Capítulo 25: Semana Tras Semana
El tiempo pasa bastante rápido en este hospital, sobre todo teniendo a Pablo y a mamá de visita todos los días. Ella ya está mucho más tranquila desde entonces, se siente libre, segura y puede dormir a pierna suelta. Pablo no para de hablarme en todo este tiempo, ni hemos parado de besarnos. Desea desahogarse, lo noto, más bien lo intuyo.
Elena está en el hospital con su novio, pronto le darán el alta y podrá salir de este lugar que él ha calificado como "endemoniada". Denis está con su novia y puedo imaginarme lo que están haciendo, *ejem*, cualquiera se lo podría imaginar. ¿Que tengo la mente sucia? Seguro que tú también.
Tyler y Phillip no me han visitado en ningún momento, me enviaron un mensaje diciendo que no podían venir, que tienen unos problemas que resolver. También me han visitado algunos amigos más del instituto y del club de fútbol. Me habían traído unas flores preciosas y unos globos que ponían "Recupérate, inmortal".
¿Acaso son globos personalizados? Los tengo delante mía y leo la frase una y otra vez, intentando pillarle el sentido a la frase y por pasar el mal rato de soledad que me han dejado. ¿Por qué no está Pablo aquí? La puerta suena y entra el recién nombrado. ¡Sí, ya está aquí la pizza!
-Hola, amor -llega hasta mí y me da un buen beso en los labios, que no pare por favor-. ¿Qué tal la tarde?
-Aburrida, he estado mirando esa frase de ahí -le señalo los globos y los mira-, no les pillo el sentido.
-Yo creo que puedo decirte que tu eres el inmortal. Lo habrán puesto por todo lo que has pasado.
-Vaya tontería, pero puedo darles la razón un poco. Parezco inmortal, he volado por los aires al explotar una bomba en mi clase y después me clava Ulises un cuchillo en dos lugares que por culpa del sangrado podía morir. Ahora que lo digo en voz alta, puede que sí sea totalmente un inmortal.
-Los inmortales son como que sangran bastante pero no mueren.
-Exactamente eso -al final la gente va a tener mucha razón.
Veo que el celular lo tiene en la mano, no deja de mirarlo una y otra vez, me preocupa.
-Pablo, ¿pasa algo? ¿Esperas una llamada o algo? -le acerco mi mano derecha y acaricio la suya.
-Espero una llamada de mi hermano, me envió un mensaje ayer de que me llamaría a esta hora y no recibo nada. ¿Estará ocu...? -su tono de llamada lo interrumpe y corre fuera de la habitación para descolgar.
En este momento justo entran Elena y Tyler. Se sientan en las sillas de al lado y intentan entablar conversación conmigo.
-¿Qué tal, inmortal? -¿ahora me llamarán así?
-Estoy bien, no me digas eso, suena raro.
-Ah, claro. Pues los chicos del fútbol no van a parar de llamarte así por un buen tiempo. Se les ha quedado grabado en la cabeza.
-Que bien -digo con sarcasmo, no me gusta que esto pase, si se les queda en la mente yo me estaré mordiendo el labio de la rabia hasta que me quede sin piel y les grite para vaciar mi rabia-. ¿Habéis oído con quién hablaba Pablo?
-Yo solo he oído algo sobre que va a celebrarse algo en verano, que tiene que ir y demás -me aclara Elena, que se ha quedado callada durante un buen tiempo, me sorprende aún más-. ¿No se lo vas a preguntar?
-Es su privacidad, no debo meterme en cosas que no me incumben -cuanto más sigo con esta frase en mi mente, más me golpeo como quien piensa en cocinar en la barbacoa sin barbacoa.
Creedme, eso me ha pasado.
-Pues ya lo has hecho, y creo que Pablo te lo dirá todo en cuanto acabe de hablar con esa persona. ¿Con quién habla?
-Con su hermano -le contesto.
-¿Y está bueno? -dice con voz coqueta.
-¡Tú tienes a Roy! Y no lo conozco. Hablando de Roy, ¿qué tal está? -me preocupo por todo el mundo, eso ya lo sabíais creo yo.
-Está mucho mejor, en dos días le dan el alta y podrá venir a visitarte. Dice que quiere hablar contigo de algo.
-¿De qué?
-No lo sé, me parece raro. ¿De qué querrá hablar? Bueno, da igual mientras no hablen de cosas bastante malas.
-Dudo mucho que eso pase ahora.
-Ya, pero con toda la movida de tu pa... Ulises -se corrige, sabe que no quiero que le digan así, ya que lo odio-, y de que vengas al hospital cada dos por tres es bastante agobiante.
-Lo sé, soy yo el que lo ha vivido. Por suerte no ha ido a por ninguno de vosotros. Eso me alegra.
-Y a mí. A saber lo que habría pasado si me hubiera visitado en casa.
Ya me lo imagino. Duele pensar en ello.
