Harry se preguntó de dónde había venido la percepción de su primo. De alguna manera, tampoco podía imaginarse a la tía Petunia diciéndoselo.—Eso es cierto, los hice parar.—asintió.

—Con... tu varita, y una cosita blanca-plateada galopando.—susurró Dudley.

—Sí. Mi Patronus.—explicó Harry.—Una especie de magia... salvadora. Aunque no pensé que lo hubieras visto. Um, ni siquiera estoy seguro de que los muggles puedan . No puedes ver a los dementores, después de todo.

—No sé si realmente lo vi.—admitió Dudley.—Pero sé cómo se ve. Apuesto a que suena extraño.

—Er, bueno... sí, lo hace.

—Es así.—explicó Dudley, su voz entrecortada.—M... M... Mamá estaba realmente preocupada por mí, después. No podía dormir más de dos o tres horas por la noche, y esos estaban llenos de horribles, horribles sueños. Como si nunca, nunca fuera a ser feliz de nuevo. No creo que pueda realmente explicar cómo fue... 

—No tienes que hacerlo.—murmuró Harry.—Lo sé. Entonces, um, ¿todavía tienes problemas para dormir?

—Algo, pero eso es porque extraño a mamá.—sollozó Dudley, aunque después de unos segundos se controló de nuevo.—Esos sueños realmente horribles se detuvieron después de que mamá me llevó con un... un terapeuta. Oh, mamá y papá tuvieron una pelea terrible al respecto. Papá dijo que me convertiría en un niño Nancy y marica, pero mamá insistió.

—Tu mamá tenía razón.—le aseguró Harry a su primo.—¿El terapeuta te ayudó, espero?

—Sí...—Dudley murmuró algo como si no supiera qué decir, luego continuó:—Um, ella me hipnotizó, Harry. Y fue entonces cuando recordé lo que le hiciste a esas... cosas en el callejón. No sé si te vi hacer esa cosa animal plateada, de verdad, pero podía verte hacerlo bajo hipnosis, si eso tiene sentido. Um... ¿pueden todos los magos hacer esas cosas?

—No todos.—admitió Harry.

—Sí, eso es lo que me dijo el terapeuta. Ella dijo que debes ser un mago realmente poderoso y que tuve suerte de que estuvieras allí para salvarme. Dijo que esas cosas horribles estaban tratando de succionar mi alma y yo habría muerto si no hubiera tenido un primo que pudiera detenerlos.

Harry dejó caer el teléfono.

—¿Harry?—escuchó la voz de su primo preguntando. Harry tomó el teléfono.

—Estoy aquí. Me sorprendió. Tú... fuiste a un terapeuta que sabe sobre... um, ¿gente como yo?

—Sí. La Sra. Figg la recomendó. Le dijo a mamá que sería mejor que me llevara con alguien que pudiera entender lo que había sucedido, porque de lo contrario estaría encerrado por ser un loco delirante en poco tiempo. A mamá no le gustó la idea, pero después un rato dejé de dormir por completo, y supongo que pensó que la Sra. Figg tenía razón. Papá dio un gran ataque, pero bueno, ya sabes cómo es mamá...—Otro sollozo.—Cómo era ella cuando estaba decidida a salirse con la suya.

Harry lo sabía. Vernon lo habría echado después de que los Dementores hubieran atacado a Dudley, pero con una pequeña sugerencia de Dumbledore, la tía Petunia había puesto su pie en el suelo e insistió en que se le permitiera quedarse.

—Me alegra que hayas recibido ayuda, Dudley.—dijo Harry con sinceridad.—Espero que el tío Vernon no siga siendo un idiota contigo por eso.

—Nah. Bueno, siempre y cuando te llame bicho raro de vez en cuando, él piensa que lo estoy haciendo bien. Pero ya no lo digo en serio, Harry. Estoy... Estoy muy contento de que seas un mago y lo suficientemente poderoso como para... para detenerlos, ya sabes. Me sentí mal por haberme vuelto loco y culparte cuando debería haberte agradecido esa noche.

Harry soltó una carcajada.—Se siente como si estuviera conociendo a alguien nuevo, Dudley. Hola, soy Harry Potter, encantado de conocerte.

