Capítulo 6


A partir de esa frase dicha por él en el Hotel cuando estaban en Grecia su vida cambió, aunque en realidad ese cambio había empezado cuando ella lo confundió con un ladrón.

Con su acento seductor le había puesto la piel de gallina al decirle aquellas palabras:

- Todo. Un hombre como yo quiere todo de una mujer como tú.

La había convencido de no salir por la ventana, hecho realmente infantil viéndolo desde otra perspectiva pero ella no sabía que esperar. Habían acabado cenando juntos y riendo por lo sucedido, a partir de ahí Stefano le había enseñado la Grecia que no cualquiera conocía y simple y sencillamente se había enamorado de él. La precaución respecto a los hombres la habría echado al viento por él, de no ser porque siempre algo parecía interrumpir el momento justo cuando la pasión los dominaba. Estaba el hecho irrefutable de que se habían deseado con locura y casi desesperación pero las cosas no se habían dado y no había probado lo que era estar con ese hombre. Seguro era genial en la cama, más que seguro si se tomaban en cuenta las historias que contaban con embeleso muchas mujeres bellas que habían disfrutado en sus brazos. Un escalofrío que no tenía que ver con el frío le recorrió de nuevo el cuerpo, pero justo a tiempo su memoria le recordó lo peligroso de dejarse llevar por la tentación.


- ¡Te extrañé! – Decía Allyson al encontrarse por fin en Grecia aquella última vez en aquel viaje hecho por ambas. – Tienes mucho que contarme ¿no es así?

- Bueno, más o menos – Había dicho Jackie sonriente al abrazarla en el aeropuerto.

Un día antes había recibido una invitación de Stefano para una cena de gala que tenía la finalidad de promover la cultura y las artes griegas, la cual reuniría a lo mejor de la alta sociedad de Grecia y también de Europa, ese mismo día había pedido la cambiaran de habitación porque había notado que sus cosas no estaban tal como ella las había dejado al salir, lo reportó a la recepción y después de asegurarle que no había entrado nadie y viendo que a ella no le faltaba nada se había tenido que conformar con un cambio de habitación. El día que llegó Ally se fueron de compras para esa cena en la cual los mejores conservadores y coleccionistas de arte se presentarían, sin faltar por supuesto muchas personas de la jet set. Así que se había comprado un hermoso vestido azul en forma de túnica griega, le había costado bastante caro pero ella solo pensaba en verse espléndida para Stefano esa noche. Había contado a Ally que salía con un guapísimo griego, cosa que había sorprendido a su amiga pues sabía que ella no era de las que se entusiasmaban por un hombre. Ally al enterarse que se trataba de Stefano Troyanos casi le da el síncope.

- ¡Pero si dicen que es un mujeriego!

- Lo sé – Había dicho tranquila.

- ¡Dios! ¿Y así estás tan tranquila?

- No estamos comprometidos ni vamos a casarnos o algo por el estilo – Dijo tratando de demostrar indiferencia.

- ¿Es una aventura? – Preguntó Ally con la boca abierta – Tú y el...ya...

- ¿Ya que? – Respondió Jackie empezando a divertirse.

- Muy graciosa. Sabes a lo que me refiero.

- No. Tranquila. Aun no, al menos.

- ¿Quién eres? ¿Qué hiciste con mi mejor amiga?

- El hombre me encanta – Dijo omitiendo que era algo más que encanto lo que sentía por él – Sabes que yo no me he sentido así con nadie.

- Lo sé, por eso todo esto me resulta extraño. Aunque el hombre ciertamente está para comérselo.

- ¿Verdad que si? – Dijo Jackie y rieron ruidosamente.

- Hombres así de guapos muy pero muy pocos ¿tiene hermanos? – Bromeó Ally.

- Me temo que no, solo una hermana – Aunque eso no lo sabía por boca de él. – Pero tiene un primo muy guapo según sé, no sé el nombre pero igualmente parece un ángel caído de acuerdo con la amplia información que me brindó una camarera del Hotel.

- Así que un primo ¿eh? – Y volvieron a reír.

