Capítulo 9
¿Le hubiera gustado que el padre de la niña fuera él?
¡Ni loca! Ese hombre no sabía lo que era ser padre. Por muy amoroso que se portara con la nenita de Ally y Max ¡seguro fingía! Eso le recordó que tendría que enfrentarse con el verdadero padre de la nena y la afligió el pensamiento de no lograr la custodia completa. Aterrizaron a los pocos minutos y después ya se encontraba rumbo a la casa de Ally, no sabía como le haría para que ella no sospechara nada pues la conocía demasiado bien. Pero tenía que aguantarse las ganas de decirle todo, al menos hasta que pasara su aniversario y ella resolviera esa situación.
Fue recibida con un grito de emoción de Ally que la vio entrar y enseguida la abrazó con fuerza.
- ¡Cuánto tiempo! ¡Eres una ingrata! Nunca llamas.
- ¡Lo hice! Llamé desde la casa de tu abuela y me dijeron que estaban... ejem... ocupados – Le dijo Jackie con burla haciendo que Ally se pusiera de mil colores. – Ya deja al pobre hombre, a ese paso morirá joven y por tu culpa.
- ¿Qué yo lo deje en paz? ¡Pero si él empieza! Bueno, casi siempre.
- Eres una maniaca sexual, debería darte vergüenza – Dijo Jackie haciendo que las dos estallaran en carcajadas.
- ¿Qué es tan divertido? – Preguntó una profunda y sensual voz masculina que con horror vio que le recordaba la de Stefano. Era Máximo el que se acercaba.
- Hola cuñado – Lo saludó Jackie sonriente apartando a Stefano de su mente – Estábamos hablando de ti, por cierto – Dijo divertida.
- ¡No quiero saber de que hablaban! Me dan escalofríos de pensarlo ¿Cómo estás prima?- La saludó con un beso en la mejilla.
- De prima nada Máximo, que ahí si que me provocas escalofríos.
- De emoción seguramente – Dijo Máximo divertido.
- ¡Eres imposible! – Le dijo Jackie aparentando enojo, había logrado ya tomar ese teman con más humor.
- Eso dice mi esposa – Sonrió él abrazando a Allyson y plantándole un beso apasionado.
- ¡Oh por Dios no! ¿No se pueden estar quietos un minuto? Mejor voy a ver a mi sobrina. – Exclamó Jackie subiendo las escaleras rumbo al cuarto de la pequeña Jackie ignorando las carcajadas de esos dos.
Una primorosa habitación en tonos amarillos, crema y rosa llena de muñecos de peluche y que olía al dulce aroma de bebé la recibió. Se asomó a la cuna mientras la niñera se retiraba de la habitación después de saludarla. Una preciosidad en miniatura gorjeaba alegremente intentando alcanzar un elefantito de goma. Tenía casi tres meses pero parecía de cinco. La bebé la miró y con alegría tendió los bracitos hacia ella haciendo que a Jackie se le saltaran las lágrimas. Ella no era así, adoraba a su sobrina y le encantaba que la nena la recibiera con alegría, pero eso no la había hecho llorar antes. Se imaginó a su propia hija que tenía prácticamente la misma edad que su sobrinita. Abrazó a la pequeña Jackie y la estrechó contra ella aspirando el suave aroma de la nena y conteniendo las lágrimas.
- ¿Estás bien? – preguntó desde la puerta Allyson.
- Por supuesto – se apresuró a contestar - ¿Por qué preguntas?
- Pensé que llorabas. – Dijo Ally preocupada.
- Estoy sensible, sí. Pero no estoy llorando.
- ¿No? si tú lo dices... – La mirada suspicaz de Allyson la hizo sonreír.
- No busques donde no hay.
- No te entiendo.
- No estoy triste y si lo estuviera no es por tu fastidioso primo. Mejor cuéntame de los preparativos.
- ¡Ah! He contratado un servicio genial de catering – Aceptando el cambio de la conversación - Te va a encantar el pastel que pedí. Todo estará listo para mañana. La decoración será a base de flores exóticas como las que hay en Bali y habrá frutas igualmente exóticas ¿Qué te parece?
- Excelente. No dudo ni por un segundo de tus capacidades para crear un paraíso.
- ¡Gracias!
- Dime ¿Cómo ha estado Fabricio? Tiene más de un mes que no se de él.
- Viene seguido. Jackie trae como loco a su bisabuelo.
- Me encantará verlo. De hecho me muero de ganas.
