Un amanecer distinto


Fue la primera vez, desde su más temprana infancia, que Lincoln Loud despertó entre los brazos de otra persona.

Todo era un cúmulo maravilloso de sensaciones nuevas y emocionantes: la calidez y la suavidad de otra piel, otro aliento tan cerca del suyo, el rostro atractivo de una linda niña vestida con una sencilla piyama de cuadros cafés y amarillos.

Aquello se sentía bien. Demasiado bien. Hubiera querido no despertar, pero la sorpresa ante la inusual situación lo hizo sobresaltarse y retroceder; tanto como el amoroso abrazo de la chica se lo permitió.

Linka.

En algún momento de la noche, la niña se había abrazado a él. Y no solo eso: su propio brazo estaba rodeando el torso de la muchachita.

No podía recordar cuándo había ocurrido. Quizá en algún momento, ella se había inquietado o llorado; y él la abrazó para que no lo siguiera haciendo.

Sin duda había dado resultado. Linka sonreía levemente, y era evidente que tenía horas descansando en la misma posición. Su bello rostro lucía lleno de la paz que le robaron durante tanto tiempo.

Lincoln se contagió de esa placidez. De esa maravillosa sensación. Se tranquilizó, y ya no hizo mayor esfuerzo por liberarse del abrazo de la niña.

La contempló durante un rato, sorprendido y emocionado. Sentía un cierto orgullo por haberla rescatado del maltrato de su familia. Ahora, Linka tendría la oportunidad de volver a ser feliz. De ser de nuevo una persona completa, y de superar la espantosa ordalía que sufrió.

Ella lo estaba abrazando. Era algo tan nuevo para él. Esa novedad fue lo que provocó que Lincoln se sobresaltara. Comprendió de pronto toda la dimensión de la situación, y la enorme responsabilidad que había adquirido.

Sus padres habían admitido a Linka, sí. Pero en muchos sentidos, la responsabilidad de que ella olvidara y volviera a crecer como persona era de él. La niña confió en él para alejarse de su familia y escapar de su propio universo. Para pasar la noche en su cuarto y en su cama, pensando quizá que él nunca se atrevería a abusar de ella.

Sus pensamientos lo hicieron estremecerse y llenarse de temor. ¿Cómo se supone que iba a lograr todo eso? ¿Cómo iba a corresponder a la confianza que Linka había depositado en él?

Era algo perturbador, pero grandioso a la vez. ¡Tenía que hacer tantas cosas!

Ella no existía en ese universo. Necesitaba una identidad, tenía que ser alguien. Quizá una melliza perdida de él mismo, o una prima lejana que se le pareciera mucho. Su innegable parecido físico los dejaba con muy pocas opciones.

Luego, él y su familia tenían que lograr que se sintiera cómoda y se integrara a la vida de la casa. Ella no podría dormir para siempre en su habitación. Su cuerpo ya estaba cambiando, se estaba convirtiendo en una señorita. No sería muy apropiado que ellos dos compartieran la habitación. Además, Linka estuvo muchos años acostumbrada a su propia intimidad.

Pero, si no podía ser con él, ¿con quién iba a quedarse?

Además, necesitaría amigos, escuela, pasatiempos... Todo lo que cualquier niña normal y feliz da por sentado.

Eran tantas y tantas cosas. Era apabullante, si uno lo veía con cuidado.

Se volvió para mirarla a la cara, y la vista de su rostro le devolvió parcialmente la tranquilidad. ¡Era increíble que alguien tan parecida a él pudiera ser mucho más hermosa! Sin embargo, era cierto. Su redondez y delicadeza afinaban mucho sus rasgos, y su barbilla breve hacía que sus labios parecieran más gruesos. Más lindos. ¡Y esa sonrisa!

De pronto, se dio clara cuenta del rumbo que tomaban sus pensamientos, y se sintió avergonzado. La estaba viendo como mujer, y no como lo que estaba destinada a ser en aquella casa: una hermanita más. Se molestó un poco consigo mismo, y más todavía cuando su consciencia corporal le hizo darse cuenta de que tenía una erección muy dura y considerable. Y que su pene se encontraba a solo un par de centímetros del vientre de la muchachita.

Se puso rojo. Hubiera querido apartarse rápidamente, pero Linka se veía tan contenta descansando...

La claridad que entraba por la ventana le hizo darse cuenta de que eran por lo menos las diez de la mañana. Le pareció muy extraño que nadie hubiera acudido para despertarlo y presionarlo para prepararse e ir a la escuela. Después de todo, ya había perdido un día de clases.

