Hay que ser muy confiado para ocupar una sola letra del abecedario con un plan.
Thomas se muerde las uñas por primera vez en años. Ya están todos en sus respectivas posiciones para llevar a cabo el plan y a menos de diez minutos de ejecutarlo. Y, como supuso, no le hace ninguna gracia porque al final en lugar de llamar a Kate en la sala, consideraron que será mucho más desconcertante y, por tanto, mucho más fácil cogerla desprevenida, si Dylan lo hace en su dormitorio porque, por supuesto, puede sentir en qué lugar va a aparecer ya que conoce El Claro a la perfección. No ha querido saber cómo eliminó el veterinario la esencia de ambos del lugar, pero parece que fue mucho más sencillo que ocultar el enlace que ahora los une y que hace mucho más fuerte que nunca a Dylan, mucho más fuerte que hace cincuenta años cuando Britt no quiso completar el ritual...
Las cámaras de seguridad funcionan con normalidad, pero no hay ninguna en las habitaciones así que Thomas se dedica a pensar mientras espera. Odia esperar, prefiere estar en algún punto de la acción, pero ¡ja! doncel neutral y no le han permitido moverse del lado de Ki y Jackson quienes, desde que expuso su teoría, no han separado de su lado. No necesita tanta protección cuando la prometida de Stiles está distraída con su ahora esposo.
Se pregunta si las cosas hubieran sido diferentes en caso de que Britt y el hijo de Dylan vivieran. Se reclina un poco en la silla y los ojos oscuros pasean con distracción por el techo. Tal vez ellos dos nunca se hubieran conocido a pesar de estar destinados, quizás él hubiera muerto a manos de Kate sin nadie que lo protegiera, quizás otro ser hubiera absorbido su poder, quizás... quizás estaría muerto. Vamos, según el desarrollo de los acontecimientos el único motivo por el que sigue vivito y coleando por el mundo es gracias a Dylan y al equipo de El Claro. Contiene un suspiro, pero no la mano que desordena su pelo rubio.
Un ligero apretón en el hombro lo saca de sus cavilaciones.
- Para - ordena Ki cuando se gira para mirar a Jackson.
- ¿Qué...?
- De pensar, sea lo que sea te ha dejado blanco como una pared - masculla el informático, dándose la vuelta.- Puedo sentir tu tristeza desde aquí.
- ¡Yo no...!
- Dylan no se va a ir con ella. Lo sabes, ¿verdad?
Bueno, sí, pero sería totalmente comprensible que lo hiciera. Kate es un demonio tan impresionante que fue digna de ser elegida como la prometida del mismo rey del Infierno mientras que él... ¿qué es él? Nada, un humano que ha resultado ser un poco especial y que ha estado muchísimas veces en peligro.
Pero no tiene tiempo de contestar porque un ligero parpadeo de las luces les indica que Kate ha llegado.
Dylan no está nervioso, por favor, su poder sólo es superado por el de sus hermanos, pero sí está preocupado y es casi imposible evitarlo. No le gusta fingir, no le gusta mentir, no le gusta esconderse y eso es lo que está haciendo en la oscuridad de sus habitaciones, llamando a Kate en voz baja y poniéndose en bandeja cuando lo que realmente quiere es estar junto a Thomas, rodearle la cintura y besar su cuello. Una existencia tranquila y estable, no desea nada más.
Cuando siente el poder de la súcubo llenar la habitación supone que, antes de la calma, siempre hay tormenta. Y esta es la suya, la que lleva persiguiéndolo desde hace 50 años y también es la mejor oportunidad que se le ha presentado para escribir punto y final en una historia que solo le causa dolor.
Kate aparece al lado de la cama con un extraño sentido de la oportunidad que siempre la ha caracterizado. Dylan observa, cómodo y aparentemente tranquilo apoyado en el cabezal de la cama, la tremenda belleza que la caracteriza y a la que siempre ha sido inmune quizás porque, de una forma u otra, siempre notó que algo no estaba bien con ella. Los ojos fieros y agudos se vuelven hambrientos cuando lo localiza, Dylan es incapaz de obviar el escalofrío que lo recorre de arriba abajo porque siente la necesidad de taparse a pesar de estar desnudo solo de cintura para arriba.