—Quería darte las gracias en el hospital.—confesó Dudley.—¿Pero con papá ahí? Pensé que era mejor que no lo hiciera.

—Bien pensado.—aprobó Harry.—No tendría sentido enfadarlo ahí.

—Te di el chocolate con la esperanza de que entendieras que no era solo chocolate.

Para Dudley, pensó Harry, ese es un concepto bastante complejo.—Lo agradezco.

Dudley se aclaró la garganta.—Me siento muy mal por mamá. Quiero decir, no solo porque la extraño, sino... bueno, fui yo quien le dijo a papá que deberíamos dejarte probar un poco de magia para curarla. hecho a aquellos que ya conoces, estaba seguro de que podrías hacer cualquier cosa ".

—Siento no haber podido, Dudley. Lo entiendes, ¿no? Quería ayudar, pero hay algunas cosas para las que la magia simplemente no sirve.

—Sí, lo entiendo, pero es difícil de aceptar. Quiero decir, un mago en la familia, pero ¿de qué le sirvió a mamá? No te ofendas, Harry.

—No te preocupes.

—La peor parte es que hice que papá escribiera esa carta. No quería hacerlo, no al principio. Y... y luego...—Dudley tragó saliva en lo que sonó como un balde de aire.—Ofreciste lo que pudiste, me refiero a la médula, pero su cuerpo la rechazó y murió, y en cierto modo es todo culpa mía porque si no hubiera hecho que papá te escribiera, nunca lo hubieras sabido, ¡y nunca hubieras intentado ayudarla!

—Oh, Dudley.—gimió Harry, reconociendo fácilmente el sentimiento, la cadena fatal de lógica que conducía a la conclusión errónea.—No, no puedes hacerte eso a ti mismo. Es que no tienes la culpa. Sería lo mismo que dijo tu padre, yo soy el culpable. Era mi médula.

—¡Estabas tratando de ayudar!—Dudley objetó de inmediato.

—Pero tú también.—insistió Harry con calma.

—Sí.—admitió Dudley, la renuencia cubriendo la palabra.—Me digo a mí mismo eso, a veces. Una parte de mí sabe que tienes razón, pero hay otra parte que sigue repitiéndolo, una y otra vez, ¿sabes?

Oh, sí, pensó Harry. Lo sé.

—Trabajé en muchas cosas con Marsha.—divagó Dudley.—Ella es mi terapeuta. La ira, sobre todo. Y por qué no hago una dieta. Yo... me alegro de que hayas llamado. Papá dice que si vienes por aquí, te arrepentirás, y yo pensé que después de... después de lo que sucedió después del funeral, sabría que no volverías a casa durante el verano, ni siquiera intentarías visitarnos, y bueno, de todos modos... pensé que nunca volvería a saber de ti, ¿sabes?

—Me mantendré en contacto.—prometió Harry, sorprendido al darse cuenta de que lo decía en serio.—¿Sigues viendo a Marsha? Ya sabes, para ayudarte a lidiar con... um, ¿tu madre muriendo?

—Papá sabe que me ha hablado de... eh, gente como tú, así que ahora que mamá no está aquí para insistir, no me deja ni siquiera mencionarla.—Dudley parecía muerto de desesperanza.

—Hmm. Bueno, te diré una cosa, Dudley, veré si puedo persuadirlo para que sea más razonable.

Harry pudo escuchar a Dudley tragar.—Realmente no creo que debas andar amenazando a la gente, Harry.

—Eso es bastante hipócrita, viniendo de ti.—observó Harry con frialdad.

—Sí pero...

—Sin peros. Tu terapia es realmente importante, Dudley. Ahora, solo una cosa, ¿de acuerdo? Si no tienes noticias mías durante mucho tiempo, no creas que significa algo malo. Las cosas se pueden complicar en un internado, y además, no tenemos teléfonos ni correo regular. Solo correo postal.

—¿Por dónde me estás llamando?

—Oh, larga historia.—le dijo Harry.—Realmente no puedo hablar de eso.

—Te estás escondiendo, ¿eh?—Harry casi podía oír a Dudley asentir.—Papá ha estado diciendo que alguien está tratando de matarte. Er... un mago. Uno realmente malo.

