Yo no soy su enemiga
El dibujo que representa a la Dra. Olafsson fue creado por el artista de DevianArt Alejindio.
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Lincoln pocas veces había sentido tanto miedo. Por un momento, le pareció que la doctora Lofn era una criatura demoníaca que había llegado para castigarlos a Linka y a él, por lo que habían hecho en el universo de ella. Pero logró dominarse y contestar entre balbuceos.
- ¿Q- qué le hace pensar... Que le estoy diciendo mentiras?
- ¿Bromeas, Lincoln? No existe ninguna posibilidad de que los parientes en cuarto grado se parezcan tanto como ustedes dos. La homología de sus rasgos es casi perfecta. Solo se diferencian en los efectos que producen el gen SRY, y las hormonas masculinas y femeninas.
- Pero... Mi hermana Lisa dice que sí es posible... Si alguien de la familia hizo...
Lincoln se detuvo y no pudo seguir. La mujer seguía mirándolo fijamente, pero pronto comenzó a moverse. Con movimientos lentos y deliberados, tomó su portafolios y extrajo varios tantos de hojas engrapadas.
- Mira, Lincoln. Estos son artículos científicos publicados en revistas del Journal Citation Reports; el índex de revistas científicas más prestigioso y estricto del mundo. Todos estos estudios han analizado a profundidad las partes del material genético humano que determina las facciones de la cara, la homología esperada entre los parientes de distinto grado, y la probabilidad de que los mellizos no idénticos tengan facciones similares. Tú y Linka ni siquiera pueden ser mellizos. Ya no digamos primos en cuarto grado.
Lincoln se quedó sin habla. Miró los artículos, y luego a la doctora. Ella no le dió tregua.
- Puedes revisarlos si quieres. El problema es que son demasiado técnicos, probablemente solo entenderías las conclusiones.
Aunque la mujer no cambió de expresión, Lincoln tuvo la impresión de que se burlaba de él, igual que su hermana Lisa. Eso le bastó para juntar nuevos bríos e intentar defenderse.
- Bueno, ya que insiste en saber, tengo entendido que mi abuelo y mi bisabuela...
- ¿Quiénes? -interrumpió Lofn-. ¿Harry y Albertha?
- ¡No! ¡Mi bisabuela Harriet y el abuelo Pop-Pop!
Lofn sonrió como una loba hambrienta.
- Linka me dijo que su bisabuelo era hombre y su abuela mujer. Entonces ella me mintió, ¿verdad? ¿O me estás mintiendo tú?
Lincoln sintió que toda su cara le ardía. Nadie, jamás, le había echado en cara una mentira de esa manera. Pero Lofn aún no había terminado.
- No te molestes. Te lo diré yo. Mira esta fotografía que bajé de la red social de tu hermana Lori.
Lincoln hubiera preferido no verla, pero no pudo evitarlo. Era un juego de tejo de su abuelo. Allí estaban todos, levantando en hombros a su abuelo Pop-Pop.
- Sé perfectamente quién me mintió, Lincoln. Estas dos fotos te van a encantar, ¡Mira!
El chico las miró con reticencia, y sintió una fuerte punzada en el estómago. Una de ellas era una foto en blanco y negro de una niña casi igual a su hermana Lucy, solo que varios años menor. El sombrerito redondo y los aretes de perla eran inconfundibles.
- Es tu bisabuela Harriet, afuera de la Iglesia Episcopal de Royal Woods. El día que cumplió cuatro años y decidieron bautizarla. Y esta otra foto, es su fe de bautismo.
- Dios mío... -musitó Lincoln, sintiendo que la cabeza le daba vueltas.
- Sí. Así es, pequeño -dijo Lofn, y al fin lo miró con algo parecido a la preocupación-. Y eso no es todo. Verifiqué los registros de nacimiento del año 2000 a la fecha. No hay nadie registrado con el nombre de Linka Loud en todo el estado de Michigan. Solo hay dos en Estados Unidos, y menos de seis mil a nivel mundial. Las edades, la estructura de la familia y los nombres de los padres no coinciden con los de tu supuesta prima. No hay ninguna Linka registrada por Albert y Lynn Loud, como viene en esa acta falsa que entregaron a la escuela.
Lofn lo miró fijamente otra vez, pero su expresión era muy diferente. Ahora su rostro reflejaba genuina compasión.
- Según los mejores y más detallados registros con los que cuenta la humanidad, Linka Loud no existe, pequeño.
