Jugando al escondite en el bosque anocheció...
... y el cuco cantando el miedo nos quitó.
Cucú, cucú.
- Lobo, ¿dónde estás?
- ¡Ahora me veréis y os comeré a todos!
Observa el techo de su habitación con el auricular del teléfono en la oreja. Lleva en la cama desde que Will lo trajo de vuelta sin el consentimiento de Dylan y con los buenos deseos de Rosa y la resignación de Ki que, por un momento, pensó en atarlo. Will le prometió que, en cuanto pudiera localizar a Dylan y hablar con él, volvería para protegerlo.
Por otra parte, había cruzado cielo e infierno para dar con Kaya, quien al final por fin ha respondido a sus toques.
- ¿Puede saberse dónde te habías metido? – cuestiona su amiga, a través del auricular.
El rubio sonríe burlesco, se supone que esa es su línea.
- Esto es una locura, Kaya, estoy viviendo una auténtica locura – hace sus cabellos hacia atrás, apartándolos de su rostro.- ¡Me he enamorado de un demonio! ¡Mi mejor amigo es un demonio también! – la respiración de Kaya se acelera.
- Así que ya lo sabes – afirma, sin preguntar.
- Kaya, ¿eres tú como ellos? – pregunta, rezando tanto a Dios como al Diablo para que Kaya no forme parte ni del Clan Sol ni de los ángeles renegados mientras se levanta de la cama y comienza a caminar por la casa.
- Thom, yo...
Oye el timbre sonar en medio del silencio de su apartamento, gira sobre los talones hacia la puerta y la observa extrañado.
- ¿Thomas? ¿Sucede algo? – pregunta Kaya desde el otro lado de la línea.
Él duda.
- No lo sé, acaban de tocar.
- Son las cuatro y media de la mañana – dice escandalizada.
- Ya lo sé.
Se acerca con paso vacilante hasta que llega al límite del recibidor. El timbre suena incesantemente e incluso comienzan a golpear la puerta.
- No abras, Thomas – la voz de Kaya suena alterada, al parecer comprendiendo por fin lo que sucede.
Pero él ya ha puesto la mano sobre el picaporte, dispuesto a girarlo.
Sabe de sobra lo que le está pasando, otra vez. No quiere abrir la puerta, pero se siente obligado a hacerlo aun cuando su inconsciente no deja de gritarle que se aleje, salga por la escalera de incendios y vaya en busca de Dylan.
Dylan...
¿Por qué su nombre aparece siempre en esa clase de situaciones? Un pinchazo atraviesa su corazón al pensar en sus sentimientos.
- Kaya.
Entonces, todos sus sentidos se ponen alerta y el miedo recorre su espina dorsal hasta llegar a la nuca, haciendo que todo su cuerpo tiemble sin control. Pero ya es tarde, en cuanto gira el picaporte la puerta es empujada hacia atrás con una fuerza descomunal que la incrusta en la pared, haciendo que astillas y polvo se esparzan por todo el recibidor. Thomas retrocede hasta la pared como puede.
- ¡Thomas! ¿Qué ha sido eso?
Sin embargo, los gritos de Kaya no son suficientes para sacarlo del estupor en el que sume cuando, entre los escombros y el polvo, el hombre que año atrás le había hecho tanto daño se hace paso y llega hasta él apuntándolo con una pistola.
- ¿Tus últimas palabras, doncel?
El acento americano y el tono mecanizado de su voz son algo que Thomas no olvidará jamás en su vida, ni tampoco los latidos de su asustado corazón acompañados de los repentinos recuerdos que se apoderan de su mente al volver a ver a aquel... ¿Hombre?¿Demonio?¿Ángel?
- Kaya, llama a Dylan.
En ese instante se produce el primer disparo que va a parar a la mano de Thomas, obligándolo a soltar el teléfono. Suelta un grito desde lo más profundo de su garganta. Quiere levantarse y correr, pero sus piernas no se lo permiten anclado como está a los deseos del intruso.
