Capítulo 7: La Barbacoa
Tengo unas ganas de barbacoa impresionantes. Ya sabéis el porqué. La carne, el ambiente, el espacio, las risas... ¿Quién vendrá con nosotros a cenar? Espero que toda la familia de Pablo porque me muero por conocerlos. Ya estamos en la parte de atrás de la casa, donde hay una piscina enorme. ¿Pero cómo se puede permitir esto? Debe ser Shawn quien mantiene esta casa aún en la propiedad de la familia, sino no estaríamos aquí ahora mismo.
Jennifer está a mi lado, pero no habla, sino que simplemente mira la playa con ojos deseosos de querer bañarse de una vez en el agua salada. Pero algo me dice que quiere algo más que eso, como alguien a su lado. ¿Una chica bien guapa como ella no tiene un novio con el que estar? ¿Le pregunto? Quiero caerle bien y preocuparme por ella también, al fin y al cabo se parece un poco a mi mejor amiga Elena, la locura es casi idéntica en las dos.
Me acerco más y le hablo con ternura, cuidando mi voz para no sonar un poquitín brusco.
-Oye, Jennifer, ¿qué tal todo? -me dirige la mirada, una mirada alegre pero solitaria.
-Pues bien, buscando mi otra mitad -me suena a típica película de romance.
-¿No tienes novio? ¿Cómo puede ser? Si eres una chica hermosa y se nota que por dentro eres de buen corazón, fiel y cariñosa.
-Ay, que mozo -se sonroja y vuelve su mirada a la playa nuevamente-. ¿Sabes? Eres la tercera persona que me lo dice en toda mi vida.
-¿La tercera? -pregunto interesado.
-Sí. Aparte de ti me lo han dicho mi madre y... mi novio -algo me dice que no es bueno recordar eso, incluso sus ojos se han apagado, se notan aguados.
-¿Estás bien?
-Muy bien -se pasa la mano por los ojos y se quita esas pequeñas lágrimas.
-Sabes que si necesitas algo, aquí estoy para ayudarte -le pongo mi mano en la suya y le dedico una sonrisa amigable.
-Muchas gracias. Mi Pablito tiene suerte de tenerte -me sonrojo un poquito y ensancho mi sonrisa.
-¿Qué pasa aquí? -nos asusta la voz de Pablo abrazando a Jennifer, la cual grita como una loca.
-¿Debería tener miedo? Creo que podría hacerte una llave de kárate -amenaza con una sonrisa diabólica.
-Mejor no hagamos locuras -se aleja de Jennifer, pero nuevamente le da un nuevo abrazo y un beso en la mejilla-. ¡La más guapa del mundo entero!
Deja de abrazarla y se dirige a mí con los labios preparados, está loco últimamente. Llega a mí y me da un nuevo beso, el cual no quiero que se intensifique por Jennifer, no quiero que sufra viéndonos así.
-He venido a por vosotros, la barbacoa se celebra en la playa, en la blanda arena.
-¡La arena no es blanda! -grita Jennifer levantándose corriendo a por Pablo, el cual no se deja atrapar tan fácilmente.
-¿Qué te apuestas? -grita mientras corre.
Me levanto y los sigo también corriendo, necesitaba sentirme así. Libre, corriendo, que me dé el aire en la cara, siguiendo a mi amor, gritando como loco y riendo las cosas.
-¡Yo te ayudo! -grito y corro a por Pablo, quien se estaba dirigiendo a mí sin saberlo.
Cuando lo voy a interceptar, se da cuenta y me abraza con una velocidad que nos hace caer a los dos a la arena. Jennifer llega poco después y se echa a nosotros. Un abrazo en grupo es lo que hacemos ahora y se siente tan bien que me dan ganas de hacerlo muchas veces. Reímos por nuestras tonterías, por nuestros insultos cariñosos y por el golpe que le da Jennifer a Pablo en la cabeza.
-¡Eh, trío de locos! -nos llama Shawn a lo lejos, lleva la barbacoa y unas cuantas personas más llevan sillas, carne y una mesa de esas plegables-. ¡Ayudarnos con todo!
Nos levantanos, nos sacudimos la arena de la ropa y del pelo y corremos a ayudarlos. Yo llevo la mesa plegable y Pablo lleva unas cuantas sillas en cada brazo. ¡Este es mi macho! Llegamos a una zona donde Shawn para y abre la barbacoa para echarle el carbón vegetal y unos papeles para hacerlos prender. Pablo, Jennifer y yo preparamos las sillas y la mesa, la cual se hace la difícil.
-Ábrete sésamo. Abracadabra. Venga, ábrete para tu papi -suplico mientras forcejeo con la mesa de las narices.
-¿Pero qué haces? -me pregunta con un tono tonto una de las personas que no conozco.
Aquí la mayoría no los conozco, pero seguro que son familiares o amigos.
