Capítulo 4
Stefano Troyanos arrogante, despiadado en los negocios, con instinto letal, cerebro privilegiado y poseedor de una fortuna inmensa que le bastaría para vivir 10 vidas con el esplendor de un rey y le seguiría sobrando el dinero. ¿Guapo? No. Hermoso sería la palabra adecuada para describirlo, con un maldito encanto sobrehumano cuando así lo quería, carismático y protagonista de las fantasías de quien sabe cuantas mujeres. Ese era Stefano, hacía lo que quería cuando lo quería y como él quería. Sin importar las consecuencias o los corazones rotos que dejara a su paso. Y ella era uno de esos corazones rotos. Recordó con dolor. El apuesto Stefano se había presentado de la nada en el Hotel aquella vez en Grecia y aún sin verlo ella ya había sentido que algo estaba distinto. Odiaba saber donde estaba él aun sin verlo, era indicativo que lo que ese hombre le hacía sentir no entraba en lo normal.
Después de la esclarecedora conversación con el recepcionista del Hotel, ella había decidido marcharse de allí, había ofendido a un hombre que no tardaría en aparecer para demandarla o algo peor, las flores seguramente eran una especie de regalo de advertencia así como indicativo de que él ya sabía quién era ella ¿no? Así que eso fue lo que intentó, pidió la cuenta y que subieran por sus maletas, pero pasaron los minutos y nadie iba por ellas. Cuando enojada arrastró las maletas a la puerta de su suite esta se abrió de improviso y ella ocupada en su tarea no alzó el rostro, solo se limitó a hablar enfadada al botones ignorando la advertencia que le dio su cuerpo.
- Ya era tiempo de que apareciera ¿no le parece?
- Opino exactamente lo mismo – Le dijo una voz masculina y profunda que le provocó escalofríos – Pero he estado demasiado ocupado.
Jackie soltó las maletas y lentamente se incorporó a observarlo. Lanzó una mirada calculadora hacia la puerta y él advirtiendo eso sonrió divertido y la cerró suavemente para apoyarse después indolentemente sobre la puerta.
- ¿Planeando otro escape fantástico?
- Algo así – Admitió ella
- Lamento estropearlo.
- Me quedan las ventanas como opción.
- No es buena idea. Estamos en el piso 12.
- Siempre hay cornisas y balcones – Dijo resuelta intentando que su presencia no la dejara tartamuda.
- Es cierto. – Concordó él frunciendo el ceño – Y no dudo que lo harías.
Jackie retrocedió lentamente hacia el balcón sin darle la espalda.
- ¡Santo cielo! No lo harás ¿verdad? – Le preguntó incrédulo. Y ella se limitó a sonreír traviesamente para ocultar su nerviosismo.
- Déjame salir por la puerta y todo esto será innecesario.
- No vengo a hacerte daño. – Le dijo dejando claro que no se iría.
- Eso yo no lo sé ¿Qué quiere un hombre como tú de una mujer como yo?
Deseó no haber preguntado pues él le lanzó una mirada evaluadora y abiertamente interesada, rematándola con una sonrisa de lobo.
- Todo. Un hombre como yo quiere todo de una mujer como tú.
El recuerdo de esas palabras la trajo a la realidad nuevamente. El equipo de seguridad había dispersado a las personas y ella notó que la observaban con curiosidad.
Reconoció dos caras y casi enrojece pues eran los que ella había derribado en Grecia cuando creía que querían quitarle la cámara. Por ser mujer la habían tratado de inmovilizar, no de derribar o lastimar y esa había sido su ventaja al momento de mandarlos al suelo pues eran enormes.
- No tengo intención de estar en el mismo sitio que tú – Espetó Jaquie poniéndose de pie y volviendo al presente sin haberse ido realmente. Stefano la observó con calma logrando que ella casi gritara de frustración.
- ¿Vienes de una lucha en lodo? – Preguntó burlón.
- Algo así y créeme es mucho mas divertido e interesante que el volver a verte.
- ¿Sí? - Preguntó con su arrogancia natural, dando a entender que no le creía nada.