Por un momento, Harry se preguntó cómo podía saber el tío Vernon que Voldemort lo perseguía de nuevo. Luego recordó que después del ataque de los Dementores, todo se había hablado ahí mismo, en la sala de estar de los Dursley.

—Tengo que decirte esto, Harry.—admitió Dudley en un susurro silencioso y temeroso.—Papá se pondrá furioso, pero tengo que hacerlo. Desde el funeral, él ha estado hablando de cómo le encantaría ayudar a ese mago, quienquiera que sea. Dice que es hora de que obtengas lo que te mereces, y a quién le importa si es algún mago malvado el que te persigue, él mismo ayudaría al diablo si te pusiera a dos metros bajo tierra.

Harry casi deja caer el teléfono de nuevo, pero se las arregló para decir:—Uh, gracias por decírmelo, Dudley. Aunque realmente no sé qué podría hacer el tío Vernon. Quiero decir, este mago malvado no tiene exactamente el hábito de ir pidiendo ayuda a los muggles. De hecho, debes advertirle a tu padre que se mantenga alejado de él. Es realmente, muy peligroso. Mata muggles todo el tiempo.

—Sí, bueno, ten cuidado también, Harry.

—Lo tendré.—prometió Harry.—Déjame hablar con tu padre ahora, ¿de acuerdo?

—No lo amenaces.

—No más que él a mí.—respondió Harry con gravedad.

Sorprendentemente, Dudley lo entendió.—Sí. Supongo que tienes razón. Está bien. Hablaré contigo más tarde.—Harry escuchó que colgaban el teléfono, luego una voz aullante que se debilitaba cuando Dudley se alejaba.—¡Papá! ¡Harry quiere hablar contigo! ¡Oh, vamos, papá! ¡Ve!

Lo siguiente que escuchó Harry fue a Vernon rugiendo—¿Y ahora qué?—abajo de la línea.

—¿Puedes adivinar lo que te haría la maldición Incendio?—Harry preguntó amablemente.—¿O Petrificus Totalus? No quería hacerte nada justo después del funeral, por lo que mi maestro necesitó hechizarte, pero no me reprimiré tanto si te ofreces a ayudar a otros magos a arreglar mi muerte.

Vernon empezó a tartamudear, pero Harry lo interrumpió.

—¡Y tampoco debes desquitarte con Dudley por decímelo! ¡Solo alégrate de que tenga el suficiente sentido común como para apreciar a la familia! Y una cosa más, tío Vernon.

El silencio en la línea era palpable.

—¡Dejarás que vea a Marsha tan a menudo como quiera, y no te atreverás a decirle algún comentario ofensivo por eso!

Vernon estaba acobardado, pero no tanto como para aceptarlo sin luchar.—¡Un momento! ¿Quién te crees que eres, diciéndome cómo criar a mi hijo?

—Creo,—dijo Harry arrastrando las palabras, tratando de nuevo con ese tono glacial que Snape podía hacer tan bien,—que estoy profundamente tentado de maldecirlo ahora mismo por teléfono. No hay razón por la que no debería funcionar, en realidad. ¿Con que empezaré? ¿Con Alohomora? Créeme, no querrás saber qué te hará eso.

—¡Lo llevaré a su maldito psiquiatra!—Vernon chilló, la rabia acentuó el miedo en cada sílaba.

—Bien.—respondió Harry.—Volveré a llamar para asegurarme de que lo hayas hecho. Adiós, tío Vernon.

La única respuesta que obtuvo fue el sonido del receptor teléfono lo suficientemente fuerte como para romperlo.

Harry suspiró. El tío Vernon probablemente estaba enfadado, y era tan estúpido como para desear poder traicionar a Harry con Voldemort. No era una buena sensación, saber que su propio tío con mucho gusto le haría eso. Pero al menos el tío Vernon no era de su sangre. Solo era su tío por matrimonio.

Dudley, sin embargo... Dudley era diferente. En más de un sentido, ahora.

