Capítulo 18

¿Paciencia? ¿Ella le estaba pidiendo paciencia? Lo que tenía que hacer era echársela al hombro y desaparecer con ella en algún lugar lejano lejos de todos y todo. Marcarla como suya hasta que ella gritara su nombre, hasta que le rogara la poseyera y no existiera nada ni nadie más en esa exasperante cabecita. Pero todo a su tiempo, dentro de poco ella ya no tendría más escapatoria y se le acabarían las excusas. Era realmente frustrante, exasperante y sobre todo digno de su cólera el que ella adoptara esa actitud, pero no tenía que sorprenderle. Ella no se rendiría sin dar batalla y sabía que al estar casados sería una lucha constante, la perspectiva le excitaba y le fastidiaba al mismo tiempo porque quería que ella dejara de hacerlo, que se rindiera a él sin tantas protestas y artimañas para hacerlo enfadar. En unos días tendría todo el tiempo del mundo para alejar de su mente todo lo que ella ponía conscientemente como barrera entre ambos y sería delicioso y placentero lograrlo. Aunque por primera vez se sentía con lo más parecido a la tensión y por una mujer, cosa que jamás le había pasado. Pero con ella todo era posible, todo era impredecible, ciertamente no se aburriría. Así que quería paciencia, ésta ya se le había agotado pero sacaría de donde ya no había un poco más.

Quiso zarandearla en cuanto ella dijo que la necesitaba para acostumbrarse ¡Dios! A la idea de casarse con él. Lo peor es que ella sabía que había muchas interesadas en ocupar su sitio y él sabía que eso a ella le venía dando exactamente igual. Era hora de echar mano del control, cada vez le estaba resultando más difícil.

- Así que la Señorita pide paciencia.

- Por favor – Dijo ella suavemente y eso lo apaciguó un poco.

- Está bien. – Concedió y apretó la mandíbula al ver como ella se relajaba un poco ¿Acaso casarse con él era tan difícil? – Sólo dime una cosa.

- ¿Sí?

- ¿Estás embarazada? – Soltó sin más y la observó con el claro objetivo de no perderse ni un solo detalle de su reacción y observó todas: Sorpresa, incredulidad, ira, después el desconcierto y por último la duda. Aquella última reacción le hizo latir más rápido el corazón. - ¿Lo estás? – Insistió y ella lo fulminó con la mirada, mucho más recuperada.

- Eso a ti no te inte... - Empezó ella.

- ¡Oh por todos los cielos! ¿Vas a decir que no tengo nada que ver con ello? Es de lo más tonto que lo hagas ¿No crees? – Ella volvió a lanzarle una mirada llena de resentimiento. – Hicimos el amor sin protección, muchas veces...

- Sí. sería algo tonto decir que no tienes nada que ver. – Concedió para sorpresa de él. – En cuanto a lo de la protección también fue mi culpa...

- ¿Entonces...? – Presionó. Jamás se había descuidado a los extremos con los que había llegado con ella, nunca le había pasado, todo el tiempo había usado protección. Siempre había tenido presente los recuerdos de esos momentos de pasión, pero fue hasta después de enterarse de que era padre y hasta que tuvo que empezar a idear estrategias arriesgadas para quedarse con madre e hija es que se le vino a la mente esa posibilidad, al momento de pensarlo se quedó sorprendido de no haber reparado en ello antes. Era más que probable que ella estuviera esperando un hijo de él y la idea le pareció excelente pues así no podría librarse de él tan fácilmente. Pero casi inmediatamente las cosas se arreglaron a su favor y teniendo todo de su parte decidió esperar para averiguar si ella estaba o no embarazada. Aunque claro, no se detenía mucho a pensar como es que eso podía resultar favorable tomando en cuenta que él detestaba las ataduras y dos pequeños podían serlo, pero la idea resultaba bastante agradable sobre todo con esa madre incluida en el paquete. Así que esperó ansioso la respuesta.

Jackie había pasado por distintas emociones en cuanto él le había hecho esa pregunta. Sabía que no podía estarlo, pero sus encuentros con él por llamarlos de alguna manera habían sido bastante intensos ¿Sería posible que...? Una pequeña duda se había formado en su interior, pero la realidad de su situación hizo que la lógica se impusiera. Tenía la increíble fortuna de tener a Maddie con ella y eso debía bastarle, ver su vientre enorme por tener un bebé dentro, era algo que ella no estaba nada segura de que sucediera nunca. Todo indicaba que ella no se embarazaría nunca.

