El dolor alcanza a todo el mundo, ya seas Dios o Lucifer.
Thomas sale de la sala de operaciones en cuanto Ki recibe el mensaje de que todo ha salido bien, pero se detiene justo en la puerta porque en ese momento el grupo escolta está pasando rumbo a las mazmorras: Scott y Lydia delante, Stiles, Kate, Caleb, Derek y Allison cerrando la comitiva.
Alza una ceja extrañado, Will se coloca a su lado en lo que Ki y Jackson se unen al grupo. Por fin, cuando ya están desapareciendo al doblar la esquina, la oscura figura de Dylan aparece y el vínculo lo golpea con fuerza. Will da un paso al frente en lo que Thomas sonríe un poco, su eterno guardián, le recuerda mucho al personaje de Lancelot en las leyendas del rey Arturo, quizás algún día se lo diga. Will se acerca a Dylan que sube la mirada hasta dar con la contraria que resplandece en plata.
- Nogitsune.
No sabe si es el tono de voz desprovisto de todo rastro de temor y duda o la firmeza con la que se dirige a él lo despierta igual que ha hecho a lo largo de todos esos siglos. La mirada dorada responde a la contraria y se siente reconfortado por la mano que Will coloca entonces en su hombro y la presión que ejerce para darle ánimos porque aún no han terminado.
- Sigo aquí, Will, tranquilo.
El otro asiente y se gira hacia Thomas que ha observado el intercambio sin saber muy bien qué sucede porque no tiene ni idea de lo que pasó en la habitación a pesar de todas las teorías que ha creado en su cabeza. Le dirige a Will una muda pregunta, pero el aludido deposita un beso en su frente y le revuelve el pelo antes de seguir a los demás sin responder sus dudas.
Cuando se quedan solos Thomas nota un ápice de la misma oscuridad que el día que mató a Gerard Argent. Toma una bocanada de aire para darse valor porque no entiende el motivo por el que Dylan se mantiene lejos de él y tantea el terreno caminando unos pasos hasta quedar junto al demonio. Se siente más pequeño de lo normal por primera vez en mucho tiempo.
- ¿Dyl?
El demonio alza las manos hasta las de Thomas, acariciando con distracción los brazos de forma ascendente para llegar a los hombros y finalmente a las mejillas que toma con suavidad, con muchísimo cuidado, temiendo romperlo lo que es muy curioso porque ya lo ha hecho anteriormente, aunque en un escenario muchísimo más agradable y de una forma que no le importaría repetir cuanto antes mejor. El rubio se apunta ese pensamiento por si necesita usarlo más adelante.
- Te quiero.
Y esas simples palabras desarman todo lo que Thomas pensaba añadir, se queda en blanco mientras Dylan cierra los ojos y apoya la frente en la suya. El demonio parece roto frente a él, quizás en algún momento tenga las fuerzas suficientes para contarle qué ha pasado para que esté así, pero como es consciente del estrés no insiste, sino que lo rodea como puede con sus delgados brazos y Dylan se aferra a su cuerpo con más desesperación de la que sintió él cuando hace unos minutos abrazó a Will.
- No te vayas, por favor.
La súplica le estruja el corazón y con un suspiro busca los labios del mayor que, en un principio, no reacciona a su toque hasta que Thomas dibuja los bordes con su lengua y con un gemido gutural le devuelve con fuerza el beso, pasando la mano derecha a su nuca y la izquierda a su espalda para asegurarse que no se separa, pero Thomas jamás haría semejante barbaridad y pasa los brazos por el cuello contrario hasta que se queda sin aliento y Dylan se separa con fuerza para atacar su cuello y hundir los colmillos. El rubio gime con más fuerza de la que pretende y siente una presión importante en sus pantalones, el pensamiento de no correrse en el pasillo, a la vista de todas las cámaras, se pierde cuando Dylan se separa y lame la herida para ayudar a la cicatrización a la vez que lo recoge cuando le fallan las piernas.
- No voy a ninguna parte, Dylan, estás estancando conmigo - articula, cuando consigue poner orden en sus pensamientos.
El demonio sonríe un poco, no hay ningún mundo en el que sea posible definir su relación con Thomas de esa forma, pero no tiene la fuerza suficiente para responder.
- Deberíamos ir a ver qué está pasando - recuerda el humano.
Dylan suspira con resignación, pero asiente.
Para cuando llegan a las mazmorras la tensión que hay sobre los hombros de todo el equipo puede cortarse con unas tijeras. Los ojos de Dylan recorren la estancia hasta llegar al cristal-espejo. El único que está con Kate es Stiles, nadie más ha tenido el valor de entrar en la celda. Y es probable que no sea por el temor que ella pueda inspirar, sino por Stiles que da mucho más miedo con esa actitud que si estuviera gritando e increpándole a Kate todo lo que puede o no haber hecho.
- ¿Ha pasado algo? - Dylan se acerca a Caleb en lo que Thomas se dirige a Kaya y Will.
- En realidad no - responde el mayor de los trillizos.- Kate intentó hablar, pero cuando Stiles no respondió a nada simplemente se calló. Llevan así unos minutos.