-¡Que no se abre la estrecha! -sigo forcejeando, hasta que viene y lo abre como si nada-. Sí, bueno, te lo he aflojado.
-Sí, claro. Esta mesa tiene un truco, así que tranquilo.
Lo miro y veo que es un chico guapo, de pelo tintado un poco blanco, ojos verdes miel, brazos fuertes, pero con un poquito de panza que se le ve adorable. Es de mi altura también, así que ya no me siento sólo en las cavernas de los bajitos. Es broma, exagero un poco.
-Me llamo Fran, tú debes de ser Kyle, ¿no?
-Aquí todo el mundo me conoce menos yo a ellos -suelta una risita tonta.
-Sí, bueno, es que la noticia de que Pablo consiguió un novio se divulgó como la pólvora.
-Increíble. Ahora todo el mundo sabe quién soy, sobretodo vosotros.
-Si quieres te presento a la familia y a los amigos.
-¿Tú qué eres? ¿Familiar o amigo?
-Soy familiar, primo lejano de Barcelona.
-Ah, interesante. Bueno, pues si puedes presentarme a alguien más sería genial.
-¡Kyle! -me llama Pablo y llega a mí corriendo-. Ven, que te voy a presentar.
Miro a Fran y me dirige un gesto de que vaya con él. Se lo agradezco y me voy con Pablo. Nos acercamos a un par de personas, el cual es una anciana con varias arrugas que muestran historias del pasado interesantes, y a una mujer con poquitas arrugas, el pelo pelirrojo y ojos miel que muestran sabiduría, como los de la anciana.
-Kyle, te presento a mí abuela Dolores y a mi tía Margareth.
-Encantado -digo con una sonrisa.
-Pablo ha hablado mucho de ti en las videollamadas que hacíamos en familia -me informa Dolores.
-¿En serio? -miro a Pablo con un sonrojo increíble.
Se acerca y me susurra al oído.
-Tranquilo, tan sólo les he contado cosas buenas. Es que no tienes nada malo.
-¡Cállate! -rio mientras le golpeo suavemente el brazo.
-Nos alegramos de que hayas venido -dice Margareth-. Es un bonito gesto que vengas por Pablo.
-Sólo quiero ayudarle, apoyarle y amarle. Además de que quería conocer a la familia de una vez, tenía unas ganas de conoceros...
-Me alegra oír eso, porque Pablo es un chico malo. No te invitó a ninguna videollamada familiar.
-Pablo, vuelve ha hacer eso y te dejo sin besos una semana.
-¡Te invitaré a la siguiente! -dice de repente y me da un beso-. No puedo sin esto una hora imagínate una semana.
Oímos a las dos mujeres reír tanto que hasta se me pega la risa. Dejamos de reír y Pablo me lleva a conocer a otras dos personas. Dos chicos de la misma altura, con músculos y demás. Uno tiene el pelo rubio y ojos verdes y el otro tiene pelo color chocolate y ojos azules.
-Te presento a Neck y a Charlie.
-¡Hola! -saludan los dos al unísono.
-Encantado.
-Tú debes de ser Kyle, el novio que hace que Pablo no caiga en el vacío -dice Charlie, el de pelo chocolate.
-Jeje, ¿tanto se nota que soy yo?
-¡Bastante! -vuelven a sonar al unísono.
-Te digo -habla Pablo-, ellos son pareja. Charlie es mi primo también.
-¿Pero tú cuántos primos tienes?
-Muchos -dicen Charlie y Pablo a la vez, se les nota lo familiar.
La música suena de repente por un altavoz que ha encendido Shawn. La gente va recibiendo un plato por persona con una hamburguesa bien grande. No soy de comer mucho, pero creo que hoy voy a superar mis límites comiendo hasta hartarme.
Nos separamos de Charlie y Neck y nos vamos a bailar un poco. Mientras bailamos, un chico pequeño se acerca con dos platos pequeños. Pablo parece sorprendido y sonríe bastante. Me pasa los dos platos a mí y abraza al pequeño chaval que lleva 9 años más o menos. Tiene gafas que le quedan bien, el pelo azabache y ojos miel. Dos personas se acercan. Una mujer que parece ser mucho más mayor que Pablo, pero su belleza rebasa límites. Tiene el pelo con mechas californianas, ondulado y le llega hasta la espalda, y esos ojos miel que son tan parecidos a los de Pablo que casi ni los distingo. Al lado de ella hay un hombre alto, fuerte, de pelo negro azabache y ojos café. Van cogidos de la mano y llevan anillos de matrimonio, ¡son una bonita pareja!
-¡Hola, Pablo! -corre a Pablo y lo abraza con tanto cariño que me hace sonreír.
-¡Paula! Te echaba mucho de menos, hermana -ya decía yo que eran hermanos.