Horas después de haber charlado con Allyson durante un largo tiempo y dejando temas pendientes todavía pues parecía que nunca les alcanzaba el día, se había ido a descansar a su habitación y acostada sobre la cama pensaba de nuevo en su bebé pero inevitablemente se colaban en sus pensamientos la imagen de Stefano ¿Sería cierto que ya estaba marcada como suya? ¿Qué clase de tontería era esa? Se dijo azotando una almohada contra la pared. Reacia a que sus pensamientos siguieran esa trayectoria. Fue al armario en el cual sus cosas ya estaban en perfecto orden. Vio el magnifico vestido azul que solo había usado una vez y que en un arranque de coraje había decidido ponérselo de nuevo. Allyson le había asegurado que era muy improbable que se presentara Stefano. No había ido a verlos desde hacía semanas y le había dicho a Máximo por teléfono que no iría a su aniversario.
¡Claro! Quería evitar la incomodidad de verla de nuevo. Sobre todo si era la casa de Allyson y Max, si el encuentro hubiese sido en otro lugar él no hubiera dudado en asistir y comportarse exactamente como lo había hecho en Grecia despreciándola y burlándose de ella. Aunque claro, esta vez ella lo hubiera ignorado por completo.
La mañana anunció que el día de la fiesta había llegado y ella al salir de su habitación lo primero que hizo fue ir al cuarto de la pequeña como siempre lo hacía cuando estaba allí. Encontró a Allyson dándole de comer y eso la hizo pensar que ella no podría hacer eso, pues su cuerpo no había llevado al bebé y por lo tanto no se había preparado para su llegada.
- Buen día. – Saludó Ally sonriente.
- Buen día Ally. Si que tiene apetito- Dijo al ver a la bebe comer.
- Es muy comilona.
- Se parece a su madre.
- Yo diría que mas bien a su tía.
- Sí claro. ¿Que planes tienes para la mañana?
- Todo está listo ¿Qué tienes en mente?
- Recordé que aparte de Fabricio no sé nada de Gabriela.
- Yo menos.
- ¿Cómo? Si ella vive aquí en Italia.
- En Milán para ser exactos. Pero no sé nada. Su madre dice que se fue de vacaciones. Llamé hace días para invitarlos esta noche, porque a Gaby ya le había mandado un mail avisándole. Recibí un regalo de parte de Gabriela, un precioso tapete bordado a mano ¿Pero sabes desde donde lo mandaba? Desde un País llamado Durban.
- Me suena... Pero no recuerdo de dónde.
- Un País del oriente medio. Uno de los más ricos del mundo. Máximo ha hecho negocios allí.
- ¡Oh si! Hay un rey, princesas y príncipes algo así, como los cuentos de las mil y una noches pero todo moderno ¿no? pues que afortunada por tomar sus vacaciones allí.
- No pensarás visitarla ¿verdad?
- En otra época eso hubiera hecho.
- ¿Otra época? – Preguntó ceñuda Allyson.
- Quiero decir que tengo mucho trabajo y no podré a menos que haga un reportaje del País. Pero me quieren mandar a Alaska. – Omitió que había rechazado ese trabajo.
- Ajá. Estás rara ¿sabías?
- Por supuesto que no. ¿Irás al salón de belleza? Te acompaño. – Dijo rápido con una sonrisa.
- Ya te sacaré todo lo que traes oculto Jackie. O es que ¿estás nerviosa por que puede venir Stefano? – Entre muchas otras cosas ¡sí! pensó Jackie, así que tuvo que ser sincera a medias.
- Bueno, sí. Algo debo admitir.
- No te preocupes. Lo dejarás mudo cuando te vea. Te pondrán más guapa aún de lo que eres en el salón de belleza.
- ¿No que no venía?
- Por si viene...
- Ajá.
Ciertamente le habían dejado muy bien observó Jackie al ver su reflejo en el espejo de cuerpo entero. El vestido le sentaba igual de bien y habían enfatizado su mirada y recogido su pelo dejando mechones sueltos de su cabello dándole un aire sofisticado y natural al mismo tiempo. Los nervios no habían hecho su aparición hasta que se asomó por las escaleras y vio los invitados elegantemente vestidos. Recordó la última fiesta elegante a la que había asistido e inevitablemente pensó en Stefano y en que podría aparecer de nuevo arruinándolo todo. Su cuerpo reaccionó diferente recordando el placer que había recibido. Decidió bajar las escaleras para no seguir dando carta libre a tan incómodos recuerdos. Se movió entre las personas, reconociendo rostros familiares y saludando amigablemente. Con alegría saludó y conversó con los padres de Ally que no estaban hospedados allí pues tenían casa en Florencia, que habían comprado en cuanto nació la pequeña Jackie. Mabel estaba por allí igualmente y se alojaba con los padres de Ally. Minutos después ya relajada vio a Fabricio y se dirigió para allá con una resplandeciente sonrisa.
- ¡Estás bellísima encanto! – Le dio un sonoro beso en la mejilla y la abrazó con cariño.
- Te he extrañado viejito verde – Dijo bromeando.
