Capítulo 19


¿Esto es la versión discreta de su vigilancia? – Le susurró a Ally incrédula y sólo escuchó la risa de su amiga.

- Me temo que sí. A veces son más discretos pero este es un lugar demasiado expuesto y público.

Entraron al sencillo café y el dueño casi se va de espaldas al verlas. Sobre todo a Allyson que era una mujer muy conocida ya que era la flamante esposa de Máximo Vecchio-Salvatore el magnate italiano sueño de muchas mujeres a pesar de que ahora estaba felizmente casado y enamorado de su esposa. Jackie rió bajito al ver su reacción.

- Ni te burles, pronto tú también serás bastante conocida. – Dijo Ally y eso hizo que Jackie callara de inmediato.

- No me lo recuerdes.

Atendidas a la perfección se encontraban esperando a Gabriela y en eso vieron llegar a través del enorme ventanal que daba a la calle varias camionetas negras, unos hombres vestidos de negro bajaron y enseguida se acercaron a sus propios guardaespaldas, al parecer todos se conocían y se estrecharon las manos amigablemente.

- ¿Qué hay convención de guardaespaldas o algo así? – Bromeó Jackie.

- Por lo visto se conocen. Creo que en una de esas camionetas viene Gabriela. Espero que no la reconozca nadie de mi equipo de seguridad ¡Dios! ¡Que nervios! – Tal como había dicho Allyson, Gabriela bajó de la camioneta después de que lo hizo un imponente hombre con turbante, parecía un gigante. Gabriela se detuvo y le dijo algo en voz baja. El hombre se quedó afuera y ella entró a la cafetería buscándolas con la mirada, el pobre dueño casi se desmaya. En cuanto las vio prácticamente corrió hacia ellas con una enorme sonrisa. Llevaba un abrigo negro que la cubría toda, el cabello recogido en un moño y en general intentaba no ser reconocida por los guardaespaldas de Allyson.

- ¡Chicas! ¡Están preciosas! – Las abrazó efusivamente - ¡Cuánto tiempo! Las he extrañado horrores, lamento no haberme comunicado antes, pero han pasado tantas cosas y estaba del humor más horrible que pueda haber. – Se sentó a la mesa sin dejar de hablar.

- Estamos encantadas de verte – Dijo Ally – Entiendo que no hayas podido hablar antes, yo también me desaparecí una temporada.

- Lo sé. – Le dijo apretándole la mano en un gesto afectuoso. - ¿Y tú Jack? No tienes más excusas que ese fascinante trabajo que tienes.

- ¿Hablas de cosas fascinantes? No sabía si decirte Alteza en cuanto te vi o decirte simplemente pequeña matrioska - En alusión a la famosa muñeca rusa, apodo cariñoso que le decían debido a sus orígenes rusos. Gabriela rió al escuchar a Jackie.

- Ustedes pueden decirme como quieran.

- Pero ahora eres una princesa ¿no es así? – Dijo Ally.

- Sí. – Suspiró – este día hubiera sido horrible, sino hubiera recibido su llamada con noticias de ustedes. No tenía la menor idea de estar casada ¡Lo juro! Pero ahora resulta que mi flamante esposo reclama que esté con él y como verán ahora recibo el trato de una estrella de rock. – Dijo con gesto cansado mirando hacia fuera donde su dispositivo personal de seguridad esperaba. – Aunque ustedes por lo visto ya saben lo que es esto.

- ¿No puedes deshacer el matrimonio? – Preguntó Jaquie.

- Claro que puedo, pero eso significaría la ruina de mi familia.

- ¿A que te refieres? – Dijo asombrada Allyson.

- A que si no vuelvo con él, se encargará personalmente de mandarnos a la quiebra. Sí, me ha amenazado.

A ustedes puedo decírselos, así que hoy mismo se ha presentado exigiendo que vuelva y de hecho nos vamos hoy mismo no tengo idea de a donde pero nos vamos.

- Si necesitas ayuda económica y de cualquier tipo Gaby sabes que cuentas con ella. No dudes en pedírmela. Te apoyaré hasta el final.

- No sé que tanto pueda hacer pero cuentas conmigo igualmente – Añadió Jaquie.

- Gracias chicas – Dijo secándose una escurridiza lágrima – Pero tengo que resolver esto sola y lo lograré. Ten por seguro también que a Máximo no le agradaría nada esto.

- ¿Por que dices eso? – Preguntó extrañada Ally.

- No le gustaría que me apoyaras en contra de él, es amigo de León. Si sabías ¿no?

- ¿Qué? Sé que han hecho negocios, pero ¿amigos? Eso, yo no lo sabía.