- ¿Me has llamado? - arrastra las palabras endulzándolas tanto como puede con los poderes de su especie.
A veces, solo a veces, piensa si Kate se ganó el puesto como prometida de su hermano por su poder o lo consiguió por otros medios. La eligieron Cielo y Tierra, pero es bien sabido por todos que las súcubos no tienen preferencia de género así que tal vez...
- Eso he hecho - admite, alzando los ojos para enfrentarla de una vez por todas.
Will irrumpe en la sala de operaciones y sus dos compañeros de equipo se ponen en pie al momento, armas alzadas, no esperando que hubiera ningún tipo de interrupción. El rubio más alto alza las manos en son de paz, dándoles un momento para recuperarse de la impresión.
- ¿Qué haces aquí? - masculla Jackson, normalizando el ritmo de sus pulsaciones.
- Scott y Alli lo tienen todo controlado, pensé que tal vez - sus ojos se movieron hasta Thomas, que estaba sentado en un extremo del sofá intentando desaparecer.- Él me necesitaría más.
- Quizás evites que se vuelva loco con tantas dudas - Ki asiente, tosco, dejándose caer de nuevo en la silla delante de los monitores.
Will se mueve hasta Thomas que da un respingo cuando unas piernas aparecen en su campo de visión, está tan metido en sus pensamientos que no notó el momento en el que la puerta se abrió.
- ¿Qué...? - alza los ojos para encontrarse con los verdes afilados de su mejor amigo.
Se pone en pie sobre el sillón para estar más a su altura y lo abraza con desesperación, el demonio suspira por su reacción. Le devuelve el gesto mientras se las apaña para sentarse en el sillón con Thomas en el regazo de una forma más o menos cómoda. Ya hace un buen tiempo que se conocen, entre idas y venidas han pasado muchos meses, pero aún sigue siendo torpe para consolarlo. Pasa la mano por la espalda de una forma que espera sea tranquilizadora.
- Thomas - lo llama, pero el otro no responde.
Aguanta un suspiro, supone que hablarle del tema en realidad no servirá para nada así que muerde su labio para contarle algo que aún no ha compartido con nadie.
- ¿Sabes? Conocí a alguien - admite, el cuerpo de Thomas despierta un poco interesado.- En mi última caza fui descuidado y la presa se desvió hacia el núcleo de la ciudad - apoya la cabeza sobre la de Thomas, ventajas de ser más alto.- En un momento determinado pensó que era yo el que estaba en peligro y se puso en medio. Por Lucifer, durante un momento me recordó muchísimo a ti. Los humanos sois increíblemente imprudentes. Así que sí, casi la mata. Sois unos suicidas también - contra su voluntad, Thomas ríe un poco.- Para cuando pude darme cuenta se había dado un golpe y estaba inconsciente. Por supuesto que me quedé para comprobar si despertaba, sabes que soy así de buena gente.
- Por supuesto.
- Por supuesto - repite.- Pues cuando despertó el golpe me lo llevé yo - se acaricia la mejilla distraído con el recuerdo.
- ¿Cómo se llama?
Will sonríe.
- Quién sabe.
Kate posa una rodilla sobre el borde de la cama y se impulsa con una elegancia que debería estar prohibida hasta que se desliza sobre las sábanas para llegar a la altura de Dylan y, tanteando el terreno con cuidado, después de todo la ha rechazado durante más años de los que pueden contar, se coloca por encima de su cuerpo, casi sin tocarlo, cosa difícil porque Dylan, en comparación con ella, es inmenso, pero lo consigue y el demonio lo agradece por un momento mientras decide que lo único que debe hacer es pensar que esta con otra persona, en otro lugar.
- ¿Por qué? - agacha el rostro para que sus ojos se encuentren y las hebras de su pelo acarician la piel de Dylan.
