Poco a poco se muestran las piezas del puzle, pero encajarlas es difícil.

Dylan lo aprisiona entre sus brazos mucho antes de que pueda terminar la frase, de nuevo las fosas nasales de Thomas se llenan de su olor y se siente embriagado. Varias gotas se deslizan por sus mejillas, aunque ahora no sabría decir cuál es lágrima y cuál es lluvia. Puede sentir la fuerza de Dylan con solo apoyar la cabeza en su amplio pecho, es un hombre muy fuerte, tanto que sin hacer esfuerzo puede manejarlo a su antojo..., pero eso no le asusta.

- Thomas, ¿qué tengo que hacer para que dejes de huir de mí? – le pregunta, separándolo, él siente la frialdad de la pared contra la que Dylan lo ha puesto.

- ¿Es que no lo entiendes, Dylan? Sé que no debería porque a pesar de todo apenas sé nada sobre ti, pero he dejado mi vida en tus manos... ¡Confío en ti más que en mí mismo! No sé por qué ni cómo, solo sé que... - calla.- Me he enamorado perdidamente de ti – pero no llega a expresarlo en palabras.

Una expresión tranquila se instala en el rostro del demonio.

- Tú no deberías confiar en mí, Thomas, soy más peligroso de lo que te puedes llegar a imaginar. No soy quien tú crees – Thomas aparta los flecos morenos que se han pegado al rostro ajeno.- Si supieras la verdad, si tan siquiera fueras capaz de imaginártela, me odiarías - confiesa, capturando las manos del joven.- Quizás es mejor así, tengo un objetivo que quiero cumplir y lo único que se interpone en mi camino eres tú.

- ¿Por qué? ¿Por qué soy un estorbo?

- Porque te deseo tanto que me duele – gruñe, furioso de nuevo.

- Dylan – le llama.

¿Por qué los ojos de aquel crío son tan hermosos? ¿Por qué todo él es sumamente hermoso?

- ¿Tienes intención de matarme? ¿De acabar con mi vida? – le pregunta, acunando el rostro de Dylan entre sus manos.

- Por el amor de... ¡Claro que no!

- Entonces no hay razón para que no pueda confiar en ti. Me intentaron matar una vez y desde entonces sólo siento miedo... como sucedió antes. ¿Un sexto sentido tal vez? – sonríe, aunque dicho gesto revela una pena más intensa que la alegría que trata de fingir.- Me gustaría oír la verdad cuando estés preparado para contármela, me gustaría saber por qué quieres vengarte, por qué empleas el corto tiempo de una vida humana en eso...

- Porque tengo mucho más tiempo que tú – deja caer la cabeza sobre el hombro de Thomas, quien siente un escalofrío recorrerlo.- ¿Vas a hacer lo que te he pedido? ¿Te quedarás aquí esta noche?

Él tirita un poco debido a la lluvia y asiente lentamente, Dylan pasa un brazo por su espalda y se agacha para pasar otro por sus piernas, cogiéndolo de esa manera en brazos.

Will se acaricia el cuello mientras entra en el último piso del edificio principal de El Claro, necesita un largo descanso, quizás pueda conseguirlo una vez que llegue a su habitación sin encontrar ninguna interrupción por el camino.

- Will.

La profunda voz de Ki y la cara preocupada que trae le aseguran que su descanso aún tendrá que esperar.

- ¿Qué ocurre? – pregunta, sentándose en un sillones mientras el asiático lo  y alcanza y pone varios papeles sobre la mesa.

Will les echa un vistazo por encima.

- He investigado a Nakamori Takeshi, tal y como me pedisteis – Will asiente.- He encontrado algunas cosas que no encajan, por ejemplo... - busca un folio en concreto.- En su ficha pone que ha nacido y vivido en Nueva York, que nunca ha salido del país.

- ¿Qué tiene eso de extraño?

- Que en su pasaporte pone que llegó a Nueva York por primera vez hace casi seis meses.

- Quizás es un pasaporte falso, nuevo o algo así.

- No, no lo es – le mira, desafiante, ¿está poniendo en duda sus habilidades?

Will suspira, Ki es realmente celoso cuando se trata de sus investigaciones. Bueno, es eso lo que le hace tan buen investigador a fin de cuentas.

