Capítulo 23 - Amándonos
DÍAS DESPUÉS
La mujer se levanta y va a sentarse, el desayuno está listo.
Mónica: Gracias hija, me alegra tenerte aquí.
Luis: A mí también, me alegra verte aquí, ojalá que en el futuro lo hagas más seguido.
Tn: ¿Eh? Voy a quedarme.
Mónica: Hija, me alegra verte de nuevo, que estés aquí... En fin, debes volver. Tú decidiste irte a otro lugar, hacer de esa ciudad tu lugar y tu padre y yo estuvimos de acuerdo. Por el tema de lo que me pasó, que no sea impedimento para que no regreses.
Tn: Sabía que dirías eso. No importa, estoy bien aquí.
Luis: Hija. -llamandole la atención-
Tn: Papá, estoy feliz de estar aquí.
Luis: ¿Es realmente tu lugar aquí?
Tn: Eso suena a que me estás echando.
Mónica: Ambos sabemos que no es así. Bien, si te quieres quedar, quédate.
Tn: ¡Yey!
Aquella joven se había quedado ahí, en aquella casa, la casa de sus padres por al menos 4 meses. Estuvo comunicándose con Ace, contando con que él empezó a leer aquel libro e iba contándole a Tn. Cada que podía leía el libro y le contaba o bien hacían videollamada.
Ella empezó a anotar las partes importantes en las que él leía.
Llegó la hora de volver así que fue despidiéndose de ellos. Liz se había ido al extranjero y no volvería sino hasta 8 meses después.
Tn: ¡Hogar, dulce hogar! -entra ya y va acomodándose. Ya listo y tras haber dado una gran limpiada a aquella casa es que finalmente se alista para irse a bañar. Sale ya lista y se echa en su cama quedándose profundamente dormida de inmediato-
Al día siguiente por la tarde es que Ace llega a su casa y ella lo abraza pues está feliz de haberlo visto. Ambos de acomodan en la sala.
Ace: Que bueno tenerte de vuelta. Por un momento creí que jamás vendrías.
Tn: Tonterías, mis padres ya me estaban echando jajaja.
Ace: Ahora tu hogar es aquí.
Tn: Cierto. Ace, anoté algunas cosas del libro que fuiste leyendo para ambos, sobre todo para mí.
Ace: Dilo.
Ella abre el cuaderno y se pone a leer, había incluido números de páginas.
Los chicos se llaman Amelia y Alíd, él era campesino pero ella venía de un reino, uno de mucho dinero. Un día de tormenta ambos se conocieron pues quedaron atrapados, ella iba de visita a un lugar y él a hacer entrega de un pedido. Él fue muy amable con ella ayudándola y ella agradeciendo.
Se habían caído muy bien que fueron frecuentando se, Amelia quería saber más de él y del trabajo que hacía pues sentía una gran curiosidad y él gustoso de explicarle, también de que estaba sorprendido de que ella tuviera mucho interés, también de que quiso intentar pero él no quiso ya que no quería que ella se ensuciara las manos ya que venía de la realeza.
Amelia: Tonterías, puedo ser de la realeza pero eso no quita que pueda trabajar aquí, déjame intentar y no seas quisquilloso.
Alíd: Entonces, esto va bajo su responsabilidad.
Amelia: Por supuesto.
El trabajo que él hace, ella empezó a hacerlo pero obviamente lo hacía muy torpe ya que eso es algo nuevo para ella y él reía. Ella molesta siguió intentando hasta que lo hizo bien y él la felicitó.
Amelia: ¿Ya ves que sí puedo? -dijo muy segura de sí-
Alíd: Claro, felicidades.
Amelia: Gracias. -sonríe- Me gustaría venir aquí un par de veces.
Alíd: No sé... El echo de que lo haya hecho una vez no quiere decir que lo haga siempre, ¿que hay de su familia?
Amelia: Ag, esos amargados, no me interesan, aquí es mejor que allá. Por favor, Alíd.
Alíd: Bueno, está bien.
Y así, es que ella iba cada vez que podía. El cual, ambos fueron llevándose muy bien hasta que poco a poco fueron sintiendo algo por el otro hasta que llegó el primer beso de ambos, ella fue la iniciativa. Después del beso y con el tiempo, fueron llegando a algo más que un beso, se entregaron al otro y quedaría como un secreto pero la madre de ella se entera que su hija se ve con alguien y al enterarse completamente es que la castiga pero Amelia busca la forma de salir a escondidas y verse con él.
Sus salidas a escondidas resultan muy bien hasta que se entera que fue comprometida con alguien del mismo nivel de ella, dicho por sus padres. En cambio, a ella eso no le interesa, ella quiere alejarse de todo y vivir con el hombre que ama.
Aquel hombre, Alíd. Tiene un mejor amigo llamado Leonardo, pero le dicen Leo. Alíd le cuenta todo lo sucedido entre Amelia y él. Resulta que, Leo es quien escribió aquel libro relatando la historia o bien, de lo que vivió Alíd con Amelia.
La joven muchacha, Amelia, se negaba rotundamente a aquel matrimonio arreglado y haría cualquier cosa por no casarse con él, con ese hombre llamado Hanryo.
Pero, Hanryo tenía poder y mucho dinero, era alguien 10 años mayor que ella pero a su familia no le importaba, sino más bien la posición en la que él se encontraba y así seguir manteniendo su posición la familia de Amelia cuyo apellido es Kwon.