- Dylan – una ronca risa escapa de la masculina garganta mientras limpia el cañón de la pistola y la coloca sobre su pecho, exactamente sobre su corazón.
Thomas contiene el aliento mientras sus ojos, presos del miedo y de la desesperación, se clavan en los verdes de su verdugo.
- Él no podrá salvarte, muchacho – acaricia con su lengua la mejilla de Thomas, limpiando la lágrima que cae de sus ojos negros.
Thomas reacciona por fin y se aleja de él, escupiéndole en la cara con una mueca de repugnancia.
- Vaya, el gatito se ha vuelto valiente con la adrenalina, ¿eh? – se limpia la saliva del ojo con la manga negra de la camisa y Thomas tiene una perfecta visión del tatuaje de un mundo derritiéndose bajo unas alas.
- ¿Qué es lo que quieres? – deja escapar, sintiendo como Garrett hunde el cañón de la pistola cada vez más en su piel.
- Tu vida, lejos de lo que todos parecen pensar tus poderes no me importan en lo más mínimo. Le quitaré a Nogitsune lo que más ama por segunda vez.
Su mente trabaja a tanta velocidad que le es difícil pensar con claridad y el mareo comienza a apoderarse de sus sentidos, el desmayo se acerca.
- Mi vida de mucho no le servirá a Lucifer, a Dios o a quien sea.
La carcajada solapa los gritos que Kaya sigue dando por el teléfono que recibe un disparo y los silencia. Thomas se aferra a las pocas fuerzas que le quedan para no desfallecer.
- ¿Lucifer? Por favor, ¿de verdad crees que trabajo para él? Lucifer es un conejito comparado conmigo, querido. Yo sirvo a la Reina. Pero tu vida es algo que codicio, ¿imaginas la cara de Dylan cuando se entere de tu muerte? Enloquecerá.
Esta vez la risa sale de sus agrietados labios, una pequeña y leve risa que hace que él lo mire curioso y furioso.
- Eso no es posible.
- ¿Ah, no? Yo tendré el placer de comprobarlo.
Lo último que Thomas oye antes de que su mundo se vuelva completamente negro es el ruido que hace el gatillo mientras la bala se introduce silenciosa y limpia en su cuerpo.
Está tan furioso que no puede concentrarse todo lo que le gustaría: primero cogerá a Will y lo atravesará con la espada, después de todo su sangre demoníaca lo curará enseguida y luego cogerá a Thomas y le dará más de una razón para permanecer en El Claro, a su lado.
Como método de distracción lee por tercera vez consecutiva el informe de la muerte de aquellos hombres, solo hay una conexión entre los dos: rubios con los ojos oscuros.
Recuerda a Thomas y todas sus hormonas se disparan con furia, se castiga mentalmente y deja caer su cabeza sobre sus brazos. Es definitivo, no puede concentrarse, completamente imposible.
Un sentimiento que no es capaz de reconocer rodea constantemente su corazón, esparciendo dudas a su paso.
- Espera un momento – se detiene a pensarlo fríamente, incorporándose y dirigiéndose a la pizarra transparente que tiene en medio del despacho y con un ovillo rojo empieza a hacer conexiones entre las fotos, fichas policiales y recortes de periódico.
Los dos hombres asesinados eran rubios y tenían los ojos oscuros exactamente igual que Thomas, lo que quiere decir que el asesino es...
- Garrett Douglas – arruga algunos papeles.
Lo ha tenido delante de sus narices todo el tiempo, ¿es cierto, como dijo Thomas, que está tan ciego? Garrett Douglas es el asesino en serie que está buscando todo el departamento de policía de Nueva York. Seguramente había matado a aquellos hombres pensando que se trataba de la verdadera persona a la que busca: Thomas. Siempre ha sido Thomas.
Entonces, un mal presentimiento le hace tambalearse y tirar las hojas al suelo.
