Capítulo 12

Camino al departamento de Stefano que por supuesto estaba ubicado en una zona excelente del centro de Nueva York, Jackie no dejó de reír y hacer reír a Maddison, logrando olvidarse del hombre que iba en el auto con ellas y que las observaba sin perder detalle.

La imagen que tenía Stefano ante sí le hacía sentirse diferente, experimentaba sensaciones desconocidas con su hija y también con la madre. Ahora era padre, ahora tenía una hija y esa hija venía con la madre incluida, pero lejos de sentirse atrapado la idea le llamaba la atención profundamente ¿Sería por que la madre de Maddison era Jackie? Por supuesto que era por eso. Jackie era hermosa, pero ahora veía que aparte de su belleza y de la inteligencia que él mismo había comprobado tenía, era una mujer que le fascinaba ser madre. Tenían demasiados asuntos pendientes. Aun no hablaban con calma de la primera noche que habían pasado juntos y que echaba por tierra su argumento de que había visto un hombre en su cuarto cuando estaba ella en Grecia, tenía que admitir que se había equivocado porque ella había sido virgen hasta que él cambió eso, el recuerdo le hizo sonreír con satisfacción. Tenía ante si una excelente perspectiva. Tendría a su pequeña con él porque por nada del mundo la daría y se encargaría también de tener a su hermosa madre ¿Cómo hubiera sido ver a Jackie embarazada de Maddison? Se preguntó. Quizás con el tiempo podría averiguarlo. La idea le asaltó sin aviso el pensamiento y lo sorprendió. Él jamás se había planteado la posibilidad de ser padre con ninguna mujer. Era cierto que ahora lo era, pero no porque lo hubiese planeado y encima de ello, ahora se encontraba pensando en Jackie embarazada ¿Qué rayos le pasaba? Necesitaba poseerla hasta sacársela del pensamiento. Después quedaría la garantía de que sería la madre para Maddison y ya no le afectaría tanto los sentidos ¿verdad? No se sentía tan seguro de ello.

- El tráfico está infernal. – Comentó de pronto ella, mirando hacia la ventanilla y haciendo que la pequeña volteara su cabecita en la misma dirección junto con ella. Ambas eran parecidas notó Stefano, hasta parecía que Maddison tenía ya los mismos gestos de Jackie. El pelo era del mismo color y la boca era una replica en miniatura de la de su madre lo mismo que la nariz. De él tenía los ojos únicamente por lo visto.

- Fue la razón de mi retraso el día de hoy.

- Casi dos horas – le recordó ella.

- Fue solo una.

- ¿Seguro no lo hiciste a propósito?

- Ten la seguridad de que no. Era un asunto de máxima importancia como para encima llegar tarde.

- No creí que pensaras así.

- Como de costumbre estás equivocada. – Le dijo burlón.

- En lo que a ti respecta no me equivoco con frecuencia en cuanto a lo que pienso que eres o harás.

- ¿Ah si? Interesante ¿Ya sabes lo que haré en cuanto lleguemos entonces?

- Tampoco es que sea adivina. – Gruñó ella. – Dijiste que hablaríamos y por lo pronto espero que te mantengas firme en tu palabra.

- ¿Acaso temes que intente otra cosa que no sea hablar?

- La única razón por la que te acompaño es por que se trata de Maddie.

- Nuestra Maddie.

- ¿También por el tráfico no te localizaban por el asunto de la nena? –Dijo acida.

- Creo que tienes una idea de lo ocupado que soy ¿no? Recibo cosas de abogados a todas horas, esto se traspapeló. Además tengo mucha gente filtrándome las llamadas.

- Ya veo...

- Quizás sólo lo que quieres ver...

Por toda respuesta Jackie lo miró fijamente y se volvió a concentrar en Maddison. Llegaron al elegante edificio y Stefano se apeó del automóvil con elegantes movimientos, cosa que a ella no le resultó tan fácil, ni que decir que no lo hizo con elegancia pues estuvo a punto de caer con toda y la pequeña, pero las manos de Stefano las detuvieron de acabar en el suelo. Con el corazón a mil por hora por lo que pudo haberle pasado a Maddison si hubieran caído no reparó en que él seguía sosteniéndola y le rodeaba la cintura con un brazo.

- Todo esto se pudiera haber evitado si hubieras aceptado mi mano para bajar. – Gruñó él.

¿Mano? ¿Cuál mano? Se interrogó Jackie, en su prisa por seguirlo ni siquiera había visto que él le estaba ayudando a bajar.

- No soy experta en bajar de autos con un bebé en brazos, y no vi tu mano. – Replicó ella.

- Seguías contemplando a la niña - Dijo con tono algo irritado – No me gustaría que mandaras al suelo a mi hija.

- ¡Sabes que no era mi intención! – Explotó ella apartándose bruscamente de él.

- ¿Puedes esperar a que entremos para gritar? – Le dijo con voz glacial.

Hasta entonces se percató que seguían frente al edificio y que había varias personas observando la escena.

- Tú me provocas. – Dijo aún furiosa.

- Claro, todo es mi culpa. – Añadió cínico.

Sin darle oportunidad a responderle, le quitó a la niña de los brazos y con la mano libre la tomó del codo y la guió apresuradamente al interior seguidos de cerca por su equipo de seguridad. Subieron solos al ascensor y demasiado pronto para el gusto de Jackie pues casi inmediatamente se encontraban ya en el departamento.