- No. No lo estoy. – Y quiso correr lejos de allí.

- ¿Estás completamente segura?

- Sí. – ¿Era desilusión lo que había en los ojos de él? Imposible.

- Bien. Te veo en la cena, Máximo me ha invitado. – Dicho eso se alejó y al verlo irse ella tuvo unas ridículas ganas de llorar.

- ¿Ya has elegido que te pondrás? – Le preguntaba Allyson horas después poco antes de la cena.

- ¿Para la cena? ¿Será algo formal?

- No, me refiero para tu boda.

- No he decidido nada todavía. – Respondió dándose cuenta que se le había pasado ese pequeño gran detalle.

- No te has puesto a ello, más bien – Le reprochó Ally.

- ¿Por qué has de conocerme tan bien? – Suspiró.

- Vi algo que seguro te va a fascinar – Prosiguió Ally – Es de un diseñador relativamente nuevo de Milán. Vamos mañana si te parece.

- Claro. – Lo que fuera por no seguir pensando en su imposibilidad para dar hijos.

- Sé que esto será un gigantesco cambio para ti Jackie, pero esto que haces por Maddie tendrá sus recompensas. – Dijo de pronto Ally entendiendo lo difícil que era para ella y logrando que por poco se echara a llorar.

- Lo sé. Pero aunque no haya beneficios extras, lo único que quiero es a mi hija conmigo.

- Todo irá bien. Lo prometo. – Le sonrió Ally.

- ¿Ahora eres mi hada madrina? – Río Jackie.

- Algo así. Digamos que sé que todo irá para bien.

- Te has vuelto una romántica incurable.

- ¡Oh calla! Y apurémonos que las niñas deben comer para que duerman plácidamente y no molesten a sus papás a la hora de la cena.

La vivacidad y la alegría de Allyson eran contagiosas, y se alegró de tenerla a su lado y contar con ella. Pero llegada la hora de la cena seguía aún cavilando sobre lo que el futuro le deparaba. Pasados unos años, vendría el divorcio y ella por fin se quedaría con Maddie pero, ¿Sería feliz? ¿Se podía tener a un hombre como Stefano para luego dejarlo y seguir como si nada? Sabía perfectamente que no. Su pobre corazón ya era de él y el constatarlo le aterrorizaba lo indecible ¿Cómo sobrevivir todo ese tiempo? Imposible. No saldría indemne. Pero al menos tendría su libertad y a su hija. Eso era más que suficiente, tenía que bastar ¿no? se vistió de manera automática y optó por lo primero que encontró, una blusa de seda color uva y una falda negra que le llegaba a las rodillas, tacones y brillo de labios.

Maddie dormía plácidamente desde hacía unos minutos pero antes de bajar se dirigió al cuarto de su pequeña sobrina donde habían puesto otra cuna para instalar a Maddie a fin de que las dos pequeñas estuvieran juntas. Escuchó antes de entrar una conocida voz que susurraba despacio una tonada en griego. Se asomó lentamente y vio a Stefano tararearle a su hijita que reacia batallaba contra el sueño que ya se apoderaba de ella. Cuando la vio dormida por fin, él sonrió y la besó tiernamente haciendo que esta vez si la dominaran las emociones. Luchó contra ello y parpadeó para alejar las lágrimas. Conteniéndose a base de mucha fuerza de voluntad se obligó a entrar porque percibió que Stefano ya sabía que no era el único en la habitación.

- La dejé dormida. – Le dijo acercándose a la cuna para ver a su hija.

- La encontré despierta y a punto de hacer una rabieta que pudo haber despertado a la pequeña Jackie. – Respondió y ella verificó que la hija de Ally siguiera durmiendo y así era.

- Gracias por hacerla dormir.

- No tienes por que darlas soy su padre ¿No es así? – Y volvió a irse dejándola nuevamente en un mar de confusiones. Solo que esta vez una silenciosa lágrima se deslizó por su mejilla.


