•Prólogo•

Narra Tn

Fue muy fácil quitarle el equipo de maniobras tridimensionales a la policía militar, además de tomarme prestado el uniforme de uno de ellos en cuanto lo noquié.

En realidad todos eran unos buenos para nada que sólo servían para cobrar impuestos. Ni siquiera pudieron detenerme, a mí, una niña de doce años.

—Listo. —mis labios formaron una pequeña sonrisa al ver que había terminado de hacer mi propio cuchillo. Definitivamente vivir en el subterráneo te obliga a hacer múltiples tareas que jamás imaginaste

Quedé satisfecha al verificar que tenía un filo casi parecido al de las cuchillas para matar titanes. El mango de este era de color marrón, con mi nombre escrito en cursiva y con decoraciones de corazones medio deformes, ya que pensé que así le daría más estilo. Mi letra no era tan bonita, pero es mejor a nada.

Guardé el cuchillo en mi bolso y me encaminé hacia el único mercado que había en la ciudad. Uno oscuro, polvoriento y caro, muy caro.

Lo que encontrabas ahí eran productos enlatados vencidos, pescado, condimentos, ropa usada y algunas frutas en mal estado. Lo único bueno eran unas barras de trigo que no sabían ni bien, ni mal.

—Hmmm... Hoy comeré fruta, ni modo. —suspiré haciendo una mueca. Ya me había acostumbrado al sabor de los productos que había en el subterráneo, pero también me estresaba no tener más opciones

Me acomodé bien el sombrero para asegurarme de que mi rostro no se viese, pues ya había sido pillada robando. Un descuido de mi parte cuando la policía militar casi me atrapa. Fue el susto de mi vida.

Tenía puesta en la mira a una manzana de color rojo y verde, se notaba que aún no estaba del todo madura. Pero cuando logré guardarla en mi bolsillo, un mocoso me señaló gritando que había robado la manzana.

—¡Yo te conozco! —gritó un señor. Estaba en problemas— ¡Eres la ladrona de la otra vez!

—¡Atrápenla! —al parecer todos se unieron, pues los vendedores me impidieron el paso lanzándome piedras. La unión hace la fuerza, sin duda, pues tuve que utilizar el equipo tridimensional como mi último recurso por escapar de ellos

Seguía siendo una niña, así que esas piedras me lastimaban hasta el punto de sacarme sangre. Creo que me rompieron una ceja.

—¡Sabíamos que vendrías! ¡Ahora estamos más preparados! —gritó una vendedora. Vi de reojo que hizo una seña con las manos, como si llamase a alguien— ¡Aquí está, apúrense! —luego de su grito, la policía militar apareció

—¡Hey, no nos informaron que vendrían! ¡Erwin, no te nos adelantes! —gritó un policía militar a su compañero. No, no creo que sea su compañero, este traía una capa color verde con un estampado de alas

Pronto apareció otro grupo de soldados con ese mismo uniforme, los cuales me estaban pisando los talones, pese a que llevaba varios metros de ventaja hace un momento. Sus movimientos eran diferentes a los de la policía militar, se notaba la diferencia de habilidad y rapidez.

—¡Tengan cuidado, sigue siendo una niña! —ordenó el rubio de cejas pobladas

Me estaba subestimando y eso me ofendía, aunque en realidad sí era una mocosa sin experiencia.

Debido a mi descuido por pensar de más, choqué contra una pared, sin embargo alcancé a voltear mi rostro para evitar romperme la nariz o el cráneo, mas mi mejilla derecha se llevó lo peor al igual que mi pecho. A este paso quedaría plana.

Mi cuerpo cayó en el techo de la otra casa, y al levantarme comenzó a dolerme el cuerpo. Esperaba no haberme roto los huesos.

