Capítulo 5: Aeropuerto
El taxi desciende su velocidad hasta quedar a cero para dejarnos salir de su interior y poder observar el edificio más importante para la vida humana. El aeropuerto, tan grande como lo pintan y con una capacidad asombrosa de miles de personas con tiendas para la gente que espera horas y horas dentro hasta llegar su vuelo.
Sacamos las maletas del taxi y se va al pagar la cantidad exacta para no tener líos con el cambio.
-Es una suerte que tuviera centavos de sobra como calderilla -dice Pablo, soltando una sonrisa-. Una pena que tu madre no esté para despedirse.
-Tenía trabajo que hacer, así que no la culpo -saco el brazo de la maleta y la arrastro hacia dentro.
-Yo tampoco, es la vida de un adulto hecho y derecho -sonrío por el tono burlón que ha sacado.
-Será mejor que nos acerquemos. No falta mucho para que nuestro vuelo abra sus puertas.
-Tienes razón, pero quiero comprar algo de comida antes de que llegue. Cuando estás dentro, no hay nada bueno.
-Como quieras, pero no te lleves una tienda completa. Dudo que te dejen -río por mi propia broma, que tonto soy.
Nos acercamos a unas cuantas tiendas para ver lo que ofrecen, pero su contenido no es que sea de nuestro agrado, ya que parece tener toda la vida en un bocado, y no en el buen sentido.
El camino hasta el aeropuerto ha sido largo. Fui tonto al no ir al baño antes de irnos de casa. ¡Ahora lo necesito con urgencia!
-Hace tiempo que no paso por aquí. Mi inicio hacia una nueva vida social. No me esperaba una aventura tan peligrosa en menos de un mes de mi nueva vida. Conocerte ha sido extraño, pero me alegro de haberte acosado con la moto -me mira y ve que estoy moviéndome cuan pingüino tras sus amigos-. ¿Por qué andas así? -se le borra la sonrisa que se le estaba formando al formular esas palabras.
-Lavabo -es lo único que sigo mientras mantengo todas mis fuerzas en la vejiga, necesito aguantar.
-¡Te dije que fueras antes de salir!
-No pienses mal de mí. Te amo por decir tales cosas, Pablo. ¡Pero mi vejiga no puede más! -salgo corriendo en busca de un lavabo.
-¡Los lavabos están por el otro lado!
-¡Mierda! -grito por todo el recorrido.
-Mi amado tonto -llego a escuchar, ya acabaré con él de algún modo.
Corro por los pasillos del aeropuerto intentando encontrar el gran trono que me libere de la pesada carga que llevo sobre mi parte baja. ¡Un baño o te arrepentirás! Me grita el cuerpo.
Me topo con gente sin querer y les grito la tan conocida palabra para los que tienen prisa: perdón. Sé que no es suficiente, pero ojalá supieran por lo que estoy pasando.
Los letreros son mis guías, lo agradezco de sobremanera. Encuentro los lavabos, entro y me encierro con pestillo dentro de una cabina. No me fío de la gente que va a los baños, y menos a los públicos, hay mucho salido por ahí.
Bajo la bragueta, subo la tapa, quito la presión y...
-Ah... -la cascada se libera.
Este momento, este exacto momento lo llamo... felicidad.
Mi cuerpo suelta todo, no se queda ni una gota. Suspiro aliviado, tiro de la cadena y subo la bragueta para salir de aquí sin mostrar muchos mis bóxer a la gente.
Cuando salgo de los lavabos, intento ubicarme y recordar cuál es la puerta de mi vuelo. El mío va a España, por lo que debería preguntar a alguna trabajadora.
-Oh, qué bonito verte, Kyle -esa voz, es imposible.
No, no es imposible. Es totalmente posible. Me doy la vuelta lentamente para darle a mi cerebro tiempo para procesar tal información. Su rostro luce joven, pero sus ojos siguen siendo los mismos que me asustan.
-Elisabeth... -susurro, con toda esta gente a lo mejor pasa desapercibido.
-Te dije que no tenía intención de quedarme.
-¿Cómo has escapado? -mi pregunta hace reír a la asesina.
-Bueno, digamos que mis dotes le encantan a cualquiera -remoja sus labios-. Tal vez tuve que noquear a un par de guardias, pero por lo demás todo va bien.
