Capítulo 28

El despertar de Jackie fue placentero, rodeada por los brazos y para ser exactos también por las poderosas piernas de su marido. Eran una especie de maraña de piernas y brazos los dos juntos. Se sintió dichosa. Ella había dormido bien en cuanto él había estado en su cama, vio el reloj y se dio cuenta que no era tan tarde, él no había dormido lo suficiente todavía, así que se deslizó poco a poco de la cama para no despertarlo, cosa que no fue nada fácil. Fue al baño y se lavó la cara y los dientes, se cepilló el pelo y fue al armario a buscar que ponerse antes de darse un baño e ir a ver a Maddie. Al salir lo vio en la cama tan bello, tan fuerte, dormía tranquilo y su corazón lleno de amor por él inundó con la misma sensación todo su ser. Se quedó como una boba observándolo y cuando vio que él se movía se apresuró a ir al armario para no quedar como una tonta.

- ¿Qué haces fuera de la cama? – Le preguntó él despertando.

- Sigue durmiendo. – Fue su respuesta.

- Así ya no puedo.

- ¿Así como? – Preguntó Jackie confundida.

- Sin ti.

- ¿Cómo dormías en Durban entonces? – Le preguntó ocultando el placer de oír esas palabras.

- ¿Quién dice que dormía bien?

- Pobre de ti. – Dijo ella acercándose a la cama y entrando de nuevo en ella, él ya estaba sentado, lo rodeó con los brazos y le dio un suave beso. Cuando iba a separarse él la tomó de la cintura reteniéndola. Ella le sonrió burlona. – Ni te hagas ilusiones, es tarde y tengo que ducharme e ir a ver a Maddie.

- Ella está bien. Iremos a verla juntos. – La besó en el cuello. – No seas vengativa por lo de esta madrugada, teníamos que dormir. – Siguió besando su fino cuello y sujetándola esta vez de las caderas atrayéndola a él logrando que cayeran juntos a la cama.

- No es venganza. Es sentido común, además la poli... - se interrumpió cuando él la besó en los labios. – La policía... - Insistió ella.

- ¿Qué pasa con la policía? – Logró captar su atención.

- Llegará en unos minutos para otra ronda de preguntas. – Frunció el ceño al recordar todas las que le habían hecho el día de ayer. – Pensándolo bien, creo que ya no hay preguntas posibles que hacerme sobre el caso.

- Tienes que contarme todo sobre esas llamadas. – Dijo él serio y levantándose de la cama junto con ella.

- ¿No seguirás molesto conmigo por eso, verdad?

- Ahora hablamos. – Dijo él entrando en el otro cuarto de baño de los dos que habían en su amplia habitación, con un sonido de resignación Jackie entró a ducharse también en su baño, al parecer Stefano seguía enfadado, si fuera mas valiente entraría y lo seduciría ahí mismo. Salió del baño aún sin saber que hacer y sopesando la idea, cuando el teléfono de la habitación sonó y ella se lo quedó mirando como si se tratara de una serpiente. De inmediato salió Stefano con el cuerpo cubierto de gotas de agua y con una toalla anudada a las caderas, al verlo se sintió segura y simplemente atinó a decir:

- No creo que sea él...

- Imposible, todos los números han sido cambiados y todas las llamadas monitoreadas. – Cosa que antes no era necesario, pues el número de teléfono de la casa no aparecía en la guía telefónica. Stefano contestó en griego. Su semblante serio cambió y sonrió en cuanto escuchó la voz del otro lado de la línea. – Allyson, que gusto escucharte. –Dijo en italiano y luego riendo por algo que decía Ally.

Jackie esbozó una enorme sonrisa al saber de quien se trataba. Stefano le pasó el teléfono después de conversar brevemente con Allyson.

- ¿Por qué no me habías dicho que estaba sucediendo? – Reclamó Ally en cuanto oyó la voz de Jackie.

- Tú no por favor. – Imploró.

- Yo, sí ¿tienes idea de lo preocupada que estaba cuando me lo contó Máximo?

