Capítulo 26
Días después las cosas parecían haber tomado su curso. Stefano se iba por las mañanas a su oficina en Atenas no sin antes haber desayunado con ella y con Maddie y no sin haberle hecho el amor nada más abrir los ojos por las mañanas. Despertar con él al lado a Jackie le sabía a gloria pura. Él volvía temprano por la tarde, cosa que causó una especie de conmoción la primera vez que lo hizo, no solo en la oficina sino también con los empleados que trabajaban en la mansión. Le dedicaba tiempo a Maddie y a ella. Cenaban juntos, asistían a eventos donde eran la sensación y donde todo el mundo quería estar con ellos. Jackie se había sentido agobiada al principio sobre todo porque eran el objetivo de los fotógrafos, pero él siempre había estado con ella, tomándole la mano, poniendo una mano posesiva en su cintura y no dejándola sola prácticamente nunca. Cosa que había hecho que las revistas de cotilleos y diversos medios de comunicación publicaran que pese a toda duda el gran Stefano Troyanos estaba cautivado por su esposa. Ella trabajaba en casa sobre todo cuando Maddie dormía, estaba investigando para el reportaje fotográfico que aun tenía pendiente, los mejores lugares que existieran en las Islas Griegas, donde podía ir sin quedarse a dormir a fin de no descuidar a su pequeña y por supuesto para que no se separara de Stefano ni una sola noche. Ya no imaginaba estar sola en la cama. Cada noche él le hacía el amor como si realmente sintiera algo por ella, eso le hacía sentir esperanzas que alimentaba su corazón enamorado. Pero no podía cantar victoria, sabía que él la deseaba pero que de eso al amor había un largo camino todavía.
Después del incidente de las flores y de haber tenido largas charlas con Allyson sobre el tema, casi creía que él había estado celoso. La única explicación plausible era que Stefano era posesivo y territorial, porque celos por amor era demasiado pedir. No habían llegado mas flores ni dedicatorias apasionadas, lo que había hecho admitir al propio Stefano que lo más seguro es que se hubiera tratado de una broma de mal gusto. Pero la seguridad a su alrededor se había incrementado como ella bien había notado, cuando le había preguntado el por qué, él solo había dicho que las precauciones no estaban nunca de más ¿Seguiría desconfiando de ella? Recordó las fotografías que aparecían en esa revista que le había mostrado Allyson y se preocupó por no habérselas enseñado. Pero seguro que él reconocería enseguida a Fabricio ¿no? buscó la revista y fue al despacho de Stefano donde pasaba tiempo cada noche.
Ahí lo encontró hablando por teléfono en griego. Al verla entrar sonrió y le hizo señas para que esperara. Ella entendió toda la conversación y eso la sorprendió un poco, su dominio del griego no era malo, pero había mejorado muchísimo por lo visto. Tomó un libro en griego para ver que tal había avanzado en su comprensión de la lectura. Sonrió al ver que ahí todavía tenía que mejorar.
- ¿Está lista la cena querida? – Preguntó él abrazándola por detrás.
- Ya casi. Vine a verte por que quería mostrarte algo.
- ¿Me harás un strip tease? Di que sí. – Pidió él y ella rió por la sugerencia.
- Después, pero ahora mira esto. – Se dio la vuelta y le tendió la revista. Al ver la clase de revista él frunció el ceño.
- ¿No lees esta basura, verdad?
- Aparezco allí.
- Has aparecido en innumerables revistas y no por eso las has comprado.
- Es cierto, pero estas fotos son de hace casi dos años y salgo con otro hombre. – Vio su rostro tensarse. En esa fecha él la estaba buscando.
- ¿Ah sí? – Le quitó la revista de las manos y pasó las páginas lentamente, observó como se tensaba su mandíbula y confirmó asombrada que sí que era un hombre celoso. - ¿Quién es? – Le preguntó con brusquedad y con mirada relampagueante.
- Fue hace más de dos años. – Repitió ella con lentitud conteniendo una sonrisa ¿No se había dado cuenta que era Fabricio?
- ¿Y eso qué? Quiero saber quien es.
- ¿Para qué?
- ¿En serio quieres saberlo? No lo creo.
- Lo que no fue en tu año no es tu daño, te mostré la revista para que después no saques tus propias conclusiones o pienses que lo quería ocultar ¿Vamos a cenar? Tengo hambre. – Dicho eso avanzó hacia la puerta pero él la detuvo.