- ¿Verde? Para nada. Bien que le doy batalla a Mabel todavía.
- ¿Por qué no se casan? Y así se dejan de tantos pleitos.
- ¿Casarme con esa vieja bruja?
- Cuidado que anda por aquí.
- Ya tuvimos la primera discusión de la noche. No tardará en volver por más. mientras tanto siéntate aquí conmigo.
Horas después Jackie se sentía tranquila, relajada y casi feliz. No había ni rastro de Stefano, disfrutaba de la compañía de gente que quería y de las múltiples atenciones de varios caballeros que en esta ocasión no evitó del todo en su afán de sacarse de la cabeza a Stefano. Se sintió más optimista en cuanto a la situación que vivía y se dijo con firmeza que pronto tendría a su nena en brazos junto a ella.
Allyson y Max habían desaparecido y sonrió imaginando que esos dos seguramente ya retozaban en la cama. Tomó una copa de espumoso champán y sonrió a Fabricio que estaba de lo más animado con Mabel, comprobó que no estaban peleando. Uy eso pintaba a romance. Tenía que decírselo a Ally. El barullo del salón se detuvo de pronto y el silencio envolvió toda la sala, mientras tomaba un sorbo de su copa buscó con la mirada el motivo de tan rápido y tremendo silencio. El corazón se le detuvo de pronto para ponerse a palpitar como loco casi inmediatamente. Allí estaba entrando en la sala sin importarle nada ser el motivo de atención de todos, el elegante y guapo a morir de Stefano Troyanos, le pareció escuchar grititos de emoción de algunas de las presentes y suspiros, rodó los ojos. Vestido elegantemente con un traje gris marengo y corbata plateada, con arrogancia recorrió toda la sala con la mirada y ella se puso detrás de un hombre corpulento logrando a su parecer ocultarse.
Stefano saludó con la cabeza a varios conocidos y recorrió con la vista el salón en busca de la mujer que lo atormentaba de noche en sueños porque no podía tenerla y que había estado más presente que nunca durante todos esos días, y casi lo hace perder fructíferos negocios por no poder concentrarse. Al no encontrarla a su lado esa mañana por poco asesina a los miembros de su equipo de seguridad que se habían descuidado pensando que ella no saldría en la madrugada. Esta vez si le había puesto a todo un equipo para que fuera localizada y no obtuvo resultados inmediatos. Había dejado entrever que no iría esa noche para que ella se sintiera segura y apareciera. Así que tenía que estar por allí y ya vería cuando la encontrara. La casa estaba rodeada, no podría salir sin que alguien la viera y se lo notificara a él inmediatamente. Sabía que ella estaba allí, así que era cuestión de minutos para que apareciera. Adrede se había presentado tarde para que ella se sintiera confiada y no se fuera. Un vestido azul asomaba detrás de un hombre gordo y él lo reconoció. Con una sonrisa de felino acechando, hizo como que no la había visto y se acercó a Fabricio que conversaba animadamente y casi en plan de discusión con una mujer de unos 60 años que a pesar de la edad se conservaba bella.
- ¡Stefano! Que gusto verte.
- Lo mismo digo Fabricio. Te conservas tan bien como siempre, pero no es pretexto para que molestes a una mujer mucho menor que tú por muy bella que sea. – Dijo sonriendo encantador a la mujer en cuestión que rió encantada.
- ¡Vaya! Tienes el encanto de mi nieto político ¿No son familia? – Dijo aun riendo Mabel. – Eres primo de Máximo ¿no es así?
- En efecto. Stefano Troyanos un placer. – Se presentó él.
- Mabel Del Real, abuela de Allyson.
- Ya veo de dónde sacó mi prima su belleza.
- Creo que Fabricio les ha enseñado a los dos a ser tremendamente encantadores, lastima que no lo aplicara consigo mismo – Dijo Mabel divertida.
- Han aprendido del maestro. – Dijo Fabricio con orgullo- Pero igual lo traen en la sangre y soy encantador cuando quiero y con quien quiero...- Terminó burlón, ganándose una mirada asesina de Mabel.
Aplausos y risas les llamaron la atención y dirigieron la vista a donde todos miraban, Máximo tenía a Ally en los brazos listo para desaparecer junto con ella seguramente. Máximo volvió e hizo una reverencia provocando más aplausos y risas cuando al fin desaparecieron. Fabricio rió sonoramente.
- Eso me recuerda. – Dijo para sí Stefano. – Tengo que encontrar a una escurridiza dama. Si me disculpan.
- Esa escurridiza dama acaba de huir al jardín aprovechando que estabas distraído – le dijo Fabricio – No le digas que te dije por que me matara si se entera.
- Por supuesto que no lo haré. – Con un gesto y una sonrisa cómplice se despidió de ambos.