Estaba a punto de convertirse en la reina del drama se dijo enojada mientras se limpiaba esa lágrima. Tendría que hacer un esfuerzo y no pensar solamente en sus penas, que se concentraban en saber que él no la amaba, que solo deseaba su cuerpo y tenerla en su cama, eso la corroía y si seguía por ese camino terminaría totalmente destruida. Tenía que tomar lo que la vida le daba, él amaba a Maddie eso era más que obvio y ella debía aceptar que no era un mal padre. Así que a aceptar su destino, se casaría con un hombre que le hacía amarlo y odiarlo al mismo tiempo pero que había hecho de todo para tener a su hija a su lado, no era tan malo después de todo. Así que ahora tenía el sueño de muchas mujeres: Un hombre que era fabuloso en la cama y fuera de ella, sumamente rico, poderoso, con todo lo que cualquier mujer desearía, aunque ella lo único que quería era que fuera capaz de amarla algún día. Sin embargo sabía que eso no pasaría, pero no tenía que amargarse por ello. Disfrutaría esos meses o esos años, no sabía cuanto tiempo, era mejor algo que nada ¿verdad? Y en el proceso aprendería a salvaguardar su corazón todo lo que pudiera y rescatar su alma o parte de ella. Podía hacerlo, podía lograrlo. Con esa resolución bajó y trató de aparentar calma y tranquilidad durante toda la cena cosa nada sencilla pues lo tenía al lado y sentía su mirada intensa sobre ella la mayor parte del tiempo haciendo que le resultara de lo más difícil comer y tener una conversación en esas circunstancias. Mas tarde esa noche en su cama y haciendo a un lado las escenas eróticas que se le venían a la mente pensando en él, reafirmó su decisión de aceptar lo que la vida le estaba dando en ese momento y más aún de protegerse pero sin parecer que la llevaban a la hoguera como él le había dicho ese día.

****

- He hablado con Gabriela ¡Por fin! – Decía Allyson la mañana siguiente mientras iban cómodamente sentadas en el auto que las llevaba a través de Milán, después de pensarlo bien habían decidido dejar a las pequeñas en Florencia a cargo de eficientes niñeras. – No está en Durban, de hecho volvió hace unos meses pero dice que no se encontraba nada bien y tuvo que pedir a su madre que me dijera que seguía de vacaciones cuando los invité a mi aniversario, se disculpó por ello pero prometió que nos contaría todo, está de lo más extraña.

- Tú dijiste que el tapete te había llegado de Durban ¿No? Como es que estaba aquí y ese paquete llegó de allá.

- En realidad llegó en una caja que no tenía sello, yo deduje que venía de allá pero no era así. – Contestó Ally.

- Me alegrará verla ¿Le has dicho que estamos aquí?

- Sí y prometió que nos veríamos, pero te digo está muy rara. Seguro son cosas del amor, solo falta que me diga que tuvo un romance con algunos de los Príncipes de ese País. – Rió al decirlo.

- Espero que no esté metida en ningún lío. A veces creo que ella era más aventurera que yo. –Suspiró Jackie.

- ¿Gaby? Claro que no. En eso nadie te gana créeme.

- No sé si sentirme halagada. – Dijo frunciendo el ceño.

- Yo tampoco lo sé. – Bromeó Ally.

- Bueno, el asunto del vestido será rápido y después de eso ¿Nos veremos en esa cafetería que solíamos frecuentar aquel verano?

En ese verano de vacaciones de la Universidad lo había pasado con Ally y sus padres, había conocido gran parte de Italia entre ellas Milán, hogar de Gabriela. Se habían hecho buenas amigas, aunque era Allyson quien la había conocido primero en Turín donde Gabriela estaba igualmente de paseo y fue en una biblioteca donde las dos querían el mismo libro y pelearon por él como un par de niñas.

Poco después las tres lo habían pasado bien juntas y muchas de sus más divertidas conversaciones habían sido en esa cafetería de Milán. Tampoco olvidaba que hacían un café espléndido. Le haría bien pensar en otra cosa que no fuera su próxima boda y que mejor que al lado de Ally y de Gaby.

- Hemos llegado, te encantaran las creaciones de Vinicio. – Decía una sonriente Allyson mientras se bajaba del auto y la llevaba a un pequeño establecimiento que no estaba en la zona de elegantes boutiques de la ciudad, cosa que no se le hizo rara puesto que Ally aunque era una mujer que se sabía vestir muy bien no era una esclava de las marcas famosas. Las saludó un joven alto y desgarbado de barba crecida que se presentó inmediatamente como Vinicio Santana.

- Es un placer tenerlas aquí, tengo algo para ti. – Le dijo a Jaquie.

- No deseo nada ostentoso ni llamativo. – Se apresuró a decirle ella.