Harry finalmente había podido ponerse al día con las notas de Hermione para Encantamientos y Transformaciones. Estaba envolviéndolos, junto con las cartas que había escrito en los últimos tres días, cuando escuchó a Snape y Remus hablando abajo. Una especie de nerviosismo peculiar se apoderó de él, similar a lo que había sentido el año pasado cuando tuvo que ir a Pociones después de esa horrible sesión de Oclumancia, en la que había visto fragmentos del pasado de Snape. Similar, pero de alguna manera peor. En ese entonces, había pisoteado la privacidad de su profesor, lo cual ya era bastante malo. Pero esta vez, sintió que lo había hecho peor: había traicionado una amistad.

¿Por qué no lo había aceptado cuando Snape no quería hablar de la reunión de los Mortífagos? ¿Por qué no le había creído al hombre cuando afirmó no haber participado en esos horribles sucesos?

Porque no lo hice, así de simple, admitió Harry para sí mismo. Snape tenía razón; Tenía que ver por mí mismo... Sin embargo, no significa que esté orgulloso de ello.

Bueno, no había nada más que bajar las escaleras y enfrentarlo todo, ¿verdad? Harry tomó los pergaminos y las cartas que había empaquetado y bajó al salón.

—Señor Potter.—fue el saludo llano de Snape. No había emoción en absoluto, no es que hubiera esperado alguna.

—Profesor.—respondió, asintiendo levemente. Se sentía como si estuviera en una obra de teatro de disfraces, o algo así, incluso sus palabras forzadas, pero no sabía de qué otra manera hablar, no después de lo que había sucedido la última vez.—Tengo algunas cosas para que le envíes una lechuza a mis amigos, si eres tan amable.

Snape los tomó de su mano extendida, pero mantuvo su mirada apartada.

—Severus ha estado preguntando sobre tus sueños.—se ofreció Remus, mirando de uno a otro. Dio unos golpecitos con el pie impaciente como si no le importara lo que estaba viendo.—Tuve que decirle que no has mencionado ninguna nueva.

—No he tenido ninguno.—explicó Harry.—No que yo pueda recordar.

—¿Así como no recuerdas haber gritado en pársel, Potter?—Preguntó Snape con frialdad.

—No puedo evitarlo si no lo recuerdo.—suspiró Harry. Realmente no quería continuar, pero sabía que era mejor, considerando todo.—Um... hay algo más que ambos deberían saber, sin embargo. Probablemente la Orden también debería saberlo. Estaba hablando con Dudley esta mañana, en el sótano, eh... por teléfono, quiero decir, y...

—¿Esto está llevando a algún lado, Potter?

Harry respiró hondo, esta vez organizando sus pensamientos antes de hablar, aunque era difícil cuando lo que realmente quería hacer era dejarse volar con algunas palabras escogidas sobre imbéciles sarcásticos. Sin embargo, se las arregló y anunció sucintamente:—Vernon Dursley ha dicho que me venderá a Voldemort, a la primera oportunidad que tenga. Traté de desanimarlo, pero conociéndolo, dirá al diablo con las consecuencias y lo hará de todas formas.

—¿Qué consecuencias?—Preguntó Remus.

Harry cerró los ojos, deseando no tener que admitirlo, especialmente frente a Snape.—Um... Le dije que le lanzaría Alohomora , en realidad.

—Alohomora.—repitió Snape, la mitad de su boca curvándose con desdén.

—Mira, no tiene ni idea de lo que significa.—replicó Harry, cansado de ser educado.—¿Con qué debería haberlo amenazado, un buen y amistoso Avada Kedavra? ¡Y no digas que tenía que decirlo en serio, porque si fuera para él, malditamente podría hacerlo!

—Basta, vosotros dos.—exigió Remus. Miró a Harry.—No hables de los Imperdonables, Harry. Es obsceno a tu edad. ¡Ni siquiera deberías estar pensando en esas cosas!

—¿Qué tiene que ver mi edad con algo? ¿Va a evitar que Voldemort me aleje del maravilloso Avada Kedavra ? Creo que todos vosotros deberíais estar entrenándome para manejar los Imperdonables, porque si no lo hacéis, soy más o menos ¡Un jodido muerto viviente! ¿O pensaste que iba a cumplir mi destino usando Hechizos de cosquillas y esparciendo luces de colores por todos lados? ¡Tal vez debería ofrecerle un pudín de ciruelas y terminar con esto! ¡Seguro que no le gusta y me mata ahí mismo, eso sería genial! ¿verdad?