- ¿Qué es lo que quieres? – Le espetó.
- Tenemos que hablar – Dijo sin más.
- ¿Acerca de qué? ¿Del clima? ¿De la bolsa de valores? No tenemos nada, absolutamente nada de qué hablar – Dijo recogiendo sus cosas y dirigiéndose hacia una de las puertas de salida de la sala, inmediatamente le bloquearon el paso dos guardaespaldas obedeciendo una señal en silencio que había hecho él. – Diles que se aparten – Dijo Jackie con voz glacial.
- No lo harán – Le respondió él tranquilamente.
- Diles que se hagan a un lado – Repitió ella con la misma voz glacial y haciendo que de sus ojos salieran destellos de furia.
- Créeme no lo harán. – Dijo Stefano acercándose a ella – Puedes intentar lo que quieras, esta vez no te irás.
- ¿Qué te hace pensar que no voy a intentar lo que sea para salir de esta absurda situación? – Le dijo volteándose para quedar cara a cara.
- Haz lo que desees pero saldrás de aquí conmigo te guste o no.
- Estás pasando por alto lo que yo deseo y es que no tengo la menor intención de permanecer un minuto más aquí.
- Lo lamento. – Dijo sin asomo de en verdad lamentarlo – Pero tenemos cosas pendientes.
- ¿Tenemos? No hables en plural. Dejaste todo muy claro aquella noche ¿verdad? Y en realidad te lo agradezco, no sé que hubiera sido de mí de haber seguido al lado de un ser tan insensible como tú.
- Esta conversación no tiene por que ser en público- Le dijo Stefano en voz baja y controlada.
- No estoy acostumbrada a que me digan lo que tengo que hacer. Me largo de aquí y juro que si no apartas a tus guaruras haré tal escándalo que te arrepentirás el resto de tu vida.
- Haz todo el escándalo que quieras.
- ¿No le importa al magnate Troyanos verse en medio de un escándalo? Con lo que tú los odias. – Al no ver reacción alguna en él se preparó para salir pero la detuvieron las palabras que le soltó.
- A mí no me importa siempre y cuando me salga con la mía pero, ¿tienes idea de las repercusiones y consecuencias para ti? ¿Qué diría tu jefe en la revista para la cual trabajas si sabe que su fotógrafa arma semejante escándalo y de paso ofende a un Troyanos?
- No lo harías... - Le dijo entendiendo sus palabras a la perfección.
- ¿No haría que? ¿hacer que te despidieran? Por supuesto que lo haría – Le dijo sonriendo cruelmente - ¿Vienes conmigo? – Preguntó señalando la puerta de salida.
- Prefiero el maldito infierno.
- ¿Quieres que te ponga sobre mi hombro y te saque de aquí?
- ¿Te atreverías a manchar tu traje? – Preguntó enfurecida y burlona.
- Claro que sí, tengo muchos – Contestó igualmente burlón.
- ¿Aunque también implique que me defenderé con todo y te lleves por lo menos un buen golpe?
- Nena te puedo asegurar que no lograrás descargar tu furia conmigo, al menos no aquí y no ahora. ¿Vienes por la buena o por la mala? – Le dijo acentuando su pregunta con una mirada penetrante con un destello de burla al saber que ella odiaba esa clase de apelativos.
- Maldito seas- Le dijo caminando aprisa hacia la puerta. En un segundo él estuvo a su lado y los rodearon los guardaespaldas haciendo que ella quisiera ponerse a gritar y a lanzar golpes. Varias enormes y largas filas imposibilitan transitar con facilidad y ella aprovechó cuando se internaron entre la gente, los guaruras se concentraron en él y por un segundo la descuidaron logrando que se internara entre el gentío y corriera hacia la salida.
¡Maldición! Gruñó Stefano en cuanto vio una trenza color caramelo moverse veloz y alejarse a toda velocidad. Se maldijo por no haberla sacado de allí como le había prometido si no se iba con él a las buenas. La indecisión de su equipo de seguridad entre seguirla y dejarlo a él sin protección les había quitado tiempo, aunque él no reparó en eso de momento por que ya se movía con celeridad hacia Jackie. La gente era mucha y él la perdió de vista.
