Epílogo
Dos meses después, Isla Troyanos.
Sentadas en la arena Jaquie y Ally contemplaban jugar a las niñas, las actividades de cada una las habían hecho reír pues demostraban lo que probablemente serían de grandes. La pequeña de Allison desenterraba con mucha paciencia y curiosidad algo oculto en la arena. Maddie estaba decidida a torear las olas, su paciente padre se lo impedía, pero la pequeña caminaba con entusiasmo una y otra vez hacia el mar.
- Creo que los genes maternos se han impuesto. -Dijo Jaquie riendo.
- Pobrecitos de los padres, aparte de lidiar con las madres, las hijas han salido igualitas.
- Hablando de las nenas... ¿Cuándo pensabas decírmelo? – Le preguntó Jaquie.
- ¿De que hablas?
- Sólo diré tres palabras: camarones con mermelada – Vio abrirse de par en par los ojos de Allison y sonrió satisfecha. – No es un platillo normal, bueno, al menos lo es más que aquella mezcla horrible de crema de cacahuate con yogurt, me dan escalofríos solo de recordarlo.
- Yo...
- Tú... estás embarazada... Y sabe Dios porque te dan los antojos más raros del planeta. El caso es, ¿Por qué no me lo habías dicho?
- Lo siento, no quería...
- ¿Entristecerme? – la abrazó con fuerza. – Una nueva vida, un nuevo sobrino ¿cómo podría algo así ponerme triste? Soy una mujer plena, satisfecha, completa... ¡Feliz! Amo a Stefano, él me ama a mí... soy...
- Ya, ya entendí. Tengo tres meses, cuando Máximo se enteró fue el hombre más feliz del mundo, para luego ponerse algo loco al recordar que pateé y golpeé a ese... hombre, tenía unas pocas semanas por eso me desmayé cuando acabó todo, el caso es que me llevó al hospital a pesar de que estaba perfectamente bien. Y no me deja hacer casi nada, es un incordio total. – Jaquie la abrazó de nuevo, riendo feliz por ella.
- Jamás dudes en decirme cuando esperes bebes y como tú eres la que los tendrá por las dos, te esperan muchos más embarazos.
- ¿Qué? De eso nada. Dos y ya, aunque el proceso de fabricación es divertido, eso no lo niego. – las risas de las dos llamaron la atención de ellos.
- ¿Qué pasa? – Dijo Stefano acercándose a ella y sentándose a su lado sujetando a Maddie.
- Tendremos un sobrino. – Le anunció contenta.
- Enhorabuena. Máximo me lo acaba de decir también. – Jaquie sintió paz al verlo tranquilo y realmente feliz por la noticia.
- En realidad son dos. –Anunció Allison.
- ¿Qué? – Dijeron al mismo tiempo Jaquie y Stefano.
- Este bebé y el otro bebé es mi libro, por fin terminado.
- Pobre de Máximo, vaya manera de dar las noticias. – Dicho eso Stefano se levantó corriendo detrás de Maddie quien le llevaba ventaja en su carrera hacia el mar, provocando las risas de ellas de nuevo.
- Entonces hagamos el lanzamiento juntas ¿Qué opinas? Mi libro ya está terminado también por fin. – Propuso Jaquie. - ¿Qué sabes de Gaby? – Preguntó de pronto. – Ahora que hablamos de libros, recuerdo que ella estaba por publicar algo, eso antes de su reencuentro con León, claro.
- Sé lo mismo que tú, después de la llamada que nos hizo hace dos meses al hospital, lo único que he sabido es lo que publican las revistas.
- ¿Qué su matrimonio va viento en popa? Pura basura, quiero que me lo diga ella... Y claro, no puede por que él no le deja tener demasiado contacto con nosotras. Creo que tenemos que ir a ese país. – Sugirió Jaquie.
- ¿A Durban? Eso es... una magnifica idea.
- ¿Qué van a donde? – Escucharon la preocupada voz de Máximo.
- No digas una palabra... - Le susurró Allison.
- De compras. – Dijo Jaquie de inmediato.
- Sí... claro. Allison tú y mis bebes no van a ninguna parte, sabes bien que... - Empezó Max.
- De compras querido, solo iremos de compras.
- ¿Por qué no te creo nada?- Gruñó Max.
Seis meses después...
- Es hermoso ¿no crees? – Jaquie sostenía al pequeño Fabricio que tenía horas de nacido. – Se parece a Allyson.
- Yo creo que se parece a Max. – Dijo Stefano.
