Capítulo 33
Eleonora se levanta del lugar en donde se encontraba con su madre, y camina en dirección donde estaba Aarón, que bajaba grandes cajones con fruta.
Ella recordaba que cuando tenían 14 años, él era muy alto, pero había crecido más, midiendo aproximadamente 1,90 metros, su espalda era ancha, con músculos marcados que brillaban, bajo su piel morena, y su apariencia era madura.
Eleonora se detiene por un momento al ver que, en su brazo derecho, presentaba una larga cicatriz que dejó una quemadura, seguramente había sido provocada durante el ataque a la aldea Chahiwa.
-Aarón -llama Eleonora con voz suave.
Él se detiene por un momento, pero continúa sacando otra gran caja que coloca en el suelo.
-Aarón, por favor, escúchame -Eleonora toma de su hombro, ya que seguía dándole la espalda -Aarón...
Aarón, al sentir el tacto de quien le llamaba, le aparta rápidamente la mano, girándose para hablarle con voz rabiosa.
-No soy Aarón. Mi nombre es Ishku.
-¿Ese es tu nombre Chahiwa? Nunca quisiste decírmelo antes. -dice sorprendida Eleonora.
-Ese es mi único nombre. Ustedes los cristianos, siempre nos hicieron creer que todo lo que hacíamos era inferior, dándonos nombres bíblicos, porque eso era mejor que el nombre que nos dieron nuestros padres.
-¿Por qué me hablas como alguien ajeno? Desde que llegue de España, los he buscado.
-¿De verdad?. ¿Desde cuándo has llegado?
-Hace 6 meses.
-¡JA! -exclama él con sarcasmo, girándose para continuar en su labor.
Eleonora, nuevamente toma por los brazos a Aarón para girarlo.
-Aarón, lamento lo que les ha pasado, pero yo no...
-Mi nombre es ¡ISHKU! -grita molesto, girándose nuevamente para verla.
-Perdóname, yo solo quería...
-Eso pasa con ustedes, no escuchan, porque no les interesa lo que digamos.
-¿por qué me sigues hablando como si no me conocieras?
Él le mira en silencio, frunciendo los labios al escuchar a la joven que le hablaba.
-Solo quiero saber, ¿cómo están todos?
-¿Ahora te importa?
-Siempre me ha importado. ¿Cómo está tu madre y Magdalena?
-Deberías callarte. -dice Ishku, apretando los dientes.
-¿Dónde está Isaac? No le he visto aquí.
-DIJE, QUE TE CALLES.
Al decir lo último, Ishku le empuja para que se aparte, pero no mide su fuerza, haciéndola caer.
Eleonora le mira sorprendida por unos segundos, comenzando a llorar, pero no lo hacía por el golpe que se dio en las posaderas al caer, sino por el rechazo de él.
Ishku se voltea para continuar sacando la carga de esa carreta, pero al jalar una de las cajas, se detiene, al seguir escuchando el llanto de quien estaba tras de él.
Eleonora trataba de levantarse, pero las cuerdas que apretaban sus muñecas, hacían que le fuera difícil, ya que se enredaba con su largo vestido color celeste. Pronto, siente cómo unas manos le ayudan a colocarse nuevamente de pie de manera gentil, levantado la vista para ver a Ishku frente a ella.
Esa corta mirada que se dieron al estar tan cerca, antes de que regresen donde estaban las demás mujeres, le hizo comprender a ambos que, por dentro, aún seguían siendo los mismos que antes, pero que fueron dañados por el tiempo y las circunstancias.
***
Las negociaciones por el secuestro de un gran número de mujeres de Puerto Blanco, fueron realizadas rápidamente, puesto que la ciudad se había unido para traerlas de regreso.
Se había pedido por el rescate cientos de animales de granja, dentro de ello, una gran cantidad de gallinas ponedoras, además de semillas, alimentos, telas, artículos para el hogar, medicamentos y materiales de construcción.
Al cabo de dos días, se tenía todo lo que se había solicitado, liberándose solo a la mitad de las mujeres, dejando a las que eran de familias acomodadas y a las religiosas aún en cautiverio, pidiendo por ellas en esta oportunidad, una fuerte suma de dinero.
Los Fortunato, se pusieron de acuerdo con las otras familias afectadas para el pago de este nuevo rescate.
Todos comprendieron que aquellos dos rescates, eran para pagar a los dos grupos de secuestradores. El primero, era para los Chahiwas, y el segundo, era para los piratas.
Debido a las altas sumas de dinero que pedían para la liberación del último grupo, varias familias acaudaladas, debieron de vender algunas propiedades o pedir préstamos al banco.
Por su lado, el señor Fortunato, había propuesto que al pagar su cuota, sea una parte en dinero, y la otra, al entregar uno de sus barcos, lo que los piratas aceptaron gustosos, pero lo que no sabían, es que aquel navío ya le había estado dando problemas, por daños en las máquinas.
