Selena 1: Trabajo Accidental
*-*Narra Selena*-*
¿Os lo esperabais?
Llego tarde, ¡llego tarde! Maldita alarma que no suena en su momento. El móvil está estropeado, me tengo que comprar uno nuevo cuanto antes, porque sino me van a despedir de la tienda. Termino el café cuanto antes, sin importarme que me queme la lengua, y me voy a mi habitación para vestirme. Os estaréis preguntando el porqué no estoy vestida aún. Pues es porque me quedé en el salón viendo películas románticas mientras lloraba con un cubo de helado y una gran cuchara, no exagero. Lo peor es que me quedé durmiendo.
Me quito el pijama rosa a cuadros y me empiezo a vestir con lo primero que me queda bien. Una blusa blanca y un pantalón negro, acompañado de unos tacones no muy altos para no matarme por si acaso me tropiezo. Sería como un edificio a punto de caer. Voy al baño, me peino el pelo, me maquillo un poquito y salgo del baño. Ya solo me falta una cosa, ¡correr como el demonio que llevo dentro! Agarro las llaves de casa y las del coche y me voy siendo Flash. Mi hijo al final me lo ha pegado.
Arranco el coche y comienzo a conducir hasta parar en un semaforo en rojo. ¡Mierda! Tengo que llegar en diez minutos o llegaré otra vez tarde. Ahora que lo pienso, ¿cómo estará mi pequeño Kyle? Seguramente bien, al fin y al cabo está con Pablo haciendo Dios sabe que. El semáforo se pone en verde y entonces le piso a fondo para llegar a tiempo. La carretera está un poco solitaria, eso me parece sorprendente.
La tienda está a la vuelta de la esquina, ¡no voy a llegar tarde! ¡Reza por ello, Selena! Giro a la última calle y... ¡No! Como no, tiene que estar toda la calle sin ninguna zona libre para aparcar. ¿Por qué me pasa esto a mí? Bueno, pues adiós a mí trabajo porque voy a llegar tarde. Llevo como tres minutos buscando una zona donde aparcar y al fin encuentro la zona divina.
¡Ya está! Aparcado. Me salgo del coche y me pongo a correr con los tacones sonando con cada paso que hago. Si es que tendría que haberme puesto unas deportivas para la calle, así los tacones me los pongo en la tienda y no me matarían. Nota mental para esto. ¡Ya veo mi zona de trabajo! Llego y entro lo más rápido posible para chequear mi entrada. ¡30 segundos! Solo me hacen falta diez. Chequeo y los segundos quedan a cero.
Suspiro de alivio, no he llegado tarde. Salgo de la zona de chequeo y veo a mis amigas y compañeras de trabajo. Me miran raro, pero al rato aplauden como si les fuera la vida en ello.
-¡Selena ha llegado por una vez a tiempo! -grita Minda, su pelo ondulado castaño le llega hasta el trasero, sus ojos azules como el mar son tan bonitos que me dan ganas de quedármelos.
-Ay, déjala -me defiende Sofy con su voz de chica pija-. Bueno, Selena, ¿te ha despertado tu hijo esta vez? Porque me parece raro que no hayas llegado más tarde.
-No, que va. Mi hijo está en el entierro de la madre del novio.
Las tres se llevan las manos a la boca, y digo tres porque una no habla, sino mirando fijamente un punto.
-Pobre mujer, seguramente te caería muy bien -Sofy está muy sentimental hoy, tiene el pelo rubio liso y ojos rojos como la sangre, dan miedo a cualquiera que la enfade.
-Por cierto, ¿qué le pasa a Jin? -pregunto mirándola.
Jin es una chica reservada, muda como dicen las dos locas de aquí. Ella es buena, ayuda en las ONG's y siempre que ve a una persona que necesita ayuda se acerca y le presta su ayuda. Tiene el pelo rosa oscuro que parece un chicle de fresa intensa y unos ojos verdes como la hierba de la pradera. Está mirando un punto fijo, lo cual me parece extraño.
-No tengo ni idea, hace unos minutos no estaba así -me contesta Minda.
Me voy acercando poco a poco hasta poder hablarle en la oreja de forma que se asuste.
-Ni lo intentes -dice antes de que pueda decir nada.
-¿Cómo sabías que me acercaba?
-No eres invisible... y se te oyen los tacones a kilómetros.
-Vaya, he sido pillada. ¿Qué miras? -me apoyo al lado del mostrador junto a ella y miro donde un chico y una chica-. Es guapo, ¿eh?
