Siempre hay que estar seguro de querer escuchar la verdad.

Thomas abre los ojos con dificultad, sintiéndolos más pesados de lo normal. Una vez que lo consigue mira a su alrededor, aquella no es su habitación, hay un olor característico en el aire, un olor que le es familiar, pero que su dormida mente no es capaz de reconocer.

- ¡Por fin! Ya era hora de que despertaras.

La conocida voz de Kaya le hace incorporarse con rapidez, sintiendo un pequeño mareo que casi provoca que se tumbe de nuevo.

- ¿Kaya? – la joven se situa en la silla que está al lado de la cama, tiene el pelo revuelto y los ojos ensombrecidos.- ¿Cuándo has cambiado la decoración de tu cuarto?

La aludida parpadea sorprendida y una cansada sonrisa se instala en sus labios.

- No estamos en mi casa, Thomas, estamos encima de las oficinas en las que trabajas – le aclara, poniendo en manos del rubio una taza de chocolate caliente.

Entonces, el olor que atraviesa sus fosas nasales, de pronto, tiene un dueño. No puede evitar sonrojarse hasta la raíz del cabello, agradeciendo que las cortinas estén cerradas y la habitación en penumbras.

- Entonces, esta habitación...

- Según mis deducciones es el cuarto donde duerme tu jefe – le informa, ahora con una amplia sonrisa, sabiendo que su mejor amigo está sonrojado.- Por cierto, está para comérselo mojado en leche – Thomas la fulmina con la mirada.- Aunque el chico que me llamó me parece muchísimo más mono.

- ¿El chico que te llamó? – bebe un poco de chocolate, su cabeza está perdida y completamente desorientada, ¿cómo había llegado al cuarto de Dylan?

El rostro de Kaya se torna serio de nuevo y Thomas se asusta.

- Thomas, ¿no recuerdas nada de lo que pasó esta mañana?

Él cierra los ojos, intentando revivir los momentos vividos.

- Recuerdo que estaba un poco deprimido y llegó Will con un informe para Dylan. Luego, cuando entraron al despacho, sonó el timbre. Era un cliente – comienza a notar su cuerpo temblar a medida que los recuerdos se abren paso en su mente.- Pero... - se muerde la lengua, no puede decirle a Kaya que había sentido que perdía el control sobre sus acciones... otra vez.- Al verle me asusté. ¡Era él, Kaya, era él!

Kaya suelta el aire que ha estado conteniendo, es exactamente lo mismo que le había contado Will cuando la llamó.

- Es imposible que fuera él, Thomas, seguramente solo se le parecía y lo confundiste – acaricia el pelo de su amigo.- Will me llamó para que viniera a cuidarte, como no me era posible llevarte a casa me ofrecieron quedarme aquí hasta que ellos volvieran y tú despertaras.

- ¿Hasta que ellos volvieran? – repite.

- Sí. Tu jefe dijo que le debías algo.

Unos recuerdos mucho más difusos que los anteriores hacen que su cara arda con más fuerza. No puede recordarlo bien, pero sabe que le prometió a Dylan O'Brien contarle la verdad sobre su pasado, hablarle del accidente que le cambió la vida para siempre.

- ¿No sabes a dónde han ido? – Kaya niega suavemente con la cabeza.

Thomas bebe el chocolate en silencio, sabiendo que no le es necesario para recobrar el calor en su cuerpo, los recuerdos de hace pocas horas son suficiente para mantener alta su temperatura.

- Thomas.

- ¿Si? – sale de sus pensamientos y clava sus ojos en Kaya, que tiene una sonrisa pícara.

- Me gusta cómo te mira tu jefe.

- ¿De qué estás hablando?

- Te mira de una manera extraña – hace una pausa, pensando en las palabras adecuadas para describirlo correctamente.- Es como si deseara comerte, pero por algún motivo no pudiera hacerlo.

Thomas se queda sin palabras, iba a lanzarle a Kaya un par de gritos cuando una voz proveniente del umbral de la habitación hace que su corazón amenace con salir de su pecho.