Masculla una maldición y cuando va a agacharse para recogerlas, su móvil suena provocando que dé un salto en la silla. ¿Qué le pasa? Él no se sobresalta, hace que los demás se sobresalten en todo caso. Mira la pantalla del móvil y al ver que es Will, por un instante piensa en no cogerlo, sólo por un instante.
- ¿Qué sucede, Will? Son las cinco de la mañana y ten por seguro que cuando te coja vas a estar hospitalizado un par de cientos de años – masculla nada más descolgar.
- ¡Dylan, tienes que venir enseguida!
El tono angustiado de su amigo al otro lado del teléfono provoca que su instinto demoníaco despierte y sus músculos se tensen.
- ¿Qué ha pasado?
- Thomas está en el hospital.
¿Thomas?
- ¿Tiene a alguien conocido enfermo? Dile que no se preocupe, iré a vigilarlo en cuanto resuelva un asunto ya que no se ha podido quedar quietito en El Claro.
Por un breve instante, Will se queda en silencio, Dylan alza una ceja y va a volver a hablar cuando los gritos del demonio rubio le interrumpen.
- ¡Serás idiota! ¡Thomas ha recibido un disparo, Nogitsune, en estos momentos está camino del hospital!
Dylan abre mucho los ojos y tarda tanto en contestar que Will comienza a gritar su nombre.
- Will, si esto es una broma quiero que sepas que es de muy mal gusto.
- ¿Cómo coño va a ser una broma? ¡Estoy conduciendo hacia allí! – de hecho, de fondo Dylan puede oír el ruido de más coches y el sonido de una ambulancia.- Kaya me llamó, por lo visto estaban hablando por teléfono cuando alguien entró en casa de Thomas – mientras Will le cuenta lo ocurrido, Dylan ya ha cogido la cazadora de cuero negro y está saliendo de la oficina sin preocuparse en cerrar la puerta con llave.- Thomas le pidió que te llamara pero Kaya no tiene tu número así que me llamó a mí. Dylan, cuando llegué, él... - titubea.
- ¿Qué estás intentando decirme, Will? – masculla, con la rabia latiendo en cada una de sus venas y su corazón bombeando más sangre de lo normal mientras introduce la llave del coche en el contacto y arranca, poniendo el móvil en manos libres.
- Ha perdido mucha sangre, Dylan, no estoy seguro de que...
- Sobrevivirá – asegura, doblando en pocos minutos una serie de esquinas que llevaron el coche hasta la autopista.
- Yo que tú no...
- He dicho que sobrevivirá, Will, para yo poder matarlo con mis propias manos.
Luego cuelga y pone todo su empeño en sobrepasar los límites de velocidad y, a ser posible, llegar antes que la ambulancia al hospital.
Will se levanta de la silla cuando ve a Dylan aparecer por la puerta de la sala de espera, pero se detiene abruptamente antes de llamarle.
Dylan es uno de los seres más poderosos y prestigiosos tanto del Infierno como del Cielo, eso siempre lo ha sabido, pero no está seguro de si hasta ahora, que lo ve cuán grande es y más sombrío de lo que nunca fue, expulsando rabia por los cuatro costados, había sido realmente consciente de ello. Si tiene que ser sincero, Dylan en esos momentos le da más miedo incluso que el propio Lucifer.
- ¿Dónde está?
Cuando quiere darse cuenta, Dylan lo ha cogido por el cuello de la camisa y lo levanta unos centímetros del suelo apenas sin esfuerzo.
¿En qué momento se ha acercado tanto a él?
Se da cuenta, con horror, que los poderes demoníacos de Dylan se están desbordando hasta tal punto que los ojos pardos del mismo son rojos.
- Nogitsune – oír su verdadero nombre sólo hace que el aura demoníaca aumente, pero al menos Will está seguro de que le escucha.- Lo están bajando de la ambulancia.
