El mejor lugar del mundo es aquí mismo.
Rosa es la protagonista del alboroto que se forma cuando Thomas vuelve a El Claro después de salir del hospital una semana más tarde. Se encuentra en la puerta, acompañada de Ki y de Scott que lo miran con una leve sonrisa en el semblante. Intenta hacer caso omiso de la punzada que sacude su corazón al no ver a Will, pero la mano de Dylan entrelazada con la suya logra tranquilizarlo.
- Vamos, Dylan, préstamelo un rato – pide Rosa.- Ki no me ha dejado ir a visitarlo– infla las mejillas y le dirige una mirada molesta a su esposo, quien la ignora.
- Mientras no hagas que se esfuerce demasiado, Thomas es todo tuyo – extiende sus manos unidas y Rosa recibe en la suya la palma de Thomas, quien aún no ha articulado palabra.
- ¿Todo mío, Dylan? ¿Seguro? - sonríe con picardía y el demonio pone los ojos en blanco.- Ven conmigo, corazón, las chicas quieren conocerte. Hayden ha venido desde París con Liam solo para ello – le informa, mientras lo conduce al interior de la fortaleza.- También está Kaya...
Dylan no puede escuchar nada más de la conversación porque siguen alejándose. Una sonrisa cansada se instala en sus labios mientras trata de convencerse de que allí nadie puede hacer daño a Thomas aunque se aleje de él.
- Dylan.
La profunda voz de Ki le saca de sus pensamientos, coge el pequeño equipaje de Thomas y lo carga sobre su hombro.
- ¿Te has alimentado últimamente? – pregunta.
Se detiene para mirar al otro.
No, no lo había hecho, ¿tan evidente es?
- Si no te alimentas te debilitarás aún más, Dylan, y sabes que ahora que lo has encontrado no puedes... - calla al ver la mano de Dylan alzada.
- Lo sé, pero Thomas acaba de salir del hospital y, por suerte, él sí que no lo sabe.
- Si no se lo dices tú se lo diré yo o se lo dirán las demás doncellas, Dylan. Eres demasiado importante... si mueres, morimos todos.
Y Dylan sabe que tiene razón.
Thomas mira con curiosidad el grupo de mujeres que hay en la habitación: Hayden es la mujer de Liam, el único ángel perteneciente al grupo de élite de El Claro; a su lado está Malia, esposa de Theo que, por lo visto, está buscando a los doctores de la muerte. Según le han dicho, sólo falta Allison Argent, esposa de Scott, que viene de camino junto con su padre.
- Por fin tenemos el placer de conocerte, pequeño.
- Teníamos mucha curiosidad por cómo sería la doncella neutral, pero más curiosidad sentimos cuando supimos que eres hombre y, encima, el doncel de Dylan. ¡Quién iba a decirlo!
Thomas sonríe nervioso mientras bebe un poco de té, no sabe cómo tomarse aquel comentario y la conversación de las mujeres avanza hacia temas de los que apenas tiene conocimiento así que, simplemente, se limita a escuchar y a expresar su escasa opinión cuando le preguntan.
- Por cierto, ¿lo habéis oído ya? – pregunta Hayden, recostándose en el asiento.
- ¿El qué?
- El asesino de la familia de Dylan es un ángel.
Thomas siente que el miedo inunda su pecho, cerca de donde la bala había estado a punto de matarlo, para recordarle que un ángel psicópata estaba suelto y lo quiere a él. Se masajea las sienes, Dylan lo ha puesto al tanto de todo lo sucedido mientras estaba fuera de la partida. Por desgracia, que no han conseguido encontrar el menor rastro de Garrett Douglas es una verdad tan grande como los refugios en los que se encuentran.
- ¿Y saben su verdadero nombre? – pregunta a su vez Malia, mientras coge uno de los pastelillos de la mesa.
- No, para eso ha venido Theo – contesta Malia.- Dylan lo llamó hace una semana, terminamos nuestro aniversario de 50 años número seis y vinimos en cuanto pudimos.
Thomas parpadea y deshecha cualquier posibilidad de calcular cuántos son en total, pero apunta mentalmente que Malia es muy vieja.
Dirige su vista hacia Kaya, que se encuentra sentada a su lado. También lo sabe todo respecto a ella y no puede evitar preguntarse si su mejor amiga ya sabría el verdadero nombre del ángel.
- A propósito, Thomas, ¿lo habéis hecho ya?
Desconcertado dirige la mirada hasta Hayden, ve a Rosa reír y, al entenderlo, su rostro se cubre de un fuerte tono carmín. El resto de las mujeres ríen ante su reacción y se amontonan a su alrededor.
- Supongo que una imagen vale más que mil palabras.
- ¿Cuándo será la boda?
Kaya puede notar que Thomas se pone colorado hasta la raíz del pelo y que su cuerpo tiene un leve temblor. Mira a su amiga de reojo, no sabe qué decir.
- La verdad es que no lo hemos hablado – suelta de repente, con la verdad al fin y al cabo.
Rosa se disculpa con las demás y, junto con Kaya, sacan a Thomas de aquel interrogatorio y lo llevan a descansar a su habitación.