—Creo que la que tenía que tener cuidado era otra, señor. —comentó sarcástico un tipo con cara de viejo mientras se acercaba hacia mí junto con sus demás compañeros y el tal Erwin

—¡Auruo, ten más respeto! —le llamó la atención una muchacha de cabello medio anaranjado y ojos avellana

—¡Hey, tranquilos canijos! —los calmó una castaña de lentes

—Lo sentimos, capitana Hanji. —se disculparon ambos al unísono

—Por fin te atrapamos. —comentó el cejotas— ¿Podrías sacarte el sombrero?

Retrocedí frunciendo mi ceño.

—Sólo queremos dialogar, no te haremos daño. —aseguró

—Bien. —me bajé el sombrero

—Por cierto, ¿cómo es que no se te cayó ese sombrero si ibas volando por los aires a toda velocidad? —cuestionó la castaña. Una pregunta muy fuera de lugar— ¿Es de algún material resistente? Quisiera tener uno así.

Simplemente mostré que el sombrero tenía un cordón de zapato atado de los lados, el cual evitaba que saliese volando, como en estos casos.

—Bien. Mi nombre es Erwin Smith. —se presentó ignorando el comentario de la castaña— Venimos a proponerte algo que te puede interesar. —soltó de repente

—¿Qué cosa? —cuestioné intentando ocultar mi curiosidad

—Queremos que te unas a la legión de reconocimiento. —fue directo al grano— Te sacaremos de aquí y hablaremos con más calma allá arriba. —señaló las escaleras que llevaban hacia el exterior

Un sueño para muchos de aquí, una posible realidad para mí, pero tampoco iba a aceptar tan fácil, ¿y si eran unos secuestradores o matones que buscaban venganza?

—No, adiós. —puse en marcha mi equipo de maniobras tridimensional, gastando más gas de lo usual

Lastimosamente mi huída volvió a salir mal, pues otro tipo con el mismo uniforme y con la capucha puesta, atravesó el tanque de gas de mi equipo, provocando que este dejara de funcionar al instante.

La castaña de lentes me sostuvo antes de que tocara el suelo, ya que estaba a una altura promedio de tres pisos que pudo haberme matado.

—Ten más cuidado, enano. —le regañó al tipo con capucha, mas este ni se inmutó, sólo se quedó quieto frente a nosotras

Solté un suspiro derrotado y me bajé de los brazos de la castaña. No tenía más opción que obedecerles, así que los seguí hacia el exterior, sabiendo que intentar huir era inútil.

Los rayos del sol me pegaron en la cara apenas salimos, por lo que llevé mis manos hacia mi rostro tapándolo.

—No te preocupes, no hace nada. —reconocí la voz de la castaña

Fui bajando mis manos de a poco hasta que terminé acostumbrándome a la luz solar. Era una vista hermosa.

—Tienes suerte de que haya salido el sol, normalmente está nublado, ya que seguimos en invierno. —comentó la muchacha de pelo anaranjado— Un gusto, soy Petra Ral. —sonrió

—¡Y yo Hanji Zoë! —se presentó enérgica la castaña— Ellos son Erd Gin, Gunther Schultz, Auruo Brossard y Erwin Smith. —fue señalando a cada uno

—Hola. —me saludaron algunos de los nombrados

—Disculpa mi atrevimiento, pero... ¿Cuántos años tienes? —preguntó Erd

—Once.

—Oh, eres muy joven.

—¿Quién es? —apunté al tipo que Hange llamó enano, el único que aún no se presentaba ni se acercaba

Antes de que me resondieran, el cejotas la interrumpió haciendo la misma pregunta de antes.

—Entonces ¿aceptas unirte a nosotros?

—¿A la Legión de Reconocimiento? —este asintió en respuesta

Escuché algo sobre esa tropa, en general cosas no muy buenas, como el hecho de que todos mueren y son explotados laboralmente. También se creía que hacían experimentos con sus cadetes, con el fin de crear un arma humana contra los titanes.

—¿Para qué? —pregunté a la defensiva

—Para ayudarnos a derrotar a los titanes y así alcanzar la libertad. A cambio, podrás vivir aquí, en el exterior. —intentó convencerme— Además te daremos comida, una habitación y serás liberada de todos tus cargos por robo. No vivirás con más angustias.

