El Claro, un lugar al que llamar hogar.
Dylan debería haber imaginado que la reacción de sus subordinados al presentarse en El Claro sería tan previsible. En cada piso que visita todos se le quedan mirando de arriba abajo como si pensaran que de un momento a otro pueda volatilizarse y desaparecer de nuevo.
- Esto es molesto – admite, subiendo al último ascensor rumbo a la sala de control donde se encuentran Ki y el resto del equipo.
- Si vinieras más a menudo no se asustarían al ver tu horrible cara – responde Will, con voz apagada.
- ¿Qué te pasa? – pregunta sorprendido ante el mal humor de su compañero.
Will se encoge de hombros y se abren las puertas del ascensor e inmediatamente se escucha un disparo. Dylan mueve todo su cuerpo hacia la derecha, esquivando la bala sin problema.
Alza la vista y sus ojos se encuentran directamente con los del responsable.
- ¡Tú! ¡Bastardo! – le señala descaradamente con la pistola.
- Cuanto tiempo sin vernos, Ki, yo también me alegro de verte.
Su interlocutor pone los ojos en blanco y guarda la pistola en su cinturón, le mira molesto con el ceño fruncido.
- Me causas tanta alegría que siento irrefrenables ganas de verte en el fondo del más oscuro de los abismos – masculla, causando la risa en muchos de los guerreros presentes, mientras va hasta su mesa y se sienta en la silla.- ¿Puedo saber a qué debemos el honor?
- No me digas que vas a estar cabreado por mucho tiempo – bromea Dylan.
- Puede que no, si me dejas descargar el cargador de la pistola en tu cuerpo tal vez cambie de opinión.
Dylan le da una torcida sonrisa que hace que Ki chasquee la lengua y vuelva la vista hacia los cinco monitores que tiene encendidos y trabajando todo el día.
Ki, uno de los más jóvenes pertenecientes a El Claro, es a su vez un genio de la informática, es decir, uno de los pocos que han conseguido adaptarse a los avances tecnológicos.
- Vaya, vaya... veo que ha vuelto la fruta de la discordia.
La sonrisa del moreno se convierte en una mueca al reconocer aquel irritante tono de voz, nota que Will se da la vuelta a su lado para mirar a la recién llegada, pero él ni siquiera se digna a mirarla.
- Hola, Kate – saluda Will con cortesía.
Muchos de los presentes observan a la hermosa criatura que ha aparecido de repente en la sala. Un demonio con mucha más categoría que él, una belleza oscura.
- ¿Qué hace aquí la prometida de Lucifer? – pregunta Dylan, sin ningún tipo de delicadeza, dándose por fin la vuelta y clavando sus ojos de forma desafiante en los de Kate.
- Advertirte, como tantas veces desde que montaste este estúpido circo – el silencio se hace en la sala, Dylan se apoya en la silla que ocupa Ki mientras un silbido rebelde se cuela por sus labios.- Vuelve al Infierno, Nogitsune.
La mención de su verdadero nombre hace que la sonrisa de Dylan se acentúe aún más.
- Cuando sonríe no muestra los dientes, pero su boca es un abismo lleno de perversidad... – piensa Will, escandalizado con el posible desenlace de aquella conversación y poniéndose alerta en caso de emergencia.
- Te he dejado claro muchas otras veces que no voy a regresar hasta que haya cumplido con mi venganza.
- ¿Tu venganza? ¿Por qué piensas que es un asunto importante, Nogitsune? ¡Por los cuernos de Lucifer! ¿Cómo podría ser importante vengar la vida de dos simples humanos? – responde mordaz.
- Vaya, vaya, Kate, ¿estás yendo en contra de los deseos de Lucifer?
Ella frunce el ceño.
- No compares la vida de dos insignificantes insectos a la importancia de toda una humanidad. A veces hay que sacrificar a pequeñas personas en pos de un bien aún mayor. Si pensáramos como tú no podríamos salvar a nadie.
Dylan aprieta los puños con fuerza.
- Kate – su voz suena fría, como un témpano de hielo.- No voy a volver. Voy a acabar con CRUEL.
Chasquea los dientes molesta y lanzándole una mirada de advertencia, desaparece en medio de la estancia dejando tras sí el ambiente cargado de tensión.
- Si no fuera la prometida de nuestro Señor, la descuartizaría.
Al oír otra voz conocida, Will mira hacia la puerta y ve a Scott entrando mientras carga con una bolsa llena de nuevas armas.
- ¡Scott! – exclama, yendo hasta él y estrechándole la mano amigablemente.
- Llevaba mucho tiempo sin veros a los dos, ¿qué hacéis aquí? – pregunta, mirando a Dylan.
Él sonríe.
- Cerrad esta sala y llamad a los que faltan del grupo. Tengo que hablaros de un asunto importante.