- ¿Tuviste algo que ver con este hombre? – Él había sido un tonto al apartarla de su vida por un mal entendido, pero la había buscado a pesar de todo. No soportaba la idea de que mientras él intentaba encontrarla, ella se divertía con otro.
- Si fue así, eso no te afecta. El pasado es pasado.
- Difiero con eso. – Por supuesto que difería.
- ¿Yo te reclamo por todas tus ex amantes?
- Es diferente. – Contestó arrogante.
- ¿Si? Explícamelo. – Jackie empezaba a enfadarse.
- Yo fui el primero en tu vida, eso me da más derechos de los que imaginas. – Con ella se volvía un loco irracional sin remedio, pero a veces no podía evitarlo. Él jamás se había interesado por el pasado amoroso de ninguna de las mujeres con las que había estado, pero con Jackie era sumamente posesivo, hasta llegar a lo absurdo como sentirse celoso de un hombre que había estado con ella mucho antes de que ellos estuvieran juntos en el estricto sentido de la palabra. Aunque ellos ya habían compartido unos días en Atenas que habían finalizado mal, pero aun así...
- ¿Estás celoso? – Dijo ella mirándolo como si se hubiera vuelto loco. Cosa que no estaba lejos de ser verdad.
- Me provocas cosas extrañas. – La abrazó, lo que menos quería era que ella se enfadara con él nuevamente. Ella no se resistió, pero lo seguía mirando con extrañeza. – Demonios... ¡Sí! Tú me provocas eso.
- ¿Eso? ¿celos... de alguien del pasado? ¿estás loco?
- Sí, sí y sí.- loco y mucho pero por ella. La risa de Jackie fue cantarina.
- Pero si tú sabes quien es, no puedo creer que no te hayas dado cuenta.
- ¿El tipo de la foto? – La observó con detenimiento y cuando se dio cuenta se sintió de lo más tonto. - ¿Fabricio?
- El mismo. Jamás pensé que no te dieras cuenta, aunque la verdad, no se le ve bien el rostro. – Dijo Jackie tomando la revista y viendo las fotos.
- ¿Lo hiciste a propósito? – Stefano entrecerró los ojos ¿Ella quería ver su reacción solo por que sí?
- ¿De que hablas? Te mostré las fotos pensando que sabrías enseguida de quien se trataba, no imaginé que armarías un interrogatorio y definitivamente no te tenía por un hombre celoso.
- Tú tienes la culpa de todo, me despiertas fuertes instintos...
- ¿Primitivos? – lo interrumpió burlona y en un esfuerzo para que él no siguiera hablando y confirmara que sus celos y todo lo demás era únicamente por que la deseaba más no la amaba. No quería oírlo, prefería vivir un poco más en su nube de color rosa.
- Posesivos. – Corrigió él.
En efecto, nada de amor. Posesión y nada más que eso. No era muy alentador escucharlo, más bien era sumamente descorazonador. Pero algo era algo ¿no? ¡No, lo era! Gritó su corazón. Ella quería amor, lo quería todo.
- Fuimos a Bali con Fabricio y Allyson, de ahí son las fotos. – Siguió ella explicando y mirándolo con detenimiento le dijo: - No soy posesión de nadie Stefano.
- No me hagas probarte lo contrario. – La atrajo a sus brazos y ella lo consintió, pero sintiéndose vacía por dentro. Ciertamente era difícil que le recordaran que el amor de Stefano era algo muy difícil de conseguir. Él la besó y ella lo permitió pero cuando sintió que su cuerpo reaccionaba ávido de sus caricias se retiró antes de que las cosas se salieran de control y no pudiera dejar en claro su posición. – Eres mía. - Susurró él a su oído. Ella se libró de su abrazo.
- ¿Tengo que recordarte que este matrimonio no es otra cosa que algo conveniente para ambos y por Maddie? ¿Qué prácticamente tiene fecha de caducidad? Yo no soy de nadie y nunca lo seré. – Vio algo extraño en sus ojos que no pudo definir y justo después su mirada se encendió. No eran palabras adecuadas en boca de una recién casada, por mucho que su matrimonio no fuera por amor. A pesar de que había tenido sus episodios de celos él se había esforzado por que todo marchara bien. Y ahí estaba ella, tratando de poner en claro que no era posesión de nadie cuando lo que más deseaba era ser de él y que Stefano fuera solo suyo. Pero hablaba su corazón angustiado y herido.