—Potter, estás histérico.—fue la fría respuesta de Snape.

—No, soy consciente de que prefiero no morir, ¡muchas gracias!

—Por favor, siéntate, Harry.—interrumpió Remus. Cuando Harry lo hizo, volvió sus ojos marrones hacia el Maestro de Pociones.—Y tú, Severus.

Remus tomó una silla solo después de que Snape se hundió en una.—Ahora,—dirigió,—la pregunta que tenemos ante nosotros esta noche no es cuál es la mejor manera de ayudarte una vez que tu magia regrese por completo. Es si Vernon Dursley representa algún tipo de amenaza real.

Snape dejó escapar un suspiro entre dientes y entrelazó los dedos.—El encantamiento Fidelius habla de eso. Potter puede ser el dueño de esta casa, pero no es su Guardián Secreto. No puede haberle dicho a Dursley dónde está, ni siquiera por accidente o por implicación. Ergo, siempre y cuando se las arregle por una vez en su vida para hacer lo que le dicen, y quedarse aquí, estará perfectamente a salvo, dejando a un lado la animosidad de su tío.

—¿Harry?

—No confío en el tío Vernon.—Harry hizo una mueca.—Pero al igual que dijo el profesor, realmente no sé qué podría hacer para lastimarme. Solo pensé que debería mencionarlo.

—Me alegro de que lo hayas hecho.—respondió Remus con calidez.—Voy a avisarle a Albus también. Así que si no te importa, Harry, te dejo a ti y a Severus con tu lección de Oclumancia.

Harry casi deseaba poder irse con él, pero no era tan cobarde. En el momento en que Remus subió las escaleras, Harry se volvió hacia Snape y esperó.

Snape lo miró durante un largo y silencioso momento. Harry se rompió primero.

—¿Tienes alguna carta para mí?

Snape sacó un paquete de su túnica e inclinándose hacia adelante, se lo pasó.

Harry suspiró. Bueno, sabía que esto no sería fácil. Se sintió tentado, ante el silencio del hombre, de seguir adelante y leer su publicación, pero decidió que eso no ayudaría mucho.—Lo siento, ¿de acuerdo?—ofreció finalmente, dejando las cartas a un lado.—Debí haber confiado en lo que me dijiste.

El maestro de pociones entrecerró los ojos hasta convertirse en rendijas negras.—Inadecuado, Sr. Potter.

—¿Inadecuado? ¿Qué se supone que significa eso?

—Inadecuado.—recitó Snape.—Insuficiente. Inaceptable. Incompleto. No apto para el propósito; deficiente; no cumple con los requisitos, especialmente de una tarea...

—¡Yo se lo que significa!—Harry estalló.

—Entonces tal vez no deberías preguntar por el significado.

El hombre era imposible. Absolutamente imposible. Harry habló con los dientes apretados.—¿Qué quiere que diga, profesor? ¡Empecemos con eso, para que pueda decirlo y podamos superar esto!

Bueno, eso fue de mucha ayuda. Snape le dio una mirada de desprecio y no respondió.

—Oh, al diablo con eso.—se rindió Harry.—Bien, guarda tu rencor. No es como si no estuviera acostumbrado a que me odies.

Esperaba provocar una reacción allí, algo así como no te odio, Harry, por supuesto que no te odio. Ahora en cuanto a su comportamiento reprobable de anoche... Al menos lo habría hecho hablar. Snape, sin embargo, se negó a morder el anzuelo.

—Entonces, comencemos.—concedió Harry.—Saca tu varita y grita Legilimens , y empezaré a trabajar para intentar sacarte, ¿de acuerdo? He estado practicando, pero sin alguien contra quien empujar, no puedo decir si lo estoy haciendo bien.

Harry vio a Snape tomar aliento y se imaginó que el hombre se relajó, solo un poco.—¿No estás descuidando algo?

Harry frunció el ceño.—Um, no, no lo creo.

Snape murmuró algo que Harry no pudo atrapar, pero estaba bastante seguro de haber oído tonto y Gryffindor en alguna parte.—¡El pensadero! Tráigalo, Sr. Potter.