Pues viéndolo así tengo más ventaja aquí arriba, pero tampoco quiero morir tan rápido...

—No puedo tener un guardaespalda al momento de ir a matar titanes, ¿verdad? —pregunté con la esperanza de obtener una respuesta afirmativa que me garantizara mi vida

—De hecho las misiones son en equipo, al momento de salir a combatir, todos nos ayudamos entre sí para evitar bajas. —su respuesta no me convencía del todo, pues noté que los demás se miraron entre sí confundidos

Eso me asustó.

—En todo caso, durante tus primeras misiones serás asignada junto al hombre más fuerte de la humanidad. —hizo comillas al usar el apodo— Te aseguro que sobrevivirás si te mantienes a su lado, no por nada lo han nombrado con ese sobrenombre.

—Además, te estamos reclutando únicamente por recomendación del enano y porque pudimos comprobar tus habilidades con nuestros propios ojos. —explicó la castaña— ¡Vamos, canija! No tienes nada que perder.

Pues si no aceptaba sería entregada a la policía y juzgada a varios años de cárcel. Si aceptaba al menos moriría siendo libre, lejos del subterráneo que parecía más cárcel que ciudad.

—Está bien. —accedí mordiendo mi labio, preocupada por mí misma

—Bien, esperaremos a que te recuperes de tus lesiones y luego entrenarás con él. —señaló a la persona encapuchada

—Cierto, aún no me han dicho su nombre.

El tipo bajito caminó hacia nosotros con lentitud, dando un toque de suspenso al momento. Se colocó frente a mí y se sacó la capucha.

—Creo que no es necesaria mi presentación.

—¿L-Levi? —pregunté estupefacta— ¿En serio eres tú?

—El único. —sus ojos transmitieron nostalgia por un segundo— Dudo que haya un doble mío. —añadió con sarcasmo

—¡Levi! —me lancé hacia él abrazándolo

—¿Cómo has estado? —preguntó alejándome. Al menos esperaba que me diese unos momentos más de abrazo, ya que sabía que le desagradaba el contacto físico, y más en público

—No has cambiado nada... —comenté limpiando las lágrimas que se me escaparon por nuestro encuentro— Sigues siendo enano.

—Habló la mocosa más enana del mundo. —respondió con sarcasmo, a lo que le di un golpe en la costilla, el cual ni le inmutó— Ya, para. —cortó nuestro emotivo momento al notar que todos nos miraban con la boca abierta

¿Qué pasaba?

—Se les puede entrar una mosca si la abren tanto. —les dije, a lo que ellos cerraron sus bocas de inmediato

—¿Qué miran? Esto no es un espectáculo. —Levi los vio con el ceño fruncido

Todos desviaron la mirada rápidamente, disimulando muy mal. Hasta Erwin, que se veía el más serio, estaba descolocado.

—Ah, ya entiendo. —susurré llamando su atención— Nunca vieron a Levi siendo tan atento, ¿verdad? —todos asintieron repetidas veces, afirmándolo

—Tsk, sigo aquí imbéciles.

—Bueno. —interrumpí evitando que Levi se molestara más de lo que ya estaba— ¿Y qué paso con Isabel y Farlan? No los veo contigo.

—Yo... —Levi ocultó su mirada inmediatamente cuando pronucié esos nombres. Erwin colocó una mano en su hombro en señal de apoyo

—Ellos ya no están, lamentablemente fallecieron en su primera expedición. —soltó con pena

Todo quedó en silencio, como si el mundo se hubiese detenido con esa noticia. Nadie se atrevió a hablar.

Mi vista se dirigió hacia Levi y al ver que seguía sin levantar la mirada, decidí no preguntar más, pues yo también necesitaba asimilarlo.