Aquel hombre llamado Hanryo se entera que su prometida lleva viéndose a escondidas con un campesino así que le hace una visita amenazante diciendo que se aleje de Amelia o cuando estén casados la hará sufrir demasiado para luego irse de allí sonriente pues Alíd estaba enojado.
Alíd logra entrar al palacio varias veces para ver a su amada, incluso pasa la noche allí varias veces, ambos muestran su gran amor cada noche.
Un día, la madre de Amelia estuvo a punto de descubrirlos. Lo que sí, es que se llegó a enterar una noche que aquel campesino había entrado a la habitación de su hija y eso hizo que se enojara demasiado a tal punto de abofetear a su hija.
Madre: Te dije que te quería lejos de aquel miserable tipo pero tú no entiendes, quieres dejarnos mal parados, ¿que dirá tu prometido? -enojada empuja a su hija a la cama para luego levantarla y seguir abofeteandola- Mocosa estúpida.
Amelia: ¡Basta! Sabes que no me quiero casar con Hanryo, no lo amo, no lo conozco. En cambio, a Alíd sí, es a él a quien amo. No puedes quitarme eso, madre.
Madre: ¡Mocosa insolente! -la abofetea una vez más para salir de allí-
Amelia: Yo te amo Alíd, te amo. -dijo triste para luego ponerse a llorar y ponerle seguro a la puerta de su cuarto-
Los días pasaron y finalmente conoce a su prometido, ella no quiere casarse con él y no sabe cómo hacer para cancelar aquel matrimonio.
Un día, estando ambos solos es que él se ríe de la relación que Amelia lleva con aquel campesino humilde.
Hanryo: Mocosa tonta, ¿acaso él va darte a lo que estás acostumbrada? Tonterías, es un mísero plebeyo que no tiene donde caerse muerto.
Amelia: Muerto tú, él sí sabe lo que es avanzar, en cambio tú no. Tus padres te dejaron todo pero qué haces, estafas a la gente, subiste de nivel de manera sucia.
Hanryo: ¿Y eso qué? Ahora tengo dinero y puedo complacerte en todo lo que me pidas jajaja.
Amelia: No, no me casaré contigo, ya lo verás. -se va enojada de ese comedor-
Hanryo: Jajaja estúpida, eres una belleza y si no estás conmigo, no estarás con ese tipo. -dijo fríamente-
Las cosas se habían complicado y estaban buscando a Alíd en el palacio pues querían capturarlo y encerrarlo para siempre. A pesar de que Amelia había aceptado casarse con Hanryo para que dejaran en paz a su novio, él no estaba contento con ello y fue a la habitación de su novia a decirle que desista que huyan pero ella se negaba diciendo que lo hacía por ambos y que por favor se vaya, que huya de aquella ciudad, que busque a alguien y que sea feliz pero él se aferra a ella.
Amelia: Sabes que no puedo hacer nada, por favor vete. Conoce a alguien y sé feliz, te lo mereces. Estoy feliz de haberte conocido, de haberme enamorado, de ver las cosas de otra manera y es gracias a ti. Prometo que en otra vida estaremos juntos y no habrá quien nos separe.
Alíd: Amelia... -dijo triste- No estaré con nadie que no sea contigo, te amo y lo haré, no importa el tiempo, siempre te amaré. Eres lo mejor que me ha pasado, te amo demasiado. -se besan-
Amelia: También te amo, te amo, te amo. Sé feliz, huye. -él asiente triste y se va-
Se escapa por la ventana, sabe como hacerlo pues no es la primera vez que lo hace, aunque pocas veces. Ya afuera es que oye un disparo, voltea sorprendido queriendo ir, da unos pasos pero luego recuerda lo que su amada le dijo, que huyera así que con todo el dolor que tiene su corazón se va de ahí. Llega a su humilde casa y alista lo necesario para dejar el lugar no sin antes ir a casa de su amigo y decirle que se va a dos ciudades lejos que luego le contará lo sucedido.
Ambos se envían cartas, incluso en el entierro de Amelia es que él, Alíd va pero disfrazado y ve a ese hombre, al prometido de Amelia en el funeral de ella con una sonrisa y eso se le hizo extraño, había mucha gente despidiéndose de ella. En aquel funeral, se había realizado en 3 días. En esos días Alíd no se alejó mucho de la ciudad todavía.
Él se sentía muy triste de que su amada haya muerto, le dolió pensando en que ella se había quitado la vida para no casarse y protegerlo.
Alíd: (Haré que tu muerte no sea en vano, viviré mi vida pero no me casaré. Viviré solo, juro mi amor por ti que te buscaré en la otra vida)
Tras haber enterrado a la joven mujer, algunos van dispersandose y ve a aquel hombre acercarse a la madre muy triste pero en cuanto ella se va este sonríe y se aleja de allí. A Alíd se le hizo raro pensando en que con la muerte de Amelia, ambos no estarán juntos.
Alíd: (Ese mal nacido riéndose de que no esté con Amelia, feliz de que ella se haya quitado la vida. Cómo alguien como él puede tomar la vida a la ligera, ya la vida se encargará de él)
Se había ido lejos. 6 meses después es que su amigo Leo va a visitarlo y es que le cuenta todo lo sucedido los últimos momentos, también de lo que sucedió en el funeral.
Leo le había pedido a Alíd de si puede escribir la historia de ambos conservando sus nombres pero que no será público, a Alíd le pareció una buena idea así que aceptó.
Él murió de tristeza, intentando mantenerse firme y seguir viviendo más que nada por ella pero solo fue un par de años, no mucho.
Mantiene su promesa en que se verán algún día en otro tiempo con otra vida y que finalmente estarán juntos para siempre.
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