- Tú necesitas algo muy sencillo que realce tu belleza. – Le contestó Vinicio haciendo que se sonrojara.

- ¿Desde cuando te sonrojas? – Preguntó Ally con diversión en los ojos.

- Creo que tu primito me ha echado a perder.

- Ya veo, por cierto creo que... - De pronto Ally se calló y quedó como en blanco, después se dio una palmada en la frente – ¡Lo había olvidado! ¿Qué voy hacer ahora? ¡Dios! ¡Soy una tonta! ¿Por qué no me había acordado? – Estaba visiblemente nerviosa y se paseaba de un lado a otro del pequeño local.

- ¿Qué sucede? – Jackie estaba confundida y justo cuando iba a insistir, Vinicio las condujo a la parte trasera de la tienda donde tallaban los vestidos y se ofreció a traerles un café. - ¿Vas a decirme o no? por que estoy a punto de zarandearte para que pares de andar de un lado a otro, siéntate por lo menos, este sofá está muy cómodo – Ofreció en un intento por pararla.

- Máximo no sabe... Al menos no todos los detalles, le dije la verdad por encimita.- Susurró Ally dejando perpleja a Jackie.

- ¿De que rayos hablas?

- ¿Recuerdas que yo antes me desaparecía y despistaba a mi equipo de seguridad? – Preguntó Ally con voz baja.

- Y nunca me has dicho como lo lograbas – Reclamó Jackie.

- Te lo diré. – Echó una mirada alrededor y dándose cuenta que estaban solas pues Vinicio no aparecía, se sentó en el sofá y miró a Jaquie con mirada cómplice y gesto un tanto travieso. – Nunca tuve oportunidad de decírtelo antes. Me agobiaba mi equipo de seguridad, ya me conoces... No me gustaba sentirme rodeada de tantas personas pendientes de mí. Así que de vez en cuando me escapaba y para ello... Gabriela me ayudaba. – Terminó con voz más baja todavía.

- ¿Gaby? ¿Pero como?

- Bueno, si te das cuenta vistas desde atrás somos casi iguales. Así que cuando planeábamos mi escape, nos quedábamos de ver en algún café o sitio donde pudiéramos intercambiar la ropa y así despistar a mis guardaespaldas. Funcionó todas las veces y hasta la fecha Máximo no ha podido averiguar exactamente como lograba escabullirme, no termina de creer que era por Gabriela, prefiere pensar que soy una especie de mujer maravilla y aunque ha usado los métodos más persuasivos para hacerme hablar lo que para él según es la verdad– Al decir eso, rió un tanto colorada – No le he dicho nada más, me gusta verme misteriosa con él.

- ¡Fue una idea genial! – Se rió Jackie. – ¿Nunca se dieron cuenta?

- Jamás. Pero ahora que nos vean juntas, no estoy tan segura. – Dijo Ally con gesto pensativo.

- ¿Qué las vean juntas? Pero si no veo a ningún equipo de seguridad por ninguna parte.

- Mí querida Jackie no solo yo traigo guardaespaldas sino que tú también traes los tuyos. – Con mirada de diversión Ally contempló el gesto de estupefacción de Jackie.

- ¿Qué? Pero si no he visto a nadie que... que nos siguiera.

- Eso es por que son más discretos ahora, de lo contrario la situación me incomoda y por fin Máximo lo ha entendido. Y claro, ahora Stefano vela por tu seguridad.

- ¡No tenía ningún derecho de ponerme guaruras a vigilarme! – Explotó Jackie.

- Es por tu seguridad y no seas niña con ese tema.

- ¡Mira quien lo dice!

- Está bien, ya entendí. Pero mira, es cierto. Ahora eres la prometida de un hombre conocido, que digo conocido... Famoso por todo el orbe terrestre, millonario y en este mundo hay gente muy loca. Ya ves lo que me pasó a mí. – Terminó con tristeza.

- Lo siento Allyson no quería hacerte recordar a ese mal nacido.

- Es cosa del pasado. – Allyson sonrió al notar como realmente estaba muy atrás lo vivido con el hombre que había intentando destrozar su matrimonio, por un tiempo lo había logrado, pero el amor que tenían ella y Máximo al final había resistido la dura prueba. Y todo había empezado por deshacerse de su equipo de seguridad si ella no lo hubiera hecho, jamás habría pasado nada. Aunque ahora no había peligros de ese tipo y ella y su esposo se tenían la más absoluta confianza.