- ¿Quién quiere comerte, Thomas?

Ambos clavan sus ojos en Dylan y en Will.

Thomas traga saliva al verle, parece mucho más grande que la última vez que le vio esa mañana (y está bastante seguro de que es unos centímetros más alto que Dylan), la gabardina negra le da un aspecto peligroso, atrayente... él se cuestiona si sería difícil quitársela. Al instante se regaña ante sus pensamientos.

- Na... Nadie, solo son tonterías de Kaya – responde, con una sonrisa nerviosa.

Will se acerca para observarlo, Thomas le dedica una sonrisa.

- Estoy bien, Will – le asegura, para tranquilizar al otro quien pudo respirar por fin tranquilo, dejándose caer a los pies de la cama.

- Kaya, ¿ningún problema más?

Kaya sonríe cuando el demonio de verdosa mirada centra su atención en ella para asegurarse.

- Nada – asegura, con una sonrisa tranquilizadora.

Nadie dice nada por un instante, Thomas siente aquella atmósfera pesada y llena de preguntas sin respuestas. Cuando Kaya se levanta se alarma, ¿va a dejarlo solo frente a aquellos dos hombres deseosos de información?

- ¿Kaya...? – la llama.

- Tengo que volver al trabajo – le quita los flecos de la frente y le da un beso.- Prometo pasarme esta noche por tu casa, ¿de acuerdo? Hazme un hueco en tu cama – le guiña un ojo, separándose de él para coger su bolso y finalmente mirar a los dos hombres.- Tened paciencia, por favor – a pesar de la educación su mirada es seria y desafiante.- Os lo encargo.

- No te preocupes, Kaya, está en buenas manos – asegura Dylan con voz neutral.

- Más os vale – luego sonríe.

Will se levanta de la cama y la acompaña hasta la puerta, dejándolos solos.

- Kaya tiene una parte sobre protectora – murmura, para restar importancia a la advertencia que les ha hecho a ambos.

- Estoy seguro que lo entenderé después de escuchar lo que me tienes que contar.

Thomas se muerde el labio.

Dylan se da cuenta de que lo entiende sin necesidad de explicaciones, entiende la necesidad de proteger a Thomas, entiende el aura irresistible que posee y que le obliga a cuidar de él, a pesar de intentar no sucumbir.

En ese instante, Thomas se da cuenta de un pequeño y casi insignificante detalle en las últimas palabras que su jefe le ha dedicado. Siente las lágrimas picar en sus ojos, ¿qué le pasa? ¿Cómo puede emocionarse con tanta facilidad?

- Creo que me ha afectado demasiado, casi como aquella vez... - piensa, recogiendo sus rodillas hasta llevarlas a su pecho y abrazarlas.- O'Brien – le llama.

- ¿Si, Thomas?

Esconde la cara entre sus rodillas, sintiéndose como un niño pequeño.

- Me ha tuteado – dice con un hilillo de voz, sintiendo el calor característico del sonrojo en sus orejas.

- Sí, lo he hecho – admite.

Pero también admite para sí mismo que aceptar aquella cercanía supone un duro golpe en las barreras que ha puesto a su alrededor para alejarlo. 

Will vuelve a entrar en la habitación en silencio, notando el pequeño ambiente que se ha creado entre aquellos dos. Sonríe débilmente mientras se acerca a las ventanas y abre las cortinas, dicho acto saca un gruñido de la garganta de Thomas. Will se vira al darse cuenta de que lo ha sorprendido con la repentina luz y que Dylan se ha colocado las gafas de sol para proteger sus ojos.

- Thomas, querido, tienes un aspecto terrible – comenta, volviendo a sentarse cerca de él y observando el pelo alborotado y los ojos rojos e hinchados por culpa de las lágrimas.

- Me lo imagino – se pasa ambas manos por el cabello.

Dylan suspira, tiene que darle un respiro. Está ansioso, pero debe tener en cuenta que Thomas acaba de pasar por una crisis nerviosa.