- ¿Por qué no estás con él? - pregunta, aunque se imagina con facilidad la respuesta.
- Porque no me lo permitió - masculla, molesto y frustrado, sigue siendo el mayor y no puede hacer nada. Primero Dylan, ahora Stiles. Se muerde el interior de la mejilla tratando de no verbalizar las maldiciones que está pensando.
Dylan cree conocer lo suficiente a Stiles para saber que no está dolido porque se haya probado una de las tantas infidelidades de Kate, sabe que lo más posible es que esté molesto consigo mismo por no haberlo notado antes ya que, si eso es cierto, ¿qué descarta la teoría de Thomas? Y eso sí que puede ser considerado un insulto para Lucifer, pero Dios siempre ha sido demasiado cauteloso como para desobedecer al contrario porque sabe y conoce de primera mano las consecuencias de la silenciosa furia de Stiles.
- Bien, entonces, voy yo.
Sinceramente, a Caleb no le sorprende. Los rasgos de Stiles que en él siempre han inspirado temor, en Dylan despierta curiosidad. Además, ambos son conscientes de que es menos probable que Stiles ataque al menor que al mayor.
- ¿Estás seguro? - Scott mira receloso hacia dentro. A pesar de lo ausente que Stiles siempre suele mostrarse es el rey del Infierno por algo, a veces es fácil olvidarlo.
- Es mi hermano, Scotty, descuida - busca la mirada de Thomas para tener su consentimiento y cuando el rubio asiente con un movimiento ligero, el demonio abre la puerta de la celda.
Los dos seres sobrenaturales, a cada cual más poderoso, se ponen alerta cuando la puerta se abre, pero mientras que Kate no se permite variar su postura, Stiles nota que la tensión en sus hombros se aligera al ver a su hermano pequeño. Siempre fue el imprudente, el que nunca obedecía, el que creaba sus propias reglas. Quiere permitirse una sonrisa porque ni siquiera su poder al borde de la explosión es capaz de mantenerlo a raya como ha hecho con los demás, pero no lo hace porque no olvida el motivo por el que están allí.
- Creo que dije que no quería que me molestaran - masculla porque, en fin, tiene que mantener la fachada de tipo duro que se ha ganado a lo largo de los años.
- Nací para molestarte, Stiles.
Esta vez, no puede reprimir la sonrisa.
- ¿Os habéis dado cuenta de que sigo aquí?
Ambos se giran hacia Kate que siente una extraña excitación al tener la atención de los dos.
- Por desgracia.
Caminan hasta estar cerca de ella.
- Bueno, exactamente, ¿qué es lo que pretendías con todo esto, Kate? - pregunta Dylan, sentándose.
- No sé de qué me estás hablando - ladea la cabeza, haciendo que su melena se balancee con el movimiento, coqueta.- Yo solo trataba de divertirme ya que Stiles no me hace caso.
Oh, ese es un dato interesante, Dylan mira al otro con curiosidad. Nunca se le había pasado por la cabeza que la necesidad de atención de Kate derivara directamente de que Stiles pasara de ella, aunque ahora que lo piensa...
- Kate - habla con ella directamente por primera vez, la advertencia tiñendo cada sílaba.
- ¿Qué? ¿No quieres que tu hermano sepa que también te van las pollas? - sonríe con desprecio.- Sois un desperdicio, me pregunto si es cosa de los tres o Caleb se salva.
La mirada ámbar de Stiles es hielo puro cuando las alas se despliegan en su espalda y la oscuridad llena cada rincón de la habitación, el sonido de garras arañando la mesa de hierro pone los pelos aún más de punta a quienes observan desde fuera.
- Cállate - le ordena.
Pero Kate parece pensar que, total, de perdidos al río.
- ¿Sabes? Nunca pensé en ser reina del Infierno, nunca - lo fulmina con la mirada, mostrando un valor que realmente no siente, pero disfrazado por el rencor de siglos.- Sin embargo, tus padres me eligieron y no pude negarme porque, claro, debería haberme sentido halagada, ¿cierto? ¡Reina! Soy hermosa, Lucifer, y muy, muy poderosa. Sé que cualquier estaría más que encantado de postrarse ante mí, pero tú no. Por supuesto que tú no, tú no me querías, ni siquiera me deseabas porque tú no me pediste. Te impusieron a mí cuando tú ya tenías el interés puesto en alguien - forcejea con las esposas, moviendo la silla, grita con frustración.- ¿Te haces una idea de lo humillante que es pasear por tu reino y que todos me miren porque no detectan tu esencia en mí? ¿Porque no hay forma de esconder que no me has tocado jamás?
La comprensión comienza a calar en la cabeza de todos, pero más que en nadie, en Stiles que siente su furia disminuir poco a poco mientras la oscuridad se repliega y vuelve a su cuerpo. Su corazón inmortal se agita, por favor que no sea lo que piensa, por favor no, que no sea su culpa.
- Entonces, tus hermanos vinieron un día a visitarte. Yo había escuchado sobre ellos, después de todo estoy directamente emparentada con el trono aun a expensas de nuestro compromiso, pero nunca imaginé que fuerais... en fin, idénticos - dirige su mirada a Dylan.- Y quien más se parecía a ti, Lucifer, era tu rebelde hermano pequeño.