***
Hacía tiempo que Lincoln no experimentaba una sensación de indefensión tan profunda. Tenía ganas de llorar. No lo hacía, porque se negaba a hacer esa confesión de impotencia definitiva. ¡El era el hombre del plan! No era posible que estuviera a punto de ser aplastado por una desconocida.
Pero no se le ocurría nada.
- ¿Ahora sí me dirás la verdad, pequeño? -dijo Lofn, suavizando mucho su tono de voz. - Porque hay otras cosas que me preocupan mucho.
- ¿Como cuáles? -dijo Lincoln, aferrándose a la oportunidad inesperada que le brindaba su rival.
- Por ejemplo ¿Quién lastimó a la niña? Tiene cicatrices recientes en sus brazos y su cara. Además, está brutalmente apegada a ti. Estoy segura de que tú tuviste algo que ver en su rescate.
Lincoln hacía esfuerzos desesperados por no caer en el juego de la doctora. Su mente trabajaba frenética, como nunca antes.
- ¿Cómo averiguó todas esas cosas? ¿De dónde sacó esa información?
Lofn sonrió.
- Soy doctora, cariño. Estoy entrenada para esto. No soy una genio como tu hermanita Lisa, pero tengo el mismo entrenamiento formal que ella. A los doctores nos enseñan a descubrir cosas y obtener información donde casi nadie más puede verla. Y además, como soy bastante más vieja de lo que parezco, poseo una ventaja sobre tu hermana: tengo muchísima experiencia en mi trabajo. Experiencia, y una cantidad de contactos que no te puedes ni imaginar.
El muchachito intentó imaginárselo. Cualquier cosa, con tal de no pensar en la situación en la que estaba metido.
Ambos guardaron silencio por unos momentos, y a Lincoln se le ocurrió una idea diferente. La doctora Lofn había mencionado a Lisa, Lori y a sus parientes lejanos. ¿Hasta dónde los había investigado esa mujer? ¿Qué era lo que se proponía exactamente?
- Doctora...
- ¿Sí?
Lincoln suspiro. La mujer no cedía. Quería respuestas, pero parecía que ahora se conformaba con presionarlo psicológicamente. Tenía que romper el juego... O hacer que todo explotara de una vez.
- De verdad, ¿a la Junta Estatal de Educación le interesan tanto los alumnos como Linka? Creo que ha averiguado demasiadas cosas sobre nosotros. Parece saber incluso los nombres de todos mis parientes.
- Claro que sí -dijo Lofn, mientras sonreía-. Conozco los nombres y los hobbies de todas tus hermanas y tus padres. No me interesé por hacerlo, pero podría averiguar hasta la talla de sus zapatos, si yo quisiera.
- ¿Y de verdad eso es necesario? -espetó Lincoln, fastidiado de las jactancias de la doctora-. Me parece demasiado interés por mi familia. ¿Qué pretende? ¿Qué quiere de nosotros?
El chico había comenzado a jadear. Estaba muy molesto, y nunca esperó la reacción de la mujer: extendió una mano, y se la pasó suavemente por el cabello.
Muy a su pesar, el contacto de esa mano de seda lo relajó un poco. La doctora sonrió, y Lincoln no pudo evitar darse cuenta de lo hermosa que se veía cuando lo hacía.
- Pequeño, quiero dejarte una cosa perfectamente clara: yo no soy su enemiga. Mi trabajo es ayudar a personitas como Linka, y como tú. Y en ciertos casos muy especiales como el de ustedes, tengo permitido averiguar absolutamente todo lo que pueda. Solo así puedo tomar las decisiones y hacer lo que considere conveniente, ¿entiendes?
Lincoln la miró fijamente. Se sentía tentado a asentir, pero aquello se parecería demasiado a una confesión de debilidad. Así que permaneció quieto y en silencio, mientras Lofn proseguía.
- Mira, en mi trabajo he visto cosas que no se podrían creer. Que parecen salidas de películas de ciencia ficción, o de los fanfics más disparatados que los aficionados más locos pueden concebir sobre su serie favorita. Yo he tenido oportunidad de comprobar palabra por palabra lo que dice una vieja frase de un gran novelista de ficción detectivesca: "Una vez que hayamos descartado lo imposible, la verdad está en lo que queda, por improbable que parezca".
Hizo una pausa para contemplar a Lincoln. El chico, muy a su pesar, ahora lucía interesado.