- Se ha ido - masculla con voz ronca.
- ¿Quién?
- Thomas.
No está preparado para el dolor que siente al imaginar la posibilidad de que eso fuera cierto, gruñe con rabia y agarra a Kate por la cintura, clavando las garras en la tersa piel. Ella gime, complacida, extasiada un segundo antes de sentir la espalda desnuda contra el colchón.
- ¿Te ha abandonado, Dyl? ¿Quieres que le dé caza y le haga pagar? - murmura, alzando los dedos y dibujando las líneas de la mandíbula masculina.
Niega con la cabeza porque es incapaz de hablar, en medio del dolor piensa que es bueno que Kate crea que todo esto se debe al despecho. De hecho, no lo había pensado, no supo cómo afrontar toda esta farsa hasta que la tuvo en la habitación, pero nada más sonaría lo suficientemente creíble para ella, no después de tanto rechazo.
- Quizás Thomas se ha ido con Will, te has dado cuenta de que, en el fondo, también le quiere, ¿verdad? - los dedos se mueven desde la mandíbula hasta la nuca, donde se detienen un momento a acariciar.
Dylan aprieta las sábanas con fuerza entre sus puños, seguro de que las ha estropeado con sus garras, pero no puede evitarlo, tiene que descargar todo lo que está sintiendo de alguna forma.
Sabía desde el principio que no sería fácil escucharla, uno de los tantos motivos por los que ni siquiera trató de ser su amigo en algún momento de la línea de tiempo que ha transcurrido desde su primer encuentro, que ella tenía el poder de las palabras de su parte. El veneno tan sutil y dulce que introduce en su mente a través de sonidos tan sencillos, pero tan certeros, tan dolorosos.
Sabe que Thomas lo ama, lo sabe, pero también sabe que no puede mantenerse alejado de Will, sabe que son demasiado importantes el uno para el otro, pero de igual manera que lo es con Kaya. El vínculo que une a Will con Thomas es similar, si no igual. No debe dejarse engañar, no ahora que está unido al humano de la manera más sagrada que existe, pero joder qué difícil...
- Puedo matarlos, Dyl - apoya los codos en el colchón para poder incorporarse y estar cerca de su oído - puedo entregártelos en bandeja de oro para que hagas con esos traidores lo que quieras - promete.
Y por Dios y por Lucifer, por un momento lo desea. Joder, consigue que lo desee. Así que Dylan la mira, sus ojos más dorados y oscuros de lo que han estado en muchísimo tiempo suficientes para hacer que Kate gima y se regocije en su placer antes de enredar los brazos en su cuello y tirar de él hacia abajo, pero Dylan consigue apartarlas y tomarlas con una sola mano antes de acariciar la piel del cuello con la punta de sus colmillos.
- Kate.
- ¿Si?
- Nunca podrías hacer que le olvidara - confiesa, más roto por la presión de lo que es consciente.
- ¿Qué?
La magia se rompe cuando escucha un chasquido fuerte y oxidado. Dylan se aparta como si ella le hubiera dado un calambrazo cuando la realidad es que no quiere tenerla cerca por mas tiempo. Kate parece desorientada un momento hasta que entiende lo que acaba de pasar: la ha engañado, tiene las manos apresadas por las esposas más antiguas del mundo, grita y se revuelve tanto que, por un momento, Dylan duda de que sea suficiente para mantenerla presa.
- Me has engañado. Tú, ¡A MÍ!
La puerta de la habitación de Dylan se abre justo en el momento que la magia de Deaton comienza a dejar de hacer efecto y el demonio siente de nuevo el vínculo en su corazón, dulce y cálido, fuerte. Kate lo mira con más odio si cabe, abre los labios para soltar más veneno cuando la presencia de Stiles y de Caleb llena la habitación, eclipsando todas las demás.
Por un instante, Kate se hace más pequeña que nunca.
- Hola, cariño.
La sonrisa de Stiles es oscura y todos recuerdan que, después de todo, es Lucifer en persona.
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