Parpadeando un poco al tocarlo, Harry sacó el pensadero de la cocina y lo colocó en su lugar habitual en la mesa baja frente al sofá, mirando sin decir una palabra mientras Snape encantaba el latín que le permitiría retirar sus propios recuerdos de él. Luego, como había hecho tantas veces antes, tocó la sien de Harry con su varita y susurró:—Pensare non pensatum.

Arriesgándose, Harry pensó en lo mucho que lamentaba haber presionado a Snape para que le contara sobre la reunión de los Mortífagos.

—¿De nuevo?

—No.—Se arqueó hacia atrás desde la punta de la varita.

—Muy bien.—Retrocediendo unos pasos, Snape advirtió.—Esto será más difícil, Potter. Cada vez que me empujes, presionaré más fuerte. Mantén tu concentración. Céntrate en el fuego. ¡Legilimens! 

Había sido la sesión más agotadora hasta la fecha. Para cuando terminó, Harry estaba empapado de sudor y se sintió a punto de desmayarse. Colapsando en el sofá cuando Snape finalmente bajó su varita, Harry se reclinó contra los cojines y cerró los ojos, jadeando.

—Será peor con él.—consideró oportuno advertir Snape.—Magnitudes peores.

—Sí, lo tengo.—gimió Harry.—Seguiré practicando, ahora que tengo una idea más clara de qué hacer.

—Haga eso, Sr. Potter.—Snape agitó su túnica como si se estuviera preparando para irse. Moviendo su varita hacia el pensadero, comenzó a cantar el encantamiento que le permitiría restaurar los recuerdos de Harry.

—No, todavía no.—pidió Harry, adormilado.

Snape arqueó una ceja sarcástica y esperó a que Harry le explicara.

—Yo... Yo...

—¿Sí?—Snape preguntó sombríamente.

Su cabeza se sentía como un bulto de granito, pero Harry la levantó de todos modos, sus ojos verdes buscando los oscuros de Snape.—Dijiste que mi disculpa era inadecuada. Tal vez lo fue, no lo sé. Pero realmente me gustaría que la aceptaras, de todos modos. Por favor. Pensé que éramos... no sé. Amigos, en algún ámbito al menos.

Harry no podría haber dicho que la expresión de Snape se suavizó, pero al menos no empeoró. Eso solo fue probablemente lo que le dio el valor para terminar.—Quiero que mires en el pensadero. Quiero decir... Puse mi disculpa allí. Quizás esta vez pienses que es adecuado.

Un suspiro escapó de los labios de Snape.—No tienes que hacer eso.

—Sí, bueno, quiero hacerlo. ¿Profesor?

Snape negó con la cabeza.—Disculpa aceptada, Potter. Lo dejaremos así.

—Pero realmente quiero...

—Hazme la cortesía, esta vez, de respetar lo que quiero.

—Como debería haber hecho para empezar.—reconoció Harry, comprendiendo al fin.—Sí, está bien. Gracias, señor.

Snape dio otro suspiro.—Creo que te prefiero insolente, considerando todo.

—Trabajaré en eso.—Harry sonrió levemente. No se sentía del todo a gusto, pero decidió tratar de actuar como si lo estuviera. Quizás eso haría que Snape también se relajara.—Hablando de eso... solo dime que me vaya a la mierda si no debo preguntar, y esta vez lo haré, lo juro, pero me preguntaba por qué viniste aquí en Halloween. Debes haber sabido que te llamarían tarde o temprano. ¿Querías que... um, viera que te llamaran?

Una mirada de incredulidad, pensó Harry, era al menos una reacción.

—Está bien, supongo que no.—supuso.—No podía pensar por qué querrías que lo viera, pero eres un Slytherin, así que pensé que tenía que ser algún tipo de manipulación.

—Difícilmente.—negó Snape, aunque no se veía en lo más mínimo molesto por haber sido llamado manipulador, notó Harry.—La convocatoria del Señor Oscuro generalmente llega a la medianoche tanto en Halloween como en Samhain. Había planeado irme antes de esa hora.

—¿Samhain?

—El día cruzado entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno.—espetó Snape.—¡De verdad, Potter, esto es Astronomía muy básica! ¡Deberías haber sabido todo esto antes de poner un pie en Hogwarts!

