Capítulo 9: Lágrimas Familiares
Ya estamos todos listos, vestidos de negro, como debemos estar. Es un día en el que recordar a una gran persona que ha estado en los corazones de todos, incluso sin haberla conocido está en mi corazón. Pablo está sentado a mi lado en el coche que nos lleva al cementerio, el lugar en el que todos están preparados para soltar lo que les queda, para desahogarse y estar libres, pensando en que esa persona los está viendo a todos con una gran sonrisa cariñosa.
Mi novio está triste, muy triste. No me gusta verlo así, el corazón me duele si a él le duele. No es bueno que sufra.
-Pablo... -apoyo mi mano en la suya y hago que me mire.
Sonríe al verme. Me tranquiliza, pero no completamente. Todos estamos en silencio, no hay música puesta en la radio, un poquito incómodo sí que estoy, pero no es tan importante. Las calles de este lugar son preciosas, me gustaría pasear por aquí todo el tiempo de la mano de mi novio. ¿Podremos algún día? Que tonto soy. ¡Pues claro que podremos! Estamos en vacaciones, y la vacaciones son para disfrutarlas.
Ya veo el cementerio desde aquí. La entrada está llena de vehículos diferentes, gente entrando al lugar... Todos de negro y con una cara triste y pesada. Sé que duele perder a alguien, pero no sé cómo se siente exactamente. Cuando llegamos, bajamos del coche y respiramos el aire que hay. Tristeza hasta en el aire, lo entiendo.
-¿Todos listos para el entierro? -pregunta Shawn con un tono de voz bajo.
-Yo estoy lista.
-Preparado -digo y miro a Pablo-. ¿Y tú, amor?
-Estoy preparado si tú me ayudas.
-Te ayudaré.
-Pues vamos -nos ordena a todos y le hacemos caso.
Lo agarro de la mano y nos encaminamos a entrar al lugar, lleno de lápidas con nombres distintos y fechas distintas. Es la segunda vez que piso un cementerio, un lugar tan tétrico por la noche y solitario por el día. Tan solo pisar el suelo ya me viene a la cabeza un pensamiento, el montón de ataúdes con chicos y chicas del instituto muertos. No quiero recordar eso, pero se me viene a la cabeza.
Aprieto un poquito la mano de Pablo y se da cuenta al instante, sabe en lo que pienso, sabe lo que recuerdo, él también estaba.
-Tranquilo, no fue tu culpa -me intenta tranquilizar, no le funciona mucho, pero sí lo suficiente como para relajarme un buen tiempo.
Nos acercamos al montón de gente alrededor de una tumba, sé que es ahí porque reconozco a unos cuantos familiares. Llegamos y lo primero en lo que mis ojos se fijan es en la gran foto que hay de una mujer, la madre de Pablo y la mujer que toda esta gente conoce.
-¿Esa es tu madre? -pregunto como un tonto.
-Sí, lo es.
-Es hermosa.
-Lo es -repite, le saco una sonrisa al hacerle recordar algo, no sé lo que es, pero mientras le mantenga así me conformo-, siempre con esa sonrisa para todos. Incluso para sus enemigos, los que no existen.
No digo nada, me gustaría, pero prefiero no decir nada. La gente se va acercando al ataúd y les dice cosas a la madre que nadie oye, lloran al soltarse y se alejan con pensamientos de libertad y leve dolor. La gente le dedica unas palabras que todos oímos, esas palabras que le llega a todo el mundo, esas palabras que contienen todo el amor de un familiar o un amigo.
Varios de la familia ya le han dedicado unas palabras. Pablo quiere también salir y hablar, pero no puede.
-Ven, saldremos los dos -le digo, al momento se suelta, respira hondo y se acerca al ataúd.
Siento su dolor, la presión que ejerce sobre mi mano me hace saber que le duele demasiado ver esto, no quiere estar así y yo tampoco quiero que lo esté. Mira a todos y empieza a hablar.
-¿Qué decir sobre mi madre, la mejor mujer del mundo? Siempre le he dicho eso y nunca cambiará mi parecer sobre ella. Y pensar que fue como hace un día cuando me cuidaba, cuando me ayudaba en todo sin saber nada del asunto. Era como una vidente, era imposible esconderle algo. Me aceptó tal y como soy, me aconsejó durante mi camino, me tranquilizaba cuando nadie lo hacía, me daba abrazos cuando los necesitaba y cuando no... Siempre a mi lado, en todos los momentos de mi vida, en todos los sitios en los que no me la esperaba, luchando por mi felicidad... Esa sonrisa que siempre sacaba me daba fuerzas. Ahora voy a tener que vivir con el pensamiento de su sonrisa, aunque preferiría que siguiera aquí para que siguiera sonriendo por todos lados -sus lágrimas afloran, no hay escape para eso, soltarlo es lo mejor. Me mira y me pregunta-. Cariño, ¿quieres dedicarle unas palabras a mi madre?
-Sí -miro a todo el mundo, no hay nervios, solo palabras de un corazón-. Sé que no la conozco, pero igual ha estado en mi corazón. Me han contado tantas cosas de ella que es como si la conociese de hace tiempo gracias a Pablo. Es una gran mujer, todos me lo habéis dejado claro, y que es cariñosa, soñadora, con esperanza, luchadora, amiga de sus amigas y de todo el mundo. Yo no la conozco en persona, pero sé que es hermosa, la foto me lo ha demostrado -señalo la foto-. Me hubiera encantado conocerla en persona, pero veo que las oportunidades, si no las aprovechas, se esfuman. Lo que quiero decir es que siempre estará aquí, en vuestro corazón, en vuestra mente, y si sigue aquí, nunca morirá totalmente.
Dejo de hablar y miro a Pablo, quien me abraza y llora sin control. Lo abrazo y le doy todo mi apoyo. La gente termina y empiezan a bajar el ataúd con lentitud. Cada segundo que pasa es una lágrima de cada familiar que se escapa, incluso en mí, ya que el chico que me agarra la mano me ha dejado en claro que ya soy de la familia. Echan tierra lo más lento posible, ya que no quieren que esto sea real, no quieren que al final reviva y se quede atrapada, aun sabiendo internamente que no volverá.
El entierro termina, con todos llorando por todos lados, y salimos de aquí, Pablo no lo soporta más y prefiere salir.
-Todos al coche , volvemos a casa -nos ordena Shawn.
Cuando subimos al coche, Pablo rompe a llorar de nuevo, soltando palabras sobre su madre.
-¿Por qué tuvo que ser ella? ¿Por qué tenían que atacarla a ella? No es justo.
¿Cómo tranquilizarle cuando suelta esas palabras totalmente dolorosas? No creo poder tranquilizarle, pero igualmente le agarro de la mano y le digo unas cuantas palabras.
-Sé que ha sido injusto lo que le han hecho a tu madre, pero ya no se puede cambiar, lo único que puedes hacer es pensar en ser libre sin hacer que tu madre desaparezca de tu corazón y de tu mente.
-Tienes razón, muchísima razón. Creo que pensaré así todo lo que pueda, intentaré vivir ya con este dolor.
-Ese dolor se irá, ya verás.
-Gracias, amor. No sé que hubiera pasado si no hubieras estado aquí.
-Yo tampoco lo sé.
De verdad que no sé lo que hubiera pasado si yo no estaba. Y no quiero imaginarme aquello, tan solo quiero pensar en el ahora. Pablo me necesita y sabe que me tiene a su lado para cualquier cosa. Siempre juntos, en el dolor y en el amor.
Siempre juntos.
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Y otro capítulo. Este está igual que antes de cambiarlo ya que me parecía buena.
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