Máximo era ese primo, el cual ahora se encontraba felizmente casado con Allyson. La vida tiene caminos extraños se decía Jackie mirándose al espejo mientras peinaba su pelo y usaba el secador. Esa fatídica noche ella se había esmerado en su arreglo personal, sus ojos destacaban luminosos y por primera vez no le había importado verse bella. El vestido le sentaba de maravilla y Ally igualmente hermosa vestida de verde oscuro la alabó contenta.

Al llegar hicieron voltear las cabezas de gran parte de los presentes, algunas mujeres les lanzaron miradas asesinas y ellas contuvieron el deseo de echarse a reír. Jackie inmediatamente encontró a Stefano con la mirada, habían quedado de verse allí mismo, aunque le extrañó el hecho de que en todo el día no le hubiese llamado. Él estaba de espaldas a ellas, contenta le señaló a Ally a Stefano con un gesto y se dirigió hacia allá deseosa por presentarlos. Antes de llegar a donde se encontraba él, una mujer con apariencia de haber bajado en ese instante de una pasarela y vestida casi escandalosamente con un revelador vestido de noche color dorado, de abundante melena cobriza se acercaba a Stefano, lo tomaba del brazo con posesividad, se ponía de puntas y le besaba en el cuello. Una ráfaga helada de pura incredulidad la detuvo en seco. La otra mujer pareció advertir su presencia y susurró algo al oído de Stefano haciendo que este, aún del brazo de la mujer se diera la vuelta para observarla al tiempo que alzaba la ceja en un gesto horrible de desdén. Su fuerte carácter la sacó del trance y con paso firme y controlado se acercó a ambos.

- Buenas noches Stefano – Le dijo fríamente.

- ¿Quién es ella querido? – Preguntó con voz venenosa la otra mujer.

- Tan solo una mujer ¿no lo ves? – Dijo burlón, haciendo que la rabia de Jackie emergiera en su totalidad.

- Dile que se vaya o yo misma la saco. Tú decide. – Dijo Jackie con asombrosa calma en la voz.

- ¿Qué? – Gimió la mujer contrariada.

- Déjanos un momento Aymé por favor – Pidió Stefano con mirada relampagueante. Aymé no necesito de más para marcharse.

- ¿Puedes explicarme este jueguito tuyo? – Preguntó furiosa Jackie.

- ¿Juego? Me he aburrido, tan solo es eso.

- ¿Qué te has aburrido? ¿Podrías ser más específico?

- Todo tiene su tiempo y el tuyo ya fue preciosa. Eso es todo. Ahora, si me disculpas, Aymé me espera.

- Por supuesto. – Dijo Jackie sintiendo que iba a explotar. – Pero antes...

Antes de que Stefano se diera cuenta tenía estampada la mano de Jackie en el rostro. Ella imprimió toda la fuerza que pudo y logró volverle el rostro a un lado. El silencio fue sepulcral. Todos miraban horrorizados la escena.

- Puedes irte...Querido...- Le dijo y en ese momento sintió la mano de Ally sobre la suya y después estaban dentro de un taxi, no sabía ni como había llegado allí. Escuchaba como en la distancia la retahíla de maldiciones de Allyson, sintió la cara mojada y fue hasta entonces que se dio cuenta que estaba llorando.

Nuevamente el reflejo del espejo le devolvió una imagen que no quería que fuese la suya. Sus ojos estaban llenos de lágrimas aún sin derramar y con coraje las limpió aunque aun no habían salido. El hombre que la había tratado con tanto desdén e indiferencia estaba detrás de esa puerta y todo el coraje de antaño resurgió, con decisión abrió la puerta.