Había visto una sombra azul por el rabillo del ojo pero había permitido que huyera, así la cacería sería mas estimulante. Con paso rápido avanzó hacia el jardín y de nuevo vio una mancha azul detrás de unos arbustos intentando pasar desapercibida. Sonrió feliz avanzando de tal manera que ella no lo escuchara.
Stefano se había distraído al ver a Ally y Max junto con los demás invitados logrando que ella pudiera salir sin ser vista por él pero ahora no veía como salir de allí pensaba Jackie intentando buscar una salida que la llevara a la casa y a su habitación pero por otra puerta que no fuera la principal, pero el jardín era inmenso y la casa tenía muchas entradas todas con llave.
Forcejeó con una de ellas y ahogó una exclamación de frustración.
- ¿Problemas con la cerradura querida?
Jackie se quedó paralizada en su sitio y con renuencia giró lentamente hacia él. Estaba cerca, demasiado cerca.
- ¿Tomando un poco de aire fresco Stefano? – Le dijo lo más tranquila que pudo.
- Más bien vine a quitar un poco.
- ¿Cómo dices?
Y sin más la tomó en brazos aprovechando que estaba confusa y ansiosa por salir de allí y la besó logrando quitarle el aliento. No luchó, no forcejeó se dejó llevar en esa ocasión.
- A esto me refería. – Le dijo al apartar sus labios de los de ella.
- Bueno, si eso fue todo – Dijo Jackie aun en sus brazos. – Me esperan en la fiesta así que si me haces el favor de soltarme. Este juego tuyo del gato y el ratón ya terminó ¿Entendido?
- ¿Juego mío? ¿Si es así por qué te escapaste de mí en el Hotel? ¿y luego hace un momento y durante todo el condenado año pasado?
- ¿Será por que no quiero estar cerca de ti?
- No haces más que decir eso, pero esa boquita es mentirosa. Tu cuerpo te desmiente. No hago más que tocarte y se te olvida hasta tu nombre.
- ¡Eres un engreído, arrogante e insufrible hombre!
- Y tú una mujer que se comporta como una chiquilla, huyendo siempre.
- Chiquilla tonta sería si me quedara.
- ¿Dónde estuviste estos días?
- Es mi problema.
- ¿Dónde estuviste Jacqueline? -Repitió.
- Es mi maldito problema.
- ¿Ah si? Vámonos.
- ¿Vámonos? Tú estás loco. No volvamos a lo mismo por favor. –Rogó.
- Te me escapaste una vez. No volverá a ocurrir ¿Por qué niegas lo que pasa cuando estamos juntos?
- Sexo del bueno. Lo admito ¿Y qué? ¿Sólo por eso no me dejarás ir? No voy a ser tu maldita esclava sexual.
- Te tendré que lavar esa tentadora boca con jabón, maldices a cada rato. Y digo que sí a lo de ser mi esclava sexual – Dijo burlón.
- ¡Solo tú eres el que me hace maldecir! ¡Y vete al infierno si crees que voy a acceder a todo lo que quieras!
Volvió a besarla, suavemente al principio derrumbando fácilmente el leve intento de evitarlo. El beso subió de intensidad al responderle ella. De pronto la tuvo de nuevo derritiéndose contra él ¿Por qué negaba lo que pasaba cuando estaban juntos? A él le sucedía lo mismo. No podía dejar de tocarla, ni de desearla ¿Por que no disfrutar de ello?
- Vente conmigo –Le susurró sensualmente al oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja. La oyó suspirar. - No niegues lo que pasa entre los dos cuando estamos juntos. Te deseo... - Volvió a besarla con intensidad. Pero de pronto él empezó a perder el control allí mismo en el Jardín de la Villa de Máximo. Fue un tonto al pensar que podía controlar el deseo de poseerla al menos hasta que estuvieran en su departamento que tenía allí. El deseo por Jackie lo estaba matando. Los besos siguieron incrementando en intensidad y justo cuando iba a ponerla sobre el césped. Ella reaccionó.
- Aquí no. – Le dijo con la voz entrecortada. Estaba loca, totalmente, se dijo Jackie ¿Pero que más daba una noche más? Solo una se prometió a sí misma. El recuerdo tenía que durarle toda la vida. – Solo esta noche Stefano, no puedo prometer más.
- Ya te haré cambiar de parecer.
La tomó de la mano y se encaminaron hacia el auto que lo esperaba en el estacionamiento. Una vez dentro Stefano subió el panel que los separaba del chofer y la tomó de nuevo en sus brazos para besarla. Con una mano le quitó las horquillas que le sujetaban el pelo y este cayó sobre sus hombros como una cortina brillante de color caramelo.
- Me vuelves completamente loco... - Dijo y enterró su rostro en su cuello, haciendo que Jackie se arqueara para darle más acceso...
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