- El baño está tras esa puerta – señala un acceso a la derecha de la cama.- Hay toallas limpias en el armario que está debajo del lavamanos - se acerca al ropero, sacando de él una camisa blanca y unos pantalones de chándal.- Date una ducha y ponte esto. Cuando te hayas recuperado hablaremos, te esperamos abajo, ¿de acuerdo?

Will se levanta y se prepara para salir detrás de Dylan, algo sorprendido por la repentina amabilidad del demonio.

- ¡Dylan!

El llamado del joven los para en seco a los dos, el aludido se vira y Will continúa su camino rumbo a la puerta.

- Gracias – su voz suave hace que otra barrera se rompa dentro del demonio, quien masculla algo inteligible y sale por fin de la habitación después de ver una sonrisa instalada en aquel rostro angelical.

Thomas se deja caer de nuevo sobre la cama antes de pasar al baño. Tiene que contárselo, debe hacerlo... tal vez, tal vez ellos puedan protegerlo.

Mientras se desnuda intenta recordar el suceso, los detalles, lo que le había dicho la policía y los psicólogos, todo. Él no está loco, había sucedido tal y como lo recuerda, no había sido un producto de su imaginación. Apoya la frente contra la fría pared al entrar en la ducha, siente el agua que hiela cada porción de piel que tocaba a medida que va descendiendo. No pierde nada con intentarlo, lo necesita... necesita a Dylan O'Brien.

Son apenas las seis de la tarde cuando, por fin, Thomas baja a las oficinas. Lleva el cabello mojado, y tanto la camisa como el pantalón que le ha prestado Dylan un poco remangado. Este sonríe al verlo pasar tímidamente y sentarse enfrente del sillón que ellos ocupan, su libido responde al ver a Thomas con ropa suya, con su olor.

- ¿Estás mejor? – pregunta Will, con una sonrisa amable.

- Lo estoy – responde, sonriéndoles a ambos. Su rostro entonces se torna serio.- Solo os pido una cosa a cambio de contaros mi pasado – arruga la tela del pantalón entre sus puños.

Dylan arquea una ceja, él ya le pidió algo a cambio, pero es normal que no se acuerde. Por otra parte, no esperaba en absoluto que Thomas pudiera llegar a pedir algo a cambio estando completamente cuerdo, pensando en grandes sumas de dinero está el demonio cuando la respuesta de él lo descoloca por completo.

- Protegedme, por favor.

Más que un favor, es una petición hecha desde la más profunda desesperación.

- Lo haremos –asegura, sin vacilar, observando que Thomas se relaja.

Posa la mano sobre su pecho, donde está su humano y mortal corazón, para intentar callar los confusos latidos que parecen gritos.

- ¿Por dónde queréis que empiece?

Dylan pone en la mesa una carpeta marrón que Thomas reconoce, pero coge entre sus manos y la abre: en la primera página se encuentra su foto con los datos de su carnet de identidad. No se sorprende, es bastante evidente que Dylan lo investigaría.

- No pareces sorprendido – observa Will.

- No lo estoy – admite, encogiéndose de hombros y mirándolos a ambos.- Porque los primeros días que estuve trabajando aquí O'Brien dejó caer que no era de confianza – sonríe, pero Will siente aquella sonrisa como un puñal y Dylan solo se sorprende por su buena memoria, ese hombre que le tienta tanto y le causa tantos problemas, ¿cómo puede tenerle pena por haberlo investigado?- Veo que lo único que no aparece aquí es aquel accidente – comenta, mirando por encima todas las hojas hasta la última página.- ¿Quién ha elaborado este informe?

- Ki – responde Dylan, sin pensar, Will le mira alarmado ya que la identidad del equipo es secreta.

Thomas sonríe levemente y, con la mirada fija en la foto de su carnet, se pregunta por dónde debe empezar exactamente. No sabiendo con certeza la respuesta, piensa que toda historia tiene un principio y la suya fue su graduación en la universidad.