Jackie se deslizó entre la gente agradeciendo solo llevar una pequeña mochila donde llevaba todo lo indispensable para salir de allí, se permitió voltear a ver y vio a los gorilas de Stefano moviéndose con rapidez en su afán de encontrarla pero aun estaban lejos y no la habían visto, no vio a Stefano y sonrió sintiendo que su escape estaba cerca. Afuera llovía a cántaros todavía y hacía mucho frío, no se detuvo a dudarlo y salió. La lluvia la recibió con fuertes ráfagas en el rostro dejándoselo helado, se apretó la gabardina al cuerpo y corrió sobre la acera sintiendo con cada paso que se empapaba toda. Avanzó dos calles en la oscuridad de la noche y justo cuando empezaba a pensar que se había librado de Stefano, una enorme camioneta negra se puso frente a ella paralizándola con sus potentes faros, otra camioneta igual de grande se puso atrás de ella dejándola atrapada en la calle ¿Podré saltar por encima? Se preguntaba Jackie pero la duda la detuvo el tiempo suficiente para que con una rapidez envidiable de pronto tuviera una figura sumamente familiar atrás de ella, que sin más se la echó al hombro provocando que ella empezara a patalear y a golpearlo.
- Suéltame ¡Maldito seas!
- Cálmate.
- ¿Qué me calme? – Decía jadeando mientras chorros de agua le escurrían por el rostro y trataba inútilmente de que la soltara pero era pelear contra una pared de granito.
De pronto se vio en el asiento de cuero de la parte de atrás de la camioneta donde la depositó Stefano con poco cuidado y acto seguido entró él. Un clic indicando que las puertas se cerraban la llenó de desesperación.
- Esto es un secuestro – dijo furiosa y empezando a temblar a causa del frío.
Dedicándole una mirada a todas luces impaciente y con tintes de algo más peligroso Stefano se quitó su chaqueta y se la pasó por los hombros sin decirle palabra, ella hubiese querido aventársela al rostro pero el frío que sentía no se lo permitió y a regañadientes se quedó envuelta en esa condenada chaqueta que olía delicioso por que olía a él. Stefano le habló en griego a su chofer y enseguida circulaban por las calles con destino al hotel en el que se hospedaba, a juzgar por la orden que le dio al chofer y que ella había entendido a la perfección, su cuerpo acusó la información con más temblores.
- ¿Cuántas veces te han dicho que estás absolutamente loca? – Le preguntó de pronto Stefano.
- ¿Y a mí me dices loca? ¡Tú eres el que me ha secuestrado! ¡El que me tiene aquí en contra de mi voluntad!
- Eso es por que eres testaruda, terca y empecinada.
- Y seguro soy la única así en este vehículo. – Replicó ella.
- Dije que teníamos que hablar.
- Y yo dije que no quería.
- Pero yo sí.
- Y todo debe hacerse como tú quieras y ordenes ¿verdad? Pues conmigo te equivocaste. No tengo madera de esclava y menos de estúpida.
- Lo dice quien salió corriendo como loca a la lluvia helada que cae sin detenerse esta noche, la temperatura es muy baja esta noche por si no te habías dado cuenta – La observó y se dio cuenta de que aún temblaba de frío así que añadió burlón – Bueno, creo que ya te diste cuenta - Por toda respuesta recibió una mirada asesina.
- Te demandaré – Le dijo de pronto.
- Puedes intentarlo ¿sabes? Será divertido.
- Ya lo creo que si. Cuando toda la prensa se entere que secuestraste a una mujer en contra de su voluntad. Serás noticia por mucho tiempo.
- Siempre soy noticia – La corrigió – Y nadie creerá que te secuestré, en todo caso creerán que fue al revés.
- ¡Cómo te atreves! – Explotó.
- No seas dramática...
- Me vas a pagar todo esto, te lo juro.
- No jures en vano.
- Nunca lo he hecho.
- Que miedo.
- Lo lamentarás, lo prometo.
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