- Así que tenemos todo un regimiento de guardaespaldas diseminados cerca pero que tratan de pasar desapercibidos – Dijo con sorna Jackie.

- No podría haberlo dicho mejor querida ¿Ahora que hacemos?

- Dile a Gaby que lleve una capa larga o algo así que le oculte el cuerpo.

- ¿Capa? Parecerá la mujer maravilla.

- Solo si la capa es roja Ally. Mejor un abrigo y que se cubra el cabello o se ponga un sombrero o gorro ¡Ya verás que divertido!

- ¡Eso es! Le llamaré por teléfono mientras tú te pruebas las creaciones de Vini. – Dicho eso entró Vinicio y le mostró tres vestidos hermosos en distintos tonos: crema, marfil y perla.

- ¡Son divinos! – No pudo evitar decir Jackie. – No te tardes Ally para que me digas que opinas. – Luego se dio cuenta que actuaba como novia emocionada y frunció el ceño, pero el gesto no pasó desapercibido para Allyson que rió por sus contradicciones. - ¡Oh! ¡Vete ya! – Le dijo para que no viera el rubor que cubría sus mejillas ¡Dios! ¿Por qué seguía ruborizándose de esa manera? Ella no estaba emocionada ni nada de eso ¿No?

Un rato después había desechado dos vestidos. Uno porque le quedaba demasiado escotado y no quería sentirse demasiado expuesta de lo que ya se sentía, el otro era demasiado romántico con volantes y esas cosas que se veían geniales por la manera como Vinicio las había hecho y puesto, no era cursi ni anticuado pero no iban con su situación para nada. El tercero era el que le había encantado prácticamente desde un principio era color crema y se ajustaba a su figura sutilmente, el escote era en V y dejaba ver el inicio de sus senos también de manera sutil.

Era sin mangas, sin adornos de ningún tipo y cortado al bies razón por la que moldeaba sus curvas, le llegaba a los tobillos y se sentía femenina, era sencillo pero elegante. Digno de la novia de un magnate se dijo para luego pensar en que otra mujer hubiera elegido algo más despampanante. Pero ella era así y Stefano tenía que conformarse. Stefano, siempre Stefano apareciendo en su mente. Ally entró y después de soltar un gritito le dijo con ojos brillantes:

- ¡Te ves preciosísima!


- ¿Tú crees? – preguntó con ojos entrecerrados aún dudando de si se veía adecuada.

- ¡Claro que si! ¿Es el elegido?

- Sí. El elegido. – Suspiró. Vinicio apareció de la nada y alabó su buen gusto. Cuando preguntó el precio del vestido se desconcertó, se lo estaba regalando. - ¡Por supuesto que no Vinicio! Debes cobrar por tu trabajo – Le dijo al diseñador.

- Mi trabajo será bien recompensado – Dijo con una enorme sonrisa- Apenas me estoy dando a conocer y gracias a ustedes dos mi nombre empezará a ser reconocido ¡Imagínense! Las esposas de dos hombres tan importantes usando mis diseños ¿Qué mejor promoción que esa? Este vestido será el de su boda ¡Todo mundo querrá saber quien diseñó el vestido de la novia!

Rato después y a pesar de insistir en pagarle no consiguieron nada. Así que salieron del lugar con el vestido primorosamente empaquetado y se dirigieron a la camioneta. Con mirada inquisidora Jackie paseó la vista y se dio cuenta de dos camionetas oscuras cerca del auto en el que ellas iban y en las cuales iban seguramente varios hombres, así que esos eran los que querían pasar desapercibidos ¿eh? ¿Así iba a ser su vida? tenía que reconocer que Ally tenía razón, había gente enferma que solo quería causar daño y ahora no solo se trataba de ella sino también de la pequeña Maddie. Con un suspiro de resignación subió al auto.


- Tardaste un poco hablando con Gaby. – Le dijo a Ally.

- Hay novedades y muchas.

- ¿Peores que las mías?

- Pues no sé... - Sonrió Ally. - Gaby está casada.

- ¿Y no nos invitó? ¿Por qué?

- Quizás por que ni ella sabía que estaba casada.

- ¿Qué? ¿Es eso posible? ¡No lo creo! – Dijo Jackie con mirada incrédula.

- Pues créelo. Según las leyes del País de su esposo ella está legalmente casada y su esposo es nada más y nada menos que el Príncipe Asad Khan Al Rached.