- Lo imagino, pero no me regañes tú también. Lo que menos quería era causar preocupación. Seguramente Stefano le contó todo ¿no? – Y le dirigió una mirada reprobatoria al susodicho quien ya estaba vistiéndose.

- Lo llamó desde el avión, estaba muy preocupado Jack, realmente preocupado.

- Iba a decírselo, pero en cuanto él estuviera aquí.

- Bueno, olvidemos eso. ¿tienen idea de quien se trata?

- Ninguna, pero tuve una pesadilla horrible, el hombre que me seguía tenía la misma voz del que me acosa, sentí que sabía de quien se trataba...

- ¿Entonces, de quien se trata?- Preguntó Allyson.

- Sé quién es, pero al mismo tiempo no tengo la menor idea.

- Me lo has dejado claro. – Ironizó Ally.

- No te preocupes. – Dijo suspirando para esperar dar por terminado el tema. Lo cual en realidad no iba a ser tan sencillo, aunque tenía la esperanza vana e ilusoria de que sí. Craso error.

- ¿Qué no me preocupe? ¿Realmente acabas de decir eso?

- Olvídalo, estaremos bien, recuerda que no estoy sola.

- Claro que no, está Stefano, pero de todos modos iré para allá.

- ¿Qué tú qué? – Preguntó Jackie sin poder creer lo que había dicho. – Máximo no lo permitirá.

- Max no está aquí, está en Nueva York. Así que la pequeña Jackie y yo decidimos que no iríamos con él y mejor te visitaríamos en Grecia. Tiene mucho que las niñas no se ven además. – Eso último la hizo reír.

- Si con lo de "las niñas" te refieres a ti y a mi, es cierto. Volviendo al tema, si sabes que un lunático me acecha ¿verdad? Porque parece que no lo supieras, aquí no es seguro como para que vengan, no quiero que les pase nada. Aunque lo que más me gustaría es verlas, no quiero ponerlas en peligro.

- Oh, no lo estaremos. Simplemente quiero estar contigo, además entre las dos tenemos como cien guardaespaldas así que no nos pasará absolutamente nada. – No eran cien precisamente, pero la verdad es que si eran más que suficientes.

- Repito: ¿Máximo sabe que vendrán?

- No, y no lo digas tan fuerte o Stefano que deduzco sigue en la habitación se lo dirá y bueno, me meteré en un lío. Iremos, estaremos unos días y regresaremos antes de que mi querido esposo se percate.

- Él se enterará, vendrá por ti en un santiamén y después no sabrás ni donde esconderte.

- Claro que no.

- Claro que si.

- Que no. Está todo fríamente calculado.

- Si tú lo dices... - Tenía que rendirse, cuando a Allyson se le metía algo en la cabeza... Se parecían en eso.

- Nos vemos pronto.

- No digas que no te lo advertí.

- Yo también te quiero, hasta muy pronto. – Y colgó.

¿Y ahora que podía hacer? Nada, solo esperar a que Stefano se diera cuenta de la situación y la regresara a casa.

- ¿Todo bien? – Le preguntó en ese momento Stefano.

- Eso creo.

- Te espero abajo. – Dijo y salió.

¿Habría retomado su enojo por que ella le ocultara que recibía esas llamadas? Antes de que Allyson hablara ellos estaban a punto de... ¡Hombres! ¿Quién rayos podía entenderlos? Ella, al menos no.

Después de ducharse y de ir a ver a Maddie, bajó con ella a fin de que desayunaran. Stefano ya había desayunado y estaba en su despacho haciendo llamadas, como le había dicho una empleada.

Antes de salir al jardín rato después para jugar con la pequeña que ya se encontraba allí con su niñera, le fue entregada una invitación.

- La han traído esta mañana señora. – Le informaron. Jackie la abrió, era para un evento que era principalmente patrocinado por los Troyanos, una exposición de objetos antiguos recién desenterrados en una expedición con patrocinio de la familia.

- Gracias ¿Mi esposo sigue en su despacho?

