Capítulo 36
La carta que le enviaban sus padres a Eleonora, le expresaban su amor y deseos de volver a verle, ya que, como un juego de la vida, solo pudieron estar juntos por tan poco tiempo hasta ser separados nuevamente.
La joven en todo aquel tiempo, había perdido las esperanzas de volver a recuperar a su enamorado, puesto que seguía siendo alguien muy distante. Si bien, no le trataba mal, ni le pedía trabajos extenuantes, él le seguía hablando como a una extraña, siendo mucho más cortes y delicado en su trato con otras jóvenes de la aldea, que claramente le coqueteaban.
Dentro de la aldea de los Chahiwa, ella no era considerada un miembro de la tribu, puesto que el varón de la casa, que era Ishku, no había dado su autorización para que optara a los mismos derechos, por lo cual, no podía participar dentro de las actividades comunitaria y no tenía derecho a opinión.
Cuando Eleonora comenzó a entender de manera más fluida el idioma Chahiwa, escuchaba cómo algunas mujeres hablaban mal de ella, por ser una forastera, pero comprende que solo era una de ellas la que decía aquellos comentarios odiosos, llamada Sanina, quien a diario saludaba a Ishku con intenciones que demostraban querer más que una amistad.
Una mañana, cuando todas las mujeres acuden a realizar el lavado de ropa a la orilla del río, nuevamente escucha a esa joven que hablaba de manera despectiva sobre todo lo que hacía, provocando que ya no aguantara más.
—Tienes mucho tiempo libre para fijarte en el trabajo de otra mujer —dice Eleonora en idioma Chahiwa.
—¿Te atreves a hablarme? —dice la joven en de cabello largo negro.
—¿Por qué no? Hablas de mí cada vez que puedes. Si eres tan valiente, dímelo de frente.
Las mujeres que estaban en el lugar, habían dejado que de realizar sus labores para escuchar aquella discusión.
—Si eso quieres, entonces lo haré. Eres una vergüenza y una desgracia, ofendes a nuestro pueblo por el solo hecho de estar aquí presente.
—No has dicho nada coherente, solo descalificados sin sentidos. Di la verdad. Te molesta que viva en casa de Ishku, porque estás celosa —Eleonora se burla, al ver la reacción de la joven.
—No te creas superior por ser solo una española. Este es mi pueblo, y aquí, yo soy más que tú, porque no vales nada.
—Pero eso no quita que me tengas envidia porque Ishku me ha llevado a su casa. En cambio tú, solamente le coqueteas de manera absurda, esperando un poco de atención. Qué patética.
Aquello ofende gravemente a la joven, quien se levanta molesta, recogiendo la ropa que llevaba y marchándose del lugar.
Eleonora pensaba que aquello había sido una victoria en esa discusión, pero al regresar a sus tareas, ve cómo las mujeres le miran con reproche.
Los Chahiwas, eran muy respetuosos en lo que se trataba a las relaciones de pareja, y estaba prohibido entrometerse, burlarse o hablar mal sobre los sentimientos de una persona, justamente lo que había hecho Eleonora.
Al regresar con el lavado de ropa a la aldea y dirigiéndose a la casa, ella ve como Sanina, lloraba al hablarle a Ishku en la puerta de la casa, seguramente le había contado lo que había pasado.
Él consolaba a la joven que lloraba y le animaba diciéndole algo que Eleonora no lograba escuchar, regalándome cálidas sonrisas, sonrisas que nunca eran para ella desde que llegó.
Cuando Sanina se marcha, Eleonora camina molesta para ingresar en la casa y colgar la ropa en el tendedero, pero Ishku le detiene.
—Has avergonzado a Sanina delante de las mujeres.
—No lo he hecho, ella se ha avergonzado sola. Además, que me ha molestado desde que he llegado, me fastidia y habla mal de mí.
—Cuando eso pasa, debes acusarla con el varón de su casa, para que se haga justicia.
—Pero yo no pertenezco a tu aldea, yo no tengo derecho de opinar, o ¿se te olvida lo que ocurrió cuando una mujer se robó el vestido que había bordado?
—Eso ya no importa. Quiero que te disculpes con Sanina.
Aquello sorprende de una manera desagradable a Eleonora.
—No lo haré.
—Lo harás. Le has ofendido y ella está sufriendo. —Ishku toma su rifle y un bolso —Me voy de cacería y regresaré al atardecer. Sé que es difícil para ti entenderlo, pero estás son nuestras reglas y costumbres. Espero que puedas reflexionar en lo ocurrido y aceptes tu error.
Eleonora ve cómo él sube a su caballo y se marcha, sin poder creer lo que había escuchado. Ella jamás se disculparía con esa mujer, pero lo que más odiaba, es que Ishku se pusiera a favor de ella.