- No tienes que recordarme absolutamente nada. No he olvidado nuestro trato. – Dijo él con voz fría y controlada, sin atisbo de enojo. – Pero mientras estés casada conmigo, te guste o no me perteneces, harás lo que yo quiera. Funcionamos bien en la cama y al parecer fuera de ella, así que mientras este matrimonio no caduque – Sonrió con lo que a ella le pareció una burla cruel. - Harás bien en recordar que eres la esposa de Stefano Troyanos. Después del divorcio harás lo que quieras, mientras no.
- ¡Así que sigues siendo el troglodita de toda la vida! – Espetó ella, refugiándose en la furia para no derrumbarse por lo que él le había dicho. ¡Ella había tenido la culpa! Era cierto, pero al oír la palabra divorcio, algo se había quebrado dentro de ella. – No te pertenezco. – Lo dijo recalcando cada sílaba. – Lamento sacarte de tu error. Pero iremos a pique si piensas que podrás hacer de mi vida lo que quieras mientras estemos casados.
- ¿A pique has dicho? – Le dirigió otra de esas sonrisas odiosas. – no se ha secado la tinta en el acta matrimonial querida ¿No podías haber esperado que hiciéramos el mes de casados? Recuerda que si decides divorciarte ahora, lo único que lograrás será perder a Maddie. – Al verla palidecer continuó sin piedad – No pienso tener contemplación alguna contigo, no te equivoques. Tendré la custodia completa de la niña y lo sabes, no pienso compartirla. Pero, supongo que con tu trabajo que es tan ajetreado y que te lleva a distintos puntos del planeta te vendría de maravilla que el juez sentencie que la veas solo ciertos días del año ¿verdad?
- Maldito seas. – Siseó ella sintiendo como su corazón palpitaba con tanta rapidez que parecía querer salirse de su pecho. – Amo a mi hija con todo mi corazón y más que a nada en el mundo. No me amenaces Stefano, no soy una indefensa mujer sujeta e impresionada por tus demostraciones de poder y por tu dinero.
¿Qué rayos estaba pasando? Hace un momento estaban besándose y ahora peleaban como dos enemigos jurados. Pero ella le hacía despertar sentimientos intensos. Sobre todo cuando había dicho que su matrimonio terminaría ¿es que nunca lograría que ella lo amara? ¿Es que todo lo vivido no significaba nada? ¿Tan dura era? Si pensaba que quedaría impasible viendo como pretendía librarse de él tan pronto, estaba muy pero muy equivocada. Usar a Maddie no había sido justo, pero era su mejor opción para obligarla a quedarse. Él jamás separaría a Maddie de su madre, si Jackie decidía irse, él no le negaría a su hija, pero eso Jackie no lo sabía, así que jugaba esa carta.
- Tienes familia poderosa en el ámbito legal lo sé, ¿pero realmente piensas que es suficiente para luchar contra mí? Eso quizás fuera antes, ahora tengo un muy explicito documento firmado por ti que dice que si este matrimonio termina en menos de tres años pierdes a la niña. – Al recordar ese pequeño gran detalle, Jackie sintió un leve mareo. Había pensado que sería fácil estar a su lado esos tres años, que por Maddie sería poco y al contrario lograría mucho: Llevarse a su hija con ella.
- Puedo encontrar la manera de anularlo.
- ¿Y como? Está prácticamente blindado, me aseguré de ello. Así que te aconsejo querida que sigas ejerciendo tu papel de esposa y madre por poco que te guste el primero y reflexiones antes de llevar a cabo cualquier arriesgada decisión que pienses te ayudará a salir de este matrimonio. Porque puedo jurarte aquí y ahora que si bien antes fui casi indulgente contigo y tus deseos de pelear contra mí, ahora seré todo lo desalmado que puedas imaginar.
Jackie ejerció un control férreo sobre el cúmulo de emociones que sintió. Temor a perder a su hija, ira, desesperación y decepción.
- Amenaza todo lo que quieras. A estas alturas debes saber que nunca te he tenido miedo y que jamás lo tendré. Jamás podrás doblegarme Stefano. – Le dijo con voz firme, aunque lo único que quería era llorar. – No era mi idea deshacer este matrimonio tan pronto, ni pelear de nuevo contra ti. Dejar en claro que no soy una posesión mas en tu haber, era mi única intención. Pero no dudes que si me veo en la necesidad de hacerlo... pelearé contra ti y contra quien sea por mi hija. – Dicho eso se alejó de él y salió sin dar un portazo. Subió las escaleras rápidamente y fue a la habitación de la niña.