-¿Qué? Ah, sí -presiento que algo le pasa, pero no creo que sea de amor, sino por algo distinto, da igual.
-Oye, ¿hay trabajo para mí?
-Sí. Tienes que rellenar los armarios de pantalones masculinos, la ropa interior de mujeres y las camisetas de la moda de verano.
-Me pongo a ello, mi jefa -como podéis haber notado, ella es mi segunda jefa, lo que es como una sub jefa para el pequeño número de trabajadoras que somos.
Me voy a la zona de atrás, donde están las cajas llenas de ropa que nos han traído esta semana porque la de la semana pasada se vendió bastante rápido, y recojo unas cuantas. Las amontono una por una. Al cogerlo, sólo puedo ver por los lados, no veo nada por delante. Consigo salir por la puerta, no sé cómo lo he conseguido, pero bueno.
Primera parada, ropa interior de mujeres. Llego a la zona donde se pueden ver y lleno el tendero y los armarios con la ropa interior y sus etiquetas que muestran el valor. Recojo las cajas y me voy a mi siguiente parada.
Segunda parada, camisas de verano. Esta zona es la más visitada por las mujeres, ya que nuestros diseños son muy bonitos y frescos, no quiero que suene mal, pero es que lo consigo. Termino de poner la ropa en los armarios y me recojo las cajas, ya solo faltan los pantalones. Durante el camino sigo sin ver por delante y soy tan tonta que hasta me podría tropezar y matarme.
Un golpe me hace ver que lo que pienso se hace realidad y me caigo al suelo de culo. Las cajas caen por mi alrededor, incluso uno cae en mi estómago, haciéndome sacar un quejido de mi boca.
-¡Dios, lo siento, de verdad! -exclama una voz masculina un poco grave, Selena, estas en la zona masculina-. ¿Estás bien? Déjame ayudarte.
Alzo la mirada y nos quedamos mirando durante un buen tiempo. Esos ojos castaños preciosos como si fuera chocolate con leche, ese pelo negro un poco largo echado hacia un lado, una barba poco poblada y un cuerpo que no sé lo que me hace. Va vestido con unos pantalones vaqueros negros y una camiseta blanca que le marca un poco los músculos. No dejamos de mirarnos el uno al otro, es como una conexión instantanea lo que siento.
Tiene la mano alzada, ofreciéndome ayuda para levantarme. Yo no la rechazo y puedo notar sus dedos en mi palma de la mano. Sus dedos son ásperos, pero crean una chispa algo rara en mí.
-Siento no haberla visto, una mujer como usted no debe sufrir caídas así -sonríe, mostrando sus dientes blancos que brillan tanto que podrían cegarme.
-No pasa nada, estoy acostumbrada -miento, no quiero que se sienta mal.
-Ah, vaya. Bueno, esta es la zona masculina, ¿no?
-Sí, este cartel lo muestra -le señalo el cartel de arriba y río como tonta, estoy muy nerviosa con este hombre, no sé porqué.
-Bueno, en ese caso cogeré unos... pantalones.
-Ya, vale -el silencio entre nosotros no es incómodo, al menos por mi parte.
-Oh, lo siento. Me presento. Me llamo Gustavo.
-Encantada, yo me llamo Selena -estrechamos nuestras manos, por favor, que nunca me suelte.
-Bien, ¿te podría pedir un favor?
-Depende de cuál sea.
-¿Podrías recomendarme algo de ropa? Hace tiempo que no me compro nada y necesito ayuda para esto de la moda.
-Pues será un placer -sonríe y yo también-. Empezaremos por coger unos pantalones y después unas camisas para ver si te quedan bien o no.
Le pido la talla y me la da gustosamente. Me pongo a buscar pantalones y camisas mientras él también. He tenido que poner las camisas de verano a toda velocidad para hacer esto. Nos juntamos y los ponemos en el probador.
-Ya tenemos unos cuantos. Pruébatelos todos como quieras.
-¿Como un desfile?
-Exacto. Ahora desfila para mí -me muerdo la lengua al decir aquello, pero el se ríe y se sonroja.
Uy, va a ser que yo también le gusto. Se mete en el probador y va saliendo con distinta ropa. Toda le queda bien, pero no creo que se la lleve toda. El último es el que más me encanta. Unos pantalones vaqueros y una camiseta blanca a botones, las mangas son cortas y muestran sus brazos fuertes. Por dios, los brazos de un dios. Sé que exagero, pero es que no sé lo que me pasa con este hombre.