Durante ese día, Eleonora realmente había reflexionado, pero no por la discusión con Sanina, sino por su permanencia en aquel lugar, donde no se sentía cómoda y más lejos de casa que nunca.
Cuando Ishku regresa de un largo día de cacería, se sentía satisfecho por haber conseguido varias piezas, las que les darían abundantes cenas para su familia por varios días.
Eleonora al verlo llegar, se dirige rápidamente al establo cuando él va a dejar a su caballo para que se alimente y descanse.
—¿Para qué me has traído aquí? —pregunta de manera molesta.
—Pero qué recibimiento más agresivo —ríe Ishku, sacando las presas que había conseguido desde la montura del caballo.
—Si me odias, si para ti y tu pueblo soy una molestia ¿Para qué me has traído?
Ishku le mira asombrado, ya que nunca antes le había escuchado tan molesta como aquella vez, lo que le atemoriza.
—Te he traído, para que tú y tu familia comprendan que la educación tan valiosa que has aprendido en España, aquí no sirve de nada.
—Me has traído para que aprenda a ser una dueña de casa y a hablar Chahiwa, ¿es eso?
—Así es.
—Pues, eso ya lo he aprendido, así que déjame marchar, porque no soporto estar ni un minuto más en este lugar.
Ishku se gira para continuar su labor, con el propósito de ocultar su rostro, ya que no podía verla de frente, debido al nerviosismo que sentía ante lo que ella le decía.
—No te dejaré marchar. Eres mi prisionera ¿Lo has olvidado?
—Entonces, hablaré con el Líder del pueblo. Ya sé que solo te permiten tenerme aquí, porque eres uno de sus valiosos guerreros que ha tenido entrenamiento militar, pero ya te han advertido que debes liberarme dentro de unos meses o hacerme parte de la tribu.
—Eso no es verdad, te lo has inventado.
—El error que has cometido, es enseñarme a hablar Chahiwa, así que ahora lo sé todo y escucho todo. Ya no puedes tener secretos conmigo, al igual que esa tonta que te ha venido a llorar en la mañana.
—¿Estás molesta porque te he pedido que le des una disculpa? Si no lo quieres hacer, no lo hagas. Es solo que tu imagen quedará afectada.
—Te pusiste de su lado, fuiste amable con ella, lo eres con cualquier persona que no sea yo.
—¿Estás celosa? —pregunta Ishku con una sonrisa que no pudo ocultar.
Eleonora estaba tan molesta que había comenzado a derramar lágrimas producto de su frustración. Ishku aproxima su mano para sacarle aquella lágrima, pero ella se la aparta molesta.
—Puede seguir burlándote, pero ya no me volverás a herir, ya nadie lo hará. Estoy cansada de pedir perdón por cosas que no son mi responsabilidad, por hacer que me sienta miserable. YO VALGO MUCHO... maldita sea... y tú, ni nadie me harán sentir insegura nunca más.
—¿Me odias? — por primera vez en todo ese tiempo, Ishku estaba preocupado de ver aquella reacción en ella —No te he tratado mal, solo te he pedido que ayudes con las tareas de la casa, a cambio de eso, te he dado techo y comida...
—¿Crees que es lo que yo quería o necesito? No me importaba hacer tareas domésticas, solo quería que regresaras a mí y por eso vine aquí, porque tenía la tonta idea de poder compartir nuestras tristezas y volver a querernos... pero me equivoque.
—¿Cómo no puedes ver el verdadero motivo de porque te he traído?
—Ya lo dijiste, para aprender a ser una dueña de casa Chahiwa.
—Sí, pero es por algo más que eso. —Él da un suspiro —Sé que me he portado mal contigo y que te hice sufrir, porque realmente creía que no te importábamos y nos abandonaste, pero me equivoque, ahora ya sé que no es así, porque lo has demostrado todos los días.
—Ya no me interesan tus motivos o lo que me digas, solo quiero regresar a casa con mis padres y olvidar todo esto.
—Eso no pasará, no te dejaré ir.
—Entonces, hablaré con el Líder.
—Lo tienes prohibido, porque no perteneces a los Chahiwas. —Ishku da un suspiro y da un paso al frente para estar más cerca de Eleonora, quien no dejaba de verle con enfado. —Te prometo que todo mejorará, ya no debes estar molesta.
—Mejorará, cuando regrese a mi hogar.
Eleonora se gira para dirigirse nuevamente a la casa, a lo que Ishku trata de tomar de su mano para impedir que se vaya, ya que no deseaba terminar esa discusión así, pero ella la retira de manera rabiosa. Ishku sabía que fue su error el haberle castigado por tanto tiempo con indiferencia. Ahora sabía que el resentimiento, solo producía más resentimiento, y se culpaba por dárselo a Eleonora.
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