Me llevaron al cuartel general de la legión, donde me asignaron una habitación y me dieron ropa nueva junto con mi uniforme. No tenía que preocuparme por recoger mis pertenencias del subterráneo, todo lo que me importaba era mi cuchillo y el sombrero que me regaló mi cuidador.

Apenas terminé de limpiar toda la habitación y dejar la ropa en un armario compartido con mi compañera de cuarto, me fui a duchar. Tenía la misma obsesión que mi hermano por la limpieza.

Hanji vino a buscarme justo cuando ya estaba completamente aseada y me ordenó que bajase al patio, pues ese mismo día sería mi presentación como nueva cadete.

—¡Soldados, ahora tienen una nueva compañera! —exclamó Erwin, luciendo más intimidante— ¡Se llama Tn, hermana menor del capitán Levi!

Las personas presentes se quedaron en blanco, parecía que estaban procesando la información.

—Eso era todo, pueden retirarse y aprovechar su día libre. —se bajó del pequeño escenario y me guió hacia mi respectiva habitación

—¡Hola, Tn! Gracias por ayudarme a limpiar la habitación, Hanji-san me dijo que lo hiciste tú. —agregó Petra dejándonos pasar

Asentí y el comandante Erwin se despidió deseándome una buena estancia en la legión.

Me senté en mi cama para descansar un rato y Petra imitó mi acción. Parecía que tenía algo atorado en la garganta que dudaba en decirme.

—¿Qué? —pregunté luego de un tiempo

—En serio te agradezco y admiro mucho que seas tan hábil, a pesar de ser pequeña, pero...

—¿Si? —insistí impaciente

—Yo... Quisiera saber qué tipo de relación tienes con el capitán Levi.

Ahora estaba confundida. Al parecer Petra no había escuchado el discurso de Erwin, donde él informaba que Levi era mi hermano mayor.

—¿De qué hablas? Levi y yo somos hermanos. —confesé mirándola con cierta diversión. No pude evitar reírme al ver la cara de Petra, quien se había puesto roja de la pena— ¿Acaso te gusta Levi-aniki?

—¿Q-qué dices? ¡Claro que no! —respondió tartamudeando— Creo que ya es hora de que vayas a enfermería para que revisen tus heridas. —cambió de tema

—Es verdad, Hange dijo que se encargaría de eso personalmente. —recordé levantándome— Bueno, hasta luego. Y no te preocupes, no le diré nada a mi hermano.

—¡Aah, Tn! —chilló avergonzada

Me fui corriendo antes de que Petra terminara rompiendo mis tímpanos. Me encantaba molestar a la gente.

Narra Levi

—¡Levi-aniki, Hanji! ¡Ya llegué! —volteé a ver a mi hermana con los brazos cruzados

—Te demoraste, a pesar de que solo es una revisión médica. —agregué serio— Debes de ser más disciplinada y puntual.

—Lo siento. Me quedé conversando con una amiga. —explicó

—No seas tan duro con ella, enano. —intervino la cuatro ojos— Recuerda que tú también estuviste rebelde e impuntual en tus primeros días aquí.

¿Esta estúpida planea dejarme en ridículo?

—Te recuerdo que ascendí a capitán rápidamente, a diferencia de ti, que puedes ser reemplazada por otro científico demente.

—Ou, ese fue un golpe muy bajo. —tocó su pecho con dolor, fingiendo que le habían disparado— Pero no tan bajo como tú... —Hanji sonrió con cinismo

Mi hermana y ella se rieron a carcajadas. Ambas siendo igual de irritantes y retrasadas.

—Tsk, adiós par de locas. —salí de la habitación cerrando de un portazo

Agradecí que la puerta no se haya roto, sino Erwin me lo hubiera descontado de mi salario.

Decidí que pasaría el resto de mi tiempo libre entrenando en el patio, hasta que luego de, aproximadamente, media hora, mi hermana vino corriendo. Al parecer su examen de salud con Hanji ya terminó.