- Tiene de los dos. – Jaquie miraba embelesada al pequeño, que parecía un angelito. – Es tan precioso... - Al no escuchar a Stefano levantó la mirada y lo encontró observándola. - ¿Qué pasa?
- ¿Estás bien? – Preguntó al fin con preocupación.
- ¿Por qué no habría de estarlo? – Le preguntó confundida y enseguida recordó. – Soy feliz amor. – Le aseguró.
- Sí, pero no podría soportar que no lo seas o sufras en silencio y no me digas, podemos adoptar si quieres. Lo sabes ¿verdad?
- ¿Eso es lo que quieres?
- Yo quiero lo que tú quieras. – Le dijo él con total convicción y el corazón de ella se inflamó de amor. El vivir a su lado sabiéndose amada era más de lo que jamás imaginó. Era inmensamente feliz con Stefano y Maddie.
- Mientras no me sugieras alquilar un vientre. – Rió ante la idea. No era precisamente de su agrado ese método. Por ese medio había nacido Maddie y estaría eternamente agradecida a Sibia por ello, pero si se trataba de tener otro bebé ella prefería experimentarlo todo, como no se podía tampoco se afligía, pero ella optaba por seguir como estaban los tres únicamente. – Si Dios nos da un bebé será por el método normal. Estamos perfectamente bien los tres ¿no crees? ¿Quieres tú más bebes?
- Te lo he dicho siempre, eres más de lo que soñé. Tú y Maddie son mi vida entera. – Dicho eso la besó con pasión. – Vámonos ya. – Le sugirió.
- No seas impaciente... tenemos toda la noche por delante. Quiero estar con el bebé un poco más.
- Sí, pero los padres quieren estar con él también. Vámonos... yo te necesito más que el bebé. – Eso provocó las risas de Jaquie.
- No tienes remedio.
- Más bien, nunca tengo suficiente de ti...
- ¿Qué es eso...? – Dijo ella de pronto antes de que él la besara de nuevo.
- ¿Qué?
- Huele a... vainilla, flores... no se bien aún... ¿jazmín?
- Aquí huele a hospital. – le dijo Stefano.
- ¿Gaby? – Jaquie caminó aun con el bebé en brazos por el pasillo. Enseguida apareció Gabriela seguida de un hombre enorme que ella ya reconocía como uno de los guardaespaldas de su amiga. - ¡Oh por Dios! ¡Si eres tú! Sabía que eras tú. – Después de abrazarse y de darle el bebé ella le preguntó.
- ¿Cómo sabías que era yo?
- Te olfateó. Buenos días su alteza. - Saludó Stefano.
- ¿Podrías dejar de bromear con eso de los títulos? Ya sé que te divierte, pero me siento tan rara que tú, el esposo de Jaquie y amigo mío también me salude así.
- No es broma, el saludo debe ser así. – Dijo él ocultando su diversión. – León me mataría si sabe que te falté el respeto.
- Oh, basta ya. Es la cosita más linda del planeta. – Dijo Gabriela refiriéndose al bebé que tenía en los brazos.
- ¿Verdad que si? – Dijo Jaquie, quien al sentir algo se giró hacia el guardaespaldas de Gabriela... - ¿Desde cuando usas perfume femenino? – Lo vio ponerse rojo. – No, no lo estás usando. Alguien se te acercó tanto que te dejó impregnado su aroma, ¿alguna novia? – El aludido se puso más rojo y murmurando algo, hizo una reverencia y se alejó a prudente distancia de ellos.
- Yo no olí nada. – Dijo Gaby sorprendida. - ¿Desde cuando sientes tan intensamente los aromas?
- Cosa de unos días, no tengo la menor idea de por qué. Ahora huele a claveles. – A los dos minutos entraron sendos arreglos florales de claveles a la habitación de Allison quien seguía durmiendo, y tenía a su lado a su inseparable esposo.
- Empiezo a preocuparme. – Dijo Stefano. – O tienes un excelente olfato o eres una adivina.
Mientras Gabriela estaba con Ally, ella y Stefano llevaron a Máximo a comer algo a la cafetería de la clínica, la comida era gourmet prácticamente, debido a lo exclusivo del lugar, pero aun así costó sacar a Max del lado de Ally. El mesero les llevó los menús, todo se veía delicioso, pero a ella no se le antojaba nada de lo que había.
- ¿Has decidido? – Le preguntó Stefano.
- Le pusiste mucho suavizante a tu ropa. – Le dijo al mesero. – Lo siento, el aroma me está dando dolor de cabeza.