Luego de una larga semana, al fin las últimas rehenes, regresarían a su querida ciudad.
En aquel tiempo, Eleonora no pudo volver a hablar con Ishku, debido a que se mantenía muy ocupado con las tareas de las negociaciones. Ahora, que era la última vez que se verían, ella toma de su mano cuando le ayuda a bajar de la carreta que les llevaba de vuelta.
-Solo quiero decirte algo, antes de marcharme. ¿Puedes escucharme? Porque sé, no nos volveremos a ver.
Ishku mira al resto de sus compañeros y le hace señas a uno de ellos, para que siga bajando a las mujeres, tomando del brazo de la pelirroja y alejándose con ella, en un lugar donde no les podían escuchar.
-Habla.
-Quiero agradecerte, por los años en los que fuiste mi amigo y el tiempo que te tomaste para escribirme, ya que me alegraban en mis días en España. Cuando regresé, no estaba enterada de todo lo que había pasado, pero siempre tuve la esperanzas de volver a verlos, en especial a ti.
-Ya te dejaremos libre. No entiendo para qué me hablas de eso, ya no necesitas agradarme y actuar como si tuvieras interesada en mí, para conseguir que te dirá más ración de pan.
-Lo hago, porque te quise, te sigo queriendo y te querré, a pesar de ya no verte -Eleonora comenzó a derramar lágrimas, ya que le dolía esa despedida -Yo solo quería que supieras que, siempre tuve esperanzas de volver a verte, que me dieras una sonrisa, que me abrazaras, me besaras y me llevaras contigo, como siempre lo habíamos soñado.
Aquellas palabras hacen que Ishku baje la vista, ya que no podía verla a la cara, así que habla con voz baja.
-Ya todo ha quedado en el pasado, es mejor que te olvides de eso, porque yo lo olvidaré.
Uno de los piratas le grita a Ishku que se apresure, ya que habían dejado el dinero en dos carretas que se aproximaban sin jinete y el navío de los Fortunato ya estaba en alta mar sin tripulantes.
Las mujeres comienzan a caminar por esa larga calle para encontrarse con sus familiares que estaban al otro lado, esperándolas.
Mientras Eleonora con su madre caminaban por aquella calle tomada de las manos que aún mantenían atadas, siente como un brazo fuerte con una larga cicatriz la rodea por los hombros, para ser abrazada contra un torso firme, haciéndola caminar de regreso con los secuestradores.
-¿Qué haces? No te la lleves, no te lleves a mi hija. -Súplica Loreta, corriendo tras de aquel hombre tan alto.
-Usted señora, siga su camino. -Responde Ishku de manera cortante.
-Mamá, estaré bien -le calma Eleonora, ya que su madre había comenzado a gritar por la desesperación y golpeaba la espalda de Ishku.
Uno de sus compañeros, llega corriendo al ver cómo traía de regreso a una de las rehenes y como otra más le seguía.
-¿Por qué traes a esta mujer? Regrésala, ya no queremos más problemas.
-Esta será la tercera entrega, si logran costearlo. -Responde fríamente Ishku.
Durante una pequeña discusión, Ishku impuso su voluntad y obligaron a regresar a Loreta, haciendo que ella corriera en dirección a donde su esposo e hijo que les esperaba al final del camino.
Sebastián y Carlos estaban furiosos, ya que aquellos indios aún mantenían cautiva a Eleonora, así que el señor Fortunato toma su caballo y galopa con él por el camino, siendo encontrado en la mitad por un indígena que también se aproxima a caballo.
-Dimos el dinero y paganos por el rescate. Regrésame a mi hija.
-Por ella, deberán pagar más. -Responde Ishku.
-Maldito, nosotros cumplimos y nos dieron su palabra. Les refugiamos y les cuidamos cuando esa turba intentaba matarlos, ¿así pagas todo lo que hicimos por ustedes? Eres un inmoral y no vales nada, porque no tienes palabra.
-Puede decir lo que quiera, pero su hija sigue siendo mi prisionera y debe pagar por ella si la quiere de regreso.
-Infeliz. Di el precio.
Ishku da una suma exagerada, algo que era imposible de pagar, ya que no sería suficiente el reunir aquel dinero al vender todo lo que poseían.
-¿Estás demente? ¿Crees que por ser rico, poseo esa cantidad absurda?
-Lo digo muy en serio, ese es el precio. Reúna el dinero, y en dos meses regresaré para saber cuánto le falta. No quiero juegos o tretas, si me emboscan cuando regrese, olvídense de ellas.
Luego de establecer una fecha, Ishku regresa con los suyos, pero el señor Fortunato se mantenía en aquel lugar, dudando en seguir a aquel hombre para rescatar a su hija, pero mira entre los árboles de aquella selva que se veía al final de esa calle, como los piratas le apuntaban con pistolas. También había otros tantos hombres que le apuntaban con rifles desde los tejados, dispuestos a dispararle si intentaba acercarse, así que, con frustración, gira su caballo para regresar.
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