Scott deja a un lado su cargamento y, con un gesto de respeto, abandona la sala para ir a buscar a los demás. Ki, por su parte, va echando a todo aquel que no perteneciera a la élite de El Claro hasta que finalmente quedan ellos tres a expensas de que aparezcan los demás.
- Así que es verdad que nuestro gatito perdido ha regresado.
Lydia, mucho más antigua que Will, pero no tanto como Dylan, su edad siempre ha sido un misterio para todos excepto para los archivos de Ki ya que la pelirroja se conserva maravillosamente. Detrás de ella vienen Scottt, Jackson y Derek; el primero casi de la misma edad que Dylan, el segundo tiene cuatrocientos años y el último oscila entre los ocho y los nueve siglos, tampoco sabían su edad exacta.
- Me alegro de veros.
Dylan, Ki, Will, Lydia, Scott, Jackson y Derek, el grupo de élite de El Claro. El único grupo al que Dylan es capaz de confiarle su propia vida, los únicos en los que es capaz de confiar. Un grupo de demonios venido directamente del Infierno.
- Dicen que vienes a darnos guerra – apunta Derek, sentándose cerca del asiático.
- ¿De verdad? Me pregunto quién habrá sido, yo nunca haría algo así – contesta Dylan, con una sonrisa que les da escalofríos.
- Kate te ha cabreado – afirma, más de lo que pregunta, Lydia.
Dylan no responde, pero no hace falta que lo haga para darse cuenta de las tensas facciones que expresa el demonio en el rostro que, normalmente, se muestra impasible y sereno.
- Dylan, recuerda el asunto por el que vinimos. Eso es lo importante, no pienses en Kate. Mientras no venga Lucifer a buscarte no debes preocuparte – Will tomó asiento cerca de él y de Ki.
La imagen de Thomas dormido se instala en su mente, desconcertándolo, recordando qué había pasado después de que despertase. Un gruñido escapa de su garganta ante esos pensamientos, los demás excepto Will piensan que sólo han conseguido cabrearlo más.
- Vale, tenemos un par de problemas – como nadie interrumpe continúa.- En primer lugar, por lo que me ha informado Will, CRUEL ha estado circulando por Nueva York, pero por el momento no ha hecho ningún movimiento para llamar la atención, ¿es eso cierto?
- Sí – responde Jackson.- Aunque lo último que hemos sabido es que están tratando de localizarte, dato extraño por cierto – dice, sacando una pequeña libreta.
- ¿Por qué?
Todos lo miran con burla.
- Eres famoso en todo el país y tus oficinas tienen un letrero de neón donde dice: DETECTIVE DYLAN O'BRIEN.
Es tan evidente que Dylan sólo se encoge de hombros, pensando que ese había sido su plan inicial: hacerse famoso, conocido, para que cuando ellos salieran de su escondrijo les fuera fácil encontrarlo. Desde luego, es un plan más sencillo que tratar de buscarlos por toda la Tierra.
- De modo que podemos dar por sentado que saben dónde vivo y trabajo, pero que no van a hacer nada por el momento – los demás asienten.- También se podría barajar la posibilidad de que estén tramando algo.
Los cuatro hombres se miran entre sí, Lydia suelta un nuevo suspiro resignado y pone los ojos en blanco.
- ¿Qué ocurre?
- Dylan – Will le llama para captar su atención.- Recuerdas que quedaban dos miembros de CRUEL originales, ¿verdad? – asiente.- Bien, pues Scott estuvo en los barrios bajos y dimos con una noticia un poco alarmante, sólo un poco – se apresura a recalcar cuando Dylan le fulmina con la mirada.
- Resulta que no quedan exactamente dos miembros – Dylan alza una ceja, Ki solo escucha mientras sigue mirando sus monitores.- Queda un subordinado reclutado hace pocos meses, tres que elaboraron el plan, el demonio que ejecutó y se regocijó de la matanza de tu familia y... - Scott toma aire.- Y una entidad por encima de ellos dos, alguien que posee mucha influencia, poder y que está al mando. Alguien que ordenó al demonio que los matase.
Dylan se queda pensativo ante aquella nueva revelación que echa abajo todas sus investigaciones anteriores y abre, a su vez, nuevas puertas, demasiadas puertas.
- No sabéis de quién se trata, ¿verdad?
Todos niegan con la cabeza.
- Yo estoy en ello, pero no hay muchos resultados por el momento – comenta Ki, encogiéndose de hombros a su lado.- Dylan, quiero que tengas en cuenta una cosa – él no espera a que el demonio le deje continuar.- Esta entidad, este demonio o lo que sea, es alguien importante, muy importante. Es posible que, en el hipotético caso de que sea de nuestro clan, este ser sea del círculo cercano a Lucifer. En otros casos es posible que pertenezca a las tropas de Dios, a los renegados o a las mayores influencias del Clan Sol.