- Si, señora.

Jackie decidió ir a verlo, tenían que dejar las cosas tranquilas entre ellos, no soportaba la idea de vivir todo eso y encima que él estuviera enfadado con ella. Pero antes de que atravesara el salón principal rumbo al despacho, llegaron unos agentes de la policía listos para otra ronda de preguntas respecto a lo sucedido. Stefano se reunió con ella y se sentó a su lado, tomó su mano y ella suspiró aliviada cuando lo hizo. Respondió a las mil y un preguntas que le hicieron. No, no sabía quien podía ser, no tenia enemigos, no había tenido problemas serios con nadie, no entendía que pasaba.

- Bueno, todo se reduce a que es objeto de interés de algún lunático, por el simple hecho de estar en la mira pública ahora, debido a su matrimonio con el Sr. Troyanos. – Dijo uno de los agentes. Stefano pasó un brazo por sus hombros y la atrajo a sí.

- ¿Por qué el ataque no es contra mí? -. Preguntó él.

- No siguen un patrón razonable y lógico esta clase de personas. Pero no se preocupe Sra. Troyanos está fuertemente resguardada y custodiada tanto por su propio equipo de guardaespaldas como por nosotros.

- Gracias. – fue lo único que pudo decir y enseguida se retiraron los agentes dejándolos solos en el salón. – Lamento no habértelo dicho. – Le dijo a Stefano.

- Lo sé. – Se levantó del sofá. – No saldrás a ninguna parte.

- ¿Pretendes que me mantenga encerrada aquí? – Hizo la pregunta con voz tranquila aunque no se sentía así en absoluto.

- No quiero arriesgarte de ninguna manera.

- ¿Permitiremos que ese... loco trastorne nuestra vida? – Ella también se levantó y fue hacia la ventana, desde allí veía a Maddie reír contenta mientras jugaba con su niñera desde su sillita. Él se acercó por detrás y la rodeó con sus brazos.

- No será por mucho tiempo. Daremos con él y esto acabará más pronto de lo que tienes una idea. – Dijo él con voz confiada y segura. - ¿Confiarás en mí?

- Confío en ti. – Y eso era muy cierto. – Tenemos un evento, ha llegado la invitación es para dentro de dos días, había pensado que podríamos asistir, pero... ahora, veo que no podrá ser.

- No, pero tendré que ir yo. Somos los principales patrocinadores, daré un pequeño discurso y luego volveré a casa. – Le dio un beso en la sien. – No tardaré casi nada.

- Quería acompañarte... - Empezó ella, realmente tenía ganas de ir y olvidarse un momento de todo.

- No creo que sea buena idea Jackie.

Quizás la llegada de Allyson no estaba tan mal después de todo. Le preocupaba la reacción de Máximo al enterarse de que su esposa iba directo a donde había problemas y claro que también le preocupaba que pudiera verse afectada por la situación. Sin embargo, ambas estarían bien cuidadas como ella misma había dicho y solo serían unos días. Tomando en cuenta que estaría encerrada en casa, tener a Allyson y a su sobrinita sería ideal para sentirse mejor.

- No sé cuanto tiempo soportaré esto. – Le dijo ella.

- El tiempo que haga falta. – Le dio la vuelta para poderle ver la cara. – No te arriesgarás bajo ningún concepto ¿entendido? – Al no recibir respuesta la besó con firmeza y decisión.

- No siempre vas a conseguir todo lo que quieres con estos métodos. – Jadeó Jackie cuando la soltó.

- No importa. – Volvió a besarla. - ¿Tienes una idea de lo que es ser un adicto a ti? Vamos. – La tomó de la mano y echó a andar hacia las escaleras.

- ¿A dónde? – habló ella pero no detuvo su paso en lo que casi parecía una carrera. Empezó a reír. Apenas llegaron al cuarto, él la despojó de toda la ropa con prisas y la apretó contra la pared. - ¿Podríamos al menos llegar a la cama? – Pidió ella.

