Selena 2: Sensaciones
Estamos todas que nos vamos ya a casa cansadas del trabajo, yendo de un lado al otro porque los estantes y los armarios se quedaban sin ropa. Hoy ha sido un día muy productivo, hemos vendido bastante, tanto que supera los anteriores días con creces. Yo estoy molida, contenta y asustada. Ese hombre me da miedo, no estoy segura de volver a poder amar como antes lo hice. El miedo del pasado me inunda de nuevo, puede volver a ocurrir, un infierno renacer a nuestros alrededores. No quiero eso, mi hijo me sacó de aquello y no pienso caer de nuevo.
La jornada laboral termina, lo que significa que podemos irnos a nuestras casas. Yo estoy pensando en llegar, hacerme unas palomitas y ver una película cualquiera, me da igual cual sea, estoy más que aburrida en mi casa, no hago nada aparte de limpiar lo que ensucio. Las chicas cuchichean a un lado, sin mí, y eso me deja pensando en que me tendría que meter en la conversación, pero no lo voy ha hacer, porque si no me han dicho nada, nada voy ha hacer.
-¡Selena! -me llama Minda al igual que alza la mano.
Me acerco a las chicas y las observo con desconcierto, ya que todas están sonriendo bastante. Esto me huele a chamusquina.
-Las chicas y yo hemos decidido ir a tomar algo por ahí, no sé si tú querrías.
-La verdad es que sería genial, en mi casa me aburro mucho últimamente.
-Entonces en marcha -nos manda Sofy.
Salimos de la boutique para cerrarla de una vez por todas. He visto a lo lejos que un par de chicas venían para acá, qué pena me dan, pero hay que respetar el horario. Nos ponemos en marcha y nos vamos andando a donde sea que nos dirija Sofy, seguro nos lleva a un lugar de esos finos en los que hay raciones pequeñas. Muy elegante y eso, ¿pero cómo se llenan los estómagos? Deben de tomar aire, lo único que les llena por dentro.
Al final llegamos a un gran restaurante, en un cartel pone buffet libre. Menos mal que es un buffet libre de come lo que quieras, eso sí, hay que pagar una entrada para eso, y no es muy barata que digamos.
-Creía por un momento, Sofy, que nos ibas a llevar a un lugar de comida pequeña.
-¡No! Yo no soy de esas, lo pequeño no llena.
-Eso no es lo que piensas de la herramienta del hombre, ¿eh? -le da codazos Minda.
-Por favor, tú eres la que piensa eso cada dos por tres, no estoy tan loca como tú.
-Ya te unirás al lado oscuro, lo conseguiré algún día.
-Más te gustaría, así tendrías a alguien más con la que hablar de esto.
-Yo voy a coger algo ya, porque si las tengo que esperar me voy a morir de hambre -murmura Jin, separándose del grupo.
-¡Espera! ¡Voy contigo! -alzo la voz, ya que la veo bastante lejos, se mueve bastante rápido esta chica.
Llego a su lado y justo llegamos a la barra del buffet. Mucha comida en mis ojos me mata, me hace desear lanzarme y que nadie más la pruebe en toda la noche. Mi estómago ya está pidiendo a gritos que coma algo, que está apunto de estallar. Agarramos una bandeja cada una y nos ponemos en la barra, agarrando un poco de cada cosa que nos apetece.
-Jin, hoy te he notado bastante extraña de lo normal. Sé que ya eres extraña por lo místico y lo reservada que eres aveces, pero hoy te has superado.
-¿Cómo te has dado cuenta?
-Por cómo has mirado a esa pareja de antes en la tienda, se te notaba bastante rara.
-No es nada, siempre me pasa y nunca sé porqué.
-Siempre hay algún motivo para cada cosa, a no ser que te hayan poseído en ese momento, entonces no hay motivo.
-Agradezco que te preocupes por mí, pero no necesito ayuda ni nada parecido ahora mismo. Si me pasa algo es a ti a quien se lo digo de inmediato.
-Mentirosa, nunca te he visto mentir.
-¿Y cómo sabes que es mentira?