El típico departamento de hombre millonario, soltero y playboy, estilo minimalista, en tonos negros y blancos, todo muy aséptico y estéril hasta cierto punto. Ciertamente no era lugar para un bebé. Jackie analizaba todo con ojo crítico, para poder dar su mejor crítica destructiva del departamento solo para fastidiarlo, cuando en una pared estratégicamente ubicada que tenía a cada lado espléndidos ventanales y por lo tanto vistas geniales de la ciudad, le llamó la atención lo que había en casi toda la pared, cuando se acercó a observarla no podía creerlo. Hacía meses ella había expuesto en una galería en Londres. Había tenido mucho éxito y todas sus fotografías se habían vendido con celeridad, eso le había dado más prestigio y numerosas invitaciones de importantes galerías en otros países para exponer. Y ahora se encontraba en esa pared con por lo menos la mitad de las fotografías que se habían vendido en Londres ¿Pero por qué? ¿Por qué las había comprado? ¿Para humillarla? ¿Para que se diera cuenta que si él no hubiera comprado todas esas fotografías ella no hubiera vendido nada? ¡Cuánto no debía haber disfrutado con ello! ¡Cuanto se debía haber reído de ella! Quería gritar y arrancar esas fotografías de la pared. Pero ella amaba esas fotografías como todas las que tomaba, así que trató de serenarse y enfrentar a ese hombre que sabía como darle siempre en sus puntos débiles.

- ¿Qué significa esto? – Preguntó tratando de controlar la ira.

Stefano había observado el cúmulo de sensaciones que recorrían a Jackie por haber visto las fotografías. Estaba enfadada, no, enfadada era poco. Estaba furiosa ¿Cómo explicarle que había comprado las fotografías por qué le habían gustado? Sin motivos ocultos más que él de tener algo de ella, aunque en ese entonces no lo hubiera reconocido, lo hacía en ese momento. Pero ahí estaba ella, pensando que sólo lo había hecho para enojarla, que lo había hecho para humillarla. Si se tomaba en cuenta su tormentosa relación no era para menos lo que pasaba por la mente de ella.

- Significa que hice una excelente compra.

- ¿La mitad de mi exposición? – Preguntó arrastrando las palabras en un claro intento de no gritar.

Tenía ventaja al tener a la niña con él en brazos viendo que por ello, Jackie se controlaba para no espantarla, puso a Maddie en su carrito de bebé que su personal subía en ese instante. La llegada de las cosas de la niña también ayudó a detener por un momento la explosión de Jackie cosa que agradeció. En cuanto se marcharon los empleados que habían llevado las cosas él le contestó.

- Independientemente de lo que haya pasado entre nosotros. Me gustó tu trabajo. Por eso compré las fotografías. – Aclaró esperando le creyera, después de todo era parte de la verdad. La otra era que quería tener algo de ella con él ¿Absurdo? Bastante, pero era la maldita verdad. Estaba en Londres por negocios, supo de la exposición y acudió esperando encontrarla allí. Ella no se presentó, pero el caso es que se encontró disfrutando de las fotografías y admirándola por su excelente trabajo. De hecho no había sido fácil conseguir todas esas fotos, había muchos deseosos de llevárselas.

- ¿Esperas que lo crea? – Siseó – Todo este tiempo he estado plenamente segura que has querido encontrar la manera de humillarme por lo que dices que hice ¡y por una simple bofetada que te merecías de sobra!

- Al contrario de todo lo que dices, lo que menos quería era recordarte. Puedes estar segura que nunca, nunca – Recalcó con casi la misma furia que ella – Una mujer me había hecho lo que creí que tú me habías hecho y eso era motivo más que suficiente para desterrarte de mis pensamientos no para buscar la manera de devolverte el golpe, por que lo que menos quería era saber la mínima cosa de ti.

- ¿Me estás diciendo que un Troyanos pasaría por alto una afrenta a su orgullo?

- Cuando viene por parte de una mujer que no vale la pena, sí. – Dijo cruel logrando que ella se encendiera más todavía – Estaba equivocado contigo – Añadió prontamente, estando seguro que Jackie ardería en llamas, si no se retractaba. Pero tenía que reconocer que pelear con ella era realmente estimulante. – Juzgué a partir de lo que vi...

- Un hombre en mi habitación... - Repitió ella con voz cansada. – Y tuviste suficientes pruebas de que no fue así cuando descubriste que no hubo hombre alguno ¿Tan grande fue la mancha en la sabana, que no te cupo la menor duda de que...?

- ¡Por Dios! ¿Tienes que decir eso?

- ¿Te incomoda? Porque a mí no. Lo único que lamento es que tú fueras el encargado de quitarme la estorbosa condición de virgen. – Con una calma que estaba lejos de sentir Jackie se sentó cerca del carrito de la niña, estaba agotada mentalmente pero a pesar de ello no bajaría la guardia ni por un segundo con Stefano, primero muerta a que supiera que de todos los hombres que existen, él de todas maneras hubiera sido su elección para su primera vez.

- Lo que realmente lamentarás, es decir eso Jacqueline – Respondió sonriendo para confusión de ella - ¿Podrías explicarme como es que si lamentas aquella primera vez, de buen grado seguiste acostándote conmigo después?


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