Al entrar, Thomas se dirige hacia la cama y tras un segundo inmóvil se deja caer como si fuera un objeto inerte sobre el colchón bajo la atenta mirada de sus dos amigas. Da una vuelta sobre sí mismo, siente la suavidad de las sábanas de seda y disfruta del olor a limpio, completamente diferente del que hay en el hospital.
- Son unas chicas bastante enérgicas... - comenta.
Rosa ríe y asiente.
- Pero hay algo en lo que tienen razón, Thomas, debéis casaros – dice de pronto, adoptando una actitud tan seria que Thomas se siente desorientado por un momento.
Will ya se lo advirtió antes, pero pensar en el matrimonio con Dylan es como ducharse con agua fría en pleno invierno. Tiene la extraña sensación de que podría no salir bien porque Dylan, hasta el momento, no le ha dicho lo que siente en ninguna ocasión.
- Pero él... - se muerde la lengua, antes de continuar.
- Pensaba que ya habíais hablado.
El rubio niega con la cabeza lentamente. Deberían haberlo hecho, pero siempre cambia de tema cuando Dylan lo intenta.
- No pienso casarme con él hasta que me diga que me quiere – abraza la almohada y hunde la cara en ella.- Aunque sea mentira – susurra, inaudible.
Kaya le acaricia el cabello con extrema dulzura y Rosa suelta un suspiro resignado. Aquellos dos deben encerrarse en una habitación y hablar largo y tendido hasta que no tuvieran nada más que decirse. Además, se les acaba el tiempo y ninguno de los dos parece entender la gravedad de la situación, ¿se lo habría dicho Dylan? ¿Le habría dicho que es primordial que se casen? Si Dylan encuentra a Garrett Douglas y a la Reina y no están casados ni todo lo que ello conlleva las probabilidades de éxito son bastante escasas.
- ¿Sabéis dónde está Will? – pregunta de repente, sacando a Rosa de sus pensamientos quien cruza una mirada con Kaya.
- Ha ido de caza otra vez – Rosa se encoge de hombros.- Suele volver al atardecer, pero después desaparece y nadie sabe dónde va.
Pero Thomas está seguro de saber donde encontrarlo, a pesar de que la última vez había dado con su paradero por casualidad. Abraza un poco más la almohada. No ha visto a Will desde aquella extraña confesión, Dylan le dijo que él no se iría, pero Thomas empieza a cuestionárselo. Will siempre había estado para consolarlo y para ayudarlo, ahora lo necesita más que nunca y no está. Thomas no puede amarle como él quiere, pero eso no quita que igualmente le quiera, a Gallylleo y a Nogitsune.
Entonces, tocan la puerta y aparece Dylan con el equipaje. Thomas siente que se le secan los labios y la voz se atasca en su garganta mientras observa a Dylan de arriba abajo, igual que si examinara una obra de arte. Pensándolo mejor, Thomas ladea la cabeza, Dylan parece una escultura griega: fuerte, alto, atractivo...
- Bueno – Rosa coge a Kaya de la mano y la saca de la habitación casi a empujones.- Nos vemos a la hora de la cena. Descansa, Thomas – se despide, antes de desaparecer.
Deja con suavidad el bolso y cierra la puerta tras él, se acerca a Thomas y se acuclilla para estar a su altura.
- ¿Cómo te encuentras? – pregunta, acariciando la mejilla del muchacho.
Thomas siente como aquel toque hace arder su piel.
- Estoy bien, Dylan, solo ha sido una hora – le recuerda, con la garganta seca.
Él sonríe débilmente y una vez que se ha quitado la gabardina negra y las gafas se deja caer al lado de Thomas. El silencio se hace entre ellos, un incómodo silencio ya que ambos saben que tienen que hablar.
- Dylan... - se inclina sobre él para poder mirarle a los ojos, al instante sabe que es un error ya que el demonio lo besa consiguiendo que olvide todo y que solo pueda pensar en los secos y ásperos labios del hombre que acaricia su rostro.
Al instante, Thomas siente que es colocado contra el colchón y que Dylan se coloca encima de él, apenas puede pensar con las manos del demonio recorriendo su cuerpo. Cuando Dylan abandona sus labios y besa su cuello, el deseo nace de nuevo en el interior de Thomas.
Le ama tanto...
Se sobresalta al sentir los afilados colmillos de Dylan sobre su piel y, con la poca fuerza que tiene lo aparta de un golpe.
Dylan lo mira sin entender su reacción, pero no le hace falta pensarlo mucho para relacionarlo con sus colmillos. Thomas lo mira con expresión entre sorprendido y asustado, Dylan suelta un gruñido frustrado al darse cuenta.
- Thomas – lo llama, con el arrepentimiento tiñendo sus palabras.- Lo siento, yo...
Él niega suavemente con la cabeza, nota los rápidos latidos de su corazón en las sienes. No se asustó, tampoco se sorprendió, pero tener los colmillos de Dylan sobre su cuello provocó un sentimiento de ansiedad, ansiedad porque Dylan lo poseyera.
