Capítulo 4.

- ¡No es nada justo que a ti te haya tocado con el yogurín y a mí con el empollón! —Gritó Susan en el recreo—.
- Pero mira el lado bueno, algo aprenderás de él y seguro que así tus notas mejoran. —Le contestó Luisa—.
- Sí, aprenderé cómo ser una aburrida... ¡Amiga si te abandono al volverme aburrida, por favor llévame a un buen centro comercial y volveré a ser la que era!
Ambas rieron.
- Pues no te creas que Adam es simpático. Se ha comportado como un auténtico imbécil, aunque hay algo dentro de él que no me cuadra. Es decir, primero me guiña un ojo, después dice que no quiere saber nada de mí, y que no me meta en su vida...
- Querrá tener un aura de misterio. Yo que sé tía, a los tíos así les mola ir de solitario, y parecer el tipo duro, como Edward Cullen en "Crepúsculo". Eso sí que es un buen tío...
- Sí, seguro que es igual que Edward Cullen... Deja de fantasear y vamos a la cantina que me muero de hambre. —Propuso Luisa—.
Allí en la cantina, las dos se compraron un bocadillo y se sentaron en su mesa de siempre. Al momento, entró Adam y todas las chicas se quedaron mirando como siempre. Nancy, la jefa de animadoras, se acercó a él para hablarle.
- Oh no tía... Tía mira, Nancy le está hablando a Adam. ¿En serio? ¿No se da cuenta que siendo de plástico nadie se va a fijar en ella? ¿Qué es lo último que se ha retocado? ¿El cerebro? ¡Ah no que no tiene! —Le dijo Susan a Luisa—.
- Uf, no soporto ver a Nancy. Siempre ha intentado hacerme la vida imposible, pero éste es mi último año y no lo voy a consentir. Si quiere hablar con Adam que hable con él, total, son los dos igual de estúpidos...
Pero en el fondo de su alma, a Luisa no le hacía tanta gracia que Nancy se acercara a Adam....

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