- Por ejemplo, el caso tuyo y de Linka. Ustedes no son parientes. No son hermanos, ni primos, ni nada. No he obtenido muestras de sus tejidos para analizarlas, pero me parece que la probabilidad de que compartan más del 99% del genoma no es nada descartable; incluso quitando los cromosomas sexuales no homólogos. ¿Sabes que eso es muy, pero muy improbable entre personas que no son familiares? Sería más sencillo encontrar dos copos de nieve iguales. La otra posibilidad es que tu hermana Lisa te hubiera clonado, y noqueado tu gen SRY para hacer que el clon fuera mujer. Pero revisé en detalle sus publicaciones, sus contactos científicos y sus requisiciones de equipo científico. No tiene con qué hacerlo.
Ahora Lincoln estaba absorto. Empezó a sentir otra vez esa incomodidad en el estómago. Comenzó a imaginarse por donde iba la doctora.
- Así que... Juguemos a suponer cosas, querido. Tu hermana es una de las genios más precoces de la historia de la humanidad, y justo esta mañana sometió un artículo a consideración de la revista Physical Letters. En él, discute la fascinante hipótesis de Isaac Asimov sobre los pionizadores, y la posibilidad de replicar las cuatro fuerzas de la naturaleza para abrir portales interuniversales.
Lincoln tragó saliva. Pero Lofn no dio señales de haberse enterado.
- Le van a rechazar el artículo por especulativo, Lincoln. Pero su contenido sin duda es muy real. No me extrañaría nada que lo rehaga, desarrolle toda la física y matemática necesaria, y se lo presente por pedacitos a la comunidad científica mundial. Como tu hermanita es tan lista, tan capaz y precoz, y acaba de ganar 20 millones de dólares al vender su patente del superpegamento; yo no dudo que se haya gastado los 9 millones que desaparecieron de su cuenta en los últimos tres meses para fabricar una máquina pionizadora. Y que te haya mandado a un universo paralelo para explorarlo en su nombre.
Por segunda vez en ese día, Lincoln sintió que estaba a punto de desmayarse. ¡Necesitaba una idea, pronto! Pero no se le ocurrió nada mejor que fingir una risa, y exclamar:
- ¡Qué risa! ¡Tiene demasiada imaginación, doctora!
Lofn ignoró el exabrupto y sonrió ampliamente.
- Te sorprendería lo mucho que me sirve el tener una imaginación exuberante en mi trabajo, Lincoln. Pero dejémoslo así. Tengo algunas pruebas indirectas.
- ¿Como cuáles?
- El artículo de tu hermana, por supuesto. Las emisiones de neutrinos que producen los stranglets que utiliza como fuente de energía para su máquina... ¡Ah! Y las cuentas por un millón de dólares que tienen tú y tus padres. Recibieron fondos directamente de la cuenta de Lisa. Me suena a un pago de honorarios por el viaje de exploración interuniversal.
Ahora, Lincoln se quedó mudo. Estaba demasiado impresionado para hablar. Se llevó las manos a la cabeza y se encogió en la silla.
Sabía que no resistiría más. Casi estaba dispuesto a cantar como un canario, pero Lofn no dijo ni una sola palabra. Se quedó sentada, tranquila y cruzada de brazos; observando a Lincoln con piedad y preocupación.
Había sido demasiado dura y directa con él, pero la consolaba saber que aquello fue absolutamente necesario. La resistencia de aquel muchachito era fenomenal, pero al fin había terminado con él.
Era el momento de ceder un poco.
***
Lincoln se quedó esperando un ataque que nunca llegó. La doctora parecía haberse ido, pero él sabía muy bien que seguía allí. Podía sentir su peculiar aroma en el ambiente.
- Lincoln...
El chico levantó la vista. ¡Qué más daba ya! Estaba completamente acorralado.
- Respira hondo, pequeño. Todo lo que puedas. Y contén la respiración por un momento, antes de exhalar. Fíjate cómo lo hago yo.
El chico conocía bien aquel ejercicio respiratorio. No quería hacerlo, pero no se sentía en condiciones de discutir. Hizo lo que la doctora le indicaba, aspirando un poco más de aire cada vez. Sin que él lo buscara o lo quisiera, su cuerpo empezó a relajarse; sus pensamientos se aclaraban.
- ¿Cómo te sientes, pequeño?
- Mejor -dijo el muchachito, sorprendido con su propia respuesta. Nada había cambiado. El peligro no había pasado, pero en verdad se sentía mucho mejor.