- Me gradué en Oxford y nada más hacerlo la pequeña empresa en la que había realizado las prácticas me llamó para que fuera a trabajar con ellos – se acomoda mejor en el sillón, soltando el informe.- Estuve trabajando medio año y cobrando un buen salario. No había nada demasiado extraño: el típico hombre que se daba la vuelta para mirarte el culo cuando pasabas por delante, la chica de las fotocopias que todo los viernes te pedía salir y un jefe que te miraba como si fueras lo único en la oficina – coge aire, recoge sus rodillas y las abraza. Dylan se da cuenta de que es la misma posición que adoptó en la cama.- A mediados de marzo todo comenzó a cambiar, la chica de las fotocopias y el hombre pervertido intentaban no cruzarse en mi camino ni intercambiar palabras conmigo...

- Pero eso era bueno, ¿no? – interrumpe Will.

- No eran malas personas, a pesar de todo siempre fueron buenos conmigo – responde.- Al mismo tiempo... - coge aire.- Al mismo tiempo que esto sucedía me comenzaba a sentir extraño, como si alguien estuviera vigilándome y cuando volvía a casa varias veces me parecía ver sombras siguiéndome – comienza a acariciarse los brazos por los nervios.- Pensaba que me estaba volviendo loco, la verdad es que por un breve instante llegué a creer que lo estaba. Una noche estaba tan cansado, harto y confuso que decidí emborracharme – su gesto se convierte en una mueca de asco.- La primera y última vez en mi vida, me juré a la mañana siguiente. Ese día salí un poco más tarde del trabajo, no recuerdo exactamente qué hora era, pero sí sé que era tan tarde que no había nadie más a parte de mí en las oficinas... o eso pensaba – estruja la tela de la camisa de Dylan como si fuera un salvavidas.- Cuando entré a la oficina del jefe para dejar encima de su mesa el informe que había estado terminando l-la puerta se cerró de repente, me acerqué pensando que había sido una corriente de aire, pero no cedió, no pude abrirla.

- ¿Se trabó, quizás?

Él sonríe casi con sorna.

- Había alguien dentro de la oficina, en la parte de atrás, en los archivos. No quería acercarme, me mantuve alejado lo más posible, pero... - se acaricia las sienes, luego clava sus ojos en Dylan, quien no ha hablado en todo el rato.- Mi cuerpo se movió solo hacia los archivos. Sé que suena a locura, pero... pero... - su cuerpo tiembla.- Tan asustado que ni siquiera podía gritar, intentando ordenarle a mi cuerpo que corriese en dirección contraria llegué a los archivos y abrí la puerta. Lo que pasó a continuación... - siente el picor de las lágrimas en sus ojos.- Lo que pasó a continuación fue demasiado rápido, algo saltó encima de mí, tirándome sobre el escritorio de hierro, m-me clavé la esquina en la pelvis. Me puse en pie debido a la adrenalina, como la puerta seguía sin abrirse corrí hasta el interruptor y encendí la luz...

Thomas se interrumpe porque por un instante se ve incapaz de continuar, las palabras se atascan en su garganta y las imágenes acuden sin ninguna compasión a su cabeza. Respira hondo, tal y como le había enseñado Kaya, intentando imponer un poco de orden en sus recuerdos.

- E... Era horrible, ¿de acuerdo? Nunca había visto algo tan espantoso en mi vida – confiesa, Dylan arquea una ceja y Will ladea la cabeza, en otro momento se hubiera echado a reír.- ¡Mi jefe! Oh, por el amor de... ¡Mi jefe estaba parado delante de mí, con... con... con los ojos inyectados en sangre, unos colmillos ENORMES y mirándome con cara de pocos amigos!

De no estar sentado, Will se hubiera caído de culo al escucharlo; lo que Thomas describe es el aspecto físico de un demonio en estado de histeria, es decir, cuando ha perdido completamente el control sobre sus emociones y la parte oscura se adueña del cuerpo humano.

- Me sentí como un ratón frente a un halcón – admite, con la angustia jugándole malas pasadas.- Se acercó a mí sin darme tiempo a reaccionar, me congelé y no supe diferenciar si me había pasado de nuevo o esta vez el miedo me había dejado anclado en el sitio, y me habló – finaliza.

