Capítulo 13
- ¿Podrías explicarme como es que si lamentas aquella primera vez, de buen grado seguiste acostándote conmigo después?
¿Qué podía contestar a eso? ¿Qué podía decirle que no sonara a una gran mentira? Siguió acostándose con él por que el hombre era un experto en la cama, por que ahora comprendía lo que era tener un maldito vicio, era intoxicante, embriagador y sublime la manera en que ese condenado hombre hacía el amor, ¡sexo! Se corrigió.
- Digamos que le he tomado el gusto – Respondió con una sonrisa altanera. – Pero eso no significa que siga cayendo en el mismo error, al menos no con la misma persona.
- Cuando dices esas cosas me dan ganas de zarandearte – Le confesó con los dientes apretados Stefano. – Lamento informarte que tus errores tendrán que seguir siendo con la misma persona.
- ¿Cómo dices? – Preguntó levantándose para ponerse frente a él, con gesto belicoso.
- ¿Crees que permitiré que te lleves a mi hija?
- ¿Eso que tiene que ver lo que acabas de decir?
- Que no permitiré que apartes a Maddie de mí, que no permitiré que tú le des mal ejemplo y te vea con un hombre y con otro.
- ¿Qué yo que...? – Dijo exaltada.
- Lo que has oído. En todo caso, independientemente de Maddie ¿Crees que permitiré que te acuestes con otros?
- ¿Otros? – Repitió ella furiosa. – Soy libre de hacer lo que me plazca – Le susurró furiosa, iba a gritar pero vio por el rabillo del ojo que la niña se movía inquieta.
- ¿Así que no tienes reparo alguno en afirmar que te da igual ir de una cama a otra?
- ¡Yo no he dicho semejante cosa! He dicho que no pienso seguir cometiendo los mismos errores y que tengo todo el derecho a estar con quien yo quiera.
- Pues no lo tienes desde que Maddie entró en escena. – Le dijo con voz helada.
- Entonces los hombres están prohibidos para mí ¿Y que hay de ti? ¿Vivirás en celibato? – Preguntó burlona.
- No tengo por que hacerlo, sobre todo cuando estás a la mano...
Una sonora bofetada siguió a esa declaración. Una furiosa Jacqueline no había tardado ni dos segundos en responder a tan cruel comentario.
- Maldito seas. – Dijo Jackie. Stefano se tocó la mejilla donde ella había aplicado su fuerza sin pensarlo un segundo.
- Eres condenadamente rápida – Le dijo con fuego en los ojos.
- No soy tu juguete, que te quede bien claro. No tengo ningún problema en que vayas y te acuestes con miles de mujeres, lo tendré cuando Maddie ya tenga edad para entenderlo. Mientras tanto no seas hipócrita y no me exijas lo que tú ni queriendo harías.
- ¿Crees que no puedo estar sin una mujer? ¿Es eso? ¿Para qué si te tengo a ti? Llenas perfectamente bien mis noches, claro, cuando te tengo al lado.
- ¿Insistes con esa clase de comentarios? –Preguntó lanzando llamas por los ojos.
- ¿Insistes en negar lo evidente?
- Si fueras tan amable de decirme que es lo evidente...
- Que tú y yo hemos hecho el amor, sexo, como quieras llamarlo y que te ha encantado tanto como a mí y que no puedes apartar de tu mente las noches que hemos pasado juntos, tal como no puedo hacerlo yo. Lo has llamado aventura, locura y error. Pero desde el momento en que Maddie ha pasado a formar parte de nuestras vidas significa que esto no se queda así, no pienso permitirlo. Tenemos una relación Jackie te guste o no.
- ¿Cómo se te ocurre meter a la niña en esto?
- Por que es nuestra hija y no pienso dejar que se críe con sus padres separados.
- ¿Y como entonces? – Bufó Jackie – Yo vivo en España y tú en... los Hoteles por tus viajes continuos de negocios ¿no?
- La solución es de lo más sencilla
- Ilumíname... - Se burló ella.
- Tendremos que vivir juntos. – Dijo tranquilamente acercándose al mueble bar y sirviendo dos copas. Le pasó una a Jackie que aún no pronunciaba palabra. – La necesitas – Añadió al darle la copa y riendo malévolamente.
- ¿Es una broma?
- Claro que no, querida. Hablo muy en serio.
- No es gracioso.
- No es una broma. Creo que eso ya te lo dije.
- ¿Vivir juntos? Es una de las ideas más descabelladas que he oído en mi vida.
- Es eso o ir a los tribunales.
- ¡No estarás hablando en serio! – Exclamó Jackie con los ojos muy abiertos.
- ¿Tengo que repetir que no estoy jugando con este asunto?
- Pero es... sería una tontería ¡No podríamos vivir juntos!
- Dime por qué no.
- Bueno, para empezar no pretenderás que arrastre a Maddie por los Hoteles de toda Europa, Norteamérica, etcétera, etcétera – Finalizó con sorna.
- Nunca he pretendido tal cosa. Nos estableceremos en Grecia por supuesto.
- ¿Sabes? Cuando hablas en plural me dan escalofríos ¿En serio iniciarías una batalla por Maddie si no acepto que vivamos juntos?