Claro, no es que importara mucho. Lisa le había dicho alguna vez que los días que no acudían a clases iban atrofiando el cerebro, pero Lincoln estaba seguro de que todo lo que había vivido en el universo paralelo era más que suficiente para contrarrestar el deterioro.

Ya ubicado en la realidad, Lincoln se percató de que tenía mucha necesidad de utilizar el baño. Quisiera o no quisiera, tenía que deshacerse de los brazos de Linka.

Lo hizo con mucha suavidad, intentando moverla lo menos posible. La niña respiraba acompasadamente, y no dejó de hacerlo mientras Lincoln se liberó de su abrazo. Una vez que lo hizo, se deslizó suavemente de la cama para ir al cuarto de baño.

Antes de salir, la miró descansar y sonrió. Era curioso... Quizá pudo pensar que rescatar a Linka fue como salvarse a sí mismo, pero no era eso lo que sentía. Sus rasgos eran casi iguales. Tenían gustos parecidos, sí. Pero no había duda de que Linka era un ser diferente a él, tanto como lo eran sus hermanitas Lana y Lola entre ellas. Aquella niña era un ser maravilloso que, de la manera más inverosímil, se había puesto voluntariamente en sus manos.

Tenía que corresponder a esa confianza.

***

Cuando Lincoln regresó del baño se encontró con la sorpresa de que Linka ya había despertado. Estaba sentada en la cama, y le sonreía.

- Buenos días, Lincoln.

- H-hola, Linka. Pensé que seguirías descansando un rato.

La niña se desperezó y se estiró un poco antes de contestar.

- Me sentí un poco incómoda y me desperté. Luego, me di cuenta de que te habías ido. Ya estaba por levantarme para irte a buscar.

Lincoln sonrió y le tendió la mano.

- Ven Linka. Parece que toda la familia se fue a la escuela y al trabajo. Vayamos a la cocina a buscar algo para comer.

La niña tomó la mano de Lincoln y se dejó llevar. Solo hicieron una breve pausa para que ella fuera al baño, y Lincoln le iba explicando mientras bajaban las escaleras.

- En esta casa, tienes que levantarte muy tarde o muy temprano para ganar el baño. O crear un plan al estilo Lincoln para poder hacerlo -dijo, señalándose a sí mismo con orgullo.

La niña se cubrió la boca con la mano y sofocó una risita.

- Lo sé. A mí también me pasaba.

- Sí -suspiró Lincoln. Pero ahora que tenemos dinero, insistiré en que construyamos uno o dos baños más. Los pagaré yo mismo, si es necesario...

- ¡Vaya, unidad familiar mayor! ¡Me alegra mucho escuchar eso!

La voz ceceante de Lisa los interrumpió. Era la última persona a la que esperaban encontrar en la casa.

- ¡Lisa! ¡¿Qué haces aquí?! -exclamó Lincoln.

- Bueno -respondió la niña, ajustándose los lentes-. Solicité quedarme este día por dos motivos. Primero, tenemos que ocuparnos de Linka. Tengo que hacerle unos estudios. ¡Ah!, y puedo aplicarle una formula dermatológica que ayudará a eliminar sus cicatrices en poco tiempo. Y luego, necesito hacerle algunas pruebas para determinar si su presencia en nuestro universo es completamente segura para todos.

- ¿A qué te refieres, Lisa? -dijo Lincoln, un poco molesto- ¡Tú misma me dijiste que nuestro universo era igual al de ella!

- Dentro de los límites de las relaciones de indeterminación de Heisenberg, sí. Pero tengo que analizar las interacciones quark-quark entre los átomos de su cuerpo, para saber si no hay alguna alteración de las fuerzas fundamentales que pudiera producir una anomalía.

- Y... ¿A qué clase de anomalía te refieres?

- Si lo supiera, no tendría necesidad de hacer las pruebas, Lincoln -respondió Lisa, intentando ser paciente.

- ¿Y qué es exactamente lo que le vas a hacer? -preguntó Lincoln; y por un instante, Linka también se alarmó. Aquello se parecía demasiado a los discursitos que le daba Levi antes de involucrarla en algún experimento peligroso.

- Nada. Solo necesito que me proporcione una muestra.

Linka y Lincoln se dieron una palmada en la cara al mismo tiempo. ¡No era posible que Lisa estuviera hablando en serio!

La pequeña genio negó con la cabeza.