Al parecer él también se había duchado, se dio cuenta que la suite en la que estaban contaba con dos cuartos de baño. Estaba vestido únicamente con un albornoz y eso la detuvo paralizada, el coraje casi se esfumó y se quedó absorta contemplándolo mientras él, distraído hablaba por el teléfono móvil en lo que parecía ser... ¿alemán? ¿Qué importaba, mientras ella pudiera seguir disfrutando de la vista? Sus fuertes piernas se dejaban ver aunque no en su totalidad y ella casi gimió frustrada por ese motivo, su cuerpo era una verdadera obra de arte se dijo aun atontada y justo cuando presintió que él iba a dar por concluida la llamada, se obligó a moverse de su sitio y avanzar haciendo como que ordenaba su mochila que llevaba sus escasas pertenencias. Lamentó de nuevo no tener ropa, tenía dos maletas repletas de lo que toda mujer necesita en casa de Mabel la abuela de Allyson pero eso estaba hasta la capital del País. Al trabajar solo llevaba lo necesario y esta vez lamentaba eso ¿otra vez pensando estupideces? Se reprendió furiosa. Levantó la vista y se topó con esa mirada que siempre lograba hacerle latir el corazón a mil por hora, esa condenada mirada plateada que la había hecho elevarse al cielo para luego estrellarla con fuerza en el suelo.


¿Por qué tenía que estar tan guapa a pesar de las fachas que llevaba? Llena de lodo la deseaba, empapada y calada hasta los huesos la deseaba, vestida con una sencilla camiseta y unos pantalones ¿rosa? O algo parecido por que se veían desgastados se le antojaba y le parecía la mujer más deseable del planeta. Eso tenía que cambiar se dijo Stefano o se volvería loco y primero muerto a enloquecerse por una mujer como Jackie. Ella lo miraba con rabia en la mirada, pero había un brillo que él no se atrevía a querer descifrar, al menos no todavía. Ese sedoso cabello color caramelo oscuro caía con suavidad sobre sus hombros, estaba más largo advirtió, le llegaba a media espalda. Su cara limpia de maquillaje y de barro estaba un poco pálida pero se veía hermosa, esos jugosos labios ya tenían otra vez el color de las fresas maduras y esos ojos del color del chocolate e igualmente tentadores lo seguían observando desafiantes y él se excitó de inmediato. Y eso que aún no observaba su cuerpo con detenimiento ¿llevaría ropa interior? Se preguntó, esperando que no, para poder disfrutar cuanto antes de ella.

Aunque en este caso, la espera podía prolongarse un poco más. Quería que reconociera quien era el que la llevaría a las más altas cotas de placer.

Que lo mirara a él, que le suplicara más a él. Sus pechos se adivinaban bajo la sencilla camiseta y con fastidio vio que estos no estaban libres, su esbelta cintura se alcanzaba a ver un poco pues los pantalones estaban algo bajos, sus redondeadas caderas y toda la exquisitez de su cuerpo le hicieron pensar que la habían moldeado exclusivamente para él.

- ¿Has terminado? – Escuchó su suave voz cargada de cinismo y eso extrañamente lo excitó más.

- ¿De hablar por teléfono?

- De tu inspección. Estoy reluciente de limpia.

- No sé... Tendré que comprobarlo, no quiero que dejes manchas por todos lados.

- Tú no me pones un dedo encima. Necesito ropa limpia, no puedo salir en pijama.

- ¿Eso es un pijama? – Preguntó divertido y algo confuso - Pero no te preocupes por que de todas formas tú no sales a ninguna parte.

- ¿Insistes en esta tontería? ¿Qué pretendes? ¿Qué me quede aquí, así sin más?

De preferencia en mi cama y debajo de mí pensó Stefano y esbozó una sensual sonrisa.

- ¿Dónde está mi ropa? – Insistió Jackie.

- En la lavandería. Estará seca para mañana.

- ¡Mañana!

- ¿Por qué viajas con tan poca ropa?

- Solo lo hago cuando se trata de viajes de trabajo. Estoy segura que pueden entregarme mi ropa antes de que sea el día de mañana.

- No, si yo digo que no.

- Acabemos con esto de una vez.

- Me parece bien.

- ¿Qué es lo que quieres?

- ¿Quieres sentarte primero? – Le dijo señalando un cómodo sofá.

- Ya que no hay más opciones para salir de aquí. – Y renuente se sentó a una considerable distancia de él

- ¿Vino? – Ofreció él mostrándole una copa.