-Yo creo que es más que obvio que vendrán aquí primero -de su bolso saca un móvil y pulsa un par de veces, a lo cuál me informa.
-Nah, se han equivocado -su rostro de superioridad aparece-. Que tontitos que son. ¿Creen que voy a estar en un lugar abandonado? Esta mujer no va a tocar tales cosas.
-Te recuerdo que vivías con Ulises en una casa abandonada.
-No te equivoques. Esa casa la reformé, por lo que quedo de lujo -hincha sus mofletes como una niña pequeña-. Lo que daría por volver.
-¿Y por qué no lo haces?
-Porque tengo una misión importante entre manos, y es la vuestra -me guiña un ojo, cada vez me asusta más su bipolaridad.
-¡¿Vas a venir a España?! -alzo la voz, a nadie le importa.
-¡Sí! ¿A que es genial? ¡Podremos hacer fiestas de pijamas y ver películas juntos! El detective adolescente y la asesina durmiendo en una misma habitación después de una fiesta. ¡No digas que no te gusta! -ríe mientras da vueltas en si misma de la alegría.
-¿Por qué a mí? -giro mi cabeza y lloro.
-No te pongas así, te podré proteger de todo aquello que te quiera matar.
-¿Ahora te las das de buena chica?
-No, pero debo serlo para pasar desapercibida.
-Con ese escote te será imposible -señalo a los hombres que la miran deseosos de un momento a solas con ella.
-¡Chicos! -los llama-. Sé que estoy buena, pero como uno de ustedes me toque, acabarán muertos -su mirada infantil cambia radicalmente a una furtiva.
Todos los chicos que se quedaron mirándola, apartan la mirada y se van asustados. ¿Por qué siento que estoy en un mundo paralelo en el que nada tiene sentido?
-¿Vamos juntos? -vuelvo a fijar mi mirada en ella-. Nuestro vuelo es el mismo.
-¿No estás en la base de datos, Elisabeth?
-No me llames Elisabeth. Llámame -se pone unas gafas que la hacen más llamativa junto con el escote-, Clarisa.
-Como quieras. Pues vamos, Pablo saltará hasta el cielo al verte.
-¿Estará mi querido Pablo tan hermoso como siempre?
-Intenta hacerle algo indebido y te arranco los pelos -me atrevo a tocarla con el índice.
-Oh, agallas, me gusta. No lo tocaré, lo prometo. Sobretodo porque es gay. Una pena.
Caminamos hasta la puerta de embarque y parece que Pablo está disfrutando una hamburguesa de aeropuerto, algo que podría ser mortal por lo que hacen en lugares como este.
Cuando miro de nuevo a Elisabeth, parece indicarme con la mirada que no puede dejarse ver por él, al menos no ahora. En parte lo entiendo, por otra es totalmente estúpido, ya que Pablo aceptó su ayuda sin pensarlo demasiado.
Se disculpa por la intromisión entre yo y mi felicidad temporal antes de tener que enfrentarnos a la cruda realidad y a la investigación.
Después de quedarse a unas cuantas personas más, diez minutos después abren las puertas de embarque y piden los tickets para poder entrar.
-Pensaba que te habías perdido antes, iba a buscarte, pero me dije que eres demasiado inteligente como para perderte.
-Pues habría sido un buen gesto, ya que yo no tengo el boleto, idiota -frunzo el ceño y pellizca mi oreja-. ¡Ay! ¡Suelta!
-No, por llamarme idiota -leves risas, me molesta-. Por ahora, lo dejaré pasar, pero más tarde conocerás la furia de Pablo.
-No suena muy amigable esa furia -noto cómo el sudor me delata.
-Como si lo fuera -se nuestra tan pasivo por ahora que me da miedo.
Al pasar por el marco de la entrada, miro hacia atrás y veo que la asesina para desapercibida tras entregar el boleto. Me dedica la lengua junto con un guiño de ojo y vuelve a ponerse las gafas.
La seguridad de este estado se va a la mierda.
----------------
Nuevo capítulo escrito, como debería hacer con todos en vez de publicarlos tal y como estaban. En parte da igual, pero bueno...
Elisabeth se une a esta aventura con los adolescentes. ¿Qué planes tendrá? ¿Será amistosa? Nadie sabe.
Solo el tiempo lo dirá.
Gracias por leer, ¡nos vemos en el siguiente capítulo, mis queridos Ángeles Lectores!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top