Capítulo 10: ¿Cómo Os Conocisteis?
Es una mañana fresca de verano en la que me estoy tomando un café en la parte trasera de la casa en donde la infancia de Pablo se ve a kilómetros a la redonda.
Hay varias fotos de él con su familia, pero ayer quitaron los de la madre. Entiendo el porqué, seguro lo hicieron por los que nos quedamos este verano.
Dudo que Pablo soporte verla todos los días en las paredes. Molestaría a cualquiera, incluso a mí.
Respiro hondo. No dejaré que este verano sea en vano. Necesito que mi novio se relaje, que se tranquilice y disfrute de unas vacaciones en las que su madre le diría que disfrutara al máximo.
No conozco a la madre y ya estoy hablando como si así fuera. Debería de golpearme la cara por tal tontería.
La puerta corrediza de cristal se desliza y llama mi atención. Una figura femenina se une a desayunar conmigo. Aprecio la compañía de Paula, la hermana de mi novio, para hablar de algo y pasar la mañana un poco más rápido.
—Oh, no me esperaba que hubiera alguien despierto a estas horas. Normalmente, soy la única que madruga en verano.
—No podía dormir, incluso con Pablo a mi lado.
Una pesadilla se me ha quedado marcado a fuego, y era yo volviendo a clavar aquél bolígrafo en el ojo de Ulises, una y otra vez, con una mueca de satisfacción parecida a la suya.
¿Estaré enloqueciendo?
—Entiendo. ¿Una pesadilla? —asiento con la cabeza—. Lo mejor para eso es imaginar cosas alegres que te pasaron en la vida. Al menos, a mí me funciona.
—Lo probaré y te mantendré informada de si funciona. Si no es así, ya puedes retirarte de psicóloga.
—No me digas eso que me vengo abajo —le da un sorbo a su café—. Me gustaría conocerte un poco, ya que mi hermano apenas me llama.
—Debería hacerlo más seguido.
—Se cree que va a molestar, pero no es así. ¡Quiero hablar con él y apenas muestra interés! —espero que eso no pase conmigo cuando empecemos a trabajar en algo—. Ahora dime, ¿cuál es tu color favorito?
—¿En serio? —le lanzo una mirada seria.
—Vale, pregunta errónea. ¿Cómo conociste a mi hermano? Estoy con la intriga desde que te vi.
—Digamos que él en una moto es una pesadilla.
—Debo suponer que te llamó la atención por la moto.
—Quería pegarle porque dejara de tocar la bocina para llamar mi atención.
—No es lo que esperaba, pero bueno... Continúa.
—Le vi por primera vez al salir del instituto. Ese chico de rostro hermoso, mirada hipnotizante y con una moto que destacaba y llamaba la atención de todas las chicas. Al principio pensé que era uno más que fardaba de vehículo, así que no le di importancia y me fui a mi casa.
—El principio ya llama la atención. ¿Después?
—De camino a casa, una moto tocaba la bocina sin parar detrás mía. Al darme la vuelta, era él. Estaba tan pesado que le encaré. Lo único que él quería era llevarme a casa en su moto, ya que tuvimos contacto visual en el instituto.
—¡No omitas más cosas! Todo lo que tenga que ver con mi hermano, bienvenido es.
—Como quieras. Al final, acepté su propuesta para relajar los oídos y subí por primera vez a una moto. Me daba miedo, pero llegué vivo a casa, que es lo importante. Me pidió conocernos esa misma tarde teniendo una charla en su casa, lo cual acepté ya que vivía a un par de calles.
—¿Vivía?
—Me mudé por razones familiares —menos mal que no sabe que tuve un padre asesino.
—Bien... Continúa.
—No hay mucho que decir, pero a la vez una gran historia. Hizo cosas increíbles por mí, siguió a mi lado cuando más lo necesitaba, cuando me derrumbé, cuando tuve amnesia y no le recordaba... Estuvo ahí todo el tiempo, por mí —agacho la mirada—. Una gran historia entre nosotros dos que sigo sin creerme que él y yo seamos novios.
—Supongo que el amor no tiene barreras. Se enamoró bastante de ti, y menuda fuerza con la que se apegó. ¿Amnesia? No sé si mi marido habría soportado tal cosa.