- ¿Segura que estás bien? – Preguntó Stefano.
- Yo no siento el olor a suavizante. – Dijo Max con curiosidad. - ¿Cómo es que ella...?
- No sé, no preguntes. – Respondió su primo.
- Jugo de tomate, con mucho hielo, limón, sal y pimienta. – Pidió ella poniéndose una servilleta en la nariz el olor a suavizante la tenía casi mareada, el mesero se apresuró a traer lo que habían pedido.
- ¿Jugo de tomate, con mucho hielo? – Stefano la miró más preocupado.
- ¿limón, sal y pimienta? – Max también la miraba extrañado. – Juraría que...
- ¿Qué? – Dijo ella respirando aliviada en cuanto el aroma se fue.
- Nada.
- Habla... - Pidió Stefano que casi llamaba un médico a juzgar por su mirada.
- Nada. Solo me recordó los extraños antojos de Allyson.
- Y como este no es el caso, tranquilos. Tan grandotes y tan fácil los puede una asustar.
- Es que ustedes no son normales. – Refunfuñó Máximo.
- Amén. – Confirmó Stefano.
- Que graciositos. – Jaquie les sacó la lengua y enseguida empezó a ver todo fuera de foco. – Chicos... ¿Está temblando...? Si deduzco bien juzgando en base a sus miradas de preocupación y sobre todo la tuya amor, no está temblando ¿cierto? Bueno, ahora... todo empieza a... oscurecerse...
- ¿Pero que tiene? – Stefano casi ponía al médico de cabeza para que le diera una respuesta inmediata. Jaquie estaba internada ya y no despertaba todavía.
- Lo sabremos enseguida, no se preocupe.
- ¿¡Que no me preocupe!? – Máximo lo detuvo cuando se le fue encima al médico que salió apresurado de la habitación. Veinte minutos después vieron asomarse al médico por la puerta, quien simplemente dijo desde su posición:
- Todo bien. La señora espera un bebé. Felicidades. – Y desapareció dejando paralizados a los dos, estupefacto a él y sobre todo teniendo la sensación de que estaba soñando. Pasada la impresión inicial abrazó a Máximo dando un grito de alegría que despertó por fin a Jaquie.
- ¿Qué pasa? – Murmuró soñolienta.
- Los dejo. Felicidades. – Les dijo Máximo y antes de irse se acercó a darle un afectuoso beso en la frente a ella. Stefano ya estaba al lado de ella con una expresión absoluta de adoración.
- Me empiezas a preocupar. – le dijo Jaquie.
- No, no tienes por qué.
- ¿Todo bien?
- Sí.
- ¿Podrías ser más específico? – Pidió ella.
- No puedo, ahora mismo no puedo.
- Voy a morir o algo así ¿verdad?
- ¿Tendría esta cara de alegría si fuera así? – Le dijo de inmediato.
- Cierto. Suéltalo ya o gritaré.
- De todos modos gritarás.
- Vas a ser mamá y yo voy a ser papá. – Le dijo con los ojos brillantes de emoción.
- Creo que dijimos que no adoptaríamos ni nada por el estilo. – Dijo con el ceño fruncido.
- ¡Estás embarazada!
- Con esas cosas no se bromea. Es improbable.
- Nunca te dijeron que era imposible ¡Vas a tener un bebé! – Insistió él.
- No creo. – Dijo necia. Al ver su negativa corrió por el médico, lo trajo casi a rastras y lo puso frente a ella.
- Dígale. – Exigió.
- Señora: El mareo, el desmayo, su gran capacidad para percibir los aromas se debe a que está embarazada, unas seis semanas más o menos. Le pido, no, le suplico que considere tener a su bebé en otro lado, no creo que pueda sobrevivir a la presencia de su esposo si este...
- Gracias. – Le dijo Stefano y lo sacó de la habitación. Jaquie empezó a reírse y a llorar todo al mismo tiempo. - ¿Ahora me crees? – Ella solo asintió. - ¿Otra vez te comió la lengua el ratón? ¿Me haces el favor de por lo menos decirme que estás loca de felicidad así como yo?
- ¡¿No es obvio?! – Casi gritó ella. – Él la abrazó con fuerza al principio para luego detenerse y hacerlo con delicadeza.
- Hoy no te lo he dicho ¿verdad? Te amo, con muchos bebés o solo con Maddie, eres lo mejor que me ha pasado, te amaré siempre, siempre...
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