- Pues lo son y de tiempos de la universidad, lo mismo que con Stefano, el magnate griego primo de tu esposo. No solo hacen negocios juntos sino que se llevan de maravilla ¿no es irónico en cierta forma? Si otra fuera la situación brincaría de gusto. Supe de su estrecha amistad el escaso tiempo que estuve en Durban.

- ¿Irónico? No tienes idea cuanto – Refunfuñó Jaquie. - ¿Sabes que voy a casarme?

- Sí. – Dijo Gabriela sonriendo - ¿Quién es el afortunado? Jamás creí vivir para verte comprometida.

- Gracias por eso. – Dijo con una mueca graciosa – El afortunado es Stefano Troyanos...Y estás invitada a la boda, será en Grecia por supuesto. Tendrás que decirme en dónde estarás para enviarte la invitación para el aciago día.

- ¿Aciago día?

- Es una larga historia – Interrumpió Ally – Pero Jaquie tiene una pequeña con él, se llama Maddison.

- Si que hemos estado demasiado tiempo sin vernos, demasiado... - Dijo Gabriela – Nos tenemos que poner al día definitivamente... No importa cuanto nos lleve, así que Troyanos ¿eh? Bueno, es un bombón de hombre – Bromeó. – sólo alguien como él podría hacerte pensar en el matrimonio...

Después de varias horas, la charla seguía siendo de lo más amena. Se habían contado de todo, habían estado más tranquilas al ver que los guardaespaldas de Allyson no la habían reconocido y en general a pesar de los problemas se la estaban pasando en grande. El teléfono de Gabriela sonó y al ver la pantalla gruñó. Era hora de despedirse.

Después de muchos abrazos y de promesas de verse más seguido, se despidieron. En cuanto Gabriela se fue, los teléfonos tanto de Allyson como de Jaquie sonaron.

- Es Máximo. – Sonrió Ally y contestó.

- Es mi pesadilla particular. – Dijo a su vez Jaquie y le contestó a Stefano. - ¿Sí?

- Estás dejando vacías las tiendas a juzgar por lo que te has tardado. – le dijo secamente.

- Estoy bien, gracias – Dijo con sorna - No te preocupes, mis gastos los estoy pagando yo. – El oírlo le causó la acostumbrada emoción que prefería no sentir.

- El ajuar lo paga el novio.

- No en esta ocasión – Únicamente había ido a Milán por el vestido y no le había costado nada. Ropa tenía a montones y de hecho no siempre se la ponía toda, ya que su trabajo no siempre se lo permitía, así que tenía lo necesario y mucho más.

- Lamento diferir, y no está sujeto a discusión ¿ya vienen de regreso?

- ¿Acaso me extrañas? – Le preguntó ella con burla.

- ¿Tú que crees? – Fue la ambigua respuesta de Stefano.

- Llegaremos pronto, ¿Cómo está Maddie? – Jackie prefirió no seguir por esa línea de conversación y optó por algo seguro y que le interesaba pues quería saber de la niña.

- Ella está perfectamente. No tardes.

- ¿Es una orden?

- No, pero esta misma noche salimos hacia Grecia, así que sugiero que te des prisa...

- ¿Qué esta noche que...? – Por poco lo dice a gritos.

- Nos casamos en tres días, lo normal y lógico es que los novios ya se encuentren en el lugar donde contraerán matrimonio.

- Pero... pero es que...

- No hay peros que valgan, date prisa. – Y colgó sin darle tiempo a nada, ella soltó diversos improperios dirigidos a Stefano y le informó a Allyson la situación.

- En ese caso, vámonos ya. Nosotros salimos en dos días, te llevaré otras cosas más que puedas necesitar. –Dijo Ally.

- No creo necesitar nada más. – Decía enfadada Jaquie mientras se dirigía a la puerta del establecimiento.

- Eso dices ahora...

- Porque es así.

- Ya veremos... te llevaré un negligé para la noche de bodas, con el cual Stefano se hincará de rodillas a agradecer a Dios por ti. – Ally empezó a reír en cuanto lo dijo y Jaquie solo movió la cabeza de un lado a otro.

- Stefano no sabe lo que le espera a mi lado, no seré una dócil mujercita sumisa a la espera de que su flamante esposo le diga que hacer, que decir y no se le ocurra en la vida rebelarse y sobre todo que le espere sensualmente vestida en la cama cuando al señor se le antoje. Stefano no sabe lo que le espera...

- Algo me dice que si lo sabe y está ansioso por empezar – Canturreó Allyson.