Le suelta bruscamente y Will se masajea con suavidad el cuello.
Dylan está completamente fuera de sus casillas y él sabe que nada ni nadie excepto Thomas sería capaz de hacer que se tranquilice, pero en aquellos momentos Thomas no está allí y Dylan se encuentra en tal estado de locura por la probabilidad de perder a Thomas.
Will masculla una serie de maldiciones mientras se deja caer sobre la silla y hunde el rostro entre sus manos, notando que realmente él no está más tranquilo de lo que está Dylan furioso. Su corazón también late a un ritmo alarmante y mucho más rápido comienza a latir cuando sus oídos perciben el ruido de la camilla y de los médicos corriendo hacia allí.
Ven como cinco médicos pasan por delante suyo rumbo a la sala de operaciones seguidos de los asistentes de la ambulancia que conducen la camilla en la que está acostado Thomas con la mascarilla puesta y respirando con dificultad. Pero cuando Dylan se planta delante de ellos tienen que parar con brusquedad, provocando que el cuerpo de Thomas dé un pequeño salto.
- ¡Dylan! – exclama Will, levantándose y yendo hasta él.
- Señor, por favor, quítese de en medio o tendré que llamar a los de seguridad.
La sonrisa que aparece en el rostro de Dylan provoca en Will un escalofrío.
- ¿Cómo está?
Dylan observa el débil cuerpo del joven: el pecho que baja lentamente mientras sus pulmones luchan por respirar con ayuda del oxígeno que le han colocado. Ve su hermoso cabello rubio sucio y las magulladuras de su rostro. Aprieta con fuerza los puños a ambos costados de su cuerpo, luchando por contener el instinto asesino que crece en su interior y lucha por salir.
- Grave, muy grave. De hecho, es muy probable que el disparo le haya rozado el corazón. Quizás necesite una transfusión de sangre, pero no sabemos qué tipo es y no hay tiempo para realizar un análisis.
- ¡O-!
El grito que llega desde atrás hace que todos se vuelvan a mirar a la joven que se ha doblado sobre sí misma para recuperar el aire mientras las lágrimas surcan su rostro sin descanso.
- Thomas Brodie-Sangster es 0-.
El terror se instala en el rostro de los dos asistentes, un médico llega hasta ellos con la misma cara de espanto y más pálido que un muerto.
- Esta mañana operamos a un paciente con ese mismo tipo de sangre, el banco no ha repuesto las bajas. Necesitamos un donante.
Aquella información hace que Will se tambalee, ¿un donante de 0-? Es el tipo de sangre más extraño que existe. No encontrarán uno a tiempo y Thomas morirá.
- Yo soy 0-.
La sonora, ronca y profunda voz de Dylan provoca que todos le miren, la mueca de desconcierto se pinta en la cara de Kaya y en la de Will una de puro sobresalto y advertencia.
- Dylan, no puedes... - balbucea.
- ¿Y qué hago, Will? – le mira, furioso.- ¡No puedo dejar que Thomas muera! ¡Él no, Will!
Se rinde y deja caer la cabeza. Dylan tiene razón, lo primordial es salvar la vida de Thomas y ya luego se preocuparían de las consecuencias.
- Sáquenme toda la sangre que necesite.
- Bien.
Los asistentes pasan a su lado con la camilla, Dylan no pierde detalle de Thomas hasta que se internan en la sala de operaciones y él es conducido por un médico hacia una sala para extraerle sangre.
Cuando se quedan solos, Will y Kaya se sientan a esperar.
- Will – el nombre sale de sus labios en un llamado roto.
Él no es capaz de contestar.
- Se recuperará, ¿verdad? – casi suena más a súplica que a pregunta.
La mira de reojo, Kaya lucha por contener las lágrimas sin mucho éxito mientras arruga la tela de su falda. Está despeinada y lleva gafas por lo que Will deduce que nada más llamarla para decirle que iba camino del hospital ella salió también de su casa.