- ¿Algo más?

- Investigué otra vez a Thomas Brodie-Sangster – Will agudiza el oído.- No encontré nada nuevo, pero esta vez decidí meterme en los archivos privados de la policía de Inglaterra – Will parpadea.- Sí, ya sé que es fantástico, no hace falta que me alabes. Es un sistema complejo, pero tiene varios fallos, no fue tan difícil adivinar el serial del número que componía la contraseña. El resto fue mucho más que pan comido.

- Espera, en primer lugar, ¿por qué decidiste hacer eso?

- Dijisteis que había tenido un problema, ¿no? La gente normalmente solo monta escándalos cuando se ha visto involucrada en algún asunto con la policía. No sé, en el momento de hacerlo supongo que pensé que quizás se le había ido la mano con la bebida o con las drogas. Vete a saber, es un chico joven al fin y al cabo – explica, restándole importancia.- El caso es que encontré el informe de un accidente ocurrido en la empresa en la que trabajaba – coge una pequeña carpeta en particular que Will le arrebata de las manos nada más terminar de hablar.- Antes de leerlo, no sé hasta dónde os habrá contado ese chico, pero si yo fuera él omitiría ciertos detalles para que los demás no duden de mi cordura. Quiero que sepas que es algo fuerte, ¿de acuerdo?

Están varios minutos en silencio, el tiempo que Will tarda en leer y releer cada página de aquel informe policial. Conforme avanza, su cuerpo comienza a temblar de la rabia, casi estruja las hojas que tiene en las manos. Thomas no ha omitido ciertos detalles, ha omitido MUCHOS detalles.

- ¿Todo esto es cierto, Ki?

- Hasta la última palabra. Estaba en los archivos confiscados del gobierno, supongo que obra de su padre adoptivo.

- ¿Hay más?

- Sí, pero no sé si es motivo de preocupación o no.

- Dispara.

- El inspector que llevaba el caso de Thomas murió curiosamente en un accidente de tráfico, le fallaron los frenos – le pasa la noticia emitida en el periódico.- Seguidamente Richard Whitman cogió el caso y lo archivó por falta de pruebas y declaraciones confusas de la víctima.

- Para alguien que no sabe de nuestra existencia estas declaraciones seguramente serán causa del alcohol, de las drogas o de la locura.

- Este es Richard Whitman.

Will mira la foto y, al ver de quien se trata, sus ojos se abren con sorpresa.

- ¡Nakamori Takeshi! – exclama.

- Exacto, el cambio de nombre no es precisamente lo más escandalizador – saca dos folios, dos fotocopias de pasaporte.- Vino a Nueva York la semana siguiente a que Thomas abordara en nuestro aeropuerto – señala las dos fechas.- Y no, no hay posibilidad de error.

- ¿Casualidad? – Ki no responde, tan solo le da otra foto.- ¿Quién es?

- Garrett Douglas.

Rubio y ojos verdes, tal y como Thomas había dicho. Pone la foto de Garrett Douglas y de Nakamori Takeshi juntas, no se parecen absolutamente en nada, pero se dan un aire aunque no sabe en qué.

- ¿Es posible que sean la misma persona?

- No. Recuerda que los demonios no podemos mudarnos de cuerpo. Una vez que apoderamos de un cuerpo humano será nuestro recipiente hasta que nos vayamos de nuevo al Infierno.

- ¿Entonces has dado por sentado que es un demonio?

- Dylan y tú dijisteis que no fuisteis capaces de sentir su presencia, los demonios podemos ocultarla aunque se necesite un gran poder para ello, los ángeles no.

Will maldice una y otra vez por dentro, por mucho que intente hacer encajar las piezas no consigue sacar nada en claro.

- Ah, otra cosa – Will fija la vista en él, incrédulo, ¿aún hay más?- El caso que el inspector Nakamori le dejó a Dylan es real, pero he encontrado esto en las fotos de las víctimas – le pasa otra serie de fotos, con un círculo rojo cerca del cuello.- Antes de que preguntes te diré que son marcas de mordisco y no, no estoy seguro de si son de demonio o de ángel.

- Los ángeles no matan así – niega Will, mirando atentamente las fotos.

- De hecho, Will, por lo que sabemos es posible que fuera un ángel quien matara a la familia de Dylan.

