Soy Thomas Brodie-Sangster y hasta un delantal con lacitos me queda bien.
Allí está de nuevo como a partir de todas las mañanas hasta que Dylan O'Brien prescinda de sus servicios. Siente un escalofrío al pensar en la posibilidad de que todo vuelva a repetirse como si se tratara de un círculo vicioso del que, por mucho que lo intentase, nunca podría salir. Su fracaso le perseguía allí a donde iba y condicionaba mucha de las cosas que hacía.
Se mira en el espejo que está limpiando; va vestido con vaqueros, converses y una sencilla camisa, el cabello rubio que últimamente está demasiado largo recogido en una coleta pequeña. Antes se preocupaba más por su aspecto y vestía mucho más formal, sensual y provocativo, pero... se le cae de las manos el limpia-cristales y deja caer su cabeza contra el cristal, maldiciendo en silencio al darse cuenta que se ha manchado la camisa.
Al ir a buscar el delantal pasa por delante de los sillones donde Dylan lleva acostado, desde que él llegó, con una revista que le tapa la cara.
- Jefe, es usted uno de los mayores propulsores de la vagues que hay en el mundo - le dice divertido encaminándose hacia el armario.- ¿Ah? - automáticamente se vira hacia el hombre y le quita la revista de la cara.- O'Brien.
- ¿Hmmm?
- ¿Qué ha hecho con el delantal y el plumero?
- No sé de qué me habla - se levanta del sillón y se dirige al despacho
- ¡Alto ahí, O'Brien! - se interpone en el camino del hombre, en un ataque de valentía y con los brazos extendidos.- Usted es el único que ha podido quitarlos del armario - bufa.- ¡Vive aquí!
- ¿Me está acusando? - casi con una nota burlesca en su voz se inclina colocando ambos brazos en los costados de la joven.
Thomas siente que puede derretirse allí mismo ante la cercanía de Dylan. ¡Dios! ¿Realmente hace tanto calor?
- Solo hacía una observación - masculla en cuanto puede coger una bocanada de aire, ¿por qué le hace sentir aquella sensación de sofoco?
Dylan lo observa divertido y burlón, deleitándose con la confusión de los ojos negros ante el calor que manaba de su cuerpo masculino. Nota la alteración de sus sentidos en cada fibra de su ser, puede oler su confusión y el repentino sofoco que experimenta.
- Eso que usted estaba usando ayer eran más un trapo viejo y sucio y un palo desplumado que lo que comúnmente es conocido por plumero y delantal.
Thomas parpadea varias veces, por un instante olvidándose del agobio.
- Primero, ¿se ha dado cuenta de lo viejo que parezco cuando me trata de usted? - exclama, indignado.
Se para un segundo a pensarlo, ¿de verdad parecía un viejo? Suelta una maldición, recordándose que aún tenía unos preciosos veintiséis años y se jura mentalmente que aquello tiene que solucionarlo.
Dylan lo mira con curiosidad e iba a añadir algo cuando él le interrumpe.
- Y segundo, no había otra cosa para limpiar.
Él ladea la cabeza hasta que sus cabellos blancos se deslizan por su hombro, Thomas sigue el hipnotizante movimiento con los ojos, aquellos mismos ojos que Dylan no puede dejar de observar: chocolate, está seguro que al abrigo de la oscuridad serían como la misma noche. ¿Se reflejarán en ellos la pureza blanquecina de la luna? Se aleja de Thomas. Es imposible, la pureza en ese mundo no existe. Es corrupto y frío.
- El caso, Sangster, es que tiene un paquete sobre su mesa.
Cuando se siente liberado de la revolución que Dylan causa en su interior coge aire y asimila todas sus palabras.
- ¿Es que tengo mesa?
- Claro, es mi ayudante - el joven rueda los ojos y arquea una ceja desconfiado al encontrarse con el escritorio que había limpiado el día anterior y sobre el que hay un enorme paquete.
- Bueno, es un escritorio genial - exclama, dejándole el acceso libre a Dylan.- Jefe... - se detiene al escuchar el suave cerrar de la gran puerta de madera.
Se encoje de hombros y casi con prisa levanta la tapa de la caja. Al instante, las mejillas se le vuelven de un color rojo intenso.
- ¡DYLAN O'BRIEN! - grita, como si eso fuera suficiente para que el aludido salga del refugio de su despacho.- Maldito cerdo narcisista y asquerosamente guapo, ¿te crees que me acobardaré? Ah, no, tú no sabes quién está aquí - masculla mientras se lo pone.- Thomas Brodie-Sangster nunca le da la espalda a un desafío.
Dylan acaricia sus sienes tratando de calmar el latido de su cabeza que comienza a volverle loco, siente la sangre en las venas por culpa de aquel acercamiento. Hacía décadas que no estaba tan cerca de alguien que despertara sus instintos más... primarios. Y, de repente, aquel en especial le hace sentir la necesidad de proximidad, ¿por qué? ¿Por qué aquellos deseos de tocarlo?