- Ese es todo un lío. Un lío monumental y bello, es un hombre muy guapo. –Jaquie sabía de él pues había fotografiado escenas del desierto en un país vecino y allí se había enterado de la popularidad del príncipe del país de al lado. -Pero ya imagino que Gaby siente que le han quitado la libertad y quiere escapar a toda costa a pesar de que seguramente está enamorada de ese magnifico ejemplar masculino.

- ¿Hablas de ella o de ti? – Preguntó con mirada divertida Allyson. - ¿Así que Asad es bello? – Preguntó después para evitar no reír al ver la mirada de asesinato que tenía Jackie para ella.

- Muy graciosa Ally, y Asad es de esa clase de hombres que gracias a su aspecto, arrogancia y dinero rompen corazones donde quiera que van, igual que Stefano.

- Stefano es un hombre felizmente comprometido – Ally lo dijo para picarla.

- Ni está feliz y mucho menos se siente comprometido ¡Lo sabré yo!

- No por que tú te sientas atrapada, sin salida y con ganas de correr lejos de tu bello ejemplar masculino como lo es Stefano, no significa que él sienta lo mismo que tú. Está feliz aunque te cueste creerlo.

- Claro. – Dijo con sarcasmo.

- ¿De que conoces a Asad? – Cambió de tema Ally para hacer que Jackie dejara su postura terca en cuanto a Stefano al menos por un momento. Estaba que se moría por él pero no lo admitiría tan fácilmente.

- Hice un reportaje fotográfico cerca de Durban su País, pero me puse a investigar un poco en Internet al oír hablar sobre él de manera tan fervorosa y sí lo conozco, personalmente incluso.

- ¿Es tan guapo como aparece en las revistas? Aunque claro, mi hermoso esposo no se queda atrás para nada. De hecho, creo que Máximo es mucho más...

- ¡Oh, para por favor! Un momento ¿Desde cuando lees a la prensa del corazón? – Acusó con ceño fruncido. Ella las detestaba y sabía que Ally también.

- Vi fotos suyas en una revista de economía. Al igual que Máximo y Stefano es un genio de las finanzas y cosas así. En cuanto a la prensa rosa la evito lo más que puedo, pero hay ocasiones en que veo que nuestro personal sobre todo el de la cocina compra esa clase de revistas y periódicos, hay cosas de las que no puedo evitar enterarme y sucede lo mismo con la televisión y el Internet...

- Como te decía tuve una exposición en París a la que no pudiste asistir ¿Recuerdas? Bueno, Su Alteza Real llegó y quiso conocerme. Compró dos de mis fotografías y sí es guapísimo y sí, es encantador y no, no coqueteó conmigo – Ni tiempo le dio a Allyson para preguntarle - Me dijo que conocía a alguien que le había dicho maravillas de mi trabajo y dado que la persona que se lo había dicho era realmente buena para reconocer lo que realmente valía la pena y él confiaba mucho en esa persona, que no tengo la menor idea de quien es, asistió a la exposición expresamente para ver mi trabajo y bueno con una sonrisa traviesa y divertida dijo que su buen amigo no se había equivocado conmigo.

- ¿Nunca te dijo el nombre de ese amigo? – Preguntó con suma curiosidad Allyson sospechando que se trataba de Stefano ¿Cómo es que Jackie no se daba cuenta?

- No, nunca y la verdad ya no pude preguntarle nada porque se retiró poco después. La gente se arremolinaba a su alrededor tal como le pasa a Máximo y claro a su primito querido ¿cómo puedes sobrellevarlo?

- No es fácil. – Admitió Ally – Pero no tenemos demasiada vida pública más que la necesaria. Así que nuestra querida Gaby es ahora ¿Su Alteza Real? Está casada con un príncipe. – Añadió Ally volviendo al tema.

- Tendrán hijos preciosos eso no lo dudes...

- Pero ella no quiere ese matrimonio ¿Por qué no me sorprende esa actitud? ¡Ah si! Contigo ya me acostumbré a esa clase de comportamiento – Remató Allyson con sorna.

Una indignada Jackie no pudo responder pues en ese momento la camioneta se detuvo y Allyson bajó muy rápido para evitar una respuesta agria de su parte y no pudo evitar sonreír. Bajaron del auto y esta vez varios hombres altos y enormes con aspecto de mercenarios se mantuvieron cerca, unos vigilando el alrededor y otros a ellas.


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