- Han sido demasiados días. – Fue lo último que escuchó por que ahí mismo teniendo como apoyo la pared él entró en ella y no le importó, fue el paraíso. El clímax no tardó demasiado en llegar pues ya estaba más que lista para recibirlo. Suaves gemidos y al mismo tiempo fuertes sonidos de placer salieron de su garganta durante todo el interludio. Agotada y satisfecha se dejó caer sobre él quien finalmente la llevó a la cama.

- Demasiados días... tienes toda la razón. –Dijo entrecortadamente. 

Estar encerrada no era tan malo después de todo pensaba Jackie dos días después, Allyson aun no había podido escapársele a Máximo y no había llegado, pero los días no eran tediosos y aburridos para ella. Afinaba su artículo y retocaba las fotos que había tomado, estaba de hecho en ese momento enviando todo por correo electrónico a su editor. Cuando no estaba con su hija o frente a la computadora estaba con Stefano y para ser específicos se la pasaban en la cama. Él había decidido trabajar desde casa, y ella había disfrutado de tenerlo con ella casi todo el tiempo. Esa noche él iría solo al evento al cual habían sido invitados, la idea de que estaría rodeado por mujeres bellas y descaradas no le ayudaba mucho a estar tranquila, era frustrante que fuera lo que más le preocupara en ese momento y no que hubiera un merodeador psicópata detrás de ella. Se rió por la ironía.

- ¿Qué es tan gracioso? – La voz de él llegó desde la puerta, estaba apoyado sobre el marco observándola con una sonrisa, esa sonrisa que siempre era capaz de detener su corazón.

- Un mensaje de mi editor. – Mintió ella. – Quiere que vaya a la Toscana. Acabo de decirle que es imposible. – Eso sí era verdad, acababa de rechazar ese trabajo.

- ¿La Toscana?

- Sí. Hay una casa antigua que le interesa particularmente para que se realice un reportaje sobre ella, pertenece a no sé qué miembro de la nobleza del siglo 19 conocido por ser muy reservado y misterioso. Empiezo a pensar que me está reservando lo más sencillo solo porque estoy casada y soy madre. Siempre me daban los trabajos más arriesgados y excitantes, fotografiar una antigua casa no tiene nada de eso.

- No me gusta nada la idea de verte realizando trabajos arriesgados y excitantes. – Le dijo él serio. – Y debes agradecer que ahora tome en cuenta que eres madre y esposa.

- Sí, pero no dejo de ser reportera fotográfica por ello. En cuanto esto acabe volveré al trabajo. – Su voz fue decidida igual a su resolución de continuar trabajando, solo eso la sacaría del pozo de desesperación en el cual se hundiría en cuanto él se cansara de ella. No sería tan arriesgada como antes, pues ahora estaba Maddie, pero no dejaría de trabajar.

- A que te refieres exactamente al decir "En cuanto esto acabe". – El acero bajo la suavidad de sus palabras pensó Jackie. Ella se refería a su acosador, pero en realidad esas palabras aplicaban a cuando ellos ya no estuvieran juntos, aunque no hubiese sido su intención al decirlas.

- A la situación que me tiene enclaustrada en esta casa. – Ella prefirió desviar la vista y centrarla en la pantalla de su computadora para no ver el brillo inteligente de sus ojos plateados.

- Ven aquí. – Su mirada era oscura e inexpresiva, Jackie no tenía idea que pasaba por su mente pero no era nada bueno.

- Tengo muchas cosas que hacer... - Empezó ella.

- Déjalas para después.

- No.

Tomando un brazo la sacó de su asiento y la puso frente a él. Sus ojos parecían tormentosos pensó ella.

- No hayas la hora de librarte de mí ¿verdad? No te preocupes, todo acabará más pronto de lo que quieres y volverás a tu amada vida arriesgada y libre. – Dicho eso la soltó y salió de la habitación dejándola totalmente temblorosa, confundida y deshecha.

- No es así. – Susurró. – No es así.

Por supuesto no lo vio el resto del día, ni siquiera cuando se fue a la cena de gala de esa noche.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top