Dylan entiende entonces lo mismo que Stiles ya ha comprendido, al igual que Caleb que no consigue quedarse quieto e irrumpe en la celda con furia sobresaltando a un confuso Dylan y a un shockeado Stiles.
- ¿Estás insinuando que es su culpa? - golpea con los puños la mesa que está delante de Kate, ella consigue no parpadear a duras penas, Dios es el mayor después de todo y eso significa también que es el más poderoso.- ¿Que todo el daño que has hecho a Dylan es por culpa del desprecio de Stiles? ¿Es eso lo que estás diciendo?
Kate permanece un momento en silencio, valorando si merece la pena destapar por fin su doble vida como Perséfone o hacer sufrir a Stiles con todo lo que tiene porque sabe que esto le destruirá, puede saborear la venganza y la desea tanto.
- Vaya, Caleb, yo no habría podido expresarlo mejor.
Y la obtiene, decide que el momento en el que Stiles finalmente se derrumba por la fuerza de sus palabras vale todo lo que venga después. Hasta la muerte. Todos saben que, de los tres, siempre fue el más inestable y el más fácil de romper.
- No es fácil, ¿verdad? Aceptar que tú eres la causa de la muerte del primer gran amor y del hijo de tu hermano pequeño, probablemente el ser que más quieres en tu vida.
Caleb reacciona entonces y pone su espada en la garganta de la súcubo casi al mismo tiempo que Dylan coloca su pistola, pero ninguno está lo suficientemente furioso para no notar el sonoro golpe que viene desde atrás. Ambos se giran para ver cómo Derek tiene a Stiles contra la pared de la celda, agarrado por el cuello de la camisa. Allison y Chris apuntan con sus ballestas al Hale, confundidos, mientras que Lydia y Scott se han quedado a medio camino de detenerlo. Dylan redirige la pistola hacia Derek, pero Thomas aparece en escena y baja el cañón. Probablemente, es el que mejor ha sabido leer la situación.
- ¡Tú, bastardo, escúchame! - busca el contacto visual con desesperación, pero Stiles lo evita a toda costa, gruñe frustrado. Es más corpulento que el otro, así que realmente no es muy difícil que una de sus manos pase a la barbilla y lo obligue a mirarlo sabiendo que, si quisiera, Stiles no le dejaría tocarlo, pero siempre ha sido un poco débil ante él.- No es tu culpa.
Y eso parece activar el detonador de Stiles. La oleada de oscuridad que sale de su cuerpo se estrella contra todo lo que tiene cerca, incluyendo a Derek y alejándolo de sí, consigue mantenerse de pie a base de pura fuerza de voluntad.
- ¿¡Es que no la has escuchado!?
- Todos lo hemos hecho - acepta.- Pero esto no es tu culpa, ¡tú no le diste la idea de dañar a Dylan! ¡Fue su decisión, fue su acción!
- ¡Impulsada por mí, joder! - tiene los puños tan cerrados que sabe que está clavándose las garras en la palma, pero su mente es incapaz de registrar el dolor.- ¡Por mi egoísmo!
- ¡No fuiste egoísta! No la querías.
- ¡Por quererte a ti!
El silencio se hace en la sala, los demás abren los ojos como platos mientras que Thomas se recarga contra Dylan, conmovido, y Caleb suspira con resignación, tarde o temprano iba a salir a la luz.
- ¿Cómo puedes siquiera culparte por algo así? - pregunta Derek con un hilo de voz.
Stiles lo mira incapaz de asumir la realidad de lo que acaba de admitir sumado a lo que acaba de pasar, simplemente es demasiado para él.
Dylan pasa la mirada de uno a otro, no piensa que sea necesario, pero también creyó que era evidente que quería a Thomas y menudo lío se armó por no decírselo a tiempo.
- Lucifer - lo llama por su verdadero nombre, el aludido se tensa al instante.- No es culpa tuya - repite las palabras de Derek, pero sabe que para su hermano tienen un poder diferente por venir de él.
Las hermosas alas negras caen una vez más y Stiles se tambalea hacia delante, Derek es lo bastante rápido para atraparlo. Cruza una mirada con los otros dos que asienten en silencio y lo saca de la celda.
- ¿Qué querías, Katherine? ¿Seducir a Dylan y convencerlo para que destronara a Stiles? - prueba Caleb.
- Algo así, pero entonces apareció esa pequeña e insignificante molestia - masculla, chasqueando la lengua.- Y después ese bastardo asqueroso.
Dylan vuelve a levantar la pistola, Thomas no se ha ido de su lado.
- ¿Admites, pues, el asesinato de Britt y del hijo de Dylan? ¿Junto con el intento de asesinato de Thomas, la creación de una organización paralela a la nuestra? ¿Admites tu traición al trono?
Alza la mirada y pone la espalda recta, tratando de recuperar la dignidad que estar presa le ha quitado. No hay arrepentimiento en sus ojos ni vergüenza cuando habla.
- Lo admito.
Las cuatro paredes absorben el sonido de un tiro.
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