¿Se recuperaría? Sí, en el instante en el que introdujeran la sangre de Dylan en su organismo, porque era sangre de demonio y ellos siempre han tenido unas grandes y rápidas, dependiendo siempre de la gravedad, habilidades curativas. Sin embargo, eso trae consigo una gran lista de consecuencias.
- Yo ya estoy condenado, Will, un cargo más no hará mella en mí – responde Dylan a sus pensamientos, apareciendo de repente.
- Ya lo sé, egoísta – masculla.
Kaya les mira curiosa sin entender la conversación, por lo que Will pone una mano sobre los ondulados cabellos castaños y los acaricia con la misma ternura con la que, hasta hacía apenas un par de horas, se los había acariciado a un alegre Thomas.
- Thomas es fuerte – intenta convencerse a sí mismo, se siente terriblemente culpable.
Ella asiente levemente, dejándose recostar contra el fuerte hombro del demonio.
- Sin embargo, creo que nos debes una explicación – dice Dylan, rompiendo directamente el hielo.
- ¿Qué queréis saber? Pensaba que ya lo sabíais todo, Thomas me dio a entender que había descubierto mi identidad cuando me llamó.
- No sabemos realmente lo que eres, solo sabemos que no eres humana.
Kaya se quita las gafas, tallándose los ojos con delicadeza, luego intenta peinar sus desordenados cabellos para clavar la vista en los dos demonios que la observan desesperados.
- Soy un ángel, uno de los cinco ángeles especiales enviados al planeta de los humanos para proteger a las doncellas vírgenes, esto fue otro de los muchos acuerdos entre mi Señor y el vuestro – confiesa, jugando con unos mechones rebeldes.- A mí me correspondía proteger a Thomas Brodie-Sangster, por eso permanecí a su lado todo este tiempo aunque al final hemos desarrollado una especie de amistad.
- Pero no es posible que seas un ángel, ¡no percibimos nada cuando estamos cerca de ti! – exclama Will, desesperado.
Kaya lo mira y suelta un suspiro de resignación.
- ¿Cuál sería el punto de venir a proteger a las doncellas si fuéramos descubiertos tan fácilmente? Dios nos dio un don especial cuando nos alistamos, el don de ser invisibles ante los ojos de cualquiera que no fuera humano.
- Pero, entonces...
- Sí, es justo como estáis pensando. Garrett Douglas es un ángel, no un demonio, él es uno de los cinco ángeles que se convirtió en un renegado cuando fue enviado a la tierra – aprieta sus manos con fuerza.- Ni siquiera yo le reconocí cuando comenzamos a trabajar en aquella empresa.
- ¿Por qué no ?
- Porque había cambiado de cuerpo.
Dylan se deja caer en un asiento al lado de Will al mismo tiempo que los dos comprenden lo que significan las palabras de Kaya. Ahora todo tieneun asqueroso sentido, un sentido que no habían sido capaces de ver, ahora incluso un sentido que había llevado al hombre que ambos amaban a una camilla de hospital con la posibilidad de morir.
- Así que la mano derecha de la Reina es un ángel.
- Entonces, Garrett Douglas no es solo el asesino en serie que ha aparecido últimamente... - comienza Will.
- Sino también el maldito y desgraciado inspector Nakamori Takeshi – termina Dylan.- Se ha reído de nosotros, ¡lo he tenido a menos de un metro y no me he dado cuenta!
- Todo ha sido culpa mía – Kaya llama la atención de los dos hombres.- En primer lugar, por dejar que aquel día escapara y, en segundo lugar, por no habérselo contado todo a Thomas. Quizás hubiera podido prevenir esto...
Pero Will sabe que no es así, el único culpable del estado de Thomas es él por haber dejado que sus sentimientos dominaran sobre su razón. Por haberlo llevado a casa aun sabiendo que era posible que estuviera en peligro. Había sido su maldita culpa.
Continuará...
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