- ¿Lo dudas?
- No quiero creerte tan ruin y tan cruel.
- No quiero creer que hagas un drama de todo esto cuando la solución más viable está ante nuestros ojos. O vivimos juntos y le damos a Maddie la estabilidad de un hogar normal o tendré que quitártela – Imprimió a su voz el tono que acobardaba a cualquiera y con placer vio que Jaquie perdió el color, sintió placer pero también algo de lástima, pero si no actuaba así no conseguiría lo que quería.
- No le estaremos dando estabilidad alguna. ¡Nos la pasaremos discutiendo! Solamente no lo hacemos cuando estamos en la cama, pero no podemos pasárnosla ahí todo el día ¿verdad? – Dijo ella con sarcasmo.
- Aunque es una excelente idea – Le respondió con ojos brillantes.
- No viviremos juntos y punto final de esta absurda conversación. Tengo toda la disposición del mundo de que veas a Maddie cuando puedas y así te convenga pero de ninguna manera voy a permitir que manipules todo a tu conveniencia ¿Qué fácil, no? Tener a tu hija en tu casa y de paso a la madre que la cuidará y amará como nadie y con la cual pretendes acostarte cada vez que te venga en gana, mientras tú no renuncias a absolutamente nada.
- Dicho así la idea suena realmente interesante. Pero no he pedido renuncies a nada, al contrario el estar juntos significará darle un hogar a nuestra hija ¿O es que es demasiado pedirte? Si tener a mi hija conmigo, significa tenerte también a ti, bueno, puedes apostar querida que estando tú en mi cama, no se me antojará visitar otras.
- No va a funcionar – Con los dientes apretados, Jackie empezó a caminar de un lado a otro, para ella no había nada que no hiciera por la niña, pero el vivir juntos no sería provechoso, al contrario. La idea era francamente tentadora pero se resistía a ella con todas sus fuerzas. No tenía la menor intención de vivir con su mayor tentación, con el hombre que sabía ocupaba algo más que su mente, ese pensamiento la aterró y cambió el rumbo de sus pensamientos a las desventajas de estar junto a él. Ella sería novedad un tiempo de ahí el seguiría con su interminable colección de bellezas, y ella con el corazón roto se quedaría allí por la pequeña. Maddie no tenía por que vivir con una madre que seguramente estaría frustrada y hasta amargada y con un padre ausente que viviría la vida como quisiera, por que así sería, de eso estaba segura. – Quiero lo mejor para Maddie – Se paró a mirarlo – Pero lo mejor no eres tú y yo juntos definitivamente.
- ¿Es tu última palabra?
- Eso creo.
- ¿Lo crees? Debes estar plenamente segura y consiente de a lo que estás renunciando y las consecuencias que se te vienen encima, no saldrás de aquí con mi hija. – Furioso como estaba, avanzó hacia ella y Jaquie se obligó a no dar un solo paso atrás.
- No puedes impedirme salir de este departamento con la niña.
- Puedo impedirte que salgas del País y no sólo eso, no darás un paso sin que yo sepa hacia que dirección vas. Estarás vigilada Jacqueline, todo el tiempo que dure esto, hasta que tenga la custodia completa de Maddie y en ese caso, será muy poco tiempo, créeme. No tienes la menor posibilidad de ganar. Haré uso de todo lo necesario para que Maddie esté conmigo y será demasiado tarde para que admitas que te has equivocado.
- No te tengo miedo Troyanos, que no pase por tu cabeza semejante pensamiento. Porque también haré de todo por quedarme con Maddie. Te ofrecí permanecer con la custodia compartida.
- ¿Le llamas compartir a ver a mi hija de vez en cuando?
- Dije que podías hacerlo cuando tú quisieras y pudieras, pero veo que eso es de vez en cuando ¿no?
- Quiero a mi hija y a su madre en mi casa. – Dijo determinante.
- Lamento decir que eso no sucederá.
- Espero puedas con lo que tú misma has provocado. Será divertido ver como regresas suplicando piedad y entonces tendré que decirte que no.
- ¿Sabes? Algo me dice que alguien pedirá piedad como tú dices, pero no seré yo. Puedes apostarlo.
- Así que... ¿Quieres apostar? – La pregunta la hizo con un brillo y un gesto malicioso que advirtió Jackie, pero no se dejó amedrentar.
- Está bien ¿Qué propones? – Agregó en un arranque.
- El que pida piedad aceptará hacer todo lo que él otro quiera. – El brillo en los ojos de Stefano hacían ver ese par como dos pozos de plata brillante y ella tragó saliva. – ¿Aceptas, o es demasiado para ti?
- No, no lo es. Será muy agradable verte haciendo lo que yo quiera.
- Que coincidencia pues pienso exactamente lo mismo. – Sonrió mostrando una perfecta dentadura que le recordó un depredador.
- Entonces – Prosiguió ella – Él que sienta que no puede seguir con esto, el que pida clemencia, será el perdedor.
- Estamos de acuerdo. Sellemos el trato.
- ¿Cómo?
- Un apretón de manos, por supuesto. – Sonrió de nuevo.
- Por supuesto – Jackie sonrió falsamente y extendió la mano.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top