Un baile de flores de cerezos
A la mañana siguiente Natsume sintió como los primeros rayos del sol entraban por la ventana de su habitación. Era raro pues aún quedaba mucho para la llegada de la primavera.
No le dio mucha importancia, se levantó y justo recordó lo sucedido ayer con ese extraño chico.
—Quiero saber quién eres en verdad Milán, porque siento que solamente estás aparentando ser otra persona— esos pensamientos lo tuvieron muy inquieto anoche
Un golpe en la puerta de su habitación lo sacó de ese pequeño trance
—Adelante— dio la orden de que podían pasar
—Buenos días hijo mío y que tengas un feliz cumpleaños— era su padre
—Gracias padre— una media sonrisa se formó en sus labios —a qué debo está visita tan especial? Se que es mi cumpleaños, pero rara vez vienes tan temprano y en persona a saludarme— sabía bien que algo se traía entre manos
—Porque este día es especial, hoy daremos un baile en honor a tu cumpleaños— eso era solo parte de la noticia, lo demás se lo reservaría para más tarde a su hijo
—Un baile? Padre sabes bien que no me gustan esa clase de eventos... — de igual forma no podía hacer nada contra los deseos de él
Tras aquella noticia decidió salir de su habitación para caminar por los jardines, necesitaba aclarar un poco la mente. En medio de su paseo se encontró con un gran árbol de cerezos el aroma que desprendían le recordó inmediatamente a ese chico de ojos color avellana.
Era el mismo aroma sin duda.
—Natsume! — Ruka apareció corriendo en dirección a él —feliz cumpleaños querido amigo— le dio un abrazo acompañado de una sonrisa
—Gracias Ruka— agradeció el gesto con una leve sonrisa —supongo que mi padre te contó sobre ese tonto baile—
—Si me lo ha dicho está mañana, supuse que estarías escondido por aquí— una suave risa salió del ojiazul
—No es eso estaba dando una pequeña caminata para estirar el cuerpo— oculto el hecho que seguía pensando en lo ocurrido ayer
—Vamos entonces, tenemos que prepararnos para esta noche— agarró a su amigo por los hombros y lo arrastró de regreso al castillo
El oji carmesí se resignó a que este día sería como su padre quisiera, esperaba al menos que su hermana y madre pudieran asistir.
Estuvieron prácticamente toda la mañana metidos dentro del castillo. La ropa que usaría esa noche ya fue elegida.
Mientras tanto Mikan seguía pensando en lo sucedido el día anterior, un golpe en su puerta la sacó de sus pensamientos.
—Mikan como te encuentras? — era Rei, lo más seguro es que estuviera preocupado por si tenía alguna herida grave
—Estoy bien Rei, gracias por salvarme ayer— como siempre le dedico esa dulce sonrisa — ¿Hay algo que quieras decirme? —
—Si, llego una carta del castillo— se la enseño y seguía sellada dando por hecho que nadie más la había visto —hoy día celebraran el cumpleaños del príncipe y vamos a asistir— todo aquello formaba parte de su plan para recuperar lo que a la chica le pertenecía
—De verdad? — sus ojos brillaron de ilusión, pero recordó que en presencia de extraños no podía lucir con su apariencia femenina
—No te sientas triste, podrás ir por esta vez sin ocultar tu apariencia— se acercó para acariciar suavemente el cabello de la chica —Hotaru te acompañara, es momento que se arreglen— salió de la habitación y justo en ese momento la oji violeta entraba para ayudar a Mikan a arreglarse
—Hotaru escuchaste lo que dijo Rei, iremos a un baile por primera vez podré ocupar un vestido fuera de casa— al llegar su amiga frente a ella le tomó las manos muy contenta
—Lo sé Mikan, ahora ven tenemos que arreglarte— dio un suave apretón en las manos de su amiga para luego dirigirse al baño con ella —preparare el baño y después elegiremos los vestido—
Cuando ambas chicas estaban aseadas comenzaron a buscar vestidos, para Mikan sería uno rosado y para ella uno morado.