- Sería problemático en cualquiera de los casos – acepta, acariciándose el mentón.
- No creo que problemático sea el calificativo adecuado – comenta Derek, que ha permanecido en silencio mientras escuchaba.
Dylan sabe que tiene razón, pero si CRUEL y sus dirigentes no hacen ningún movimiento, ellos tampoco pueden dar un paso en falso a estas alturas.
- ¿De qué más querías hablarnos, Dylan?
La profunda voz de Ki lo saca de sus pensamientos, recordándole de pronto al joven que ocupa últimamente sus nada inocentes pensamientos.
- No sé si Will os lo habrá contado...
- ¿Que contrataste una chacha? Sí, lo sabemos.
- ¡No es una chacha!
Antes de que Dylan pueda responder esas mismas palabras, Will ya lo había hecho, lanzándole un bolígrafo a Jackson que detiene en el aire.
- Vale, no es una chacha. ¿Cuál es el problema con el chiquillo? – pregunta, comenzando a jugar con el bolígrafo.
- Bueno, hay varios problemas. Se llama Thomas Brodie-Sangster, tiene veintiséis años y es licenciado en periodismo y relaciones publicas, por lo que sé también pudo haber tenido una brillante carrera como actor.
- Tiene un nombre bonito y la misma edad que tu cuerpo humano, pero no le encuentro nada extraño – acepta Lydia, cruzando las piernas y luciendo taconazos.
- Pues lo es, y bastante – murmura Will.
- Thomas sufrió un ataque de pánico por un demonio del Clan Sol que vino esta mañana a mis oficinas – eso fue suficiente para captar la atención de sus interlocutores que sus posturas.- Parecía conocerlo, no estoy seguro del todo. Hay algo en su pasado que le persigue constantemente, algo traumático, quiero saber qué es – mira a Ki que asiente y abre una nueva pestaña en su monitor.- Ese incidente debe de estar relacionado con el ataque de pánico, que sea consciente del estado de embriaguez y que haya podido ver mis alas.
- ¿Que ha hecho qué? – exclaman casi al unísono los cuatro demonios, Ki se digna entonces a clavar una mirada sorprendida en Dylan y en Will.
- Lo que habéis oído, no estoy seguro del cómo ni del porqué. Todos sabemos la teoría, pero quiero saber la realidad – se cruza de brazos.- Thomas ha prometido contarme el accidente que le obligó a dejar Inglaterra y venir a Nueva York, pero quiero asegurarme de ello.
- ¿Y lo de las alas?
El silencio se hace en la sala, cada uno inmerso en sus propios pensamientos y tejiendo sus propias teorías.
- Si no está relacionado con algún aspecto del incidente, solo me queda aceptar que es una persona muy perceptiva – Dylan hace una mueca extraña con la boca, recordando de pronto que Thomas es la persona más torpe y despistada que ha tenido el placer de conocer.
- Después, tenemos otro asunto – Will busca la tarjeta que encontró en el sillón mientras llamaba a Kaya. La tarjeta de presentación del inspector Nakamori.- Dice que es inspector de la policía, se hace llamar Nakamori Takeshi. Aparenta unos treinta y pocos. Es alto, de pelo y ojos negros.
- Nakamori Takeshi – repite Ki.- Significa hombre fuerte, ¿por qué un demonio que ha abandonado la misión de proteger a los humanos se pondría un nombre así?
- ¿Ironía? ¿Humor negro? – sugiere Derek.- Para empezar es bastante extraño que un miembro del Clan Sol esté involucrado con la policía, quizás sea la excepción de la regla.
- No, ese demonio no es trigo limpio.
- ¿Cómo lo sabes?
Will aprieta los puños, recordando el rostro de Thomas cubierto de lágrimas e inundado por el miedo. Las palabras del chico suplicando que lo proteja resuenan en sus oídos.
Dylan puede adivinar sin mucho esfuerzo los pensamientos de Will, así que solo suspira pesadamente.
- A mí tampoco me parece precisamente un santo. La verdad, ni siquiera puedo saber si realmente es un demonio o un ángel, solo tengo su palabra de que pertenece al Clan Sol.
- ¿Por qué?
- No fui capaz de sentir su presencia antes de exponer a Thomas, y tampoco pude identificarle.
Un problema detrás de otro.
- ¿A qué le damos prioridad?
- Voy a confiar en Thomas para saber la razón de su miedo – revela, Will le mira sorprendido.- Así que centraos en la identidad de Takeshi Nakamori, una vez que sepáis su verdadero nombre será más fácil. Quizás alguno lo reconozca.
- Es posible.
- Bien, lo dejo en vuestras manos entonces.
Los oyentes sonríen, trabajo, por fin.
Continuará...
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