—Sí, bueno, fui criado por muggles.—dijo Harry arrastrando las palabras.—¿Recuerdas? La mayoría de ellos no saben mucho de días cruzados, o todas las otras cosas que los profesores suponen que deberíamos saber. Significa que tengo problemas en muchas de mis clases.

—No parece ser una molestia para la señorita Granger.—respondió Snape.

—No todos somos brillantes.—Harry sonrió.—Pero le transmitiré su cumplido, profesor.

Snape no parecía preocupado.—Ella nunca creerá que lo dije.

—¿Tú crees? No, ella confiará en un compañero Gryffindor.

Para decepción de Harry, Snape no reconoció la bromas ni siquiera en una ceja levantada. Maldita sea.

El maestro de pociones simplemente asintió levemente hacia el pensadero.—Será mejor que restauremos su memoria antes de que pase mucho tiempo. Quédese quieto, Sr. Potter.

Después de que Snape colocó los pensamientos de Harry en el lugar al que pertenecían, Harry tuvo que preguntar:—¿Por qué dejaste tus propios recuerdos allí durante tres días, entonces?

Snape entrecerró los ojos un poco.—No estaba ansioso por sacarlos y volver a meterlos en mi mente, tan repetidamente. Era más simple dejarlos en paz hasta que todos los involucrados lo viesen.

Harry arrugó la nariz. —¿Eh?

Un largo suspiro, luego:—Albus también necesitaba verlos, para buscar patrones que podría haber pasado por alto, y dado que los recuerdos incorpóreos no suelen sobrevivir a los viajes mágicos, tuvo que venir aquí. Su agenda no lo permitió hasta tarde en la noche.

Harry lo miró fijamente, una furia familiar llenando sus venas hasta que sintió que iban a estallar.—¿El director estuvo aquí en esta casa, anoche? ¿Y ni siquiera se molestó en verme, hablar conmigo? ¿Qué, todavía cree que Voldemort se acercará a mí para atraparlo? ¿Incluso aquí? 

—Albus tiene que hacer lo que crea mejor.—respondió Snape.—No sé por qué te ha estado evitando últimamente, pero podría arriesgarme a adivinar.

Harry también, una vez que lo pensó.—Sí, quiere que aprendamos a llevarnos bien.

—Debe pensar que es más un caso de... él quiere que tengas a alguien a quien recurrir.—aclaró Snape.—Estabas lo suficientemente enojado como para destruir la mitad del contenido de su oficina el año pasado, así que no imagina que anhelas volver a acudir a él. Pero necesitas a alguien, especialmente ahora que Black se ha... ido.

Harry cerró los ojos y luego los apretó. Eso ayudó.—Todavía tengo a Remus.—logró decir.—Y Ron y Hermione.

—Un profesor que incluso usted admite que no reconoce que está creciendo, sin mencionar a uno cuya condición hace que no esté disponible regularmente; y adolescentes ineptos que no pueden comprender el peso del pasado y del futuro que usted debe soportar.

—Genial, ahora me siento más solo que nunca.

—Usted no está solo.

Los ojos verdes se abrieron, ojos que eran más viejos de lo que deberían. Ojos que habían visto demasiado.—Por supuesto que lo estoy. No puedo llamarte en medio de la noche si tengo un mal sueño, o seguir hablando de lo mucho que Dudley me desconcierta estos días. No es tu problema.

—Puedes despertarme en cualquier momento que lo necesites.—respondió Snape con firmeza, aunque no parecía en lo más mínimo compasivo. Solo... lógico. Analítico.—Ante cualquier necesidad. En cuanto a tu primo, ¿a quién más le puedes contar? Por mucho que dices que los tienes a tu lado, nunca le has dicho a Lupin ni a tus amigos toda la verdad sobre Privet Drive.

—Sí, bueno, yo nunca tuve la intención de decírtelo. En realidad no.

—Independientemente, estamos donde estamos, tú y yo.—Snape se detuvo por un momento delicado.—¿Puedo preguntarte qué quisiste decir con tu primo?