- ¿Te habló? – repite Dylan.- ¿Qué te dijo?

- No recuerdo las palabras exactas, sé que mencionó una marca de nacimiento en forma de luna y algo de una doncella virgen... - contesta pensativo.- No sé, creo que se le había ido la pinza porque desde luego de doncellA - recalca la vocal - tengo poco.

Dylan y Will se miran entre sí. No, no es posible, Thomas no puede ser una doncella, o un doncel en este caso... ¿verdad?

- ¿Qué pasó después?

- Me desmayé – se encoge levemente de hombros.- Cuando me desperté lo primero que vi fue a Kaya y la oficina prácticamente peor que esta cuando llegué el primer día.

- ¿La primera persona que viste fue a Kaya?

- Oh, ¿no os lo había dicho? Kaya y yo somos amigos desde la universidad, estudiamos la misma carrera y fuimos a trabajar a la misma empresa, pero por alguna razón que hoy en día desconozco ella dejó el trabajo un mes antes de que empezaran a suceder todas aquellas cosas – deja caer la cabeza sobre el espaldar del sillón.- Ahora que me paro a pensarlo también es extraño que Kaya llegara a la oficina esa noche, pero hay tantas cosas que no recuerdo que es probable que la llamase... - suelta un suspiro resignado.- Después de aquello perdía los nervios con demasiada facilidad y estuve yendo a psicólogos y a numerosos médicos cuyos nombres no recuerdo. Estaba tan cansado... las pesadillas me perseguían y la sensación de inseguridad era constante. Llegué a pensar que realmente había perdido la cordura – dice, solo había omitido las dos cosas que más miedo le dan, aquel ser intentó hacer mucho más que asustarlo aquella noche, ¿pero cómo iba a ser capaz de expresarlo en voz alta? Solo pensar en ello lo desespera, lo avergüenza, le dan ganas de desaparecer...

Finalizado el relato, la oficina entera queda en silencio, con la única excepción del continuo tictac del reloj de pared. Will clava la vista en el techo, sin saber exactamente qué pensar, Thomas había sufrido el ataque de un demonio se mirase por donde se mirase.

- Thomas Brodie-Sangster.

La imperiosa voz de Dylan le hace subir la cabeza para encontrarse con el demonio a menos de cincuenta centímetros de su cara, siente su rostro arder y su cuerpo calentarse cuando él coloca ambos brazos a sus costados.

- ¿S... Si, jefe?

- ¿Qué es lo que piensas que fue? – él abre mucho los ojos, Dylan lo siente temblar debajo de su cuerpo y negar lentamente con la cabeza. No quiere decirlo en voz alta, no quiere que piensen que le falta  más de un tornillo.- ¡Thomas, dímelo! – le coge por los hombros, están tan cerca que el deseo de besarlo casi se vuelve asfixiante cuando Thomas vuelve a morderse el labio.

- Yo... - titubea, intentando apartar sus ojos de los contrarios.- Pensé... pensé en un demonio, un vampiro o cualquier cosa que no fuera de este mundo porque... eso es lo que me parece cada vez que evoco esa imagen, la imagen en la que abro la puerta de los archivos y me veo tirada sobre el escritorio con más de dos metros de un extraño ser hambriento encima de mí diciéndome cosas que sigo sin entender – su voz se rompe, los sollozos convulsionan su cuerpo y las lágrimas se deslizan por sus mejillas.- Pero es imposible, ¿verdad? – Dylan le seca las lágrimas con la yema de los dedos, dedicándole una pequeña sonrisa.

Vuelve a alejarse de él y saca algo del bolsillo de la gabardina, Thomas lo mira con ojos curiosos mientras se aclara la visión.

- Hemos ido a pedirle a unos amigos que investiguen al hombre que ha venido esta tarde. Dejó, según parece por casualidad, su tarjeta – le tiende a Thomas un pequeño papel con el nombre y el número de teléfono de la comisaría.