—Te ves hermosa Mikan— elogió su mejor amiga —de verdad pareces toda una princesa— agarro un cepillo para peinar a su amiga, dejaría su cabello suelto de manera natural
—También luces muy linda Hotaru, ambas parecemos princesas— con una suave risa se miraba en el espejo y veía el reflejo de su amiga
En ese momento entró Yoichi junto con Narumi ambos quedaron asombrados por cómo lucían las chicas, fue el menor de ellos quién se acercó corriendo hacía Mikan.
—Mikan-nee luce hermosa! — la abrazo desde la cintura arrodillado —no puedo dejar que vayas sola a ese baile— hizo un leve puchero
—Yoichi sabes que los niños no tienen permitido asistir a los bailes— sabía bien que este chico siempre tenía un as bajo la manga
—Dudas de las habilidades de magia de Rei— una pequeña sonrisa se formó en sus labios y apartándose de Mikan sacó un pequeño dulce para comerlo revelando su verdadera apariencia, la de un adolescente —ahora si puedo ir con ustedes—
—Yo-chan eso es trampa— revolvió los cabellos del chico —está bien puedes venir, pero tienes que quedarte cerca de nosotras para que no vuelva pasarte algo—
—Bien Yoichi-kun tienes que ir cambiarte para poder asistir— Narumi lo mandó a su habitación a arreglarse —a veces las habilidades de Rei me dejan bastante sorprendido— con una pequeña gotita en su frente reía levemente
—Rei siempre ha sido habilidoso, no por nada es uno de los mejores hechiceros de todo el reino— admitió Mikan pues gracias a su ayuda había aprendido a defenderse
Ambas chicas salieron de la habitación esperando a Yoichi, cuando este salió su traje las dejó maravilladas de lo guapo que se veía.
—Yo-chan! te ves muy lindo— Mikan lo miraba de pies a cabeza, parecía un apuesto caballero
—Así podré mantener lejos a todos de Mikan-nee— se acercó a ellas y tomo la mano de Mikan dándole un suave beso —nos vamos Miladi? —
—Alguien estuvo practicando para los bailes— murmuró suavemente Hotaru —entonces nos vamos, con permiso caballeros— dio una leve reverencia a los demás y salió junto con Mikan acompañadas de Yoichi, Narumi y Shiki
—Recuerden tener cuidado, Narumi y Shiki estarán pendientes de la seguridad— Rei miro a Mikan —toma— le colocó en su cuello un collar con una piedra naranja —ahora luces perfecta pequeña— acaricio suavemente su cabello —disfruta esta noche— beso suavemente la frente de la chica
Después de aquello subieron al carruaje que tenían preparado y subieron mientras Narumi era quien iba dirigiendo al caballo.
Mientras tanto en el castillo Natsume y Ruka terminaban de arreglarse ambos luciendo trajes muy similares. El del cabello azabache era rojo y su amigo llevaba uno azul.
Ruka no se sorprendía que Natsume no ocupará una capa como tal, nunca le había gustado vestirse tan formal. En ese momento llegó uno de los guardias reales
—Príncipe Natsume es momento— era Tsubasa —por cierto, muchas felicidades por tu cumpleaños— le dedico una sonrisa
—No es necesario que me lo recuerdes Sombra— con un suspiro siguió al chico en dirección al salón, esperaba que esto terminara pronto, su madre y hermana no podrían asistir
—Natsume no desanimes, ya podrás ir a verlas pronto y verás que te tendrán alguna sorpresa! — su amigo siempre lo animaba en momentos donde se sentía muy solo al igual que sus guardias Tsubasa y Tono
Ya en el salón su padre se dedicó a decir unas palabras antes que el baile empezará, después de eso comenzaría la verdadera pesadilla y eso era todas esas mujeres que corrían babeando por él.