—Nada.—Harry lo pasó, luego se dio cuenta de que Snape podría ser una buena persona para hacer la única pregunta que lo había estado molestando.—Solo... estoy empezando a pensar que podría estar dispuesto a protegerme, incluso si el tío Vernon se opone. Pero no en su casa. ¿Eso importa?

—Importa.

—Oh, bueno, no es como si quisiera volver, de todos modos.

—Incluso si las protecciones estuvieran intactas, no volverías a una casa cuyo dueño podría conspirar con el Señor Oscuro.

—Lástima que no haya dicho que lo haría antes, entonces.—bromeó Harry.—Preferiría haber pasado los veranos aquí con Sirius.

—A Black le hubiera gustado eso.—admitió Snape.—Le preguntó a Albus, más de una vez.

Fue bueno escuchar eso, pero dolió. Terriblemente, recordándole a Harry todo lo que se había perdido. Apretó los dientes y, simplemente para distraerse, preguntó:—Entonces, ¿cuándo es este Samhain?

—Dentro de tres noches.—Snape se mordió las palabras como si fueran algo congelado y desagradable.—Y antes de que vuelvas a preocuparte por lo que pueda suceder esa noche, permíteme aclarar que para el Señor Oscuro, Samhain es un ritual, no una redada.

Los escalofríos convulsionaron a Harry. Después de todo, ya había visto a Voldemort involucrado en un ritual. La sangre de un enemigo... los huesos de su padre... el sacrificio de un sirviente.—Oh, genial. Eso es probablemente incluso peor.

Snape no respondió a eso, diciendo en su lugar.—No estaré aquí mañana, aunque si necesitas algo de mí, Lupin puede contactarme a través de Floo.

No preguntaría, se dijo Harry. No iba a preguntar. No necesitaba saberlo, no preguntaría...—¿Por qué no vienes?—se escuchó preguntar a pesar de sus pensamientos.

—La misma razón por la que no he estado aquí estas últimas noches. He estado preparando la Poción Matalobos para tu sarnoso amigo.

Harry soltó un suspiro.—¿Es tan complicado?

Snape tenía una expresión extraña en su rostro, una que Harry ni siquiera podía leer, hasta que el Maestro de Pociones admitió.—La primera tanda se arruinó, por desgracia.

—¿No pudo preparar una poción perfecta, profesor?

Snape frunció el ceño.—Tenía cosas en la cabeza. No preguntes más.

Esa vez, Harry sabía lo suficiente como para dejarlo pasar. Desde luego, no iba a decir lo que Snape siempre decía en clase: Si sólo puede ser competente cuando no hay nada que te distraiga, ¡entonces no eres competente en absoluto!

—Está bien.—murmuró mientras Snape se movía hacia la red flu.—¿Te veré pasado mañana, entonces?

—Sí. Tarde.—confirmó Snape.—Hasta entonces, siga practicando, Sr. Potter.

Harry asintió con la cabeza y lo vio irse, dándose cuenta tardíamente de que ni una sola vez en toda la noche su maestro lo había llamado Harry.

Las disculpas aceptadas y el no estás solo, decidió, eran prácticamente insignificantes, en ese caso.

Harry todavía estaba frunciendo el ceño mientras se dirigía a la cama.

SAMHAIN, RECORDAR SAMHAIN, AMO MUCHO AHAHAHHA, EL SIGUIENTE CAPÍTULO ES DONDE EMPIEZA TODO, AHSAHSHASHAH *convulsiona de emoción*

¿Creéis que la relación de Harry y Snape ya no será la misma? ¿Dudley realmente ha cambiado o será alguna estratagema? ¿Pensáis que la magia de Harry volverá en algún momento? Leo todos los comentarios, los amo mucho y me dan fuerzas para traducir. 

MUCHAS GRACIAS POR LAS 3K LEÍDAS, ES COMO UN SUEÑO. Hace poco que empecé a publicar esta traducción y me pone muy feliz que le guste a tanta gente. Lo aprecio muchísimo, ay.

(Recomendando esta canción que amo muchísimo, y creo que se puede relacionar en cierto sentido con este capítulo, para escucharla en bucle mientras esperáis el siguiente cap, que está potente, jasjaja):

https://youtu.be/_UlNO5CQRG8

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