- Lo sé. Mírame a los ojos y escucha lo que te voy a decir, por favor.
Lincoln lo hizo. La miró con reticencia; y sus palabras lo dejaron anonadado.
- ¿Sabes, Lincoln? Pienso lo mejor de ti. En serio. Eres un niño excepcional que se merece todo lo bueno de la vida. Eres fuerte, inteligente y muy bondadoso. A veces, demasiado. Por eso tanta gente se ha aprovechado de ti.
El muchachito apenas podía creer lo que oía. Lofn se levantó de su silla, y se arrodilló junto a él.
- No necesito que me respondas, Lincoln. Estoy absolutamente segura de lo que te he dicho. Las cosas fueron así. Quizá algún día puedas saber por qué estoy tan segura.
Lincoln abrió mucho los ojos, y ya se aprestaba para responder. Pero Lofn le cubrió los labios con un dedo, y acarició sus cabellos con la mano.
- No. No me respondas. No hay manera en que me puedas hacer dudar de lo que sé. Lo dejaremos así por esta vez. Pero te voy a advertir una cosa; y por tu bien, espero que me escuches y me hagas caso.
Le tomó las mejillas con ambas manos, y miró a los ojos del azorado muchachito.
- A pesar de tus grandes cualidades, eres un niño. Tienes dinero y gente que te ama, pero sigues siendo un niño. Y tristemente, hay problemas y situaciones que un niño no puede enfrentar.
Lofn se acercó, y le dio un suave beso en la frente. Lincoln sintió como si los labios de aquella mujer estuvieran hechos de brasas ardientes.
- Puedes irte cuando quieras, pequeño conejito blanco. Pero en el futuro vas a necesitar ayuda. Muy pronto tendrás que enfrentar serios problemas, y lo mejor que puedes hacer es resolverlos con calma y con total sinceridad. Mentir ya no te va a ayudar, y puede resultar muy contraproducente para todos.
Contra su voluntad, Lincoln suspiró. No quería hacerlo, pero recordó a Clyde y a Linka.
Y en otro momento, tú y tu preciosa Linka tendrán que enfrentarse a cosas que los superarán, contra las cuales no podrán luchar solos. Los adultos no van a comprender sus necesidades y su situación tan singular. Cuando llegue ese momento, si así lo desean, me volverán a ver.
***
Los pequeños estuvieron muy silenciosos en el trayecto de regreso a la casa.
Linka intentó preguntar qué había pasado en el despacho de la doctora Olafsson, pero Lincoln le dijo que prefería que lo hablaran en la casa. Le dio un abrazo muy fuerte, la besó; y le dijo que la amaba mucho.
La niña disfrutó el contacto, pero estuvo muy inquieta en todo el trayecto de regreso. En realidad, lo estaba desde que Lincoln entró al despacho de la doctora; y tuvo que enfrentar su nerviosismo sola.
Clyde no se quedó con ella: dijo que tenía algo que hacer, y se marchó deshaciéndose en excusas. Nadie más se acercó para hablarle. Era tarde, y prácticamente todos sus compañeros se habían ido.
Por supuesto, Linka quería hablar y enterarse de lo ocurrido; pero la expresión en el rostro de su amado se lo impedía. No le gustaba verlo así, sentir que las cosas no iban bien...
De pronto, mientras caminaban, la chica sintió una especie de aura fría que la envolvió, y la hizo estremecer. Tuvo un mal presentimiento: algo llegaría a perturbar la paz y el amor que habían gozado aquellos días.
Cuando se acercaban a la casa Lincoln comenzó a sentirse mejor. Salió un poco de su mutismo, y de pronto se dio cuenta de que estaba actuando mal. ¿Por qué sufrir en silencio, si iba junto a alguien que lo quería y estaba involucrada en sus problemas? Tenía que contarle todo, con mucho cuidado para no alarmarla. Quizá Lofn tenía razón: era el momento de resolver sus problemas con sinceridad.
Llegaron al umbral de la casa, y Lincoln comenzaba a contarle a Linka sobre los peculiares ojos de la doctora... Y justo en ese momento, su hermana Lori abrió la puerta; gritó, y lo abrazó entre frenéticos gritos de emoción.
- ¡Linky! ¡La cosa más maravillosa, hermanito! ¡¡Bobby y Ronnie estarán aquí en quince minutos, y quieren que tengamos una cita doble!!
El chico peliblanco sintió que el corazón se le caía a los pies.
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