Se acerca a la ventana cuyas persianas están bajas y mira a la sala. Se detiene un momento, admirándolo como lo que es y como lo había mirado la primera vez: un hermoso joven apenas un poco más alto, con una rebelde cabellera rubia que enmarca unos enormes ojos chocolates llenos de curiosidad, de brillo. Se mueve con gracia a pesar de seguir despotricando en su contra por el delantal lleno de volantes y lazos que le ha comprado y que deja a la vista su llamativo trasero. Todo el conjunto dentro de unos ajustados vaqueros y una camisa vieja, en sus oídos los auriculares del iPod y en su mano un plumero de vivos colores. Todo unido al explosivo, pero a la vez sosegado carácter que el joven posee... es el típico hombre que a toda persona en su sano juicio le gustaría sentir bajo su cuerpo en la cama. Suelta una y mil maldiciones, sacude la cabeza bruscamente para alejar aquellos pensamientos. ¿Qué le está pasando? No, no. Para empezar, ¿por qué diablos le ha regalado el delantal y el plumero? Porque ayer pasó por delante de una tienda de uniformes y pensó que el rubio se vería genial en uno de ellos... hasta enfadado es sexy.
- Ha merecido la pena - se responde a sí mismo en voz alta, deja caer la cabeza y decide que debe buscar algo con lo que matar el tiempo hasta que llegue Will.
Hora y media más tarde se deja caer sobre el sillón al terminar de recoger todo el lugar. Pensando que podría descansar se encuentra cuando el timbre de la puerta suena. Da un bostezo y se levanta perezoso para atender la llamada, pero al abrir la puerta para ver de quién se trata en un abrir y cerrar de ojos se encuentra entre la puerta cerrada y un cuerpo masculino completamente extraño.
- Menudo dèjá vu - piensa.
- ¿Quién eres tú? - acusa el recién llegado.
Thomas sube la vista para encontrarse con un atractivo hombre rubio de ojos verdes.
- Will.
La profunda voz de Dylan hace que el acelerado corazón de Thomas se pare y vuelva a latir con lentitud, sintiéndose seguro con su presencia.
- ¿Por qué? - se le escapa en voz demasiado baja para que ninguno de los presentes lo escuche, pero Will vuelve a mirarle consternado.
- ¿Quién es él, Dylan? - pregunta, sin separar su cuerpo del otro a pesar de su dueño desearlo.
Thomas ve cómo su jefe se masajea las sienes, ¿se encuentra mal?
- Es el ayudante que te mencioné anoche - suelta a regañadientes.- Déjalo tranquilo, Will, es de fiar.
- Ah, la sirvienta - se burla, al percatarse del atuendo de Thomas.
Thomas le mira fulminante y ligeramente ofendido por el cambio de género le da un golpe en el pecho para quitárselo de encima, ¿cómo que era de fiar? ¿Por qué no iba a ser de fiar?
Will le mira irónico, no ha sentido ni cosquillas con el golpe.
- Jefe, ¿puedo saber por qué no sería de fiar? - exige, molesto.
- Porque lleva trabajando aquí un día, Sangster.
- Vaya, pues perdóneme por no haber llegado antes, si lo llego a saber...
Dylan observa sorprendido al chiquillo que con rapidez se mueve y va hasta el escritorio, coge su mochila y rebusca algo con brusquedad. ¿Está enfadado?
- ¿Por qué no va abajo a almorzar con tranquilidad? - sugiriere Dylan cuando pasa por su lado.
Thomas se vira para enfrentarlo y, finalmente, le da una pequeña caja.
- Si le duele la cabeza, O'Brien, debería decirlo en lugar de callárselo para usted ya que por desgracia no soy adivino. Por si no lo sabe, debe disolverla en agua y beberla - el aludido intenta no replicar, pero Thomas se fija en un ligero tic en la ceja.
Hay un instante de silencio, Thomas sigue sosteniendo con suavidad la gran mano de Dylan debido a la electricidad que ha recorrido su extremidad. Vuelve a la realidad y se aleja de él cuando sus ojos se encuentran.
- Soy tan estúpido - piensa, se acerca a la puerta.- ¿Os gusta la comida china?
Dylan clava la mirada en él, pero no responde.
- Nos encanta - acepta el recién llegado bajo la amenazadora mirada de Dylan que lo toma como su objetivo.
- ¿Queréis venir a comer conmigo?
Los dos hombres que han comenzado a andar hacia el despacho se detienen en seco, Will se vira para responder, pero Dylan se adelanta.
- Tenemos cosas que hacer y poco tiempo.
- Tranquilo, el mundo no se acaba mañana. Además, no ha comido.
- Sí lo he hecho - replica.
Will los mira alternativamente como a un partido de tenis. ¿Qué está pasando allí? ¿Qué es aquel ambiente?
- Mentiroso.
Thomas sonríe.