- ¿Inspector Nakamori Takeshi? – repite, sorprendido.

- Es decir, este hombre – observa la fotografía antes de mostrársela.

Thomas traga saliva mientras la coge entre sus manos y una sensación de miedo salta en su estómago al observarlo, pero entonces se da cuenta de algo.

- No es él – susurra.- Se parece bastante, pero no es él – admite, con pesar.

- ¿Estás seguro?

- No mucho, pero... Garrett Douglas es rubio y de ojos verdes – recuerda.

- ¿Es ese el nombre de quien te atacó? – él asiente, Will lo apunta en su inseparable libreta.- ¿Eres consciente de que la gente puede teñirse el pelo y usar lentillas de colores? – Thomas le mira arqueando una ceja y asiente de nuevo, con una pequeña risa.- Nakamori Takeshi te causó la misma sensación que Garrett Douglas, ¿por qué?

- No lo sé – responde, notando en sus sienes el principio de un gran dolor de cabeza.

Dylan observa el rostro de su ayudante, seguro de que no le ha dicho todo, seguro de que falta algo... y Thomas se da cuenta de cómo lo mira Dylan, con reproche, pero suelta un suspiro, pero no piensa decir nada más. Le cuesta demasiado admitir aquel tipo de cosas, cuando las piensa no le parecen tanta locura pero las cosas cambian cuando trata de decirlas en voz alta.

- Cuando grité su nombre fue porque... - juega nervioso con sus manos.- Porque me volvió a pasar, volví a perder el control sobre mi propio cuerpo – no es del todo mentira, es cierto, tan cierto que quema..., pero ese no había sido el principal motivo, había algo que le da aún más miedo que perder el control de su cuerpo, ¿por qué confió de aquella manera en Dylan? ¿Por qué confiaba en que él estaría para evitar que pasara de nuevo?

Dylan se deja caer a su lado, no sabe qué pensar, todo aquello es demasiado confuso.

Siente la presencia de Thomas a escasos centímetros, humano y puro, absolutamente puro. Si Thomas era una de las cinco doncellas vírgenes (doncel, se corrige) el ataque que sufrió por parte de aquel demonio es normal, no para él, pero sí para ellos.

Se sabe que a la tierra llegaron cinco doncellas (o donceles) vírgenes, es decir, cinco mujeres (u hombres) que poseen en alguna parte de su cuerpo una marca de nacimiento en forma de luna. Dos de ellas poseen la luna menguante, pudiendo salir por el día, otras dos poseen la luna creciente, pudiendo salir por la noche y solo una tiene la luna llena, la doncella neutral. 

Por supuesto, recuerda Dylan, las cuatro doncellas pueden salir todo el día pero siempre sentirán atracción por la oscuridad o por la claridad, al contrario que la doncella neutral. ¿Qué pasa con estas cinco mujeres (u hombres)? Muy sencillo: son las compañeras destinadas para cinco demonios elegidos incluso antes de que nacieran y teniendo en cuenta que suelen vivir miles de años... aquel trato es muy antiguo. 

La más especial de las cinco es la doncella neutral porque los demonios deben alimentarse de la sangre de sus doncellas una vez las encuentran para poder vivir al cien por cien y se dice que la sangre de la doncella neutral otorgará una serie de características especiales o dones. Por otra parte, la doncella neutral es la única que no han logrado localizar. Y, por lo que acaba de escuchar es posible que se trate de un doncel neutral. Se acaricia el puente de la nariz. Joder, qué lío de información y eso que la conoce al dedillo, después de todo creció aprendiendo de su entorno.

Thomas lo observa ensimismado, debe estar pensando en algo porque su rostro es más serio de lo normal. ¿Cómo puede un hombre ser tan endiabladamente atractivo? Se cuestiona el joven mientras su mirada se pasea por los fuertes músculos de sus brazos.

- Dylan – le llama Will.

- ¿Hmm?

- Tenemos que hablar.

Dylan asiente, cansado de repente.