-Y yo a ti -pasa su mirada por toda la gente y sonríe, hasta que llega a verme-. ¿Quién es? -me señala.
-Oh, bueno... -se acerca y pasa una mano por mi espalda, pegándome más a él, como si marcara territorio-. Él es Kyle, mi novio. Kyle, ellos son Paula, mi hermana, y Javier, mi cuñado.
-¡Ah! -grita de alegría-. ¡Mi Pablo ya tiene novio! ¡Y es guapísimo! -eso me sonroja, todo el mundo me hace sonrojar últimamente-. ¡Si es que os cómo! -se lanza a nosotros y nos abraza bien fuerte, esta es mi oportunidad.
La abrazo bien fuerte hasta que noto que le cruje la espalda un poquitín. La suelto y me mira con una sonrisa graciosa.
-Mira que es como tú, Pablo. Me ha crujido la espalda.
Reímos y ahora me pregunto dónde he dejado los platos. Miro por todos lados y veo que los tiene el pequeño.
-¿Cómo te llamas? -me agacho y lo miro con una sonrisa amigable.
-Javier -responde bastante tímido, lo llaman como al padre, vale.
-Encantado, Javier -le extiendo la mano y él la acepta-. Yo me llamo Kyle.
-¿Quieres ser mi amigo? -me sorprende este niño.
-Claro, no estaría mal.
Me da los dos platos y le doy a Pablo el suyo. La comida no está mal. La gente es muy amigable, hablamos y reímos de cualquier cosa. Ahora debemos dejar de lado la tristeza, seguramente la madre de Pablo no querría eso.
Veo que Pablo se ha alejado con una chica y un chico, deben ser amigos. Ups, fallo mío. Entre los tres se gritan, la música tapa las voces y no se oye nada. ¿Qué le pasa a Pablo con esos dos? No quiero pensar en lo peor, pero es que no puedo, me preocupa que sufra sin querer por ellos dos.
Miro a la gente hasta parar la mirada en Javier, el adulto, quien me mira fijamente con una sonrisa pícara. Me guiña un ojo y se va con su mujer. ¿Qué a querido decir con eso? ¿Ese gesto iba para mí o para alguien que había detrás mía? ¿Qué ha significado ese simple guiño? Despeja la mente, Kyle, piensa que todo va bien y ya está, todo vendrá a su tiempo.
Pablo vuelve cuando yo termino de cenar. Me agarra de la mano bien fuerte y me aleja de los amigos y de la familia.
-¡Pablo, duele! -le grito para que me oiga, pero no hace caso.
Se le nota en los ojos que está serio, tanto que me da un poco de miedo lo que me pueda hacer. Entramos a casa y me lleva a la habitación aún agarrándome de la mano bien fuerte.
-¡Pablo, suéltame de una vez! ¡Está doliendo bastante!
Llegamos a la habitación y ahí me suelta la mano. La acaricio, esto es nuevo en él. ¿Qué le han hecho esas dos personas? Antes estaba bien, ahora muy serio. Está mirando a la ventana, de espaldas hacia mí. Me acerco suavemente y le acaricio el hombro para hacerle sentir que estoy aquí, que no está sólo.
-Puedes desahogarte conmigo. Puedes contarme cualquier cosa, que no me voy a enfadar.
-Yo... No puedo -dice solamente.
-Si no quieres contármelo, entonces... ¿qué?
-Nada. Es solo que... esos dos cabrones me han hecho enfadar.
-Lo sé, os he visto -me pongo a su lado-. ¿No vas a contarme de lo que estabas hablando con ellos?
-Te lo contaré, en su momento.
-Está bien.
Apoyo mi cabeza en su hombro y él me acaricia el pelo de la forma en la que él me hace sentir genial, seguro.
-Tu familia es increíble -susurro con una sonrisa.
-Tú eres increíble.
-Pero no tanto como tu familia.
-Lo eres. Eres uno de la familia ya, eres increíble en todos los sentidos. Les has caído bien a todos, igual que me caiste bien el primer día que nos conocimos.
-Gracias, amor.
-De nada, cariño.
Nos quedamos en silencio, hasta que Pablo lo rompe.
-Bueno, vamos a la cama. ¡Estoy muerto!
-No te voy a discutir eso. Yo he dormido en el avión, pero tú... Necesitas descansar -me sonríe.
Nos quitamos la ropa hasta quedarnos en boxers y nos acostamos en la cama. Pablo me pega a su cuerpo y yo apoyo mi cabeza en su pecho fuerte y robusto, el cual es mi almohada preferida de toda la vida. Me besa el pelo y me hace sonreír de una manera que sólo él consigue.
-Buenas noches, mi amor.
-Buenas noches, Pabloamor.
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Ya veis que aquí no ha habido ningún cambio, por lo que la historia seguirá con todos estos personajes. Ya me inventaré algo en el que todos aparezcan una segunda vez.
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