-Lo malo ha recaído en ti -dice Tyler, ¿ahora todo el mundo es poeta o qué?-, has sufrido bastante y tu caso no es bastante regular en las personas, sino que es lo peor que puede pasarle a la humanidad.
-Ya... y saber que él es el que me dio la vida. Su semillita...
-Ya, ya, no quiero saber nada de eso -corre a pararme Tyler.
-Ya había terminado, pero bueno, allá tú. Por cierto, ¿por qué no te traes a Phillip para que lo vea? ¡Quiero conocerle bien!
-Cuando salgas de aquí quedaremos los cuatro para hablar.
-¿Los cuatro?
-Sí, Pablo, tú, yo y Phillip.
-¿Y por qué no una quedada de parejas? Todos tenemos pareja. Denis, Elena, tú, yo... ¿Qué os parece?
-¡A mí me parece genial! -exclama Elena, encatada con la gran idea que he dado-. Lo que no sabemos es cuando lo haremos, cada uno tendrá su momento para quedar y eso, va a ser difícil.
-Da igual cuando sea, lo importante es poder quedar.
La puerta se abre y entra mi querido Pablo, que parece un poco tocado al hablar tanto por el celular. Debió de ser las radiaciones que provocan los celulares. ¿Puede ser?
-Bueno, os dejamos solos -dice Elena, que se levanta junto con Tyler-, tendréis a lo mejor algo de qué hablar.
-¿Me has oído mientras hablaba, verdad? -pregunta Pablo un poco frío, me está preocupando un poco.
-Puede... ¡Hasta luego! -es lo último que dice antes de cerrar la puerta y dejarnos solos a Pablo y a mí en esta habitación tan espantosa.
Su mirada apunta al vacío cuando se sienta, como queriendo decir que algo no va bien en su vida. ¿Algo de familia?
-¿Te encuentras bien, amor? -le pregunto con mucha suavidad, no creo que esté para preguntas bruscas.
-Regular -buena respuesta, pienso con sarcasmo-, mi hermano me ha dicho que el funeral se celebrará en verano, dando tiempo así a los policías a analizar el cuerpo y poder atrapar al que la mató.
-Mmm... -eso ya es más que suficiente para hacerme callar y no hablar durante un tiempo para dejarle pensar, pero mi boca no acepta el silencio ahora mismo-. ¿Podría acompañarte al funeral? Quiero ver a tu madre, aunque no la hubiera conocido puedo presentarme ante ella, porque sé que está en alma.
Me mira con ojos llenos de lágrimas y se acerca a mí, cortando nuestra distancia y volviéndome a besar cariñosamente. Lo adoro, lo amo, no quiero que se aleje de mí.
-¡Claro que vas a acompañarme! Hasta el verano tenemos varios meses, así que los disfrutaremos y viviremos como locos. Cuando vayamos a mi pueblo, conocerás a mi familia entera, ya que van a estar ahí -acaba de hablar y me vuelve a besar, una lágrima cae en mi mejilla, no puedo reprimirme a mirarle a los ojos.
Cuando lo hago, puedo ver sus ojos maravillosos color miel llenas de lágrimas, me encanta que me demuestre con la mirada que me quiere. ¿Llegará tanto su pasión por mí que me dirá también que me ama? No lo he oído salir de su boca, creo, a no ser que se me haya olvidado. Debe ser la amnesia, aunque ya recuerde todo, puede que se me escape algo. ¡Es impredecible!
Vuelvo a besarle y cuando nos separamos, me mira y me dice unas palabras que me sonroja y ensanchan mi corazón amoroso.
-Te amo, Kyle. Nunca te separes de mí, porque yo soy tuyo, y si tú quieres puedes ser solo mío. La decisión está en ti, porque no sé si nuestro amor puede llegar a lo más alto o caer en picado y separarnos a los dos.
Esas palabras tienen un gran efecto en mí que mi mano derecha va a su mejilla y la otra mano izquierda, la que me duele mover, también se apoya en su linda cara.
-No te quiero por tu físico, te quiero por cómo eres. Has sido una de las personas más maravillosas que he conocido... no, no superas a mi madre, como ella no hay nadie mejor -suelta una risita tonta y prosigo-. Me has apoyado cuando estaba cabizbajo, me has levantado la mirada y me has hecho mirarte a los ojos, me empujaste hacia delante cuando tenía el corazón roto, me besaste y me demostraste que me querías, ahora soy tu novio, yo... soy tuyo por siempre.
Esas últimas cuatro palabras le han llegado al corazón, acerco mi cara a la suya otra vez, plantando un suave beso en sus labios que él corresponde. Se pone a llorar, me duele que se ponga así.
-¿Qué te pasa ahora? -pregunto mientras se apoya en mi hombro y le acaricio el cabello suave que tiene.
-No quiero perderte, no quiero que te vayas jamás, no quiero que te pase como mi madre... Una vida junto a ti, es lo único que quiero.
Ya no decimos nada, dejamos que nuestros besos sean nuestras palabras de amor que todo lo demuestran entre nosotros. Solo quiero una cosa... ¡Salir de aquí!
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