—Sí, supongo que tengo suerte —tomo un sorbo de café, ya llevo medio vaso, y levanto la mirada—. ¿Ahora me dirás el cómo conociste a tu marido?
—No es algo tan complicado como tu historia. Javier me conoció en una cafetería donde pedí una taza de té humeante. En ese entonces no quería una relación porque quería centrarme en mi primer año de universidad, en mis estudios, mis deberes, mis exámenes... No quería nada serio por el momento. Al conocerme en aquella cafetería, me dijo esas dos palabras que me llamaron la atención: "Hola, solitaria".
—Veo que fue por el camino fácil.
—Tengo que admitir que tuvo coraje el decirme aquello. Con el paso del tiempo, se hizo mi amigo y, cuando menos me lo esperé, estábamos en una cita. Mis calificaciones no menguaron, me dejó espacio y tiempo para estudiar, pero teniendo momentos para nosotros, para salir por ahí y divertirnos. Al final, me gradué y conseguí trabajo para poderme independizar de mis padres. Javier se mudó conmigo y, al pasar el tiempo, me casé con él y tuve un hijo.
—Hablando del hijo, ¿está durmiendo?
—Como un bebé. Tiene el sueño profundo como su padre. No es fácil despertarle.
—Al menos, no es por tu parte.
—Menos mal. Bueno, acabamos de contar nuestras historias de parejas. ¿Me vas a contar ya cuál es tu color favorito?
—Tendrás que adivinar para recibir una palmada en el hombro como recompensa.
—No me digas... ¿El rojo? —niego con la cabeza—. Hay miles de colores, iré poquito a poquito.
Suelto una leve risa y siento una presencia unirse a nosotros con un bostezo que parece a la de un león recién despierto. Claro que recién se despierta, es lógico.
Pablo tiene otro vaso de café mientras se sienta delante de nosotros dos con una media sonrisa.
—Buenos días —vuelve a bostezar—. Veo que habéis tenido una buena charla.
—¿Acaso nos has estado espiando? —pregunto.
—Acabo de venir de la cocina, dudo poder haber oído algo con la puerta corrediza cerrada —tiene razón.
—Solo voy a decirte que eres un don Juan —su hermana lanza una indirecta.
—¿Ahora te das cuenta? —le da un sorbo al café.
—Menudo creído —doy un leve golpe en la mesa—. Creídos así caen al pozo.
—Por fin me uniré a la niña del pozo para sus películas de terror. Siento que necesita ayuda.
—No puedo ganar esta batalla.
—No, no puedes —otro sorbo de café.
—Pablo —su hermana menciona su nombre—, hoy quiero ir al centro con mi hijo. Tal vez queráis uniros a un paseo para ver los cambios que han habido en el centro.
—¡Me gustaría! Quiero ver los alrededores, quiero saber el cómo son las calles aquí.
—En España seguro las calles son diferentes a las de tu ciudad —no lo dudo.
—Pablo, ¿podemos ir? Por favor —le suplico, le gusta cuando hago eso.
—No sé, tal vez te vayas a portar mal.
—¿Alguna vez me he portado mal? —levanto una ceja.
—Estaba de coña, cariño. Iremos —levanto los brazos, victorioso—. Total, quiero ver si algo ha cambiado.
—¡Genial! Nos iremos en cuanto mi hijo se despierte.
Los dos asentimos y tomamos el desayuno con lentitud mientras hablamos entre nosotros sobre cosas triviales. Paula intenta adivinar mi color favorito con frases indirectas, pero me las sé todas y dudo que adivine.
Noto a Pablo un poco decaído, pero debe ser aún por el efecto del entierro. No se supera fácilmente, necesita su tiempo.
No importa, intentaré que Pablo pase unas buenas vacaciones, aunque dudo que sea así con Elisabeth estando en España también.
¿Qué se trae entre manos para atrapar al asesino? Dudo que sea bueno saberlo, pero aun así estoy metido en esto. Sé que ella está aquí y eso me convierte automáticamente en su compinche.
Espero no morir en alguna de sus ideas alocadas. Esta mujer debe ser todo un problema, y de seguro lo será en un futuro no muy lejano.
¡Vacaciones, allá voy!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top