Con aquel gesto se refleja todo el cansancio acumulado debido a los ajetreados meses que ha vivido y Dylan se vuelve a preguntar si está siendo demasiado injusto con Thomas (aunque sigue sin arrepentirse del delantal).
- Volveré enseguida, jefe - se despide, cogiendo finalmente su mochila y saliendo por la puerta.
Will se vira hacia Dylan, en su rostro se refleja el desacuerdo.
- ¿Nunca te he dicho que eres un bruto?
Dylan le fulmina.
- Y tú un puñetero sobrehormonado.
Will levanta los brazos en gesto inocente.
- Perdóname por tener buen gusto.
Por desgracia, piensa Dylan mientras le cede el paso a su despacho, no puede quitarle razón.
- ¿Podemos hablar de lo realmente importante, por favor?
Will se sienta en la mullida silla.
- Están aquí.
Dylan le mira de golpe, con los ojos muy abiertos.
- Explícate - le exige, sentándose de golpe en su silla y mirándole muy serio.- No pueden estar en Nueva York.
- Lo están - afirma.- Si no te tomas ese calmante me lo tomo yo - le dice, señalando la caja de pastillas que Dylan aún conserva en la palma de su mano.
- Hay más de una - Will observa que la caja está levemente estrujada.
- Dylan, he estado pensando - se toma la pastilla sin necesidad de agua.- ¿No deberíamos dejarlo estar si CRUEL viene?
- Los mataré a todos, Will, uno a uno hasta que finalmente no quede nadie.
Will deja caer los hombros.
- Se volverá complicado, Dylan.
- Ya es complicado, Will.
- ¿Estás seguro? Los han visto por los barrios bajos, preguntan por ti.
- Eso no es nada que no supiéramos que iba a pasar.
- Sí, pero le has involucrado, Dylan.
- ¿Involucrado? - pregunta confundido.- ¿A quién?
- A Thomas.
- ¿Qué pasa conmigo?
Aquella vez logra que Will se sobresalte y que Dylan le mire preso de la sorpresa.
- ¿Qué hace aquí, Sangster? ¿No sabe tocar?
- Lo he hecho, O'Brien - responde, con una débil sonrisa mientras termina de entrar y coloca, sobre la mesa, un par de bolsas donde se puede ver el logotipo del restaurante.
- ¿No le dije que...?
- No me gusta comer solo, usted está acostumbrado a ser un lobo solitario, pero yo no - dirige su vista a Will justo en el momento en que la furia se apodera de los ojos de Dylan.- Además, su amigo parece hambriento - cambia de objetivo al mirar a Will que está, literalmente, devorando con la mirada a Thomas.
Dylan suelta un suspiro de frustración.
- Thomas, él es Will. Antes no os presenté.
- Un placer - le coge la mano y la acerca a sus labios para besarla con suavidad, provocando un gruñido en Dylan y un ligero sonrojo en Thomas.
- Ya, lo mismo digo - retira la mano levemente.- Pero la próxima vez que vengas, por favor, no seas tan entusiasta - murmura, haciendo referencia al suceso de hace un rato.
- Procuraré recordarlo - acepta.
Thomas asiente, desconfiado.
- Voy a ir a preparar la mesa, más os vale venir - les amenaza, retirándose del despacho.- Os llamaré.
El silencio se hace en el lugar y Dylan se hace atrás en la silla completamente derrotado.
- Es un chico fuerte, eh.
Dylan no sabe exactamente qué responder, ¿qué sabe acerca de Thomas? Sus datos personales, los mismos que constan en el DNI, y los estudios que había realizado. Realmente no sabe absolutamente nada de él, por lo tanto el hecho de que se haya convertido en ayudante teniendo dos brillantes futuros por delante no hace más que aumentar su desconcierto.
Se detiene bruscamente al levantarse del sillón, ¿y si es un enviado de CRUEL o de algún otro clan de demonios liberales?
- ¿Sucede algo? - pregunta Will, desde la puerta.
- Will, ¿podrías investigarle?
Su compañero muestra perplejidad.
- ¿A Thomas?
Dylan asiente.
- ¿No sería más fácil preguntarle lo que te interesa saber?
- No - responde seco y a continuación sale del despacho.
Will pasa la mano por su corto cabello y suelta una pequeña maldición.
Thomas los ve aparecer, primero a Dylan que le mira con un extraño brillo en los ojos que logra desconcertarle y luego a Will que parece perdido en sus propios pensamientos y casi tropieza con la mesa.
Ladea la cabeza, ¿qué se ha perdido?
- Eh - llama la atención de los dos, quienes habiéndose sentado ya en los sillones clavan los ojos en él.- ¿Todo bien?
Ninguno responde, pero Will sonríe suavemente y Thomas se encoge de hombros. Tendría que acostumbrarse a aquel tipo de situaciones.
Continuará...
n/a: no estoy segura de si es en el capítulo 4 o el 5, pero dentro de poco aparecen los personajes de Teen Wolf asdfasdfasdf ❤️ LO ESTOY DESEANDO.
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