Al verla desaparecer Stefano arrojó hacia la pared lo primero que encontró que fue un jarrón lleno de flores que ella misma había puesto allí. El sonido del jarrón estrellándose le pareció una ironía, pues su incipiente matrimonio parecía ir por ese mismo camino, aunque el que se había estrellado era él al creer que sería rápido conseguir a Jackie. No sabía en que momento se había olvidado que ella podía ser una magnifica contrincante, una adversaria inteligente y la única mujer que jamás había logrado impresionar con nada. No quería pelear contra ella. No quería que ella lo odiara. Cosa que seguramente estaba haciendo en ese momento. Él debía respetar su personalidad, su independencia, el que ella no se sujetara a nada ni a nadie, que no se considerara pertenencia de él. Por mucho que lo enfureciera todo eso, la verdad es que él la amaba por todo lo que era.
Fue al comedor donde fue informado que Jackie había dicho que no cenaría esa noche. Él tampoco estaba de humor para comer. Subió las escaleras de dos en dos ansioso por verla y esperando que estuviera más tranquila. No la vio por ninguna parte. Seguro estaba en la habitación de Maddison, pero cuando no vio a ninguna de las dos, sintió una garra fría apretándole el corazón. Comprobó enseguida con su jefe de seguridad que no había salido nadie de la propiedad y él mismo las buscó en toda la casa. Al no encontrarlas por ninguna parte, hizo que todo el mundo desde empleados de la casa y todo el personal de seguridad las buscara. Susan la niñera de Maddie había tenido el día libre. Llamó al móvil de Jackie y este lo mandó a buzón aumentando su miedo a que ella lo hubiera abandonado. Una hora después seguían sin aparecer por ningún lado y justo cuando estaba por linchar a su personal, el encargado de los jardines habló con él.
- La señora frecuenta las plantas que están en el torreón en la parte sur. – Era un antiguo torreón que más bien parecía un pequeño faro y que desde donde estaba ubicado tenía toda su vista hacia el mar. Ahí era el lugar perfecto para ciertos tipos de plantas que necesitaban sombra y un lugar no demasiado caluroso, esas plantas le encantaban a la madre de Stefano así que ella había sido la de la idea y se había puesto de acuerdo con los jardineros para tenerlas allí, de vez en cuando se llevaba unas a su casa. – Probablemente esté allí. – Sugirió el hombre. Esa zona no era un lugar adecuado para visitar de noche y no habían revisado allí.
- Yo iré. – Impidiendo que nadie más fuera y mandando a todos a sus labores normales y en el caso de muchos a la cama, se encaminó a través de los jardines con celeridad teniendo la certeza de que ella estaba allí. El recorrido era largo, se atravesaba los rosales y otras variedades de flores que impregnaban el ambiente con su aroma. Cosa que él no notó para nada en su afán por llegar. El torreón era viejo pero todo en el estaba en buenas condiciones y contaba con electricidad. Abrió la puerta al llegar y antes de subir percibió una tenue luz en la parte de arriba. Subió las escaleras y llegó enseguida al único y pequeño piso, todo estaba lleno de plantas y cerca del ventanal había una mecedora que ocupaba Jackie quien sin percatarse de su presencia acunaba a Maddie y le cantaba muy bajito una tonada en español, escena que lo dejó paralizado ¿Por qué diantres se le había ocurrido amenazarla de esa manera? El alivio de verla dio paso al remordimiento pero después dejó lugar al coraje por lo que le había hecho pasar al no encontrarlas. La melodía que entonaba Jackie cesó.
- No tenía pensado irme sin decir nada. No es mi estilo. – La voz de Jackie interrumpió sus pensamientos, ella había percibido su llegada. – Te hubiera dicho inmediatamente que me iba con mi hija. Pero aun no es el condenado momento.
- Estuve como un loco buscándolas. – Se acercó a ellas. Maddie dormía plácidamente. - ¿Así que aún no es el momento? – Preguntó y la imagen de su hija acurrucada al pecho de su madre le llegó al alma logrando evitar una ácida respuesta a lo dicho por Jackie. Pensaba dejarlo tarde o temprano, cosa que no permitiría por supuesto, pero siendo realistas tampoco podía evitarlo del todo.
- No, tengo que esperar tres años ¿No es así? – la voz de ella sonaba lejana a pesar de no estar separados más que unos centímetros. – Pienso hacerlo no por el maldito papel que firmé, sino por ella. – Y dirigió su mirada a la niña que dormía sobre su pecho. – Está muy acostumbrada a ti, quiero que sepa quien es su padre y conviva con él.