Mikan y sus amigos ya estaban llegando al palacio para la fiesta, la oji avellana era la más feliz de todos era primera vez que podría ser ella misma en un baile. Yoichi bajó primero para ofrecer su mano ayudando a bajar a la peli castaña mientras que Shiki fue quien ayudó a Hotaru.
—Ustedes tres diviertanse y nos veremos a las 12:00 pm aquí mismo— les indico Shiki quien acto seguido entró con Narumi al salón de fiestas del palacio.
—Vamos Mikan, Yoichi— les dijo la oji violeta y los mencionados la siguieron
En el instante que estuvieron dentro Hotaru divisó la mesa con el banquete y en menos de lo que canta un gallo había desaparecido, solo quedaron ellos dos.
—Miladi me permite esta pieza de baile? — Yoichi con una reverencia invito a Mikan a bailar
—Sería un gusto Milord— la chica respondió igualmente con una reverencia y tomó la mano del chico para caminar hasta donde estaban todos bailando
Comenzaron a bailar un suave vals, pese a nunca haber podido asistir a un baile, practican desde niños con ayuda de Narumi. La confianza y seguridad que sentían el uno con el otro era única.
—Te ves muy feliz hoy día— le dedico una pequeña sonrisa —o es porque estás bailando conmigo como cuando éramos niños? —
—Es primera vez que podemos asistir a un baile y poner en práctica lo que nos enseñó Narumi más si es contigo mi pequeño Yo-chan— la chica correspondió a su sonrisa
Seguían bailando inmersos en su propio mundo, mientras tanto Natsume intentaba huir de todas esas mujeres que tanto lo fastidiaban cuando a lo lejos su mirada captó a una chica que lucía un vestido rosado igual que los cerezos, estaba bailando con un chico que le parecía muy familiar solo que no sabía de dónde.
—Ne! Natsume qué haces ahí con cara de embobado---- era Ruka quien lo sacó de su ensoñación dirigiendo su mirada al mismo punto
—Nada, solo estaba huyendo de esas fastidiosas— intentaba ocultar el pequeño sonrojo que le provocó ver a esa joven tan linda
—Estabas mirando fijamente a una chica no mientas— conocía bien a su amigo y no podía mentirle —porque no vas y le pides que baile contigo—
—Para que mi padre me vea y diga al tiro que me casaré no gracias— aun así se moría de ganas ir hasta ella y bailar
Cuando la música terminó Mikan y Yoichi dejaron de bailar dándose una reverencia al finalizar. Decidieron buscar a Hotaru, quizás estaba aún comiendo lo que más amaba en el mundo era la comida.
De un momento a otro la oji avellana desvío su mirada hacia un árbol de cerezo, excusándose con Yoichi que deseaba salir un minuto a fuera para poder descansar se fue en dirección al jardín del palacio. Ya frente al árbol quedó maravillada, desde que era niña el aroma de las flores de cerezo ha sido su favorito. Se llevó una mano a su pecho mientras entonaba una suave melodía y comenzaba un baile lento para sí misma.
Natsume que había visto como la chica se había separado de su acompañante para dirigirse al jardín decidió seguirla para permanecer lejos de ese grupo de fastidiosas y también de la mirada atenta de su padre.
En el momento que estuvo frente a la chica su respiración se cortó, estaba cantando mientras bailaba y de fondo caían pétalos de cerezo en ese momento era como ver un ángel que descendió entre una lluvia de pétalos. Con cautela se acercó a la chica pues no quería asustarla y provocar que ella se fuera sin siquiera saber su nombre.
Justo en ese momento Mikan terminó de cantar y bailar por lo que pudo notar la presencia del oji carmesí.
Ambos se miraban olvidando la existencia de los demás, cómo si el tiempo se detuviera y fueran únicamente ellos dos. La chica sabía bien quién era él, pues habían tropezado el día anterior.