Horas después Jacqueline se desabrochaba el cinturón de seguridad y comprobaba que Maddison siguiera dormida. Ya se encontraban volando hacia Grecia y a pesar de estar hecha un manojo de nervios trataba de controlarse. Stefano estaba enfrascado en unos documentos y ella que lo había ignorado desde que se había subido al avión ya que ahí las estaba esperando él, quiso ponerse a gritar solo para ver si así lo hacía salir de ese estado impasible e indiferente. No cabía duda que él podía ignorar mejor que nadie. Había tomado a su hija en brazos y ese había sido el único contacto que habían tenido, el de ella al darle a la pequeña. Sacó su computadora portátil, con el fin de trabajar en las últimas fotos que había tomado y así no seguir pensando en las horas venideras.

Sonrió como boba al ver las fotos que le había tomado a Maddie, ella no lo había confesado pero no pasaba un día sin que no le tomara fotos a su hija. Su corazón de madre estaba pleno y rebosante de amor por su pequeña, por ella valían la pena infinidad de esfuerzos y sacrificios, con esa mentalidad, abrió la carpeta donde tenía las fotos tomadas en la selva negra y que le servirían para su futuro libro.

Pasaron los minutos y ella se encontró enfrascada en su trabajo, mientras al mismo tiempo hacía las anotaciones necesarias que indicaban el lugar, hora y demás datos de interés de las fotografías.

Ya tenía prácticamente vendido el libro, trabajaría con el mismo editor que Gabriela su amiga, quien escribía novelas y la había contactado con esa editorial así que dentro de unas semanas firmaría el contrato.

Absorta en su trabajo pero sin dejar de ver a Maddie por si se despertaba, la había llevado a una cuna especial que iba en el jet privado de Stefano en el cual viajaban y de cuando en cuando dejaba de trabajar y le daba un vistazo. Le sirvieron de comer y ella se dedicó a picotear la ensalada que le habían servido, seguro que después le daría hambre, ella no era de ensaladas únicamente. Comía muy bien, pero cuando estaba frente a la computadora no dedicaba mucha atención a la comida.

- ¿Desde cuándo comes tan poco? – La voz de Stefano llegó a sus oídos y aunque hubiese preferido no contestar, sabía que se vería como una chiquilla. Así que se obligó a hacerlo.

- No tengo mucha hambre. – respondió sin apartar la vista de la pantalla.

- No me gustaría que cayeras desmayada antes de dar el "si quiero" – Se burló él. Ella levantó la vista por fin de la pantalla y lo miró fijamente.

- Sería una buena manera de poner fin a esta locura ¿no crees?

- No volveremos a esa conversación – Anunció tajante – Desmayada o como sea, te aseguro que estarás casada conmigo en pocas horas.

- No puedo esperar... - Dijo ella con sarcasmo y falsa alegría.

- Come. – Ordenó.

Ella retiró su plato negándose a obedecer y se enfocó de nuevo en la pantalla, despreciando la deliciosa ensalada, que de pronto se le antojó. Stefano seguía observándola y cuando estaba segura que se levantaría y la obligaría a comer, una llamada la salvó de lo que pensaba ocurriría. Casi inmediatamente vio como él se sumergía en una conversación en italiano y ella volvió a su trabajo. Pasado un rato, él seguía al teléfono y ella se levantó para ver a Maddie, quien tenía el dulce sueño de los bebes, sonrió y le acarició la mejilla, la pequeña respondió con una hermosa sonrisa aún dormida. Una azafata se le acercó y le indicó que pronto aterrizarían, así que se sentó para abrocharse el cinturón, mientras la joven azafata colocaba a Maddie en una sillita especial y le abrochaba el cinturón. En esos momentos recordó que tenía hambre y cerró los ojos para pensar en otra cosa que no fuera la comida.

- ¿Todo bien? – Le dijo la joven acercándose a ella, interpretando que cerraba los ojos por temor.

- Mejor, imposible. – Contestó y logró detener el sarcasmo a tiempo. Sonrió a la chica.

- No se preocupe, muchas personas tienen miedo a volar, sobre todo cuando es el despegue y el aterrizaje. Pero todo irá bien.

- Gracias. Lo que sucede es que me siento un poco mareada. – No estaba del todo mintiendo, la falta de comida, la tensión de todo la estaba haciendo sentir un poco de mareo.

- ¡Oh! Ya veo. – Sonrió la chica, con algo de picardía. – Entiendo.

Jackie se dio cuenta que la había mal interpretado de nuevo y esta vez pensaba que estaba embarazada ¿sino por qué había sonreído con picardía? Exhaló con fuerza y volvió a cerrar los ojos, que pensara lo que quisiera. Su vida sería pública dentro de poco y así todos podrían ver que no había embarazo alguno y nunca lo habría.

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