- ¿Qué hacías aquí? – Era una especie de respiro saber que contaba con más tiempo al lado de ambas, aunque hiciese a un lado el hecho de que se quedaba por la pequeña y no por él.
- Necesitaba paz. – Dicho eso se levantó- Es hora de que esta niña se vaya a la cama.
- La llevo yo. – Ella no protestó cuando él se la pidió. Lo precedió y bajó las escaleras rumbo a la casa, ya en ella los dos entraron a la habitación de Maddie y cerraron con cuidado la puerta al salir. – No vuelvas a hacerme esto. – Le dijo él a Jackie cuando ya iban por el pasillo. – No te desaparezcas sin decir palabra.
- No era mi intención asustarte haciendo que pensaras que me llevaba a la niña. Como te dije quería paz. – Ahora no solo sonaba lejana, sino también ausente y cansada impidiéndole desahogar el temor por haber pensado que las perdía.
- Vamos a dormir, mañana hablaremos. – Eso hizo que ella se detuviera en seco.
- No me apetece compartir contigo la habitación, mucho menos la cama, así que... - No terminó la frase por que él la alzó en brazos sorprendiéndola.
- De eso nada, puedes estar todo lo enfadada que quieras conmigo y puedo estar todo lo furioso que pueda contigo como lo estoy ahora, pero tú y yo no dormiremos separados en el tiempo que estemos juntos.
- ¿Nuevamente una decisión unilateral? - Lamentablemente estaba demasiado cansada como para protestar. Ahogó un bostezo. Ese día había transcurrido como cualquier otro, pero hasta antes de la cena. La discusión sostenida con él hacía unas horas, lo dicho por ambos, había acabado por dejarla extenuada mental e incluso físicamente. - ¿Podrías respetar lo que quiero? – Insistió desde sus brazos mientras él seguía avanzando por el pasillo.
- En cuanto a esto no.
- Ni en esto ni en nada al parecer ¿Siempre va a ser así?
- ¿Llamas siempre a tres años? – Esas palabras de Stefano le dolieron a ella, pero eran ciertas.
- Tres años al parecer serán mucho tiempo. – Le respondió Jackie intentando bajarse, él la sujetó con fuerza y entró en la habitación que ocupaban.
- Tú eliges que serán: El cielo o el infierno.
- ¿Así que yo seré la única responsable de cómo sea este matrimonio? Muy conveniente. Ya bájame.
- No. – la depositó en la cama y sin permitirle moverse se acomodó a su lado. La sujetó por la cintura y con la otra mano apagó las luces.
- ¡No estoy con ropa de dormir! Quiero cambiarme.
- No. – Volvió a decir él que igual que ella estaba totalmente vestido.
- Estás loco. – Gruñó ella. – No pienso aprovechar a que te duermas y escaparme con la niña, esta casa es una maldita fortaleza.
- Ni por un momento he pensado que harías tal cosa.
- Mentiroso. –Lo acusó.
- Bueno, sí, se me pasó por la mente cuando no las encontraba que te habías ido. Pero como tú misma has dicho no es tu estilo hacer tal cosa y menos sin anunciarlo. Antes de irte me habrías arrojado algo a la cabeza, hubieras dado una paliza a los guardaespaldas y salido de aquí con Maddie. Así que analizando bien las cosas, no es algo que tú harías. – Dijo burlón.
- Entonces suéltame. – Se removió en sus brazos.
- No quiero. Duérmete.
- ¿Por qué no? – Insistió ella.
- Si te suelto no podría dormir y mañana debo irme temprano, viajo a Durban. Te lo iba a decir en la cena, pero elegiste desaparecer. Me voy por varios días.
- En ese caso buen viaje y sigo sin entender por qué no me sueltas.
- Porque no tengo la menor intención de permitir te me escapes para dormir en otra cama, ya te lo dije, pase lo que pase esta es tu cama. Conmigo a tu lado, te guste o no. Aunque los dos sabemos que sí te gusta. – Jackie bufó enfadada y la mano de él acarició su vientre. Ella se tensó, no quería que cada pelea acabara en sexo. Él se detuvo para su sorpresa y posterior decepción a pesar de su supuesta negativa. – Así que por el amor de Dios – Continuó él. – Ya duérmete. – Asombrosamente lo hizo pasados unos minutos quedando profundamente dormida, no así Stefano que con cada movimiento de ella se despertaba y se aseguraba que siguiera allí y luchaba con el deseo, por tenerla al lado y no poder hacer nada más.
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