- No lo creo.

- ¿Temes perder la cabeza? – Dijo burlón.

- No. Dame una copa.

- Blanco ¿verdad?

- Sí.

- Lo recuerdo. Entre otras cosas...

- ¡Bien por ti! – Bufó cínica. - ¿Podrías decirme de una buena vez por todas por que has hecho todo esto?

- Así como también recuerdo esa bofetada que me diste... – Continuó él.

- ¡Te la merecías!

- ¿Ah si? Y podrías decirme ¿Por qué?

- ¿Qué por que te la merecías? – Exclamó Jackie levantándose del sofá – ¡Habrase visto tanto cinismo! Me invitas esa noche y luego te apareces con otra, me tratas como lo peor que puede existir en este planeta, después de que... de que... - Se quedó callada no queriendo meterse en terreno peligroso.

- ¿De que...?

- ¡De que me invitaste tú! – Dijo por fin.

- No ibas a decir eso. – Atacó él dándole una copa.

- ¿Y que se supone que iba a decir? – Preguntó con rabia Jaquie aceptando la copa que le ofrecía.

- Ibas a decir que después de haber estado en mis brazos, creíste que nadie más ocuparía ese lugar ¿eso ibas a decir no? – Dijo con crueldad.


A Jackie se le paralizó el corazón y se sintió nuevamente como aquella noche, pero no era la misma, ya no, se recordó.

- ¿Sabes? Fue muy afortunada esa noche. Me permitió ver quien eras en realidad y lo agradezco profundamente.

- Yo fui más afortunado por que me di cuenta antes de la clase de mujer que eres.

- ¿A que rayos te refieres?

- Dos semanas ¡dos! Comportándome como un caballero contigo y ¿acaso sirvió de algo? Por supuesto ¡que no! Por que tú te divertías por tu cuenta.

- Podrías hablar claro yo no... - Decía confundida.

- ¿Quieres que lo diga más claro? – Preguntó con furia en la mirada.

- ¡Por supuesto! No se a que te refieres – Insistió Jackie.

- ¡Te revolcabas con otro! – Le acusó furioso.

- ¿Qué yo que? – dijo atónita. – ¿De donde sacas eso?

- Una noche antes de tu bonito espectáculo en la gala, vi a un hombre salir de tu habitación a media noche.

- ¿Estás demente? ¡No son más que pretextos para explicar tu conducta esa vez!

- Yo no le explico nada a nadie. No eres más que una mentirosa ¿Qué era lo que esperabas? Que con tu conducta santurrona me interesara más ¿verdad? ¿Querías lograr atraparme, no es así? ¿Querías que fuera tan estúpido como para pensar en casarme contigo?

- ¡Estás sacando conclusiones locas y precipitadas y verdaderamente idiotas! Aunque hubieras sido el último hombre sobre la tierra ¡No me hubiera casado contigo! ¡Primero muerta!

- Claro, eso dices ahora ¡Pero era tu objetivo!

- Estás totalmente desquiciado. Tienes delirio de persecución, crees que todas las mujeres del planeta se mueren por ti. Pero escúchame bien, yo me muero pero por estar en el otro extremo de este mundo ¡Lejos de ti! ¡Y no me acosté con nadie, mientras cometí la estupidez de salir contigo!

- ¿Por qué insistes en mentir? Fuiste y seguro sigues siendo una zorra que...

No terminó la frase por que Jackie le aventó el contenido de su copa a la cara.

- Me largo de aquí- dijo Jackie y corrió por sus cosas. Saldría de allí aunque fuera descalza y en esas fachas. No le importaba nada. Stefano ¡estaba loco! ¿Qué se acostaba con otro? Pero si ella aún era...

- No vas a ninguna parte – Dijo él tomándola del brazo y haciendo que se volviera hacia él con tanta fuerza que chocó contra su pecho.

- Voy a gritar tan fuerte que todo el mundo vendrá a ver qué ocurre – Amenazó Jackie. - ¡Auxi...!


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