—¿Acaso ya te haz mejorado? —le pregunté sabiendo de sus lesiones internas y externas

—¡Sí! —me respondió entusiasta. Pude notar que traía unas curitas en las heridas de su rostro y una venda alrededor de su cabeza

—Pensé que te habías roto las costillas cuando te caíste del techo. —añadí recordando que Tn, por despistada, no se dio cuenta de una pared y chocó contra esta

—Pues la verdad yo también pensé lo mismo, me dolía tanto mi cuerpo que sentí que me había roto algo. —hizo una pose dramática. Rodé los ojos

—¿Entonces Hanji te dio de alta?

—Sí.

—¿Estás segura de que te revisó correctamente o estaba con los lentes puestos? Tal vez hasta pudo estar borracha, de ella puedes esperarte todo.

—¡Que sí! —exclamó perdiendo la paciencia

¡Tsk, qué carácter tan feo tiene!

—Bueno, en ese caso ya puedes empezar tu entrenamiento, ¿cierto? —la miré por sobre el hombro, posicionándome para empezar el combate

—Justo eso quería decirte, Hanji me dio permiso para hacerlo. —imitó mi acción— Levi-aniki, no te contengas por favor. Debes volverme fuerte.

—No te prometo nada, puede que tu nivel siga siendo inferior al mío. —la miré despectivo

Pude notar que le comenzaba a salir humo de la cabeza y su mejilla derecha, justamente donde tenía sus heridas. Tal vez sólo una simple alucinación.

De igual manera, Tn debía mejorar sus habilidades para la próxima expedición. No la podré proteger todo el tiempo y no quisiera que dependiera de mí.

—Bien, empieza tú. —hablé, mas cuando Tn estaba por atacar, escuchamos pasos acercarse

—¡Enanooo!

¡Agh! Ese apodo... Sólo hay una persona, además de mi hermana, que me llama así.

Me di la vuelta para ver qué quería esta vez.

—Oh, al parecer Tn ya te puso al día con todo. —rascó su nuca al ver que interrumpió nuestro combate

—¿El comandante Erwin ya sabe que hoy mismo comienzo mi entrenamiento? —preguntó mi hermana

—No... ¡Pero se lo diré apenas lo vea! —exclamó con un sonrojo en sus mejillas

Se estaba emocionando demasiado con mi hermana y eso me desagradaba. Era una maldita loca anormal.

—Mejoraste muy pronto, ¡hasta hace unas horas no parabas de quejarte porque te dolía todo el cuerpo! —Tn miró mal a Hanji por delatarla— Pero ahora estás como si nada, hasta me atrevo a decir que podrías tener el poder de regenerarte, como un titán... Después de todo podría asegurar que traías, por lo menos, algunas costillas rotas.

—No digas tonterías, cuatro ojos. —me crucé de brazos, esperando que Hanji no insistiera más con ese tema o de lo contrario Tn estaría en problemas

—Pues nada me quita de la cabeza que tal vez sea hereditaria la fuerza de ustedes dos. —nos señaló— ¡Algo así como un súper poder!

—Mejor deja de soltar mierdas y ve a hacer el informe del día.

—Por cierto, ¿en serio son hermanos? —la cuatro ojos me ignoró— Tú te ves menos gruñona que el enano.

Una vena se formó en mi frente y procedí a sacar mis cuchillas, Hanji se escondió detrás de mi hermana. Era una cobarde cuando le convenía.

—¡Ay! ¡Sólo era una bromita, enano!

—¡No me digas así, cuatro ojos idiota! —Hanji me sacó la lengua infantilmente y se fue corriendo demasiado rápido

Ni siquiera la había visto correr de esa manera cuando estuvo cara a cara con un titán hambriento. Supongo que le doy más miedo.

—¡Capitán! —Petra se acercó corriendo hasta nosotros— ¡El comandante Erwin los mandó a llamar! ¡Dice que es urgente!

—¿Qué ha pasado? —mi hermana la miró preocupada

—No lo sé, pero por lo visto tenía prisa...

Ojalá no sea otro problema con la policía militar o los titanes.

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