-Fácil, nunca has mentido, así que no sabes hacerlo bien.
-En eso tienes razón.
Terminamos de poner comida en nuestras bandejas y nos vamos a una mesa libre que hay, las dos que faltan aún están mirando qué hay.
-Venga, dime, no quiero seguir viéndote así y no saber nada.
-Ah -suspira ya cansada de mi persuasión-, está bien, pero no le digas nada a ninguna de las dos chismosas esas -señala a las dos que siguen en la barra, jugando ahora un poco con la comida.
-Te lo prometo, no diré nada, mis labios están sellados -hago lo de la cremallera en la boca y le dejo en claro que no diré nada.
-Bien. Pues la verdad es que me gusta una persona, pero yo a él no.
-¿No le gustas? ¿Y cómo sabes eso?
-Es fácil saberlo, me declaré y todo pasó así. Hablamos sobre el asunto allí mismo y me dijo que yo no le gustaba tanto como él a mí.
-Vaya, no lo sabía. ¿Entonces sufres por eso?
-Es el único que me gusta, es un chico guapo, inteligente y demás. Intento dormir, pero nada, no duermo bien por aquel pensamiento.
-Eso ya es llevarlo a lo alto.
-Es un gran amigo, seguimos viéndonos y eso, aunque no es lo mismo para mí. Él se lo toma con calma, como si nada hubiera pasado.
-Eso es que de verdad no quiere perderte, le importas...
-Como amiga -completa ella-. No me gusta eso.
-Quieres llegar más lejos, pero no puedes dar otro paso hacia adelante.
-Eso es. Dejemos esto de lado, las chicas ya vienen. Ya sabes, callada.
-No diré ni una palabra.
Las chicas llegan ya con su comida, nosotras seguimos sin haber tocado la nuestra, debe de estar más fría que nunca, seguro. Se sientan y nos miramos en silencio, es una situación un poquito incómoda.
-¿No coméis nada? -pregunta Sofy.
-Sí, ahora mismo.
Incamos el diente a la comida, no está mal, está muy buena. No paramos de comer, las vistas de este lugar son muy bonitas, una parte de la ciudad que está totalmente iluminada, con gente pasando, dando un toque especial a este establecimiento. Menos mal que no decidí irme a casa, habría sido un gran error.
Las chicas se quedan boquiabiertas por algo, están mirando a mi espalda, no quiero mirar por si acaso, es que al mirar hacia atrás siempre me asusto, aunque solo es en las películas de miedo donde me asusto, se me ha pegado eso de no mirar atrás, pero tengo que hacerlo si quiero saber lo que ellas han visto.
-Chicas, ¿nos vamos? -pregunta Sofy mientras se levanta de la mesa con su bandeja.
-Yo no he terminado -no puedo irme sin estar llena.
-Tú te quedas aquí, que nosotras ahora volvemos.
-Eso, tú aquí, tranquila, sin hacer nada -Minda intenta estar tranquila, pero no se le da bien, mas bien está con la risa encima.
-Está bien. Total, no me iba a mover de aquí, quiero llenarme.
Las chicas se van y me dejan aquí sola, sin nada que decir, tan solo con mi comida. No paro, soy una golosa, últimamente me he sentido más libre de hacer lo que quiera en mi tiempo libre, y uno de mis pasatiempos favoritos es comer sin parar, no sé porqué.
-¿Puedo sentarme? -me pregunta una voz que me pone los pelos de punta.
Me doy la vuelta y vuelvo a ver sus hermosos ojos chocolate con leche, aquellos que me hipnotizan al verlos.
-Eh, sí, claro.
Se sienta delante mía y pone su bandeja en la mesa, la cual está repleta de comida, casi toda la que yo me he escogido, debe de ser casualidad.
-Es bastante casualidad que te haya encontrado aquí, aunque me alegra bastante volver a verte.
-¿Ah, sí? Que bonito oír eso -digo mientras saco una risa tonta y me sonrojo.
No sé porqué he hecho eso.
-Ya ves, es muy bonito.