- Thomas – lo llama, él da un pequeño respingo.- Llama a Kaya, que te traiga ropa limpia y cualquier cosa que necesites – él parpadea sin entender.- No puedo dejar que esta noche vayas a casa.

- ¿P... por qué? – se atreve a preguntar.

Will se levanta del sillón y se dirige a la puerta, Thomas lo oye cerrarla después de salir. Está solo con el hombre que pone su mundo del revés.

- Querías que te protegiera, ¿no? – cuestiona, mirándolo directamente a los ojos.

Están a menos de un suspiro de distancia, ambos son conscientes de ello y ambos lo sufren en silencio. El cuerpo de Dylan, entero, le pide poner de nuevo las manos sobre aquella cintura y hundir su boca en la de él. Thomas, simplemente, le desea de todas las maneras que existen.

- Dylan... - le llama, tímido, alargando un brazo para tocar con sus dedos los suaves cabellos de su jefe.

Él detiene la mano con la propia, Thomas sonríe débilmente sintiendo que todo en su interior se rompe.

No sabe nada sobre él, solo son jefe y ayudante, siempre han sido eso y en ningún momento han dejado de serlo. Sin embargo, ¿por qué le duele tanto el corazón?

- No tienes que preocuparte, Dylan – dice, de repente, él lo mira extrañado aún con la mano de Thomas entre las suyas, ¿sentiría el mismo cosquilleo?- Llevo cerca de medio año en Nueva York y no me ha pasado nada, puedo seguir viviendo en mi apartamento – replica, con intención de levantarse del sillón, pero Dylan aprovecha el agarre que aún mantiene y lo jala con fuerza para que caiga.- ¡O'Brien! – exclama, sorprendido, abre los ojos, ha caído encima de él.

Dylan nota el color rosado que se apoderó de las mejillas del joven entre sus brazos.

- Creía que ya era Dylan en lugar de O'Brien – él infla las mejillas en un gesto infantil que le hace sonreír suavemente.

- Dylan cuando eres amable conmigo, pero vuelve a ser O'Brien cuando... - silencia, calla, le está exponiendo su corazón y eso no es nada bueno.

- Sigue habiendo algo que no me has contado, ¿verdad? – pregunta mordazmente.

Thomas abre sus ojos con fuerza, siente que le falta el aire y la ansiedad se apodera de él, quiere alejarse de Dylan y de todo lo que le hace sentir, quiere dejar de tener esperanzas... ¡Maldito sea! ¿Por qué se porta así tan pocas veces y el resto del tiempo es frío y distante?

- No pienso decírselo – declara, bajando la cabeza para romper el contacto de sus ojos.

- ¿Por qué? – pregunta, intensificando el agarre en las muñecas de él al notar que intenta escapar.

- ¿Que por qué? – parpadea, enfadado, cansado y muy harto.- No quiero darle un motivo más para que se aleje de mí – en un momento en el que Dylan afloja el agarre sorprendido por sus palabras Thomas se aleja con las lágrimas a punto de escapar de sus ojos.

Pasa la mano por su rostro cuando él sale corriendo de la oficina. Nada de aquello está bien, nada. No está bien para él, no está bien para Thomas, no está bien para su propia venganza ni para el futuro del rubio.

Al llegar al último escalón, Thomas rompe en llanto volviéndose a preguntar qué le sucede, por qué cuando se trata de Dylan se comporta como una crío, preguntándose por qué le desea tanto, por qué razón le duele tanto el pecho...

- ¿Por qué?

Cuando sale de las oficinas lo recibe un torrente de lluvia, Thomas suelta un gemido asustado, el agua ha conseguido calar la ropa, que Dylan le prestó, con facilidad.

- Por Dios, ni siquiera puedo escaparme sin... - las palabras mueren en su garganta, cuando alza la mirada se encuentra con la oscura figura de Dylan O'Brien.

Se da la vuelta, no le ha sentido llegar, ¿cómo ha bajado tan rápido las escaleras? ¡Si está dos metros delante de él!

- ¿Cómo has...?

Continuará...

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