- ¿Qué? ¿Por lo que sabéis?

Ki toma aire antes de continuar, se inclina un poco hacia delante.

- Scott ha llegado esta tarde después de salir de caza – explica.- Detectamos un problema al norte, uno de nuestros informadores nos dijo que había una pelea y que el tipo era un tanto... peculiar. Bien, pues Scott lo cazó, pero antes de darle muerte el tipejo dijo algo muy interesante – Will espera a que continúe.- Dijo que era el subordinado de quienes estábamos buscando, dijo que era un miembro de CRUEL.

Will se levanta, tirando la silla debido a la fuerza.

- No puede ser.

- Es - afirmó.- Está aquí y no te creerás quién es. Comunícale a Dylan que lo tenemos en el calabozo.

Dylan observa a Thomas ir y venir de un lado a otro en la cocina. Kaya vino hace un rato a traerle las cosas que él le había pedido así que el rubio ahora viste un pantalón de pijama bastante ceñido y una corta camisa de tiros. No puede evitar que sus ojos vaguen pensativos por toda la figura humana. ¡Lucifer!

- Thomas, ¿quieres hacer el favor de sentarte de una vez? – le llama, así no sentiría el deseo de mirarlo.

Él, después de poner chocolate caliente en dos tazas, se sienta enfrente con una sonrisa.

Ambos se habían dado una ducha caliente después de subir de nuevo al apartamento, de no haberlo hecho seguramente alguno habría cogido un buen resfriado. Dylan lo fulmina con la mirada, regañándolo mentalmente a gritos. Humano descuidado.

- Dylan, ¿puedo hacerte una pregunta? – aventura, llevando a su boca un bocado de carne.

Él se encoge levemente de hombros para darle a entender que lo escuchaba.

- ¿Ese mechón que tienes blanco es natural o desteñido?

Casi se atraganta con la comida.

- Por desgracia, natural.

Cuando llegó a la tierra se adueñó del cuerpo de un joven débil y propenso a ponerse enfermo, por extraño que pareciese, ese cuerpo tan minúsculo era el único capaz de albergar su alma de demonio. Como consecuencia, el cabello moreno con el mechón blanco y los ojos tan claros que debía usar gafas de sol y gorro, eran su debilidad física.; un recordatorio de que la oscuridad era su hábitat natural. Lo bueno es que, con su alma, aquel cuerpo se había hecho mucho más resistente y más fuerte.

Thomas sonríe satisfecho.

- ¿Puedo hacerte yo ahora una pregunta a ti?

- Ojo por ojo, diente por diente, eh – comenta, sin dejar de sonreír.

- Algo así – sonríe de lado.- ¿Tienes alguna marca de nacimiento en tu cuerpo con forma de luna llena?

Él abre sus expresivos ojos con sorpresa.

- Mi madre biológica me decía de pequeño que era una niño muy especial, que tenía una hermosa marca natural en mi cuerpo – suspira.- Siempre que me peinaba me lo recordaba, me decía que era como esas princesas de los cuentos de hadas que estaban destinadas a estar con un príncipe azul en un corcel blanco... curioso porque soy un hombre, creo que siempre quiso tener una niña - se encoge de hombros.- Después de aquel incidente intenté buscar la marca que mi madre tanto había alabado y la marca por la que mi jefe al atacarme me había preguntado, pero no la encontré. Terminé pensando que seguramente estaba en un sitio en el que yo no podía mirar.

Dylan asiente lentamente.

- ¿Por qué es importante esa marca, Dylan?

- Quizás algún día te lo explique mejor, pero se podría decir que es lo que te distingue como la manzana de la discordia – responde, alargando el brazo lo suficiente para tocar la mejilla de Thomas quien agotado se rinde a la caricia.

Entonces Dylan siente a Will en las oficinas del piso inferior, arquea una ceja extrañado. ¿Qué hace allí?

- ¿A dónde vas? – pregunta, al ver que se levanta sin terminar de comer.

- Tengo que revisar unos informes. Termina de cenar y vete a la cama, ¿de acuerdo? Descansa, Thomas, lo necesitas.

Acto seguido sale de la cocina y Thomas escucha el cerrar de la puerta.

Continuará...

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