Comemos un poco de nuestra comida. Claramente es nuestra ahora, no es que vaya a comer de su bandeja. Ay, por dios. Calma, Selena, estás muy nerviosa con este hombre, necesitas respirar hondo y pensar en lo que vas a decir.
-Quiero conocerte, ¿me dejas? -me pregunta un tanto caballeroso.
-Eh, claro, no hay ningún motivo por el que deba negarme.
-Vale. Voy a ir a la pregunta bomba, ¿tienes algún hijo o hija?
¿Qué respondo? ¿Le importará si le digo que tengo un hijo? ¿Huirá? Si huye no me importa mucho, me libro de volver a ver el pasado cada dos por tres.
-Sí, tengo un hijo.
-Eres sincera, me gusta. Yo tengo una hija.
-¿En serio? -si tiene una hija ya me sorprende, aunque debería no sorprenderme tanto, ya que es bastante guapo-. ¿Y la madre?
-Nos divorciamos, cosas del destino.
-Oh, vaya. ¿Y eso?
-La encontré con mi mejor amigo en la cama. Lo sé, un gran cliché que no pasa de moda.
-Qué mala mujer, eso no se hace si se ama con el que estás casado.
-Si tienes un hijo, debes de estar casada, ¿o no?
-Mi ex marido está muerto.
-¿Te divorciaste también?
-No quiero hablar de eso.
-Debe de ser algo doloroso.
-Lo es -si yo te dijera.
Terminamos de cenar y llevamos las bandejas con las demás que hay amontonadas y que son para limpiar. Después de eso, nos miramos sin decir palabra. No es el típico silencio entre nosotros incómodo, me siento bien estando a su lado, aunque me sigue dando un poquito de miedo repetir el pasado. No quiero que al final Gustavo se vuelva como Ulises, no quiero eso.
-Bueno, supongo que hasta aquí llega la noche entre los dos.
-Sí, eso creo.
-Yo me tengo que ir, supongo que mi hija me espera en casa despierta, dando golpes con el pie en el suelo y mirando el reloj.
-¿Te va a regañar tu propia hija?
-Eso creo, aunque seamos mayores, los hijos nos pueden echar broncas.
-Eso es que les importamos mucho.
-Cierto. Bueno -se acerca y me da un beso en la mejilla, haciendo que me sonroje bastante-, hasta luego.
-Ha-Hasta luego -se aleja, pero se da la vuelta una última vez para hacer otra pregunta.
—¿Cuál es tu color favorito?
—Su-Supongo que el verde.
Con una sonrisa y un movimiento de mano, se aleja tanto como para llegar a la salida y le pierdo de vista.
Me quedo aquí parada, con la mano en la mejilla, acariciando el beso. Se ha sentido tan cálido y acogedor que tan solo quiero que lo vuelva ha hacer. Me giro para ver mis alrededores y ver si las chicas están aquí todavía. Paro al verlas en una mesa, mirándome fijamente con una cara perversa cada una. Me acerco a ellas y me siento al lado de Jin, al menos ella no va ha hacer ninguna tontería con lo que acaba de pasar.
-¡Te ha dado un beso en la mejilla! -exclama Minda, alzando la voz como de costumbre.
-¡No hables tan alto! -la regaño, seguramente se nos ha oído a una manzana de distancia.
-No vamos a bromear hoy, sino mañana, ya que así tendremos alguna tontería preparada en la mente, ¿verdad, chicas?
-¡Verdad! -dice Jin.
-Vaya, y yo que quería empezar ahora mismo -pone un puchero que se le ve linda.
-No te preocupes, mañana podrás bromear con esto cuanto quieras.
-Bueno, pero hay un límite, porque sino os tiraré a las tres de los pelos.
-¡No! ¡Mi pelo, no!
-Pues estás avisada -la señalo de forma amenazante.
Nos levantamos y nos vamos ya a nuestras casas, necesito descansar de una vez, quiero mi cama aquí. Amo mi cama, todo el mundo ama su cama.
---------------------------------------
Este capítulo sigue sin cambios y el ritmo es algo que a Gustavo le gusta, ir rápido es el ritmo. Pero ella no está segura.
Veamos qué tan lejos llega en tan poquitos días.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top