-¿Y qué tal me ha quedado todo? -pregunta saliendo con la ropa de antes.
-Pues te ha quedado muy bien, ha sido un placer verte.
-¿De verdad? -nos sonrojamos, igual me tengo que cortar la lengua un día de estos.
-Sí. Bueno... Eh... Esto... ¿Te lo llevas todo o sólo quieres llevarte un par de cosas? -pregunto tímida y alegre.
-Pues... Me lo llevo todo.
-¿En serio? -que raro, creía que se dejaría algo.
-Sí, me ha encantado toda la ropa, y más sabiendo que a ti te gusta.
Me río como una tonta y le doy un golpe suave en el hombro. ¿Por qué he hecho eso? ¡Estoy tonta! Bueno, da igual, lo hecho, hecho está. Nos llevamos toda la ropa al mostrador, donde todas mis compañeras están sorprendidas del espectáculo que estamos dando. Llenos de ropa hasta el pecho y una sonrisa con sonrojo en las mejillas de nuestra cara.
Dejo toda la ropa en el mostrador y doy la vuelta para ponerme en la caja de una vez, que hace que tenía que estar aquí hace unos cuantos minutos. Cada uno siendo pasado por la caja, hasta que llego al último pantalón y la última camisa, que son los que les quedaba de miedo. Le doy el total y... ¡Madre del amor hermoso! Si a mí me dieran esta cifra me darían ganas de huir de inmediato.
-No te preocupes -en la cara se le ve confiado, sin miedo-, te he dicho que iba a comprarlo todo. Además, me encanta toda esta ropa.
Saca la cartera y me pasa su tarjeta de crédito. La paso y parece ser que va de maravilla, no ha habido ningún fallo ni nada. Se la devuelvo y meto la ropa en bolsas. ¡Son muchísimas!
-Toma -deja un papel y me guiña el ojo, pero con un poco de timidez y un sonrojo notable-. Llámame cuando quieras.
Recojo el papel y me lo guardo con una sonrisa victoriosa.
-Ni lo dudes -le susurro.
Dicho eso, carga con todas las bolsas y se despide con una sonrisa un poco burlona y graciosa. Ay, este hombre. ¡Es un sol! Dejo la caja un momento y me doy la vuelta.
-¡Has ligado! -grita Sofy, dándome un susto de muerte que casi me mata de verdad.
-He ligado, pero trabajando.
-Eso no es un logro, nena, eso ya se descubrió hace tiempo.
-Menos cotorrear y más trabajar, chicas. Que esta boutique no se mantiene sola -nos ordena Jin.
-Es que Selena ha ligado.
-¡¿En serio?! -gritan Jin y Minda-. ¿Cómo se llama?
-Se llama Gustavo, un chico guapo, de sonrisa de perla, ojos de chocolate y sus labios a simple vista eran carnosos y suaves.
-¡Y tiene un culo de dar un premio! -dice Sofy.
-Ni me he fijado en eso.
Las tres se miran y entonces lo sueltan.
-¡Te has enamorado! -gritan, llamando la atención de la gente, eso me hace ruborizar salvajemente.
Van gritando que me he enamorado cada dos por tres, hasta que se cansan de ello y se ponen a trabajar. Al final va a ser que sí me he enamorado, pero algo me detiene a eso. Ulises... Él se comportaba como ese hombre, era casi como él... ¿Y si al final va a ser una copia de Ulises? No quiero volver a sufrir aquello, no lo soportaría, Kyle tendría que volver a luchar por nuestras vidas, Pablo sufriría de nuevo, sus amigos se preocuparían bastante... No estoy lista para sufrir aquello otra vez. Sería el infierno otra vez.
Ya está, decidido, no voy a enamorarme de ningún hombre, pero algo me dice que no va a ser tan fácil lograrlo, que me va a doler las siguientes decisiones, a las siguientes caras de odio que me darán cuando sepan que no quiero nada. ¿Cómo se lo tomará mi corazón?
¿Y si Gustavo es diferente? ¿Y si él es el amor que tanto estaba esperando? ¿Y si él puede ser...? ¿Un Amor Real?
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Tampoco hay cambios, me gustó el cómo quedó con las amigas y el cómo conoce al hombre.
Ahora, los capítulos extras de los otros se publicarán con su nombre y el número, así habrá menos confusiones y podré ir mejor.
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