Capítulo 7
A pesar de que Luciana le dijo a Alberto que su relación había terminado, ella tampoco deseaba darle fin, así que constantemente lloraba al saber que en un par de días su enamorado se casaría con otra mujer.
Deseaba odiarlo y muchas veces tomaba alguna almohada para gritar en ella por la frustración de no saber qué hacer, ya que entendía los motivos de Alberto, pero entenderlos, no significaba que aceptara la situación por la que estaban viviendo.
Eleonora acompañó en su tristeza a su prima y constantemente le insistía en que Alberto era desleal y que él no le daba ninguna seguridad del futuro, puesto que sus promesas no tenían valor al ocultar su compromiso y no comentarlo antes para buscar una solución entre todos, esperando que Luciana se entere de forma tardía y dolorosa por una invitación a una boda.
Varias veces Luciana aceptaba que Eleonora tenía razón, pero rápidamente trataba de buscar justificaciones para defender a su enamorado, es así que nuevamente Eleonora volvía a exponer sobres las mentiras de Alberto, cómo cuando le engaño sobre el viaje a los aserraderos y dejó de enviar cartas, además que ni siquiera ha enviado alguna nota en este último período para suplicar por su amor.
La desesperación de Luciana le hizo perder la autoestima y no le importaba suplicarle para que regrese con ella, todo para dejar de sentir ese vacío interior que se volvía en algo tan doloroso y que se estaba evidenciando de manera física con fuertes dolores de abdomen e insomnio por las noches. Esa mañana escribió una nota que debía ser entregada de manera personal en manos de Alberto Burgos, que le citaba en el cementerio en donde se encontraba el mausoleo de la familia Fortunato a las tres de la tarde, de esa manera poder charlar en privado sin la presencia de criados, sus padres o su prometida.
—No vayas Luci, no le supliques a ese hombre que ni siquiera merece pisar tu sombra —pedía Eleonora.
—No puedo, él se casará en dos días y no puedo quedarme a ver cómo el tiempo pasa sin hacer nada.
—Luci... tú eres la elegida para ser amada por un hombre maravilloso, por otro que no es Alberto, no arruines tu destino persiguiendo al equivocado, deja que el destino guíe tu camino, ya que te está avisando que este no es el correcto.
—Es que no puedo... yo lo amo y no puedo resignarme a esto, me duele tanto que creo que enloqueceré y que jamás podré recuperarme de esta desdicha, porque no existe otro más para mí que él —decía Luciana sin dejar de llorar.
—No quiero que vayas, porque sé que no tendrás una respuesta que te favorezca, solo más tristeza... pero ve a verlo, así no sentirás arrepentimientos de no haber hablado con él por última vez —Responde Eleonora de manera amarga, tratando de verse firme delante de su prima, pero también quería llorar al verla en aquel estado.
—Gracias por entender —le da un abrazo a su prima y seca sus lágrimas antes de salir por la puerta.
Cuando Luciana estaba en el cementerio, cubierta por un velo negro que tapaba su rostro, temía que Alberto no se presentará, pero llega casi al minuto de hacerlo ella.
—He recibido tu nota... —comienza a decir Alberto cuando llega donde estaba ella, pero antes de poder decir algo más, es interrumpido.
—Por favor no te cases —Luciana, sin contenerlo comienza a llorar —No quiero, no puedo verte con otra...
—No sabes lo angustiado que estoy por todo esto, pero sabes que no puedo desistir.
—¿Me amas?
—Definitivamente si
—Entonces escapa conmigo, dejemos todo atrás y seamos solo los dos...
—Pero no puedo abandonar a mis padres y dejarlos a su suerte con sus acreedores...
—Podemos decir que es un secuestro...
—¿Un secuestro en donde también has desaparecido tú?
Luciana toma las manos de Alberto ya sin miedo de que alguien los pueda ver en aquel lugar y se las presiona con firmeza.
—Mis padres pueden comprar otros aserraderos y dárselo a tus padres, como forma de pago por mi dote.
—Pero eso es imposible, nadie ha entregado tanto dinero por solo una dote.
—Pero mi familia lo hará
—Sabes que eso no pasará —Alberto da un suspiro afligido —espera por mí, solo serán un par de años y ya no tendrás que preocuparte.
—En estos días ¿Has pensado en mí?
—A cada minuto
—¿Por qué no me has escrito una sola vez?
—No puedo, no quiero que los Astorga o mis padres sospechen de lo que deseo hacer en el futuro.
Luciana comprende que su prima tenía razón y él no le daría una respuesta favorable, solo estaba agudizando su tristeza al comprender que él no rompería ese compromiso, en cambio, sentía que él lo deseaba.
—¿Para qué has venido ahora a mi encuentro, si temes a ser descubierto?
—Porque siempre llegaré a tu llamado
—Esta es la última vez que te llamaré y vendré a suplicar por ti, porque cuando te cases con otra que no sea yo, ya no te buscaré.
—No importa que no vengas por mí, porque desde ahora yo iré por ti, para reafirmar el amor verdadero que siento y que no pierdas las esperanzas en mi promesa.
—No lo hagas, si ahora te vas y me abandonas para ir con tu prometida, todo se terminará —responde Luciana de forma rabiosa.
—Sé que te he herido en lo más profundo y crees que te he roto el corazón, también he aceptado que me odiaras con todo tu ser, pero sé que tu odio es proporcional a tu amor.
—Te equivocas
—Solo espérame por favor, en el futuro comprenderás todo lo que he hecho y nos esperan años de maravillosa felicidad, porque toda la tristeza será ahora y nunca más regresará.
Luciana suelta las manos Alberto con violencia.
—Entonces, no tenemos nada más que hablar. Adiós, Alberto Burgos.
—Hasta pronto Luciana Fortunato.
Los ojos de Alberto estaban rojos por tratar de contener su pena, eso hacía que las decisiones de Luciana flaqueen, pero a pesar de esto, se marcha dejándolo ahí, junto con todas sus ilusiones de que la vida fuera distinta para los dos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top