—¿Cuál es tu nombre? — pregunto Natsume suavemente
—M-Mikan— un pequeño sonrojo se hizo visible en sus mejillas —disculpame si no podía estar aquí, es solo que me gustan muchos los árboles de cerezos—
—Mikan... — murmuró el nombre de la chica, era hermoso como ella —¿te gustan los cerezos? —
—S-Si me gustan mucho— jugaba con sus manos en la falda de su vestido —no te he preguntado tu nombre— aunque obviamente lo sabía, pero para no levantar sospechas debía preguntarle igual
—Natsume— se acercó un poco más mientras extendía su mano haciendo una reverencia —¿me concedes este baile? —
—Será un placer bailar contigo— Mikan respondió a su reverencia al mismo tiempo que tomaba su mano
Justo cuando sus manos se tocaron sintieron aquella sensación familiar igual que la del día anterior. Comenzaron a bailar a su propio ritmo sin música y rodeados de pétalos de cerezo, los movimientos de ambos eran suaves al bailar.
Permanecían inmersos en su propio mundo y antes que alguno pudiera pronunciar alguna palabra se escucharon unos gritos de un grupo de mujeres, seguramente las que buscaban desesperadamente a Natsume.
—Ven— sin previo aviso tomo la mano de la chica y se ocultaron más adentro del jardín en una especie de laberinto
"Príncipe Natsume!"
Eran los gritos principales de aquellas fastidiosas
— ¿E-Eres el príncipe? — la oji avellana estaba sorprendida de que aquel chico la hubiera invitado a bailar a ella, una simple chica del pueblo
—Si yo soy el príncipe— la miró fijamente —no me gusta ir anunciando por ahí, es molesto la verdad— no quería pensar que era como las demás mujeres que lo rodeaban
—Muchas felicidades por tu cumpleaños— soltó la mano de Natsume y le dio una pequeña reverencia acompañada de la sonrisa más dulce que él había visto en su vida
—No eres como las demás Mikan, no me tratas diferente por ser príncipe— una pequeña sonrisa se reflejó en sus labios —muchas gracias por asistir hoy día— tomó nuevamente la mano de la chica dándole un suave beso
—N-No tengo ningún regalo que darte, pero agradezco la invitación a tu cumpleaños— el calor subió a sus mejillas y sin avisar beso suavemente la mejilla de Natsume como señal de regalo
Esto provocó que el azabache se sonrojara igual que ella. ¿Qué no tenía ningún regalo? Este momento había sido el mejor de todos.
Antes que pudiera volver a hablar una voz conocida para la chica se hizo presente.
—Mikan-chan es hora de irnos— ese era Narumi —Shiki nos está esperando—
—Tengo que irme— se despidió con una sonrisa acompañada de una reverencia para alejarse en dirección donde la llamaban, pero antes el azabache sujeto con delicadeza su mano
—Espera... Quiero verte de nuevo— la miraba fijamente — ¿Dónde podemos vernos Mikan? —
—Y-Yo estaré todos los días en el pequeño lago a las afueras del pueblo— se soltó del agarre del chico para por fin dirigirse donde la llamaban
Y así sin más Mikan se fue dejando a un Natsume aún más embobado de lo que estaba.
El chico tenía la sensación que ya la conocía de algún lado y fue en ese momento que el nombre de Milán se hizo presente, pero no podrían ser la misma persona cierto?
Fue esa la pregunta que se quedó pegada en su cabeza. Una pequeña flor de cerezo cayó encima de su rostro y con una sola decisión en mente; cuando viera a la chica de nuevo le preguntaría sobre su vida quería descubrir si Milán y Mikan eran la misma persona.
La oji avellana de regreso a casa miraba fijamente a la luna, encontrarse nuevamente a Natsume no podía creerlo y más aún sabiendo que era el príncipe. No le molestaba en absoluto, su cariño por él era genuino y sin ningún interés de poder o algo así.
Deseaba que mañana llegará lo más pronto posible para verlo. Su corazón palpitaba de solo pensar en él.
Ambos sentían la misma emoción, era una conexión que sintieron desde el primer momento. Cómo si estuvieran destinados a estar juntos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top