- Joder – le oye mascullar.
Antes de que pueda decir algo para explicarse, Dylan sale de la habitación. Mira la puerta, a medio cerrar o a medio abrir, de eso se trata siempre. Él tiene miedo de abrir la puerta y ver qué hay detrás, pero lo cierto es que también tiene miedo de cerrarla y perderse lo que puede estar esperándolo.
Por supuesto, abre la puerta y sale, no siempre ha sido así. Al perder a sus padres tuvo miedo, miedo a perder otra vez. Cuando entró en la universidad comenzó a abrir puertas hasta quedarse sin llaves, luchando por llegar a donde quería. Ahora, el repentino miedo causado por los bruscos cambios en su 'apacible' vida, luchaba sin descanso contra su mente y su corazón, dos elementos que siempre se habían enfrentado y que ahora están unidos, defendiendo un futuro que aún no puede visualizar, pero sabe que Bruce se lo enseñará. Y es lo que más desea en el mundo.
Cuando llega a los jardines se detiene en seco, corre sin saber a dónde ir porque no tiene ni la más remota idea de dónde puede estar Dylan. Gime con frustración y siente la necesidad de gritar, indignado, pero en su lugar suelta una pequeña exclamación de sorpresa cuando una mano se posa en su hombro.
- ¿Thomas?
Parpadea varias veces para asegurarse de que, quien está allí, es Will. Tiene la ropa tan manchada de sangre que ha perdido su color original, el cabello rubio está sucio y enredado. Thomas puede percibir una peligrosa aura a su alrededor.
- Hay demasiada sangre – murmura, en tono preocupado, mientras revisa las partes descubiertas del cuerpo del demonio, sintiendo un picor en la nariz bastante conocido.
Nota la observación de aquellos penetrantes ojos dorados y comete el error de subir los suyos, encontrándose con Will mirándolo fijamente.
- No es mía – responde cortante, apartándolo con brusquedad.
Admite que sintió ganas de huir en cuanto la vio. Casi ríe. Él huyendo por un humano. Lo nunca visto. Pero su cuerpo le traicionó y se movió hasta Thomas, sin estar preparado para ningún encuentro después de lo sucedido en el hospital. La expresión en los ojos de Thomas le indica que tampoco lo ha olvidado. Sin embargo, no ve venir el golpe y mucho menos el escozor en su mejilla.
- ¡Eres un idiota! – exclama.
Will reacciona lo suficientemente rápido como para detenerlo antes de que eche a correr.
- Lo siento – dice, con sinceridad, bajando la mirada hasta el agarre que lo mantiene unido a Thomas.- ¿Estás bien?
De nuevo clava la vista en Will con ferocidad.
- ¿Bien? ¿Yo? ¿Por qué debería estarlo? Mi mejor amigo me ha evitado durante toda una semana después de que me dispararan, tengo que casarme con Dylan sin saber lo que siente él por mí, hay un ángel loco y sediento de sangre que me quiere muerto – traga saliva.- Además, acabo de hacer que Dylan se cabree, he golpeado a mi mejor amigo... ¡Y ambos son importantes para mí!
Abre la boca para contestar, pero la advertencia en los ojos de Thomas le silencia de nuevo.
- Te he necesitado, Will, te he necesitado todos estos días y te necesito cada vez más. Has decidido enfadarte como un niño pequeño y desaparecer. Me has tenido muerto de preocupación durante toda una semana pensando en qué habría pasado para que no me hubieras ido a ver. Rosa me dijo que estás yendo de caza. ¿Es tu manera de aceptar las cosas que no te gustan, Will? ¿Es tu manera de destruirte? Porque a mí me parece fantástico hasta que el dolor me mata por dentro, ¡porque te necesito! Te necesito para los buenos momentos, para los malos; te necesito para que me animes cuando estoy deprimido; te necesito para que te enfades conmigo cuando soy imprudente; te necesito para que aparezcas de repente y me asustes; te necesito para que seas mi paño de lágrimas cuando no entiendo lo que siente Dylan. Te necesito para que me mientas y me digas que me ama.
Thomas baja la cabeza y respira profundo para evitar sollozar.
- Pensaba que para todo eso ya tenías a Dylan.
- Sí, es verdad. Sin embargo, no sé en qué momento dejé de teneros a los dos – admite, dándose la vuelta para evitar mirarle.- Te quiero, Gallylleo, puede que no de la manera que te gustaría, pero te quiero. Y amo a Nogitsune– confiesa en un susurro que él oye.
Cuando sus manos se mueven hasta el cuerpo de Thomas para apresarlo entre sus brazos, una sensación de peligro le detiene.
Su vista vaga hasta el edificio detrás de él, ¿qué hace ella allí otra vez?
- ¿Will?
- Creo que será mejor que vayas a tu cuarto.
- ¿Qué? ¿Por qué? – pregunta, sin entender el repentino cambio en él.
- Hazlo.
Deposita un beso en la frente del rubio y corre hacia el edificio bajo la mirada confundida del inglés, quien pone los ojos en blanco y se seca las mejillas mientras blasfema sobre los demonios.
Continuará...
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