- No esa clase de muestra... Aunque también serviría, y sería fascinante estudiarla. Me basta con un solo cabello y una muestra de saliva. ¿Me permites, Linka? - dijo, mientras blandía unas tijeras y un hisopo.

La niña suspiró, y se prestó para la toma de muestras. Al fin de cuentas, todo era bastante parecido a lo que ocurría con su familia.

Lisa tomó sus muestras y dejó a los chicos solos. En el refrigerador, encontraron crema de cacahuate y chucrut; y se pepararon uno de sus desayunos favoritos. Lo disfrutaron conversando animadamente sobre lo que pensaban hacer durante el día. Hasta que los ojos de Lincoln se posaron en una nota que les había dejado su madre:

Cariño:

Decidimos dejar que Linka y tú descansaran el día de hoy. Lisa nos explicó que deseaba hacerle a Linka una serie de pruebas, para determinar su salud y su estado físico luego del terrible maltrato que sufrió.

Hiciste muy bien en traerla, cariño. Era una cuestión de justicia. No te preocupes demasiado. Si salimos adelante con once niños, seguro que podremos hacerlo con doce. Especialmente ahora que gracias a ti y a Lisa, el dinero ya no es un problema.

Espero que no te moleste que Linka se quede en tu cuarto por un tiempo. Hemos pensado en adaptar un espacio junto a la cochera, y construir un cuarto y un nuevo baño. Las cosas van a cambiar, mi vida. Nunca volveremos a cometer un error y una injusticia como aquella.

Gracias por hacernos ver. Por ayudarnos a abrir nuestros ojos, cariño. Nos estás brindando una segunda oportunidad, y te aseguro que la aprovecharemos bien.

Te amo intensamente, igual que toda tu familia.

Mamá.

***

- Les tengo buenas noticias, chicos -dijo Lisa. Traía los resultados de todas sus pruebas, y a diferencia de tantas otras veces, sonreía.

- Hasta donde es posible medirlo, el universo de Linka posee las mismas constantes fundamentales y las mismas condiciones de incertidumbre que el nuestro. Eso quiere decir que estará tan bien en este universo como en aquel. Y también... ¡Eso significa que mi pionizador es todo un éxito!

- Felicidades, Lisa -dijo Linka, con cierto entusiasmo.

- Y en lo que respecta a Linka... - le recordó Lincoln.

- ¡Oh! Cierto. Todos sus parámetros fisiológicos están más o menos normales, excepto sus niveles de hemoglobina y globulinas en sangre.

- Y eso significa...

- Que está un poco desnutrida, pero nada que no se cure con suplementos vitamínicos y un mes de buena alimentación.

Los niños se sintieron aliviados al escuchar eso. Lisa ya se retiraba, pero antes de que lo hiciera, Lincoln decidió que quizá ella pudiera aportar algunas buenas ideas con respeto a la identidad de Linka.

- Mmmm... -Lisa se acarició la barbilla-. Ese es un asunto delicado, Lincoln. Tengo una sugerencia al respecto: seamos pacientes. Si se trata de que Linka entre a la escuela y tenga acceso a la seguridad social, podemos conseguir documentos fácilmente y hoy mismo. Pero creo que no debemos asentarle en los registros civiles una relación de parentesco tan rápidamente.

- ¿Eh? ¿Por qué? -preguntó Lincoln, muy sorprendido.

- Porque hay serias implicaciones que tenemos que discutir entre todos. En familia. Y por ahora, yo sugiero que Linka se presente en la escuela como una pariente muy lejana, en cuarto grado, por lo menos. Podemos decir que vino a Royal Woods por algún tiempo, y evitaremos todo tipo de suspicacias. Y también así quedaremos en libertad de tomar cualquier decisión que consideremos necesaria.

- Pero, ¿acaso no nos parecemos demasiado como para que otros se crean esa historia? -preguntó Lincoln, dubitativo.

- Los parientes en cuarto grado pueden parecerse mucho, Lincoln. Especialmente cuando alguno de los parientes lejanos hizo... Bueno, tú sabes. Alguna pequeña travesura -dijo Lisa, con una sonrisilla.

Lincoln y Linka enrojecieron. Era demasiada información para ellos.

Lisa se dio vuelta para irse. Pero antes de trasponer el umbral de la puerta, se dio la vuelta y sonrió.

- Linka, Lincoln... No se preocupen. Pase lo que pase, ustedes dos contarán con todo mi apoyo. Se los aseguro.

La pequeña genio se fue, y Lincoln se quedó pensando en lo que quiso decir realmente.

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